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lunes, 30 de enero de 2012

Resumen Jor. 21: Rayo Vallecano - Athletic Club


Lezama. El corazón del Athletic

Estas navidades pasadas hice mi tradicional visita a la tienda del Athletic Club y como suele ser habitual no marché con las manos vacías.

Entre mi "botín" se encontraba el libro 'Lezama, el corazón del Athletic'. El libro fue presentado el 20 de mayo del año pasado, por el presidente (en ese momento) del Athletic Club Fernando García Macua y el periodista Juan Carlos Latxaga en el Palacio de Ibaigane, una publicación en la que se compilan de manera sistematizada los 40 años de existencia de la factoría rojiblanca, aportando un registro de 8.000 jugadores que han pasado por la misma a lo largo de estas cuatro décadas.

Lezama El corazón del Athletic
La estructura del libro se abre con un preámbulo que recorre los antecedentes de la cantera del Athletic en los primeros años del siglo XX. A continuación, el libro se divide en cuatro etapas, una por década.
El primer capítulo está dedicado a los años 70, o lo que es lo mismo a "la prehistoria de Lezama", en palabras de Juan Carlos Latxaga, coordinador del equipo que ha elaborado esta publicación. Los 80 fueron los años de "la estabilidad" de Lezama, bajo la coordinación de Iñaki Saez. Pero, en los 90, una serie de "grandes cambios atentaron contra la política de cantera" del club debido a polémica ley Bosman. La primera década del siglo XXI significó una nueva convulsión en Lezama, cuyo trabajo se vio afectado por las elecciones y los cambios en la presidencia del club rojiblanco.
El libro cuenta con más de una treintena de entrevistas a todos los presidentes vivos, coordinadores de Lezama, y algunos técnicos y jugadores que han estado estrechamente vinculados a la factoría rojiblanca. Además, cuenta con una serie de reportajes específicos: ojeadores, salida de la cantera al exterior (mini-Lezamas), la labor de la Fundación Athletic, o la residencia de jugadores de Derio, entre otros.

Es un libro muy recomendable. Si estáis interesados que sepáis que el precio es de 48 €, está disponible en dos versiones: euskera y castellano y que está a la venta en las tiendas oficiales del Athletic Club como ya he dicho, me imagino que en las librerías de las grandes superficies también estará pero sino lo encontráis podréis adquirirlo a través de la web del Club en la siguiente dirección:

Tienda On-line Athletic Club

martes, 24 de enero de 2012

El color de la piel es una estupidez

(Entrevista publicada por P. Ruiz en el diario DEIA el 21 de noviembre de 2011)

"Da igual que sea blanco, negro, azul o amarillo". Lo dice Miguel Jones, de raza negra como Jonás Ramalho, y sobre el que existe una leyenda urbana de que no jugó hace medio siglo en el Athletic por el color de su piel. Él lo niega. "No jugué por no ser vizcaino"

Miguel Jones
Bilbao. Miguel Jones, nacido el 10 de octubre de 1938 en Santa Isabel (Guinea) pero vizcaino de corazón, es de raza negra. A Jones se le conoce por su dilatada carrera como futbolista en los años 50 y 60 del pasado siglo en las filas del Barakaldo, Indautxu y Atlético de Madrid, equipo donde conquistó sus mayores logros -una Liga, dos Copas y una Recopa Europa-. "No me sentí discriminado, entrené durante más de un mes, en 1957, en el Athletic de los Mauri, Maguregi, Canito, Orue... y no jugué en el Athletic (sí lo hizo en un amistoso) por no haber nacido en Bizkaia", afirma.

¿Ve alguna similitud entre su caso y el de Jonás Ramalho?

Ninguna. Hay que dejar al chaval en paz y apoyarle como jugador. Da igual que sea blanco, negro, azul o amarillo. No se le puede agobiar. Deseo que progrese como futbolista y triunfe en el Athletic.

¿Por qué no llegó usted a jugar en el Athletic?

Era otra época. Nací en Santa Isabel (Guinea) pero llegué a Bilbao con 4 años. Entrené durante un mes con el Athletic en 1957 después de que el Athletic me llamara a mí, a Chus Pereda y Santi Isasi. No jugamos ninguno de los tres porque no éramos vizcainos. ¿Es que Pereda e Isasi eran negros? Ellos tampoco llegaron a jugar en el Athletic. Hablar del color de la piel de un futbolista es una estupidez.

Pero existe una leyenda urbana sobre su persona.

Los medios de comunicación han vendido una historia que a mí no me cuadra. Estoy orgulloso de ser negro y nunca me sentí discriminado. ¿O es que en el Atlético de Madrid se acuerdan de Miguel Jones porque era negro?

Hay personas que creen que se rompe una barrera con la presencia de Jonás Ramalho.

Me parece triste que en pleno siglo XXI haya gente que hable de romper barreras. Puede ser una conversación de taberna, pero el que piense así es un cretino.

¿Ve que Ramalho pueda tener alguna presión añadida?

No hay que sacar las cosas de quicio. Jonás es un chaval de 18 años que juega en el Athletic y que jugará en el futuro. Hay que apoyarle igual que a Muniain y a todos los jóvenes. Obama es negro y presidente de Estados Unidos. ¿Se le mira por el color de su piel o por si lo hace bien o mal?

********************

Vamos a conocer un poco más a Miguel Jones (Datos Wikipedia)

Miguel Jones Castillo, (Santa Isabel, Guinea Española, España, 27 de octubre de 1938), es un ex futbolista ecuatoguineano, nacido durante la época colonial española, llegó a la península en 1943 con sus padres Wilwardo y Susana y sus 6 hermanos radicándose en Bilbao, ciudad donde había estudiado su padre, y donde se crió. Estudio en Navarra en el colegio Lekaroz de los Padres Capuchinos e hizo la carrera de Ciencias Económicas en Deusto. No tuvo una posición fija en el campo. Él mismo se considera que fue polivalente debido a que jugó tanto de delantero centro como de defensa central, medio, interior y extremo.

Carrera

Jones comenzó su carrera en el Barakaldo a donde llegó gracias al entrenador Fernando Daucik y luego pasó a la Indautxu, cuna tradicional de jugadores que acaban triunfando en el Athletic de Bilbao, pero al igual que a sus compañeros de equipo Jesús María Pereda y José Eulogio Gárate, había sido rechazado por el equipo bilbaino por no entrar en su política de fichajes, ya que no tenía orígenes vizcainos. Jones se une al Atlético de Madrid de la mano de José Villalonga, jugando ocho temporadas en el primer equipo colchonero. Su debut fue en el Estadio Metropolitano el 18/10/59 en el partido AT. Madrid: 0-2 :Granada. Siendo José Villalonga seleccionador nacional llegó a preseleccionar tres veces a Jones, en dos partidos oficiales para la Eurocopa de 1964 (01/11/62 España: 6-0 :Rumania y 25/11/62 Rumania: 3-1 :España) y un partido amistoso (02/12/62 Belgica: 1-1 :España) , pero no llegó a debutar con la selección. Tras retirarse en 1967, el gusanillo lo devolvió a la máxima competición, esta vez en Osasuna. Definitivamente se retira como jugador en el Osasuna, y vuelve al equipo que le vio crecer, el Indautxu, ejerciendo de directivo durante 15 años.

miércoles, 18 de enero de 2012

Coleccionismo (2)

En un post publicado hace un tiempo, hablaba de las diferentes colecciones que había con el tema Athletic Club como denominador común. También advertía que cuando encontrase otra remesa de colecciones os lo haría saber, pues bien, aquí os dejo una nueva colección de colecciones.

Empecemos por colecciones clásicas: los llaveros.


Los mecheros.


Los calendarios de bolsillo.


Y otras un poquito más raras: los sobres de azucar.



Dedales.



Seguiremos con la busqueda...

martes, 17 de enero de 2012

La tarde triste de Pichichi

Artículo publicado por Lucio Del Alamo en La Gaceta del Norte, a los cincuenta años de aquella tarde triste para "Pichichi", en las navidades de 1921.

Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi
"¡Fuera, fuera!... ¡Que se vaya!..."
"Pichichi". Era, en gritos y denuestros, el anticipo de las piedras lanzadas contra "Manolete" en las vísperas de la cornada de muerte en Linares. La masa -cierta masa- gusta de forjar ídolos para darse luego el gusto, casi embriagador, de derribarlos. Tenía ya ocho años de goles, de aplausos y de gritos el asombroso San Mamés de las diez mil localidades y las 89.061 pesetas de costo total, incluidos los 10.000 sólidos duros de 1913, amartillados en la suscripción popular. El primer gol que allí se marcó salió de la bota de "Pichichi". La ovación estremeció los maizales vecinos. Ahora, en las Navidades de 1921, no había aplausos calientes, sino gritos hostiles, casi mojados de rencor. Entre las dos fechas, cincuenta jugadas geniales, las más geniales jugadas futbolísticas de todos los tiempos. Las había firmado Rafael Moreno Aranzadi, al que llamaban "Pichichi", que era, como jugador y como hombre, desconcertante y fuera de serie. Dicen que era muy inteligente, pero que nunca quiso estudiar, como lo hacía su hermano Raimundo, ingeniero de Minas, a quien también segó la muerte en la juventud. No lo sé. "Pichichi", ya mucho antes de este medio siglo de su muerte, fue un gombre con leyenda. Le pintó Aurelio de Arteta prestándole aire bucólico y campesino.

En la tarde de los gritos del "¡fuera, fuera!", "Pichichi" estaba, sin saberlo, en la última vuelta del camino. Con toda su gloria a cuestas. Jugaban frente a los mozos del Athletic los mozallones del Sparta de Praga. Ya hacía tres años que no había guerra en Europa, pero empezaba a haber hambre. En Bilbao se bebía menos champán y se veían demasiados barcos amarrados y quietos a lo largo de la Ría. A Praga llegaban las noticias demasiado abultadas. A los jugadores del Sparta les hicieron traer en las maletas hogazas de pan blanco. El viaje fue largo y el pan llegó demasiado duro. Se vengaron metiendo cuetro goles a Rivero, el guardamenta rojiblanco. Enfrente estaba, gigantesco y vociferante, Janda, otro semidiós del Olimpo del fútbol. Era como un precursor de Dayan, el de la cabalgada motorizada en el desierto del Sinaí: como él, calvo y tuerto, con un parche negro, a medias entre pirata de Dracke y guiños de la princesa de Evoli. Al sía siguiente, Janda caería desvanecido sobre el barrillo de San Mamés. Y le retirarían en alto, en clamoroso olor de multitud, llorando, vencido, por el ojo aún con vida.

Rafael Moreno Aranzadi se fue, entre los gritos, a la caseta. Aún no había terminado el partido; pero para "Pichichi" se había redondeado la amarga tarde triste. "Pichichi" locuaz, discutidor, polemizante, iba arrastrando los pies, los hombros hundidos, la boca apretada. No sabía que se iba para siempre y que un día volvería a San Mamés con la cabeza en bronce, pero ya quieta y callada. No sospechaba que antes de que blanquease en margaritas la ladera de Archanda, la muerte se le habría aplastado sobre el pecho.

Busto de Pichichi situado en el palco de San Mamés

El Athletic Club una obra de arte

De todo el mundo es conocido que el Athletic Club es mucho más que un club de fútbol, va más allá de lo meramente deportivo. Esta presente en todos los ámbitos de la sociedad.
También se suele achacar que fútbol y cultura son dos términos antagónicos, pues bien, el Athletic Club tiende un puente entre ambos.
Aquí tenemos unas cuantas muestras de obras de arte inspiradas en el Athletic Club:

El campo de San Mamés pintado por José Arrúe, en 1914
El campo de San Mamés pintado por José Arrúe, en 1914

Equipo del Athletic, por José Arrúe, pintado entre 1915 y 1916
Equipo del Athletic, por José Arrúe, pintado entre 1915 y 1916.
Podemos identificar en el cuadro a los míticos jugadores del Athletic que, a las órdenes de su entrenador Mr. Barness -el primero por la izquierda, con gorra y visera y en mangas de camisa, junto a M. Ansoleaga- consiguieron tres campeonatos de copa consecutivos: 1914, 1915 y 1916.

Idilio en los campos de sport, obra de Aurelio Arteta
Aurelio Arteta inmortalizó a Rafael Moreno "Pichichi" en este cuadro, Idilio en los campos de sport, en el que el mítico futbolista dialoga con la que sería su esposa, Avelina Rodríguez Miguel.

Cuadro de Iñaki García Ergüin
Este cuadro de Iñaki García Ergüin, pintado para expresar el espíritu de un Club centenario, bien podría titularse "Entre el ayer y el mañana"

Logotipo del Centenario, obra de Iñaki García Ergüin
Logotipo del Centenario del Athletic Club, obra de Iñaki García Ergüin

Homenaje al Athletic
"Homenaje al Athletic"

Cien años campeón
"Cien años campeón"

Próximamente iremos aumentando nuestra galería de arte.

lunes, 16 de enero de 2012

Resumen Jor. 19: Athletic Club - Levante


Los del Athletic nacemos donde nos da la gana

Artículo publicado en el número 32 de la revista Athletic Club
(Diciembre 2011)

Antonio Molero (Actor)

Antonio Molero, actor
Mi madre dice que la culpa de "todo lo malo", como en la trilogía Millenium, la tiene el fútbol.

Mi padre murió a los 37 años, víctima de una cardiopatía agravada, según ella, por su pasión por el fútbol. A pesar de esta contundente premisa de pérdida y orfandad, tanto mi hermano como yo heredamos de mi padre el amor por el fútbol y, en particular, por el Athletic. Esto no tendría nada de particular si fuéramos una familia de Bilbao, pero, procediendo de Ajofrín, un pueblo de dos mil habitantes de la provincia de Toledo, la curiosidad está servida. Otra curiosidad: hasta tal punto mi padre era hincha del Athletic que a mi hermana le puso de nombre Begoña.

Jugué de portero durante muchos años inspirado por ese mito elegante que fue Iribar.

Cambié los dientes viendo al canalla de Dani deteniendo el tiempo con su paradiña.

Admiré la sangre fría del genio Sarabia.

Disfruté cómplice de la chulería de Clemente.

Respeté a ese Andoni Zubizarreta, profesional como los músicos del Titanic.

Me ilusioné con la magia de Julen Guerrero.

Me indigné con el sabotaje a Gurpegi.

Y agradecí siempre la raza de Etxeberria, el eslabón que engarzó dos épocas y dio paso a un grupo de futbolistas que ahora nos van a demostrar, estoy seguro de ello, que son capaces de honrar este Club.

Porque lo que siempre ha distinguido a este Club, lo que ha marcado la diferencia, es ese plus de orgullo, esa capacidad mental, más que física o técnica, que produce la sensación de que somos capaces de ganar a cualquiera, y por si fuera poco, estos de ahora, además, LA TOCAN.

¡¡AUPA ATHLETIC!!

miércoles, 11 de enero de 2012

Los Inolvidables: Goikoetxea

Los periodistas Jon Agiriano y Miguel González San Martín han reunido bajo el titulo 'Los Inolvidables' un conjunto de entrevistas a jugadores historicos del Athletic Club

«Me siento un privilegiado»

«No hay cosa que me gustaría más que trabajar por y para el Athletic», dice el legendario defensa de Alonsotegi.

Andoni Goikoetxea
5 de junio de 2011

JON AGIRIANO MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN

Con la imagen de Andoni Goikoetxea cualquier dibujante con un poco de oficio podría ir trazando variaciones que concluyeran en un león. Está en plena forma. Nunca ha dejado de cuidarse. Ni mira la carta del restaurante, pide una ensalada verde y una carne. Lo mismo que hay actores de quienes se dice que ocupan toda la pantalla, hay futbolistas que se agigantan sobre el césped. Visto de cerca y de paisano, Goiko es grande y fuerte, pero no se diría que es tan grande y tan fuerte como parecía visto desde las gradas de San Mamés. Es también fuerte de carácter, se advierte en la defensa numantina de toda su carrera, sin excepciones ni fisuras. Por lo demás, su leyenda de hombre duro contrasta con el tono melodioso de su voz, con su afán por ser amable, con su buena educación, con la contención para decir sólo lo conveniente, lo que seguramente considera que se espera de él. Se pone en guardia cuando inevitablemente hablamos de la lesión de Maradona. Sin perder el tono cordial, se le escapan leves chispazos de la mirada, tensa un poco la mandíbula. Nunca dejará de dolerle que se le recuerde más por esa acción desgraciada que por haber sido uno de los mejores centrales de Europa en su época.

- Hablemos de sus inicios en el fútbol recordando una anécdota. Un compañero suyo nos dijo que el entrenador del Arbuyo les explicaba la táctica del siguiente modo: «Aurrera, novillos, gora Euskadi y a por ellos». Eso tiene que marcar.

- No, no, ja, ja. Eso es una leyenda de vestuario. Se cuenta también de otros equipos.

- Es usted de Alonsotegi.

- Sí, de un rincón al que llamaban Londres, donde mi madre vive todavía. Ella era de Barakaldo y mi padre, de Villarreal de Álava, que ahora se llama Legutiano, y vino de crío a Alonsotegi.

- Empezaría a jugar en el colegio, como todos los niños.

- Sí. Bueno, la verdad es que jugábamos en todos los sitios. En el colegio de Sodupe, por las calles de Alonsotegi, en el campo del Arbuyo... Recuerdo aquel balón de Chocolates Chobil que siempre tenía algún huevo y al que había que cuidar con grasa y badana.

- ¿Destacó pronto?

- Sí. Hay una parte del fútbol que es innata. A mí nadie me ha enseñado a rematar de cabeza ni a golpear con la zurda. Todavía hoy gano las apuestas de puntería que hago con mis jugadores, ja, ja. Luego mejoras el físico, mejoras en la táctica, pero lo fundamental lo tienes.

- Usted y su hermano estuvieron a punto de fichar por el Madrid.

- Sí. Jugábamos en el Arbuyo. Mi hermano era delantero centro y yo, interior izquierdo. Fuimos a hacer una prueba al Madrid y a mí me quisieron fichar desde el primer momento. Pero salió un reportaje en 'Hierro' diciendo que el Madrid nos quería fichar y entonces vino el Athletic. José Luis Garay habló cinco minutos con mis padres y cerramos el trato. Los primeros entrenamientos los hicimos en Etxebarri y luego en San Mamés, pero no en el campo, sino en las gradas.

- ¿En las gradas?

- Sí. Haciendo carreras por la tribuna, subidas y bajadas por las escaleras.

- Pero usted ya había jugado antes en San Mamés.

- Sí, con el Arbuyo, en una final de infantiles. Fue inolvidable. Para nosotros el premio, más que el trofeo, era jugar en San Mamés.

- A poco de llegar al Athletic empezó a retrasar su posición. Pasó de interior izquierdo a defensa.

- Fue una decisión de Gonzalo Beitia, que era un excelente entrenador de formación.

- Sarabia dijo lo mismo.

- Es que era verdad. Gonzalo me bajó a central zurdo. Y en esa posición fui internacional en todas las categorías.

- ¿Quiénes eran entonces sus ídolos?

- 'El Chopo', Uriarte, Koldo Aguirre, Antón Arieta, Txetxu Rojo... Verlos me imponía mucho respeto. Después fueron compañeros y amigos con los que compartí muchas cosas.

- Otro de sus ídolos fue Beckenbauer. Una vez confesó que le había impactado mucho su imagen jugando con el brazo en cabestrillo las semifinales contra Italia, en el Mundial de México.

- ¡Claro que me impactó! Un jugador tan elegante y a la vez capaz de seguir jugando en esas condiciones... Le pegaba al balón con los exteriores. Casi ni lo miraba porque llevaba la cabeza siempre alta, al tanto de lo que pasaba en el campo. Daba los pases como con indiferencia, pero sabiendo siempre dónde estaba cada uno. Fuera del Athletic, mis ídolos fueron Beckenbauer y Cruyff.

- De aquel juvenil del Athletic en el que usted jugó, ¿quiénes más llegaron al primer equipo?

- Sarabia y Juan Carlos Vidal.

- ¿Era usted ya tan fuerte entonces?

- Pues sí. Con quince años ya medía uno ochenta.

- Eso le ayudaría a tener confianza en sí mismo, sobre todo al ir al choque.

- Yo siempre he tenido confianza, con choque y sin choque. Miedo no he tenido nunca. Siempre me ha gustado el golpeo de cabeza. Si vas con miedo es cuando te puedes hacer daño. Uriarte no era tan fuerte y entraba extraordinariamente de cabeza. No tenía miedo y la golpeaba con los ojos. Al balón hay que rematarlo con los ojos.

Debut de lateral

- ¿Cómo fue su debut?

- Zubiaga era el lateral izquierdo titular y se lesionó entre semana. Iriondo me llamó y me dijo: '¿Usted ha jugado alguna vez de lateral?'. Nos trataba de usted aunque tuviéramos dieciocho años. Y yo qué iba a decir, que sí, que alguna vez. Lo que quería era jugar. Debuté en Atocha, en un partido de Copa. Perdimos tres uno. Me tocó cubrir a Idigoras, que era un bicho: corría, chutaba, era todo pundonor, iba bien de cabeza, la daba aunque fuera con la coronilla. En el partido de vuelta ganamos dos cero, pero entonces no había lo del valor doble de los goles en caso de empate. Hubo prórroga y penaltis. Así metí mi primer gol con el Athletic, de penalti.

- Se pondría nervioso.

- Pues no, al fútbol hay que jugar con nervio, no nervioso. Buena prueba de ello es que lo tiré por la derecha del portero. No fue un trallazo seco y duro, sino a engañar. Ahora lo desaconsejo. Si el portero te coge el lado, te la para seguro. Insisto en lo de la confianza. Yo tuve la suerte de que seguí jugando. Empecé con Astrain y Madariaga, a veces con Guisasola, que habitualmente jugaba en el centro del campo, luego con Alexanko...

- Pero no lo tuvo fácil para hacerse con el puesto. En su segunda temporada no fue titular.

- Tuve una lesión de pubis. Recuerdo que pasé media temporada en el balneario de Arnedillo.

- En la Prensa se llegó a decir que no iba a renovar.

- Pero no era verdad. Hablé con Koldo y me dijo que era cierto lo de Amorrortu, que luego hizo estupendas temporadas en el Zaragoza, pero no lo mío. Hay quien piensa que Alexanko es anterior a mí, y tampoco es verdad. A Alexanko le mandan cedido al Alavés y entonces, como yo estoy lesionado, el Athletic lo recupera. Luego hice también pareja con él.

- Y cuando Alexanko se va, aparece Liceranzu&hellip

- Liceranzu sabía muy bien lo que tenía que hacer. Era muy fuerte, daba estopa pero la daba bien, dominaba perfectamente el juego aéreo porque tenía sentido de la anticipación y no se complicaba la vida para nada más. A veces la gente se complica mucho la vida. Él sabía cuál era su fuerte, el golpeo de cabeza y la anticipación. Cuando tenía el balón en el pie lo entregaba a un compañero o la pegaba para arriba. Imponía mucho respeto cuando iba al remate en las faltas y en los córners. Triunfó en el Athletic.

La sorpresa de Clemente

- Al igual que Dani, usted tuvo la suerte de jugar en el Athletic de la final de la UEFA y en el último Athletic campeón, dos equipazos.

- Sí. Es verdad. Yo me siento un privilegiado. Viví unos años fantásticos.

- No pudo jugar la final de Copa contra el Betis porque estaba en la mili, pero sí la final de la UEFA, en concreto el partido de ida en Turín. ¿Qué recuerda?

- Me tocó cubrir al 'Torito' Bonisegna, en el Comunale. Aquella Juve era más de media selección italiana: Zoff, Tardelli, Bettega, Bonisegna&hellip Pensábamos que el uno a cero en contra era un buen resultado, porque luego tenían que venir aquí y en San Mamés habíamos goleado al Milan y al Upjest Dozsa, pero no tuvimos suerte. Y el árbitro tampoco ayudó que se diga.

- ¿Cómo recuerda la llegada de Clemente?

- La recuerdo como si fuese hoy. Iñaki Sáez estaba de entrenador. Nos despedimos al acabar la temporada, nos llevamos los ejercicios que nos había puesto Manolo Delgado y estando de vacaciones nos enteramos por la Prensa de que Clemente cogía el equipo.

- Un inciso. Hablaba de los ejercicios que les había puesto Manolo Delgado. Seguro que usted los hacía a rajatabla, que ha sido usted muy cumplidor.

- Sí. Es verdad. Siempre fui muy disciplinado, de carácter, en la comida, en los ejercicios, en el descanso, en el alcohol&hellip Todavía lo sigo siendo, aunque cada vez cuesta más.

- ¿Conocía a Javier Clemente?

- Claro. ¿Quién no conocía a Clemente, su clase, su lesión, su pierna nunca curada del todo? Yo jugué en su homenaje ante el Borussia. Cuando llega al Athletic es un hombre asequible, con las ideas muy claras, y lo que trata es de reforzar la confianza de la plantilla. Él asumía las críticas, era valiente&hellipY la verdad es que había un gran equipo. Se juntaron las dos cosas. Con su manera de ser, su temperamento y su forma de ver el fútbol conseguimos vivir unas temporadas históricas.

- La pena es que aquello duró menos de lo que, probablemente, podía haber durado.

- Se acaba con el asunto Sarabia, con quien tuve y tengo una estupenda relación, por otra parte. Recuerdo perfectamente la noche de autos, después de que Clemente dijera 'Sarabia o yo'. Estuvimos en las oficinas del Athletic, toda la plantilla con la junta directiva reunida&hellip

- Bueno, pero antes Clemente había reunido en su casa a todos menos a uno.

- Se lo dijimos, aquí falta uno. Yo llamé a Manolo por teléfono. Le dije: 'Estamos aquí reunidos con el único objetivo de que no cesen a Javi Clemente'. Y Manolo me dio las gracias por llamar. Entramos a la junta y estuvimos un rato largo. El portavoz era Dani. Nos fuimos ya muy tarde, y a la mañana siguiente, Clemente estaba destituido. Ése fue el final de la primera etapa de Clemente.

- Son inolvidables sus pases a Dani de cuarenta metros. Desde entonces no se ha visto a otro central del Athletic hacerlos.

- Es que no es lo mismo un pase que un despeje.

- Y tanto. Lo malo es que algunos todavía los confunden.

- Yo a Dani le conocía muy bien, y él a mí. A veces le enviaba pases al pecho, pero otros iban adelantados, o cortos, según conviniera. También es verdad que él se las arreglaba como fuera para sacar partido de ellos. Si le llegaban mal, sacaba una falta, si le llegaban bien, amortiguaba el balón. Siempre le daba salida. Eran pases en diagonal de los que siempre sacábamos algo.

- Usted solía tirar también las faltas.

- Varios la pegábamos bien. Por cierto, casi todos zurdos: Urtubi, Argote, De la Fuente&hellip

- Sarabia.

- Sarabia era otra cosa, era inteligente, lo mismo le daba de cabeza que con el pie. Ha sido de los futbolistas con el fútbol más bonito que he visto. Su calidad no la tenía absolutamente nadie. Debutamos juntos en la selección.

- Hablemos de la selección. ¿Por qué no fue al Mundial de España 82?

- Porque Santamaría contaba con Tendillo, Alexanko y Migueli. Es justo después del Mundial cuando Miguel Muñoz nos llama a Maceda y a mí para formar la pareja de centrales. Debuté contra Holanda en Sevilla, en el 83. Ganamos uno a cero.

Final en el Atlético

- Su primera gran experiencia fue el Europeo de Francia 84.

- La clasificación ya fue histórica, con los doce goles a Malta, y la verdad es que jugamos muy bien. Hicimos un gran torneo y pudimos ganar la final. Yo me la perdí por una lesión de rodilla.

- ¿Qué recuerda del Mundial de México 86?

- Un gran Mundial. Fue una pena el gol de Míchel a Brasil que el árbitro no vio. Contra Dinamarca jugamos un partidazo. Yo metí el tercer gol, de penalti. La pena es que, después de eliminar a una gran selección, luego nos eliminó Bélgica, que era bastante menos. Aquel partido tampoco lo jugué, por tarjetas.

- Terminó su carrera en el Atlético de Madrid.

- Sí. Después de 13 temporadas surgió esa oportunidad, al Athletic le convenía el trueque por Uralde y se hizo.

- ¿Cómo fue su relación con Jesús Gil?

- Sólo tengo buenas palabras de él. Me trataron muy bien. En mi partido de homenaje, en San Mamés, cuya recaudación doné a los niños de Unbe, el Atlético vino sin cobrar nada, ni los gastos.

- Por cierto, en el Atlético tuvo de entrenador a Menotti. Tuvo que ser curioso después de todo el lío cuando era entrenador del Barça.

- Pues tuvimos una gran relación. Era un teórico del fútbol, sabía mucho y hablaba muy bien, pero siempre terminaba diciendo: 'Ché, sólo la victoria nos reconforta'.

«Sin lo de Maradona hubiera sido más feliz»

- Hablemos de Maradona. Internet, que tantas virtudes tiene, proporciona también síntesis pintorescas de la historia. Usted, con toda su brillante carrera, es en la Red, sobre todo, el jugador que lesionó a Maradona.

- Pues sí. Hace unos años, el periódico 'The Times' me declaró el jugador más duro de la historia del fútbol. ¿Por cierto, qué tal periódico es 'The Times'?

- La verdad es que muy bueno.

- Pues de fútbol no sabe gran cosa.

-¿No fue una entrada dura y a destiempo?

- Fue un lance del juego, lo que sucedió sencillamente es que llegué tarde. En el fútbol a veces pasan esas cosas. A ver si creéis que mi nariz rota es de nacimiento, y la ceja, o los cinco dientes que me saltaron en una entrada...

- Y luego en la final de Copa, cuando se arma aquella pelea, usted va corriendo desde muy lejos y no hace falta ser adivino para saber adónde va. Menos mal que Migueli se cruza y usted se resbala.

- Hombre, Maradona le había dado un cabezazo al 'Chato', un rodillazo a Sola en la mandíbula...

- Pero usted tal vez fuera el menos indicado para ir al rescate.

- Hombre, que sí, debería haber contado hasta tres, pero afortunadamente no pasó nada.

- Volvamos a la jugada histórica de la lesión. ¿Cómo la vivió en aquel momento?

- En el campo me quedé preocupado. Al acabar el partido le pregunté a Víctor Muñoz y me dijo que no había sido nada, pero por la noche llegó Javi Clemente y nos contó que se lo habían llevado al hospital. Me quedé helado.

- Pero no imaginaría la repercusión mundial que iba a tener.

- Para nada. Fue tremendo. Me tuve que marchar una semana de casa porque el teléfono sonaba a todas horas y era, por ejemplo, Radio Rivadavia. Recibí cartas terribles. Lo pasé muy mal.

- Y siendo un desgraciado incidente que marcó su vida, ¿cómo puede entenderse que conserve las botas de aquel día embutidas en metacrilato?

- Esas botas representan dos partidos, el de la lesión de Maradona y el del Lech Poznan. La cara y la cruz. La cruz porque había lesionado a un mito, la cara porque las llevé también cuando, tras meter un gol al Lech Poznan, San Mamés me ovacionó como nunca y yo me eché a llorar. Circulaba ya el rumor de que me iban a poner una sanción ejemplar, tras una campaña brutal. Para mí es un partido muy tenso. Meto el primer gol y allí estallo por toda aquella carga emocional. Ganamos cuatro a cero, los compañeros me sacan a hombros y el público se vuelca conmigo. Nunca pensé que pudiera haber sanción, y menos tan grande. Dieciocho partidos que luego se quedaron en siete.

- Un psicólogo tal vez le aconsejara tirar esas botas al mar. En una carrera espléndida, como la suya, eso fue seguramente lo que más le hizo sufrir y menos debería recordar.

- En lo que estamos de acuerdo es que sin lo de Maradona hubiera sido más feliz. De todos modos, Maradona siguió jugando, se fue al Nápoles, luego ganó el campeonato del mundo con Argentina, volvió a España con el Sevilla... Le fui a saludar cuando vino a Bilbao, charlamos durante media hora.

- ¿Qué opinión tiene del Maradona futbolista?

- El mejor de la década de los ochenta.

- Eso no suena muy generoso.

- El fútbol hay que verlo por épocas. Di Stéfano en los cincuenta, Pelé y Beckenbauer en los sesenta, Cruyff en los setenta, Maradona en los ochenta...El fútbol hay que verlo en cada momento.

El sueño de un viejo león

- ¿Siempre quiso ser entrenador?

- Sí. Siendo jugador ya empecé a sacar los carnés.

- Tuvo la suerte de comenzar en la selección.

- Sí, como responsable de todas las categorías inferiores, cuando Javi Clemente era seleccionador nacional. Estuve cuatro años y fue una experiencia extraordinaria. Conseguí títulos, como el campeonato de Europa con la Sub'18, el subcampeonato con la Sub'21, fuimos cuartos del mundo Sub'17, con Raúl, Morientes, Joseba Etxeberria... En Catar fue donde explotó Joseba. Recuerdo que me preguntaron por él en el Athletic y, naturalmente, aconsejé su fichaje, con cláusula o sin cláusula.

- Estuvo en el Mundial de Estados Unidos y en el Europeo de Inglaterra como segundo de Clemente.

- En ambas competiciones tuvimos mala suerte. Yo creo que el equipo jugó muy bien y no mereció perder en aquellos cuartos de final ante Italia. Y tampoco contra Inglaterra en los penaltis. Ahora bien, la España que mejor ha jugado nunca es la de ahora. Es una selección fantástica.

- Su relación con Clemente se deterioró a raíz de que él se presentara para dirigir la final del Europeo Sub'21 en Barcelona. Aquella era su selección, pero él impuso sus galones.

- Sí. Hombre, él era el máximo responsable, pero tal vez no fue necesario que viniera...

- No demostró mucha confianza en usted, la verdad.

- Hombre, está claro que yo necesitaba un título más que él, y que todo el trabajo anterior con la Sub'21 lo había hecho yo. Pero bueno, de todo se aprende en esta vida. Luego he estado en muchos equipos, ascendiendo al Salamanca a Primera, en el Compostela, en el Numancia, al que mantuve el segundo año consecutivo en Primera por primera vez en su historia, en el Rayo, en el Racing, en el Hércules, en el Ceuta... Una vida dilatada también como entrenador.

- Pero usted tal vez tenía la expectativa de suceder a Clemente.

- De hecho a mí me sustituye Iñaki Sáez, que es quien luego sustituye a Clemente. Pero yo después de lo de Barcelona llamé a Ángel Villar y le dije que me iba.

- ¿Se arrepiente de aquella decisión?

- No, no, yo no me arrepiento. Se equivoca sólo quien toma decisiones, pero no creo que deba arrepentirme.

- Encaja usted bien.

- Me han pasado muchas cosas. Ni cuando ganas debes sacar la cabeza ni cuando pierdes el mundo se te tiene que caer encima. De todos modos, quiero decir que yo, en el cómputo general, a Javier Clemente le estoy agradecido.

- ¿Qué ilusión le queda por realizar?

- No hay cosa que me gustaría más que trabajar por y para el Athetic, de cualquier cosa. Si puedo, si alguien cree en mí, estaría encantado.

- Es raro que nadie de su equipo campeón haya sido entrenador del Athletic.

- Algunos han estado, aunque no de entrenadores, pero bueno, ya digo, yo para el Athletic trabajaría de lo que fuera.

domingo, 8 de enero de 2012

23 + 1

En la última final de Copa que jugó el Athletic Club en 2009 frente al F.C. Barcelona se ponía en juego algo mas que un título, estaba en juego conocer de una vez por todas quien iba a ser el verdadero Rey de Copas ya que ambos aspirantes llegaban con el mismo número de entorchados coperos en sus vitrinas: veinticuatro, o tal vez no...

Athletic Club, Rey de Copas
A cualquier buen seguidor del Athletic Club le preguntas por los títulos coperos que posee el club y te contestará sin titubear que veinticuatro pero si esa misma pregunta se la realizas a la Federación Española de Fútbol te responderá que son veintitres.

El motivo de este desajuste se debe a que el primer trofeo de Copa que figura en las vitrinas de Ibaigane es el de la Copa Coronación de Alfonso XIII, disputada en 1902 bajo el nombre de Bizcaya, (una especie de selección que acogía a jugadores del Athletic Club y del Bilbao Football Club). El precioso trofeo entregado por el monarca, orgullo del Athletic, plantearía un conflicto institucional aún no resuelto. Mientras el Athletic lo contabiliza como el primero de los 24 títulos de Copa acumulados en su historia, la Federación Española estima que no cabe homologarlo ya que se niegan a considerarla como la primera edición oficial del torneo de la Copa y reduce el palmarés rojiblanco a 23 ediciones.

Copa Coronación de Alfonso XIII
Para hacerse con el trofeo los bilbainos derrotaron sucesivamente al Español (5-0) y al New Club de Madrid (1-8). En la final (la entrada con derecho a silla costaba un real y diez céntimos la más económica) les aguardaba el Barcelona, al que superaron con goles de Astorquia y Cazeaux. Parsons es el autor del único tanto catalán.

La alineación del Bizcaya fue: Luis Arana, Enrique Careaga, Larrañaga, Luis Silva, Amado Arana, Enrique Goiri, Cazeaux, Juan Astorquia, Dyer, Ramón Silva y Walter Evans.

Aprovechando la ocasión de la final de Valencia, el Club bilbaino decidió ostentar galones a la vez que reivindicaba una vez más lo que considera como suyo y lució en sus camisetas un logotipo alusivo.

Logotipo que lució el Athletic Club en sus camisetas en al final de Mestalla
Tras la disputa de esa final, la balanza se decantó del lado barcelonista con lo cual el título de Rey de Copas pasó a tener un solo dueño.

jueves, 5 de enero de 2012

De cuando el Basconia fichó a Iribar por la comida y la pensión

(Artículo publicado por Joseba Vivanco en el diario GARA 9/9/2011)

En 1961, un joven portero zarauztarra que iba para tornero fue captado por el equipo de Basauri, gracias al tesón de «Piru» Gainza, a quien convencieron sus cualidades. Sólo duró allí una temporada, justo hasta que el Athletic se hizo con él por un millón de pesetas.

José Angel Iribar
Un millón de pesetas de entonces. Ésa es la cifra que el Athletic de Bilbao desembolsó -nunca antes la había pagado por un fichaje- y con la que se adelantó a equipos como el Valencia, Atlético de Madrid o Barcelona para hacerse en 1962 con un jovencísimo arquero de imponente planta y un inusual saque de portería con la mano. Sólo un año antes había llegado al Basconia y en apenas unos meses acaparó titulares en la prensa de la época después de que el mismísimo Kubala, técnico del Barcelona, le dijera: «Si quieres venir con nosotros, tienes sitio». Y eso después de que los blaugranas le hicieran diez goles.

Hablamos de José Ángel Iribar Kortajarena. Esta temporada se cumplen 50 años desde que aquel joven zarauztarra -que iba para tornero- decidió salir del pueblo para enrolarse en las filas del club de Basauri. Era 1961, pero la historia del mejor portero que ha dado la prolífica cantera vasca tiene su pitido inicial mucho antes, en la arena de aquella playa de Zarautz que amortiguaba sus primeras y, años después, legendarias estiradas en pos del balón.

A veces le llevaban al viejo campo de Atocha, cuando el visitante era el Athletic o el Madrid. Sus primeros puntapiés lo fueron en el patio de la Escuela de Misericordia, luego en los torneos playeros con el Salleko, hasta que a los 15 años se incorporó al juvenil del Zarautz.

La Real Sociedad lo desestimó

El caserío Makatza -donde un balón era un privilegio-, donde había nacido el 1 de marzo de 1943, fue el escenario el mes de julio de 1961 del fichaje de Iribar. Mientras descargaba hierba con su aita, Salvador Etxabe, un futbolista del pueblo que había fichado por los de San Mamés pero que jugaba cedido en el Basconia -por entonces en Segunda-, fue a verles. Los verdinegros buscaban portero.

José Angel tenía 18 años. Su padre le miró y, como él mismo ha recordado más de una vez, «me dijo que dejara las bobadas y siguiera descargando hierba». Y es que era el único hijo varón del caserío. Ya había probado con la Real Sociedad, pero desestimaron su contratación. «En aquel momento me vi más tornero que nunca», ha comentado en alguna ocasión.

Tras una reunión familiar, el apoyo de su ama y sus cinco hermanas parece que resultó fundamental. Tenía una semana de plazo para probar. Iba a ser la primera vez que aquel espigado chaval cruzaba a Bizkaia y la experiencia no iba a ser fácil, al menos al principio.

En su primera prueba jugó sólo medio tiempo y apenas tuvo trabajo. Algunos directivos le dijeron que se volviera a casa con su maleta llena de ilusiones, pero entonces surgió la figura de quien más tuvo que ver en el inicio de su posterior exitosa carrera. Piru Gainza, asesor de los basconistas, sí que se fijó en él. «Si no retenéis a este chico, yo me hago cargo de su ficha», le espetó a la directiva presidida por Juan Alonso. Al día siguiente volvió al campo, siguió con las pruebas y, finalmente, escuchó el largamente esperado «chaval, te quedas».

Firmó por una temporada, la 61-62, a cambio de la manutención completa en la pensión Ibarrondo -que regentaba un matrimonio euskaldun de Zeberio- en la que había pasado 15 días, y en la que no sólo seguiría residiendo, sino que lo haría incluso cuando meses después fichó por el Athletic. «Me quedé viviendo con ellos hasta que me casé», ha recordado alguna vez. Comida, cama y cinco duros de prima por partido ganado, que cobraba en un talón.

Los primeros partidos ni siquiera fue convocado, con Arego y Munillo por delante de él. Hasta que llegó su debut basconista, como una premonición. Cosas del destino, en el mismísimo San Mamés, contra el Indautxu. Era la quinta jornada liguera y, como el Basconia era prácticamente un filial de los rojiblancos, jugaron el partido después de un Athletic-Celta.

Ganaron 2-0 en un gran encuentro de Iribar y, desde ese momento, el entrenador Manuel de Nicolás le puso ya de titular. Aquello y los partidillos de entrenamiento de los jueves con el Athletic de los Carmelo, Orue, Artetxe, Makaida, Arieta y compañía le fueron dando a conocer. Pero su consagración llegó en el torneo de Copa.

Primero eliminaron al Cartagena, para posteriormente hacer lo propio con todo un Atlético de Madrid -campeón liguero los dos ultimos años y en semifinales de la Recopa-, al que dejaron en la cuneta tras un partido de desempate en Valladolid, donde aquel joven mocetón tuvo una actuación memorable. Allí, los `grandes' se empezaron a fijar en él y a preguntar por su nombre. Pero lo mejor estaba por llegar. El siguiente rival era un Barça venido a menos.

Todos los «grandes» le querían

Se jugó en abril de 1962 y los catalanes vencían por 0-2 en la ida y por un rotundo 10-1 en el Camp Nou, ante 70.000 espectadores, con un Basconia que presentó el siguiente once: Iribar, Carlos, Orive, Larrea, Ealo, Olave, Ontinano, Saiz, Borinago, Maguregui y Ayarza. «Me metieron nueve, pero es que jugamos con dos menos medio partido», recordaba el cancerbero, cuyas soberbias actuaciones eran seguidas hace meses.

``Varios clubes de Primera División se interesan por el portero del Basconia'', titulaba en una nota el diario ABC el 19 de diciembre de 1961. Entre ellos citaba al Valencia, Barcelona y también el Elche. Así que llegó el tiempo de oir ofertas, mientras los basconistas se frotaban las manos con aquel joven al que casi desestimaron. El hernaniarra que fuera jugador valencianista Pasieguito llegó a invitarle a comer para acercarle a los chés, e incluso el Atlético puso cerco a su fichaje. «Pero yo estaba predestinado para el Athletic», ha recordado Iribar.

Y así es. La entidad de Ibaigane aprovechó su trato preferencial con el Basconia para adelantarse a todos, aunque para ello se tuviera que rascar -y mucho- el bolsillo. Un millón de pesetas de la época, casi nada, dinero que ayudó a sufragar a la postre una tribuna en Basozelai.

``Iribar, al Athletico de Bilbao'', rezaba una escueta nota a mitad de página en el ABC del 5 de julio de 1962. Fichaba por tres años -250.000 pesetas de ficha y un sueldo de mil duros mensuales, se decía- como suplente del gran Carmelo Cedrún, provocando la salida del primer damnificado de una larga lista por la figura de Iribar, el segundo portero rojiblanco, el irundarra Juan Antonio López García, que provenía del Alavés y se tuvo que `exiliar' al Espanyol.

«Iribar y diez más»

Aquel chaval de caserío que iba para tornero cumplió un sueño. Y lo hizo con el Athletic, donde defendería su portería durante casi dos décadas bajo el lema `Iribar y diez más', hasta colgar los guantes, «casi de puntillas», como escribiría el periodista Alfredo Relaño tras su último partido oficial de león, un 11 de noviembre de 1989 en Las Palmas.

Al siguiente partido, en La Catedral, la prensa presionó para que el técnico Senekovitsch le pusiera de titular y se despidiera, pero fue en vano. Por cierto, el último gol que recibió fue en un partido de Copa, el 12 de diciembre de 1979, ante el Getxo, y el eterno privilegio recayó en las botas de Iñaki Lekerika, delantero del equipo de Fadura.

Fue el adiós del Txopo, apodo que le acuñaron ya en su temporada con el Basconia, ocurrencia de un ex-portero del equipo, veterano, quien -como ha contado alguna vez el propio Iribar- le comparó con un chopo por sus salidas en busca de los balones aéreos, que con el tiempo adquirieron tintes míticos. Desde entonces, dejó de ser Ángel o José Ángel, y fue, es y será, simplemente, el Txopo.

Tuvo por delante de él al `muro' Carmelo -al que retiró-, a su homenaje acudieron los míticos Lev Yashin y Ricardo Zamora, pero quizá, entonces, Iribar se acordó de aquel su primer ídolo en quien se fijó de chaval, un portero sobrio y trabajador del Zarautz llamado Edmundo.

Hoy, medio siglo después, José Ángel Iribar sigue defendiendo los colores del Athletic, ahora allá donde le llaman o reclaman, en Lezama o en cualquier campo o peña. Porque este Txopo jamás se ha secado. Ni se secará.