Con el mítico entrenador inglés en el banquillo, el Athletic se llevó la Copa de 1923 ante el Europa tras un cerrojazo
Momento en el que Travieso dispara a puerta para hacer gol tras superar al guardameta Bordoy. (Foto: DEIA)
Tras la definitiva marcha de Mr. Barnes, el Athletic se puso manos a la obra para buscar un nuevo entrenador. No escatimó esfuerzos ni medios para ello. La necesidad era imperiosa. Es por ello que publicaron diversos anuncios en la prensa inglesa y, de entre un centenar de solicitudes, creyeron conveniente fichar a Mister Burton, aunque este apenas duró dos meses en el cargo, aquejado como estaba de una afección pulmonar por inhalación de gases en las trincheras. Tres exjugadores, Arzuaga, Iceta y Germán, se hicieron con las riendas del banquillo, pero la fórmula tampoco fructificó y el equipo no se clasificó para la Copa de 1922. A ello se unió la muerte de Pichichi, que ya había colgado las botas.
El revulsivo llegó encarnado en la figura del típico inglés de bombín y taza de té a las cinco de la tarde, un tal Frederick Beaconsfield Pentland, a quien contrató el nuevo presidente del Athletic, el conde de Villalonga, en un viaje a Londres. El expediente del técnico prometía: exdelantero en el Blackburn, Queens Park Rangers y Middlesbrough, y cinco veces internacional con Inglaterra, además de haber dirigido a la selección olímpica alemana, a la francesa en los Juegos de Amberes y al Racing de Santander. El desembolsó rojiblanco fue de 1.500 pesetas de sueldo mensuales y una recaudación íntegra de un amistoso de mediar título.
Introductor de facetas tan aparentemente sencillas como la de ajustarse las botas Mansfield y el golpeo del balón con el empeine, dotó al conjunto bilbaino de la técnica futbolística que fue perdiendo con el paso del tiempo. Conquistado el Campeonato Regional, el rival en cuartos fue el Real Madrid, a quien se batió en los dos partidos (1-3 y 5-0), con el hat-trick de Sesumaga en feudo blanco. En semifinales se enfrentaron a la Real Sociedad, a la que se derrotó 2-0 en San Mamés ante 15.000 espectadores tras empatar sin goles en Atotxa.
La entidad vizcaina celebraba sus bodas de plata ese año y logró alcanzar la finalísima copera, donde se midió al Europa de Barcelona, que jugó con el factor campo a favor. El choque se disputó en Les Corts, ante 30.000 aficionados, de los que 29.917 eran catalanes. Casi nada.
Con un plantel renovado, el Athletic superó el ambiente desfavorable y tiró de jugadores como Larraza, Carmelo Goyenechea, Rousse, Duñabeitia, Vidal, Legarreta, Sesumaga -internacional con el Arenas y Barcelona- y Travieso. Por vez primera no se vio un equipo lanzado al ataque, sino que Mr. Pentland apostó por el pragmatismo y, después de que el último de los citados se comportara ante la portería tal y como indicaba su nombre, el Athletic puso el autobús delante de Vidal. Un cerrojazo en toda regla.
Misa en ‘La Catedral’
Desde Atxuri, donde llegó el equipo con el trofeo, hasta la otra punta de Bizkaia, volvió a estallar el júbilo. Los actos de celebración de la efeméride comenzaron el 19 de junio con una misa masiva en La Catedral, donde el altar se colocó en el centro del campo, de cara a una tribuna que contó con la representación de los mejores clubes del Estado. Propósito de hermanamiento. Ofició el acto Resurrección María de Azkue, director de la Academia de la Lengua Vasca, quien asemejó la civilización griega, instauradora de los Juegos Olímpicos, con el pueblo vasco.
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ATHLETIC 1 - EUROPA 0
ATHLETIC: Vidal, Rousse, Duñabeitia, Sabino, Larraza, Legarreta, Germán, Sesumaga, Travieso, Carmelo y Acedo.
EUROPA: Bordoy, Serra, Vidal, Javier Bonet, Pelaó, Artisus, Pellicer, Juliá, Cros, Olivella y Alcázar.
Goles: 1-0: Min. 30, Travieso.
Árbitro: Rasero.
Incidencias: Campo de Les Corts, Barcelona. 13 de mayo de 1923.