Reportaje publicado por Aitor Martínez en el diario Deia el 06/05/2015
El Athletic conquistó en 1904 su tercera Copa sin disputar ni un solo partido gracias a la mediación del rey Alfonso XIII. La polémica estuvo servida
No hay mejor sensación que haber luchado, sudado y peleado hasta la extenuación para celebrar un título. Así se han escrito las mayoría de las gestas deportivas del Athletic, con especial atención en la Copa, competición que ha conquistado en 24 ocasiones a lo largo de su historia. Pero hubo una vez, hace más de un siglo, cuando el fútbol aún no era el deporte rey y no levantaba las pasiones de ahora, en la que al Athletic le proclamaron campeón de Copa sin disputar ni un solo encuentro. Fue en 1904, tras un desaguisado de la Federación Madrileña de Fútbol, que por primera vez se encargó de organizar el citado torneo.
Según recogían las bases de la competición, únicamente podía participar un equipo por territorio, siendo el Athletic el representante vasco y el Español el catalán. Más problemas surgieron en Madrid, donde inicialmente dos equipos pugnaban por participar en la final, que entonces se disputaba en formato de triangular. Por un lado se encontraban el Español de Madrid y el Madrid-Moderno, que debían disputar un play-off entre ellos para dirimir al ganador que obtendría el derecho de pelear por el título. Además, a última hora se apuntaron el Moncloa y el Iberia. Las reglas estaban marcadas de antemano y establecían que el triangular final se iniciaría el 26 de marzo de 1904. Así, se instó a los cuatro participantes a medir sus fuerzas antes del día 23 de ese mismo mes. Ni antes ni después.
Moncloa e Iberia no quisieron perder tiempo y se citaron el 13 de marzo, resultando victoriosos los primeros por 4-0. El día 19 fue el turno de los otros dos conjuntos. El duelo, exigente como el que más, se saldó con empate a cinco y fue tal el cansancio de los futbolistas, que ambos contendientes decidieron saltarse la prórroga, evitando así más sufrimiento, y disputar un encuentro de desempate. Pero no hubo acuerdo para establecer una nueva fecha.
El Español de Madrid quería jugar 24 horas después; el Madrid-Moderno, ciñiéndose a la normativa de la época, exigía 48 horas de margen. Los primeros se presentaron al día siguiente, no así sus rivales. Entonces medió en el jaleo Ceferino Avecilla, presidente de la Federación Madrileña y que, casualmente, ocupaba el mismo cargo en el Español. Barrió para casa sin pestañear. Pero la decisión se demoró una semana y el lío estaba montado.
El Athletic, ajeno a todo lo que se cocía en la capital española, se presentó en Madrid el 25 de marzo, un día antes de su primer encuentro. Nadie les recibió a su llegada, ni en la estación de tren ni en el hotel. El motivo, que Moncloa y el Español madrileño debían medir sus fuerzas el día 27. Los vizcainos, al menos, hicieron acto de presencia, cosa que el otro Español no hizo por un desafecto con la Federación. Así, el conjunto bilbaino se presentó en el día, 26 de marzo, y la hora prevista inicialmente en el campo de Tiro a Pichón, donde no hubo ni rastro de su rival. Al menos pudieron aprovechar el viaje y disputar un encuentro de carácter amistoso ante el filial que crearon en Madrid y que fue el germen del actual Atlético.
Intervención real
Mientras el Athletic regresaba a casa el día 27, el Español se impuso al Moncloa (1-0) y Avecilla fijó la final para 72 horas después. Como era de esperar, los bilbainos no se presentaron y el Español se autoproclamó vencedor, lo que generó las iras del resto de equipos madrileños, así como del propio Athletic. El robo, mayúsculo pues los vizcainos fueron los únicos que se presentaron en la fecha prevista, hizo que Enrique González de Kareaga, el presidente del club, mediara con el rey Alfonso XIII.
Vista la injusticia, este otorgó el título al Athletic. Vencedores sin jugar. “Ninguna sociedad se dispuso a disputarnos el campeonato. Nosotros lo hicimos sin variar un ápice las bases del foot-ball”, explicaba Cockram, miembro de la plantilla bilbaina de la época.