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domingo, 27 de diciembre de 2015

Un gallo en rojo y blanco

Artículo publicado por Jon Uriarte en el diario El Correo el 25/12/2015

Francisco José Suárez, párroco de Santo Domingo de la Calzada, es un ferviente seguidor del Athletic


Francisco José Suárez, en la catedral de Santo Domingo. / e.c.

Deberíamos pintarles rayas rojas al gallo y a la gallina». Cuando lo cuenta, Francisco José Suárez rompe a carcajadas. En realidad no les tocaría una pluma. Porque son los protagonistas, con permiso del santo, de la riojana catedral de Santo Domingo de la Calzada. Pero ganas no le faltan. Es del Athletic desde niño. Y lo proclama. Esperen que no lo haga esta noche en la misa del Gallo. Porque este equipo es carne de parábola. Al fin y al cabo, tiene mucho de gallo y de gallina. «Por un lado su faceta de incubador de polluelos en Lezama y por otro ese gallo orgulloso que aparece, a veces, como en la Supercopa». Ahí queda eso. No lo mejora, con perdón, ni la Carta de San Pablo a los Corintios. Y lleva razón. El equilibrio entre ambas facetas nos lleva a cerrar un 2015 en el que hemos jugado dos finales y ganado un trofeo. Además son ya varios los años con el gallinero viviendo ilusionado y sin miedos. De ahí que este párroco sonría cuando le preguntan por el equipo del que se enamoró en Elorrio.

Paco, o el padre Francisco si lo prefieren formal, nació en el Duranguesado. Hasta allí se fueron sus riojanos padres buscando trabajo en la fundición. Y mientras la pareja asentaba su vida, llegaba él. Era el 17 de abril de 1963. «Vivíamos en la casa contigua a la de San Valentín de Berriotxoa». Quizá fuera un guiño de lo que le depararía el destino. Pero los años en Elorrio acabaron en enero del 70. Tiempo de regresar a La Rioja. «Tenía seis años y medio cuando llegué a Logroño y con doce entré en el seminario».

Arrancaba entonces un camino que nunca le impidió seguir la vida y milagros de su Athletic. A los 23, cuando empezaba de diácono, se proclamaba campeón de Liga. «Después me mandaron de cura a Autol, donde trabajamos con chavales sin familia y formamos a mucha gente». Vino a ser su Lezama, hasta que regresó a Logroño y al Obispado. Ya en 1999, poco después de terminar la etapa de Luis Fernández y el paso por Champions, era nombrado rector del Seminario de Logroño. Y en 2007, cuando casi nos vamos al infierno, se convertía en párroco de Santo Domingo. «La única catedral casi más bonita que San Mamés», añade con sorna. Y ya que hemos repasado su vida profesional, hablemos de la futbolística.

«Mi padrino me regaló un equipo del Athletic que me quedaba grande». En aquellos tiempos todo un lujo. Pero los años pasaron y le resultaba difícil ver los partidos. «Ten en cuenta que curas y futbolistas tenemos horarios parecidos». Pero hay excepciones. Como la final de Copa en Barcelona. Una cita con anécdota. «Mi compañero de asiento me pidió que rezara por los nuestros y cuando dejé de hacerlo, Messi metió el gol. Si lo sé no paro hasta el final». Cuentan que es hombre afable, pero serio cuando se trata de conseguir dinero para causas nobles. Y que tiene poco tiempo libre. Aunque querer es poder. «Fui al nuevo campo en obras y una vez terminado. Es precioso, pero el anterior era mágico».

Los colores

En este punto volvemos al ayer porque es párroco de una localidad frecuentada por jugadores como los Rojo, Iribar, Villar o los Arieta. Rojiblancos que saben de la presencia del gallo y la gallina en el interior de la catedral, evocadores del milagro del santo. De ahí el comentario con el que empezábamos sobre sus colores. «Bueno, el primer uniforme del Athletic era blanco, luego azul y blanco y después rojiblanco», recuerda con tino. Aunque añade otros dos. El negro Iribar y el verde Zubizarreta. «Jugaba de portero y mis ídolos fueron ellos». Mientras hablamos, el gallo canta como si hubiera marcado gol. «Los cambiamos cada 15 días». Pues éste parece que tiene ganas de dejar huella. Ojalá el Athletic haga lo mismo en 2016 y demostremos que para ser gallo y cantar triunfos hay que tener una buena gallina y muchos huevos.

Los pedales del Athletic

Un reportaje de César Ortuzar publicado en el diario Deia el 27/12/2015

Al igual que otros clubes de fútbol vascos, la entidad rojiblanca acogió un equipo ciclista en los años veinte del pasado siglo, tradición que recuperan el Oporto y el Sporting de Portugal para la próximas campañas


Fotografía con varios componente del Athletic Club con su maillot rojo y blanco a rayas, en la salida de la primera edición de circuito de Amorebieta de 1925. Foto: Athletic Club)

En Ondarroa, en medio de una tormenta de entusiasmo, a Cesáreo Sarduy se lo llevaron en volandas. Al público, extasiado con la llegada del ciclista al pueblo, le dio por meter al corredor en una tinaja repleta de agua para “limpiarle y ponerle guapo”. Después de aquel baño, enfermó, “casi muere sobre la bicicleta”. Sarduy, congelado, una pulmonía llamándole a cada pedalada, se tuvo que bajar de la bicicleta en Plentzia. El pasaje, en el intermedio de la Vuelta a Bizkaia, enmarca el episodio del ciclismo épico, aventurero, el pionero, el de los locos años veinte del pasado siglo y las bicicletas de un solo piñón. Rafa Sarduy, hijo del gran Cesáreo, un tipo fuerte, fornido, resistente, uno de los mejores ciclistas de la época, evoca desde la memoria aquellas odiseas de Ulises en bicicleta. A Sarduy, en un día de perros, de agua y barro en carreteras que eran trincheras, quisieron embellecerle su estampa de Hércules. Con el baño, su maillot, sucio en medio del temporal, recuperó el color original. Rojo y blanco. Con la A y la C sobre la pechera de lana. Athletic Club.

Hubo un tiempo en que la entidad bilbaina, presidida por el Conde de Villalonga, y otros clubes de fútbol como el Arenas, la Real Sociedad, que nació del Club Ciclista San Sebastián, el Real Madrid o el Barcelona (entonces Sociedad Deportiva Sans), anidaron equipos ciclistas en sus estructuras. Es lo que harán Oporto y Sporting de Portuhal las próximas campañas, continuando así la tradición ciclista que tuvieron. La historia del Athletic fue más efímera, pero sirvió como catalizador de aquel ciclismo iniciático. “Era la única forma de correr por aquel entonces. No había equipos como los de hoy, todavía no existían los equipos de marcas comerciales, así que la gente se inscribía en los clubes y cada uno corría para sus intereses. Era un poco sálvese quién pueda”, desgrana Rafa Sarduy. En los años 20, los del Charleston, en España gobernaba la oscuridad de la dictadura de Primo de Rivera, amante del orden, como sucede con todos los tiranos, decididos a que nadie le alterase su férreo control militar. Los clubes de fútbol eran parte de la sociedad, instalados en el humus de lo colectivo, así que se convirtieron en el cauce natural para que aquellos ciclistas primigenios pudieran competir con unas monturas antediluvianas mientras la cámara de la bicicleta les cruzaba el cuerpo a modo de armadura. Quijotes modernos.

Sobre aquellos hierros, eran los ciclistas los que “montaban las carreras. Se iban con la pancarta y con la mesita para apuntar los participantes y los tiempos. Organizaban y corrían. Además, a las carreras solían ir en bici porque el tren costaba una pasta”, describe Fernando Ibáñez de Elejalde sobre las andanzas de su abuelo, Fernando, que también vistió los colores del Athletic, un equipo que contó, entre otros, con Cesáreo Sarduy, Domingo Gutiérrez, Segundo Barruetabeña, el bertsolari Balendin Enbeita Urretxindorra y Francisco Cepeda, que militando en el Athletic fue cedido al Real Madrid por motivo del servicio militar, como máximos exponentes de un deporte que se asomaba con fuerza en una sociedad que compraba las bicicletas a plazos. “Para la gente, aquellos corredores eran unos héroes, gente muy querida”, describe Rafa Sarduy. Francisco Cepeda falleció años después en la disputa del Tour de Francia de 1935. El corredor sufrió una brutal caída en el descenso del Col del Galibier, en la octava etapa de la carrera francesa. Cepeda murió tres días después en el hospital de Grenoble como consecuencia de las graves lesiones que le provocó la caída.

Lejos del dinero que agita en la actualidad el profesionalismo, en los clubes se imponía el amauterismo. Nadie cobraba un sueldo. “A mí abuelo, por correr en el Athletic le daban unos zapatos. Pero es que hay que situarse en aquella época y unos zapatos eran la leche”, enfatiza Fernando. “El dinero que había en el ciclismo estaba en los premios que se repartían por ganar las carreras. No había sueldos. Era otra historia”, añade Rafa Sarduy. Su padre, Cesáreo, natural de Muxika, que trabajaba en el caserío natal, apostó por la bicicleta a los 22 años. A su manera, fue un profesional porque ganó varias carreras. Mientras corrió, hasta 1930, dejó las tareas del caserío a un lado para acoplarse a los rigores de un ciclismo balbuceante, recién nacido. Los ciclistas, sin una retribución económica que les financiara, se convirtieron en unos cazarrecompensas, tipos valientes y entusiastas que se lanzaban a la aventura con el convencimiento de los visionarios, aunque “casi siempre cerca de casa”. Viajar era un lujo y la única certeza de regresar “era ganar premios. Si no, no sabías si podrías volver”, refleja Rafa Sarduy.

El tirón del velódromo

El rudimentario almanaque de ruta aglutinaba unas 25 pruebas en el calendario vasco-navarro entre campeonatos territoriales, carreras de pueblo, alguna que otra vuelta y otras tantas clásicas. En ese calendario, las pruebas en el velódromo se convirtieron en un imán para seducir al público y atraer a las masas. La competición sobre el anillo era un acontecimiento y el modo de lograr dinero del público, que pagaba entrada por asistir al espectáculo que ofrecían los ciclistas. En Bizkaia sobresalió el velódromo de Ibaiondo, en Las Arenas, mientras que en Gipuzkoa destellaba el oval de Anoeta, en Donostia. “A las carreras del velódromo asistía mucha gente que pagaba por ver”, subraya Rafa Sarduy. De algún modo, el velódromo era un recinto cerrado que evocaba a los estadios de fútbol. Imperaba la misma lógica. Se ofrecía un espectáculo deportivo en un lugar con un aforo concreto y quien quisiera asistir debía pasar por taquilla. El ciclismo, cada vez más popular, llenaba. En medio del anillo, no resultaba extraño contemplar a José María Villalonga, el Conde de Villalonga, máximo mandatario del Athletic en el curso 1922-1923, repartir los trofeos en alguna de esas citas. La singladura del Athletic, que también organizó carreras, en el ciclismo fue fagocitada por el fútbol, prioridad del club en el pespunte de los año 30 a medida que crecía la estructura de la entidad y el empuje de la pelota. “De alguna manera, desde Europa, sobre todo, desde Francia, comenzaba de algún modo a profesionalizarse el ciclismo”, recuerda Rafa Sarduy. Las marcas de bicicletas, auténticos objetos de deseo, comenzaban a patrocinar a algunos equipos y se integraron en el palmarés de los vencedores. “Se decía que fulanito o menganito había obtenido la victoria sobre tal o cual marca de bicicleta”, añade Sarduy.

El ciclismo abría la puerta al profesionalismo con tímidos empujones que partían desde la prensa, aliada inequívoca del crecimiento de la especialidad por su capacidad tractora, esa mezcla de épica, supervivencia, constancia, pasión y un punto de locura. L’Auto impulsaba al Tour, la Gazetta dello Sport tiraba del Giro y el Excelsior alimentaba la Vuelta al País Vasco, que salió a la carretera en 1924. La bisagra ciclista del Athletic, sin embargo, cedió con los nuevos tiempos tras unos años agarrada al manillar. “Para entonces se pensaba en la contratación de un director deportivo extranjero y ya era un tema de dinero”, desliza Sarduy. El ciclismo, que había sido un asunto de entusiastas, perdió rueda. El fútbol era el rey, el vellocino de oro, el reino de un Athletic que dejó de dar pedales.

martes, 22 de diciembre de 2015

Poster oficial temporada 2015 - 16

Para todo aquel que quiera descargarlo solo tiene que seguir el siguiente enlace que le llevará a la página oficial del Athletic Club:

**ENLACE**

Fuente: www.athletic-club.net

Poster oficial temporada 2015 - 16

Para todo aquel que quiera descargarlo solo tiene que seguir el siguiente enlace que le llevará a la página oficial del Athletic Club:

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Fuente: www.athletic-club.net

La feliz odisea de un gaditano hasta San Mamés

Artículo publicado por Iñigo Crespo en el diario El Correo el 22/12/2015

«Me dan pánico los aviones. No los soporto, pero todo sea por el Athletic», dice Emiliano Sánchez, un hincha del Athletic que sufre parálisis cerebral leve


El gaditano Emiliano Sánchez, con la camiseta del Athletic en Bilbao.

El 2012, el año en que el Athletic recobró el pulso con su historia con un doblete malogrado en el último instante, sirvió para espolvorear de nuevo la esencia del conjunto rojiblanco alrededor de Europa. El Viejo Continente se rendía a un equipo que se abrió paso entre gigantes como el Manchester United con un modelo que habría sido desechado por cualquier dirigente advenedizo y hambriento de gloria. El conjunto vizcaíno, entonces dirigido por Bielsa, disparó la ilusión y el orgullo de los hinchas más fervientes y fieles, y despertó el romanticismo latente de miles de amantes del fútbol. Entre ellos se encuentra Emiliano Sánchez Alonso, un joven de Chiclana (Cádiz) de 18 años, que nunca antes había pisado el País Vasco y que este domingo vivió una feliz odisea para ver a su equipo, el Athletic, en San Mamés.

«Me dan pánico los despegues de los aviones. No los soporto, pero todo sea por el Athletic», recuerda el joven gaditano, que llevaba más de tres años con el deseo de visitar el emblemático estadio rojiblanco. «Era un sueño ir a Bilbao y me he quedado enamorado. He disfrutado como un niño aficionado del Athletic», asegura Emiliano. Ni siquiera su fobia a los aviones frenó su irrefrenable ímpetu de presenciar un partido en La Catedral. Tampoco la parálisis cerebral leve que padece desde que nació, que le mantiene en una silla de ruedas.

«Cuando tenía un año, mi abuela notó que algo no iba bien en mi mano izquierda. Me hicieron una serie de pruebas y me detectaron la parálisis», relata con naturalidad y vigor. «A mí lo que me hace tirar para adelante es el humor», afirma. Ésa es su receta infalible contra la adversidad, el motor que le mueve a convertirse en ingeniero informático cuando finalice sus estudios de segundo de Bachillerato en Chiclana y la carrera en Cádiz.

Esos son los sueños que tiene por cumplir Emiliano, que el domingo tachó uno de su lista. Fantaseaba con presenciar un partido del Athletic en San Mamés desde 2012, cuando el conjunto rojiblanco estuvo a punto de ganar la Copa y la Europa League tras tumbar, entre otros, al United y al Sporting de Portugal, sus dos encuentros preferidos de esa temporada. También cuando escogía al Athletic cada vez que jugaba a la consola, el lugar que le permitía ser partícipe de las hazañas de los rojiblancos. E incluso de alimentar aún más su historia de manera virtual. La última final de Copa y la Supercopa conquistada por el equipo de Valverde han engordado el anhelo que encontrarse en la grada de San Mamés. Hasta que al fin se ha convertido en algo palpable y real «He cumplido un sueño. He disfrutado muchísimo».

lunes, 14 de diciembre de 2015

Resumen Jor. 15ª: Atlético de Madrid - Athletic Club



Gari y Auxi reciben las camisetas de sus equipos en el Calderón

Artículo publicado en el diario Deia el 14/12/2015

Los niños Auxi y Gari, de ocho y nueve años, con siete y cinco órganos trasplantados y seguidores del Atlético y del Athletic Club, respectivamente, recibieron, de manos de los capitanes de ambas plantillas, las camisetas de sus equipos, en el césped del estadio Vicente Calderón, antes del comienzo del encuentro de la decimoquinta jornada de liga.

Gabi Hernández, capitán del Atlético de Madrid, y Gorka Iraizoz, del Athletic de Bilbao, portaron las elásticas de sus conjuntos y se las entregaron a Auxi y Gabi, quienes se conocieron hace cuatro años en el hospital La Paz de Madrid.

De esa forma, Atlético de Madrid y Athletic se solidarizan con todos los niños con trasplante multivisceral y afectados de fallo intestinal y nutrición parenteral.


Auxi y Gari posan con los jugadores de ambos
equipos antes del inicio del partido (Foto: Pablo Viñas)

Fase de Grupos UEL: Athletic Club - AZ Alkmaar

lunes, 7 de diciembre de 2015

Resumen Jor. 14ª: Athletic Club - Málaga CF



¡Aupa NUPA!!!! Aupa Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao!!!!!!!!!

Fuente www.somosnupa.org/

Gari y Auxi se conocieron en el hospital La Paz, ambos se han enfrentado a un trasplante múltiple (de cinco y siete órganos respectivamente). Ahora quieren cumplir un sueño juntos....ellos son rivales en el campo, pero quieren compartir su afición en la grada por primera vez. ¿Nos ayudas a ganar este partido, Atlético de Madrid ?


jueves, 3 de diciembre de 2015

Balompédica Linense vs Athletic Club

Este es el cartel que la Balompédica Linense a diseñado para el choque de esta noche contra el Athletic Club en 1/16 de final de la Copa del Rey

Carmelo Cedrún: "Yo pasaba todos los días a Gibraltar"

Artículo publicado por Pako Ruiz en el diario Deia el 02/12/2015

El exmeta rojiblanco Carmelo Cedrún rememora sus tres años en la Balona, “los mejores como técnico”


Carmelo Cedrún

Carmelo Cedrún (Amorebieta-Etxano, 6 de diciembre de 1930) recibió días atrás una carta firmada por Mario Galán, gerente de la Balompédica Linense, en la que le sondeaba la posibilidad de viajar a La Línea de la Concepción para tributarle mañana un homenaje. El exmítico portero del Athletic en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado -jugó 402 partidos y conquistó cinco títulos (tres Copas, una Liga y la Copa Eva Duarte)- tuvo que declinar la invitación: “Voy a cumplir 85 años (el domingo y lo celebrará en un restaurante de Axpe con sus allegados), aunque estoy casi como un chaval de 60 años, pero el viaje es una paliza. Hombre, al partido de San Mamés no voy a faltar”. Cedrún reconoce que esta primera eliminatoria en Copa de los rojiblancos es muy especial para él, ya que la fortuna sonrió a La Balona con el Athletic. “Era mi emparejamiento preferido cuando surgió ese supuesto”. O sea, un choque entre el equipo de su vida y uno de los que dirigió en su época en los banquillos.

Porque Cedrún entrenó a la entidad gaditana entre 1985 y 1988, siempre en Segunda División B. Iñaki Garay, también exjugador del Athletic en los años 70, fue clave para recalar en La Balona: “Iñaki jugaba allí y me llamó porque tenían una vacante. Yo había pasado cuatro años en el Celta, al que subí a Primera, y otros tres en el Murcia. Me gustó el reto y acepté. Pasé allí otros tres años y quizá fueron los mejores como entrenador. La gente me trató estupendamente y trabajé a gusto a pesar de las limitaciones”.

Aquella etapa la cerró casi tres décadas atrás, por lo que, a su edad, los datos y nombres van pasando a la nebulosa del olvido: “Me cuesta recordar los nombres. Subí a un chaval que fue un buen portero y que creo llegó a jugar en el Málaga, pero lo que más recuerdo es que en nuestro campo siempre jugábamos con viento, lo que resultaba un tanto incómodo, sobre todo para los contrarios. Jugaba con un 4-4-2, blindado atrás y con gente rápida arriba. La gente estaba contenta y llevábamos 10.000 personas al campo, aunque al club no le hacía gracia subir a Segunda por el tema del dinero”. Como muestra, un botón. La Balona se quedó en su primera temporada como técnico a un punto del ascenso, que finalmente lo consumó el Xerez, un rival histórico.

El güisquicito en Gibraltar

Carmelo Cedrún recuerda otros momentos que le marcaron. “Casi todos los viajes los hacíamos en autobús y solo viajábamos en avión cuando nos tocaba jugar con el Mallorca. Compartíamos con los jugadores muchas cosas en esos largos desplazamientos, que los hacíamos sobre todo de noche. Éramos casi una cuadrilla, aunque nos faltaran cosas en infraestructura. Recuerdo una eliminatoria de Copa ante el Sevilla de Buyo, Jiménez… (noviembre de 1985), al que ganamos en casa (2-0). Les barrimos, aunque en la vuelta nos remontaron -con un penalti muy dudoso en la prórroga, según las crónicas de la época-”.

El exportero del Athletic aconseja a los de Ernesto Valverde que no se fíen en el partido de mañana, si bien cree que no deben pasar apuros para pasar la eliminatoria. “Me fastidia un poco que La Balona este abajo en liga (es décimo quinto en el grupo IV de Segunda B tras perder el sábado en su campo ante el Sevilla Atlético por 0-3)”, se sincera Carmelo Cedrún, que rememora sus tres años de estancia en un hotel en La Línea y sus escapadas diarias a la Isla, como así llaman a Gibraltar. “Me tomaba mi güisquicito inglés y me hacían un sándwich especial. Solo necesitabas el DNI para pasar y ya me conocían casi todos en la Isla”, dice el durangarra entre risas. Mañana se pegará al televisor y viajará virtualmente a 1.050 kilómetros de distancia. A su otra casa.