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viernes, 4 de junio de 2010

Ser del Athletic

Artículo publicado en el número 7 de la revista Athletic Club
(Octubre 2006)

Ramón García, presentador de tv

No recuerdo qué día empecé a ser del Athletic. Para un niño de Bilbao es como respirar. Viene de serie. Nacer y ser, es todo uno. Para quienes vivimos fuera se nos lena la boca al decir que somos peregrinos de San Mamés

Ramón García, Athletictzale de pro
Lo cierto es que mis visitas a la Catedral fueron escasas en mis primeros años de vida. Las discotecas de mis padres en Sodupe ocupaban mis sábados y domingos. Mientras los leones metían goles a pares en la portería de la Misericordia yo veía nacer parejas a ritmo de 'funky'. Eso sí, hasta los que se achuchaban en 'lo oscuro' interrumpían sus exploraciones para escuchar la última hora rojiblanca. Ramontxu era el encargado de comunicar, micrófono en mano, los goles en tiempo real. Quién me iba a decir que ése sería, con los años, mi oficio. Me he pasado la vida comunicando. Contando cosas. Y creo que no se me da mal.

Pero, con todo, soy incapaz de explicar qué es ser del Athletic. Es algo visceral. Quizá por eso somos únicos. Cada vez que hay una temporada mala surgen voces que piden un cambio de filosofía. Toda opinión es digna de respeto y de estudio. Pero lo único que nos queda es nuestro rasgo singular. Elegir un camino significa renunciar a otros. Y a veces, por buscar el éxito del vecino, acabas cayendo en la mediocridad. Ser uno más no va con nuestro espíritu. Otros tendrán más copas en sus vitrinas, pero las nuestras saben a gloria.

Ver un partido del Atheltic a cientos de kilómetros de distancia es una experiencia que recomiendo. Se sufre. No lo puedo negar. Pero uno puede disfrutar escuchando a los comentaristas de la tele o a los seguidores de otros clubes. Les impresionamos. El campo, la filosofía y sobre todo, nuestra afición. La pasada temporada entró a formar parte de la historia del Club. Por lo que padecimos, pero también por lo que demostramos. Jamás una afición había protagonizado una unidad y compromiso iguales. Seguidores del Atlético de Madrid me confesaban que ellos no supieron hacerlo aquel año negro en que bajaron a Segunda.

En casa somos socios mi mujer, mi hija y yo. Acudo a La Catedral siempre que puedo. Menos de lo que quisiera. Pero me complace saber que la pareja más guapa de Bilbao disfruta de mis localidades. Mis padres. Para ellos la cita es un motivo de fiesta.

Esperemos que este año, en la segunda vuelta, haya más cohetes y serpentinas que petardos. Ser del Athletic es creer en un equipo que no sólo mida la grandeza por los títulos. Que, de manera cíclica, ofrezca unos años buenos tras un tiempo (filosofía obliga) en barbecho. Un equipo que venza menos, pero gane más. Como dice un amigo mío, el Athletic es el único equipo que nos recuerda que el fútbol, alguna vez, fue romántico.

jueves, 3 de junio de 2010

Athletic-Real, la rivalidad histórica

(Artículo publicado por Manuel Montero en el diario El Correo, 10 de junio de 2001)

Las tensiones futbolísticas entre bilbaínos y donostiarras tienen décadas de antigüedad. La pugna entre ambos equipos desembocó en hostilidad abierta con los graves incidentes de 1918

"Atentado en Atocha. Los jugadores bilbaínos son bárbaramente agredidos. Un niño gravísimo de una pedrada. Se había consiguido el empate a dos 'goals' y el Athletic tenía arrollada a la Real". Fue en febrero de 1918 y lo sucedido resultó crucial en el enconamiento de la rivalidad futbolística bilbaíno-donostiarra.

Nunca se habían producido incidentes tan graves. Bastan retazos de la crónica bilbaína del partido. "En manada (los donostiarras) cayeron todos sobre Belauste; alrededor de él centenares de personas le golpeaban sin cesar. Y los bárbaros agresores se lanzaban con sus bastones sobre todo jugador bilbaíno que encontraban". "Aquello fue espantoso". "La sangre de ese niño donostiarra caerá siempre sobre los bárbaros agresores del equipo bilbaíno". "Ni la directiva ni los jugadores realistas dieron ninguna satisfacción a los bilbaínos. Que no se olvide".

Real Sociedad-Athletic Club, derby en Atotxa 1977
Resulta sorprendente. Veinticinco años antes el fútbol era desconocido y en 1918 suscitaba ya pasiones desaforadas. La irrupción del deporte fue un componente básico en los cambios de comienzos del siglo XX.

Identificación y deporte

En la naciente sociedad de masas arraigó con fuerza el deporte como espectáculo. El fútbol se convirtió en elemento de identificación local. Hacia 1890 en Bilbao había movilizaciones -varios miles de personas- para recibir a la Coral, cuando triunfaba en algún certamen musical. En 1910 era ya el Athletic el que provocaba tales conmociones.

El fútbol canalizó -o agudizó- las rivalidades locales. Las tensiones fubolísticas entre bilbaínos y donostiarras estallaban ya en 1909. El "Ciclista de San Sebastián" se había proclamado campeón de España y, después, se concertaron dos partidos "amistosos" entre el Athletic y el equipo guipuzcoano. En lamiako el resultado fue contundente: 8-0; y en bilbao estalló la satisfacción, por lo de golear al campeón. En el partido de vuelta el Athletic volvió a ganar, 0-3. Hubo ya problemas, porque, ante la indignación bilbaína -hilaban muy fino-, el público donostiarra protestó un "'penalty'" que consideró injusto.

El 6 de junio se repitió el "amistoso". Ganaron los guipuzcoanos y la prensa bilbaína estuvo quisquillosa. Algún cronista se indignó porque los donostiarras practicaban el "censurable sistema" de dejar en fuera de juego -"'offside'"- a los delanteros bilbaínos, táctica que les pareció prueba irrefutable de las malas artes donostiarras. En Bilbao había mal perder.

En 1913 se inauguró San Mamés y tres años después, en el nuevo estadio, estalló la rivalidad entre Athletic y Real Sociedad. Es difícil averiguar qué sucedió, pues la pasión cegaba a los cronistas. Según la prensa bilbaína el público fue muy correcto, pese a que la real, para evitar incidentes, había pedido que no hubiese gente tras las porterías.

En San Sebastián la versión era totalmente diferente: "Nunca hubiéramos creído -relataba un periódico donostiarra, algo faltón- que en el pecho bilbaíno residieran gérmenes tan bajos como los exteriorizados en San Mamés. Ni hubiéramos pensado que cual borregos cumplieran las sandeces ruines y venenosas que unos cuantos zulús les han expuesto". Por si fuera poco, acababa hablando de "el lodazal denominado por campo de San Mamés".

Empatados

Así las cosas, no ha de extrañar lo que ocurrió unas semanas después, en marzo de 1916. Terminó el campeonato regional con el Athletic y la Real empatados. Tenía que jugarse un partido para dilucidar el título. Se armó un lío de cuidado. La Real propuso jugar en Logroño, como sitio neutral. El Athletic se opuso, alegando que aquel campo no reunía condiciones. Propuso dos partidos, en Bilbao y San Sebastián.

La Real no aceptó. El Athletic se mantuvo en sus trece, argumentando que si jugaban en Logroño irían cientos de aficionados de ambos equipos y los incidentes serían seguros. Se reclámó la intervención del Gobernador Civil, "ya que no se podían encontrar en Vizcaya y en Guipúzcoa un campo neutral para evitar un día de luto".

La Federación Norte eligió, por sorteo, el campo de Irún. El Gobernador Civil de Guipúzcoa prohibió que el partido se celebrase en esa provincia, pues no podía garantizar el orden. La Federación Norte decidió que el partido se jugase en Jolaseta. El Comité Nacional ordenó que no se celebrase. La Federación Norte mantuvo su decisión. La Real no compareció y el Athletic fue proclamado campeón.

Apaleamientos

Por fin, las hostilidades entre el Athletic y la Real estallaron en 1918, en los gravísimos incidentes de Atocha. La violencia se apoderó del campo de fútbol, hubo heridos, apaleamiento de jugadores bilbaínos y pedradas a mansalva. Estaba en juego quién sería el campeón del Norte, que tendría derecho a jugar la Copa.

Siguieron infinidad de reuniones para dilucidar lo sucedido. La Federación Norte, siempre proclive al Athletic, inhabilitó por un año el campo de Atocha. El Comité Nacional, como solía ser frecuente, intervino a favor de la Real. Decidió separar Vizcaya y Guipúzcoa en cuestiones de fútbol, proclamando un campeón por cada provincia.

El Athletic se sintió insultado y se retiró de la Copa. Y, de esta forma, la rivalidad deportiva había desembocado en un franco enfrentamiento, capaz de provocar tensiones, tumultos y violencias. Eran otros tiempos.

Juegan al fútbol

Artículo publicado en el número 17 de la revista Athletic Club
(Junio 2008)

Forges, dibujante

Por mucho que nos empeñemos en disquisiciones teórico-filosóficas, sólo hay una forma Athletic de jugar al fútbol. Y, añado: parece que desde Fernando Daucik (Carmelo, Orue, Garay, Canito, Mauri, Maguregui, Arteche, Markaida, Arieta, Merodio y Gainza ¿recuerdan?) sólo ha habido un entrenador que lo ha descubierto: Caparrós. No conozco de nada a este caballero del banquillo, me parece, pero indudablemente, cuando se le ve deambular en su 'zona banquillar', con su gesto profesoral, es incomprensible que no lo entiendan; si es la sencillez más elemental: JUGAR AL FÚTBOL.

Viñeta de Forges con motivo de la final de Copa de 2009
Tan simple y tan complicado. Los sucesivos entrenadores del Athletic, todos, o casi todos, desconocen algo tan elemental: el Athletic, (el 'Bilbao' de los sevillanos, madrileños, catalanes, murcianos, extremeños, asturianos, valencianos, etc.) JUEGA AL FÚTBOL.

Por eso se llenan los estadios cuando el Athletic (el 'Bilbao') aparece. Es decir; en los ancestrales íberos peninsulares está escrito ese gen-reflejo 'mental':

Los de la 'cueva' de Lezama JUEGAN al fútbol.

Por eso me duele mucho que gente a la que quiero y respeto, como Clemente, al que además conozco y admiro, no haya reparado en algo tan simple y sencillo: el patadón y p'alante no es del Athletic, En absoluto. Eso no es fútbol.

Cuando la gente de un campo, San Mamés, es capaz de aplaudir un gol del madridista Raúl, que coloca al equipo, a su Athletic, en posición de descenso a 2ª (creo que fue en la temporada de 2006/2007), hay algo que no 'cuadra' en los cutres parámetros del fútbol europeo de hoy.

Caparrós lo sabe, estoy seguro. Que gane el Athletic está bien, muy bien, pero no importa perder si se ha JUGADO AL FÚTBOL.

No lo olvidemos, así los dioses del balompié estarán siempre de nuestro lado, no sólo por San Mamés, que chufla lo suyo en el Olimpo futbolístico, sino porque cuando un equipo JUEGA AL FÚTBOL los dioses son capaces hasta de montar, de urdir, un penalti donde no lo hay. Y Caparrós lo sabe.

Es decir: NI TOCAR A CAPARRÓS, no sé si queda claro; dejémosle un par de años...

O más ¿por qué no?

Zarra hubiera dicho esto, estoy seguro.

Y como final: abrazos fuertes a todos los del Athletic (es decir, los del 'Bilbao', para los mesetarios y aledaños, ya digo), os envía Forges.

martes, 1 de junio de 2010

Piru Gainza, El Gamo de Dublín (III y fin)

Una larga carrera

Es indudable que la trayectoria de Gainza simboliza como nadie la devoción a unos colores. Sus demostraciones de fidelidad al Athletic quedaron patentes al rechazar en los primeros años 50 una magnífica oferta que le hizo llegar el Bangu brasileño. Ya en 1957, el Club de los "leones" le pidió que retrasara su retirada del fútbol activo ante la alarmante ausencia de un sustituto de cierta garantía. Nadie quería ver huérfano de calidad el número 11 rojiblanco.

Capitán indiscutible del Athletic y del equipo español, Piru era agasajado y admirado allá por donde iba. En los prolegómenos de un partido internacional disputado en 1953 ante Suecia y en San Mamés, se le impuso la Medalla de Oro al Mérito Deportivo, siempre en atención a su brillante historial.

Bien rebasada la treintena, el de Basauri seguía en forma. Al paso de los años irían llegando más títulos a las vitrinas del Athletic. Se ganó la Liga 1955-56, sacando sólo un punto de ventaja al F.C. Barcelona, pero hasta diez al Real Madrid. Retirados ya Lezama, Iriondo, Panizo, Bertol, Zarra, Bala Negra, etc., Piru seguía al frente de la nave rojiblanca al controlar con destreza el timón.

El Athletic volvía a ser temible con nuevos jugadores de la talla de Carmelo, Artetxe, Arieta I, Garay, Azkarate, Mauri, Maguregui, etc., y con el checo Daucik dirigiendo al equipo. Eran los hombres encargados de ganar 2-0, contra todo pronóstico, al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu durante la vibrante Final de la Copa de 1958.

Los blancos ya tenían nacionalizados a Rial, Santamaría y Di Stéfano (pues en la Copa no podían jugar extranjeros), y el Real Madrid se presentaba exhibiendo su vitola de campeón de Liga y de la Copa de Europa.

Se decía en la capital de España que "el mejor equipo del mundo" no iba a dar opción a "once aldeanos". Pero he aquí que el Athletic rompió con todos los pronósticos en un memorable partido. Los rojiblancos ganaron a base de furia y corazón a los altivos "merengues", con goles de Eneko Arieta y Mauri en el primer tiempo.

Piru, el gran capitán hasta su adiós definitivo a la práctica del fútbol, fue el encargado de recoger la Copa de manos de Francisco Franco ante los estupefactos seguidores del Real Madrid, considerado el equipo del régimen autoritario que entonces mandaba. Para la posteridad ha quedado esa fotografía en que está elevado por sus compañeros y con el trofeo en alto.

Piru con la Copa de 1958

Su etapa de entrenador

Agustín Gainza pudo seguir como jugador una temporada más. En junio de 1959 la Junta Directiva del Athletic le comunicaba la baja definitiva por expiración de contrato. Aún se sentía con fuerzas y moral para continuar un par de años más, pero luego comprendió que el relevo generacional ya era necesario, totalmente inevitable cuando acababa de cumplir 37 años.

Todavia jugador en activo, Piru había recibido el 1 de mayo de 1958 un merecido homenaje por parte de la afición de San mamés. Se hizo venir para la ocasión al West Bromwich Albion, un equipo de primera fila al contar con varios internacionales en sus filas.

Haciendo un balance de sus actuaciones en el Campeonato Nacional de Liga, hay que señalizar que Agustín Gainza participó en un total de 381 encuentros oficiales de ese torneo de la regularidad. Hasta ahora sólo está superado por Iribar, Etxeberria, Rojo I, Orue y Larrazabal.

Siendo el fútbol su pasión, Piru no podía vivir al margen de su equipo de toda la vida. Volvió como entrenador, en la temporada 1965-66. De entrada, daría gradualmente oportunidades a los juveniles, "cachorros" que como Txetxu Rojo, Lavín o Javier Clemente venían empujando al formar una nueva camada. En esa temporada el técnico de Basauri presentó en San Mamés y ante el Real Madrid, una innovación que a Miguel Muñoz, el entrenador blanco, el enfadó muchisimo: la manguera para regar el campo.

Piru Gainza también ejerció como entrenador del Athletic
El Athletic resurgía poco a poco de sus cenizas al afrontar un drástico cambio generacional por década, pero en la Copa se topó en el partido más decisivo el último, con el potente Real Zaragoza de los denominados "cinco magníficos". La derrota llegó clara, a pesar que Iribar hizo un extraordinario partido bajo los palos. La siguiente final se perdió también, ahora contra el Valencia. Esas derrotas de 1966 y 1967, respectivamente, dejaron abierto el camino a un triste récord en la historia del Athletic, con ni más ni menos que diez años sin ganar un título.

La temporada 1968-69 puso a los rojiblancos incluso al borde del precipicio en la competición liguera, sobre todo al perder 5-1 en Valencia y entrar de lleno en puestos de descenso. Piru se vió obligado a dejar su puesto de entrenador a un antiguo "león" y compañero de mejores tiempos, Rafa Iriondo; y éste a su vez, daría paso pronto a un manager británico llamado Ronnie Allen.

El alma de Lezama

La labor desarrollada por Agustín Gainza como ojeador dio un espectacular fruto con la contratación de un portero nacido en Zarauz, alguien que era capaz de sacar con la mano a 40 metros e iniciar el rápido contraataque. Se trataba de José Angel Iribar, quien fichó por el Baskonia de Basauri por expresa recomendación de Gainza.
Después, todo iría rodado para el Athletic al hacerse con los servicios de un guardameta que fue el héroe de la eliminación del Atlético de Madrid en la Copa, jugando en un modesto equipo de la Segunda División.

Piru Gainza fue la mano derecha de Javi Clemente cuando éste último se hizo cargo del banquillo rojiblanco (Piru y Clemente celebrando el Título de Liga de 1983)
Con la llegada de los años 70, Piru seguiría vinculado al Club de sus éxitos como jugador al desarrollar una incansable labor de ojeador de nuevas figuras. La inauguración de las instalaciones de Lezama facilitó este trabajo de "criba", descubriendo pronto un chaval con magnífica técnica: Manolo Sarabia. Así, hasta su jubilación, Gainza se convirtió en el alma de Lezama.

Basauri tributó un emocionado homenaje póstumo al mítico extremo izquierdo fallecido, victima de un infarto, el 6 de enero de 1995. El acto se desarrolló en dos días: 3 y 4 de junio, dentro del Memorial Cote Gainza, bajo la organización del Club Deportivo Basauri-Bea. Se quiso premiar con carácter extraordinario al mejor jugador de la historia de Basauri y a una de las leyendas del Athletic Club.

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)