Reportaje publicado por K. Txakartegi en el diario Deia el 10/05/2015
El Athletic, entrenado por el revolucionario entrenador inglés, encarriló la final de 1915 con tres goles de Pichichi
En el verano de 1914 la directiva del Athletic creyó conveniente fichar a un técnico y el elegido fue William Barnes, un londinense exjugador del Sheffield United, West Ham, Luton y QPR, de 35 años e hijo de un capataz del muelle Victoria. Revolucionó, en parte, el día a día de los jugadores del equipo rojiblanco. Llegó a Bilbao y fijó los entrenamientos a las 8 de la mañana para dotar de velocidad al equipo y restringir el pase corto. Introdujo asimismo la figura del masajista, encargándose él mismo de los músculos de los futbolistas. En esta tesitura arrancó el torneo copero de 1915, y nuevamente el Fortuna de Vigo fue el adversario en semifinales, validando el empate sin goles a domicilio con un incontestable 5-1 en San Mamés, erigiéndose Zubizarreta, con tres goles, como líder. Otra final a la vista.
Llegó tras un curso donde el fútbol gris de los leones había desanimado a la parroquia, con críticas en la prensa hacia el entrenador que fueron solapadas en la cita por el título frente al Español. El encuentro derivó en incendio a las primeras de cambio con la designación como árbitro del envite de Juanito Arzuaga, de pasado rojiblanco, algo que cabreó al cuadro catalán, por lo que a las 12.00 horas del mediodía del mismo 2 de mayo aún no se había decidido la identidad del colegiado. Dos horas después aceptó las funciones Walter Hermann, después de que el madrileño Ruete se volviera a su casa raudo tras recibir un telegrama donde se anunciaba que un almacén de su propiedad ardía en llamas.
Sobre el césped, la superioridad del Athletic resultó abrumadora. Pichichi se reafirmó como la estrella del momento, algo que ya lo era, con un hat-trick, los primeros goles del partido, al que siguió las dianas de Zubizarreta y Germán. “Ciertamente, los hermanos Massana dieron mucha guerra y provocaron varios incidentes”, apostilló Cabieces. Además, la Federación Española de Fútbol se planteó eliminar al Español de toda competición regida por este organismo en los próximos seis meses, y de la propia Copa de 1916. Y es que no sentó nada bien en este organismo rector que se cuestionara a Arzuaga.
Celebraciones suspendidas
El fallecimiento de un joven aficionado rojiblanco cuando retornaba a Bilbao, de nombre Agustín Cortadi, al ser arrollado por un tren en la estación de Deba, empañó la resaca por el alirón y provocó que se suspendieran todas las celebraciones por el séptimo entorchado. La goleada quedó en un segundo plano.
“Un joven, a quien todos queríamos y que se unía a todos para acrecentar más y más el esfuerzo deportivo de la juventud vizcaina, ha sido víctima de una terrible desgracia que obliga a esta Junta Directiva a ordenar suspender todo recibimiento de estilo bullanguero y estruendoso para que nadie piense que la alegría apaga el sentimiento de dolor”. Es un extracto de la nota oficial que el Athletic emitió en ese momento, posicionándose en el ámbito vital y no en el pasional.