Un gol en la prorroga y la excepcional actuación de Lezama posibilitó la Copa de 1943, la primera tras la Guerra Civil
Lezama, Elices, Ortiz, Zarra, Oceja, Urra y Nando (de pie); Panizo, Ortuzar, Mieza y Gainza (agachados). Fotos: DEIA
Tras una década convulsa donde la sociedad y el fútbol se vieron afectados por la Guerra Civil, entre la muerte, la desolación y las cartillas de racionamiento emergió a modo de consuelo la reconstrucción de otro Athletic campeón. En escena entró una de sus leyendas, Telmo Zarra, “la mejor cabeza de Europa después de Chuchill”, como le definieron los medios de comunicación ingleses. Después de que en la temporada 1942-1943 el conjunto rojiblanco se coronara en San Mamés en el campeonato de Liga, con alrededor de 150.000 almas en la calle entregadas a modo de tributo, la Copa número 15 estaba a punto de poblar las vitrinas.
La Catedral resultó un fortín que nadie supo ni pudo profanar. Ya en la ronda de dieciseisavos, los leones remontaron en casa (2-0) el 1-0 que encajaron ante el Barakaldo en Lasesarre; en octavos, la víctima fue el Castellón, que salió goleado de Bilbao (7-0), lo que originó un revés sin trascendencia en la vuelta (2-1). Cayó el Atlético en cuartos (1-3 y 4-1), y el Valencia en el penúltimo escalón, merced a un solitario gol en el feudo vizcaino, al que siguió un 2-2 en Mestalla.
Otra final, y de nuevo enfrente el Real Madrid, en una cita que, a tenor de lo acontecido en el ámbito político y social, trascendía de lo deportivo. El envite se dirimió en el Metropolitano, con Franco en el palco, acompañado del general Moscardó y de 5.000 boinas rojas del Frente de Juventudes en la grada. El encuentro no ofreció un respiro a los contendientes, sobresaliendo por parte rojiblanca el guardameta Raimundo Pérez Lezama, uno de los llamados niños de la guerra que se forjó en el Southampton, y que se topó con la responsabilidad de relevar a quien todos consideraban el sustituto de Gregorio Blasco: José María Echevarría, que sufrió una grave dolencia en el pulmón.
Con Urra como jugador destacado, el duelo llegó a la prórroga después de que ninguno fuera capaz de quebrar la red. Y ahí, en el minuto 14 del tiempo extra irrumpió Zarra para concretar una acción individual de Elices, el negro. Anteriormente fue Lezama quien sacó un gol cantado de Alsúa. “¡Qué tarde tuvo Raimundo!”, coincidieron en destacar los protagonistas durante largos años.