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viernes, 18 de julio de 2025

La emotiva camiseta de un club de fútbol galés inspirada en los colores del Athletic

Artículo publicado por Aitor García Morán en el diario Deia el 18/07/2025

El club bilbaino y el Newport County se unen para rendir homenaje a los Niños Vascos del 37

El Athletic y Newport County se unen para rendir homenaje a los Niños Vascos del 37. El club galés lo hará luciendo la próxima temporada una camiseta visitante rojiblanca inspirada en el Athletic en memoria de los ‘Niños vascos del 37’ y como tributo a los lazos entre Gales y Euskadi.

"Se remonta al 31 de marzo de 1937, cuando doce bombarderos fascistas arrasaron las localidades de Durango y Elorrio, matando a cientos de civiles. Llegó entonces el momento del exilio y de la solidaridad entre pueblos. Gales fue uno de los lugares que acogió a los miles de niños vascos obligados a abandonar su tierra", explica el club.

Ese gesto de humanidad y generosidad por parte del pueblo galés hacia el pueblo vasco durante la guerra es el origen de esta colaboración entre el Newport County –equipo galés que compite en la League Two inglesa– y el Athletic, tal y como explican desde la entidad de Ibaigane.


Es una iniciativa que "trasciende el ámbito deportivo. Con este homenaje a la hospitalidad galesa se pretende honrar a todas las personas y familias que fueron desplazadas de forma tan trágica". Además, ambos clubes consideran "fundamental" mantener viva esta memoria, ya que "el fútbol desempeñó un papel crucial en aquellos días de exilio, tristeza y desesperanza".

Camiseta visitante inspirada en el Athletic

El Newport County AFC, conocedor de esta "emotiva" historia, contactó el pasado agosto con el Athletic para proponer una colaboración entre ambos equipos. Como resultado, el equipo galés vestirá una camiseta visitante a rayas rojas y blancas, al estilo del Athletic durante toda la temporada 2025/26.

Esta elástica incluye los nombres de los niños vascos refugiados que se alojaron en Caerleon, así como los de los adultos que los cuidaron. En la parte trasera añade una etiqueta explicativa sobre la iniciativa, que comienza con una frase simbólica que resume el espíritu de la colaboración: “En 1937, cuando el pueblo vasco necesitó ayuda, Gales respondió”.

Junto a esta, aparecen la Ikurriña y el Y Ddraig Goch –bandera galesa), acompañadas por el lema “Children of '37”. También se ha añadido la inscripción “37ko haurrak” en el cuello, y el ribete de las mangas incorpora los colores rojo, blanco y verde.

Brazalete Files #18 | Gorostiza: bala roja, juguete roto

Fuente: panenka.org

Nuevo episodio de Brazalete Files ya disponible. Hablamos sobre Guillermo Gorostiza, una de las primeras estrellas del fútbol español, que murió solo, alcoholizado y arruinado
Bilbao, 23 de agosto de 1966. Las monjas que atienden el Sanatorio de Santa Marina descubren que uno de sus pacientes acaba de fallecer. Bajo su almohada hallarán una de sus escasas posesiones: una pitillera de plata con la inscripción “Al mejor extremo izquierdo del mundo de todos los tiempos”.

Pocos meses antes, el cineasta Manolo Summers había tenido la acertada idea de dedicarle un fragmento de su documental Juguetes rotos. Porque ese hombre de 57 años que murió solo, alcoholizado y arruinado, no era otro que Guillermo Gorostiza, uno de los mejores jugadores de los primeros 50 años del fútbol español.

Apodado ‘Bala Roja’ por su velocidad en la banda, Gorostiza vivió como jugó: rápido y letal, escurridizo y juguetón. Ganó Ligas con el Athletic Club y el Valencia, se llevó un Pichichi, fue uno de los debutantes de España en los Mundiales, y se enroló en el Euzkadi republicano para luego hacer la guerra con los sublevados.

Genio precoz, mito derruido, trágico epílogo. Y luego, el olvido. Manolo Summers y su Juguetes Rotos trataron de salvar a Gorostiza de la desmemoria. Algo que, mediante la investigación histórica, también promueve Lartaun de Azumendi, periodista y uno de los mejores conocedores del pasado del Athletic Club. En sus manos nos ponemos para recordar a ‘Bala Roja’.

Escucha en Spotify el nuevo episodio del podcast:


jueves, 17 de julio de 2025

Entrevista a Manolo Delgado

Fuente: Canal YouTube Athletic Club

Entrevista a Manolo Delgado por su 80 cumpleaños y sus 50 años como león


miércoles, 2 de julio de 2025

Athletic y Real disputan el primer derbi genuine

Artículo publicado por Asier Romo en el diario Mundo Deportivo el 01/07/2025

Como colofón a la semana genuine promovida por la Peña Genuine Athletic Club
Athletic y Real celebraron el primer derbi Genuine en Bilbao (Foto: EFF-FVF)

La semana genuine organizada por la Peña Genuine Athletic Club llegó ayer a su final con la disputa del primer derbi de la historia entre los equipos genuine del equipo bilbaíno y la Real. El resultado de este encuentro celebrado ayer por la mañana, bajo un intenso calor, en Iparralde, el campo del Indautxu, fue lo de menos. Tanto los componentes de los conjuntos zurigorri y txuri urdin disfrutaron de la fiesta junto a sus respectivas aficiones.

“En la Peña Genuine queríamos hacer una cosa especial. Primero una semana genuine y luego un día genuine. La semana genuine han sido jornadas de tecnificación que se han hecho y campus dirigido por personal de la Fundación Athletic. Luego el colofón y el punto final ha sido este partido genuine que es el primer derbi genuine de la historia”, aseguraba en la web oficial del club bilbaíno José Mari Bravo, presidente de la referida peña.

Bravo agradeció la buena predisposición de la Real para llevar a cabo este primer derbi. “Hablamos con los de la Real porque somos dos aficiones genuine que tenemos una relación fantástica”, indicó con motivo de la disputa de este encuentro.

El presidente de esta peña rojiblanca también explicó que “yo soy socio fundador de la Peña Genuine, peña que se creó en el año 2019. Quisimos hacer una peña para seguir al equipo genuine en cualquier lugar”.

José Mari Bravo también apuntó que “para ellos (los componentes del equipo genuine) es una ilusión enorme tener una peña y para nosotros también es una ilusión porque quién nos iba a decir hace unos años que iban a estar los hijos e hijas jugando en el Athletic”.

martes, 1 de julio de 2025

Historia del Athletic Club

Fuente: Publicado por Tomás Ondarra en el número de Julio de 2025 del periodico Bilbao

domingo, 29 de junio de 2025

Los leones de Minglanilla

Artículo publicado por Mikel Macho en el diario Deia el 29/06/2025

La Peña Gainza de la localidad conquense, la tercera más antigua de las 467 del Athletic, celebra su 75 aniversario con el sentimiento intacto. “El significado que tiene para este pueblo es inexplicable”, describe su presidente
Integrantes de la Peña Gainza de Minglanilla que celebra su 75 aniversario.
(Foto: Peña Gainza)

La esencia del Athletic es capaz de llegar a los rincones más inesperados. Uno de ellos está en Minglanilla, un pequeño municipio de apenas 2.300 habitantes en la provincia de Cuenca. Allí, junto a la autovía que une Valencia con Madrid, ondean desde hace más de siete décadas banderas rojiblancas que desafían al tiempo y a la distancia. Este fin de semana, la Peña Gainza de la localidad celebra sus 75 años de historia. Fundada en 1950, es la tercera agrupación oficial más antigua del club bilbaino y representa un ejemplo de fidelidad inquebrantable que no conoce fronteras.

“El significado que tiene el Athletic para este pueblo es inexplicable”, asegura Alberto Mora, presidente de la peña desde 2008. A raíz de su fundación, los socios han recorrido todo el territorio estatal, y más allá, para animar a un equipo que ejerce como icono colectivo para todo el municipio. En Minglanilla se han rendido homenajes a innumerables jugadores y miembros de la entidad, entre ellos el mítico Iribar, a quien Mora describe como “una persona muy querida por todos los socios” por su incansable disposición a atender a todas las agrupaciones. “Nunca le ha faltado tiempo para atendernos, es imagen del club y un increíble embajador”, añade.

De las 467 peñas oficiales con las que cuenta el conjunto rojiblanco, 133 están en Bizkaia, 52 en otras localidades vascas y 282 repartidas por el resto del mundo. La de Minglanilla se gestó en 1945, cuando un grupo de vecinos comenzó a organizarse como colectivo de seguidores rojiblancos. En sus primeros años fue conocida como Peña Atlético de Bilbao, pero en 1950 decidieron rendir homenaje a una figura que encarnara los valores del equipo: Agustín Piru Gainza. El extremo firmó personalmente los primeros carnets de socio, un gesto que selló una conexión emocional con Bilbao que sigue intacta, incluso tras su fallecimiento hace ya tres décadas.

En honor al jugador con más temporadas y títulos de la historia del club, la agrupación creó años después una singular mascota: un león llamado Piru. “No teníamos mascota, así que decidimos crear una y llamarla así en honor a Gainza”, explica Mora. La figura de este león se ha vuelto icónica en la localidad, especialmente desde que un vídeo viral lo mostró recorriendo las calles del pueblo con dos ramos de flores durante la tradicional ofrenda a Santo Cristo de la Salud, el patrón de la localidad, rodeado de vecinos con camisetas rojiblancas. Este fin de semana, como manda la tradición, Piru ha vuelto a salir a celebrar el 75º aniversario de la peña.

El año pasado, la agrupación vivió uno de sus momentos más emocionantes en décadas: la conquista de la Copa tras cuarenta años de sequía en el torneo del K.O. “Aquella final supuso una inmensa alegría para todos. Los más veteranos aún recordaban los títulos de los años 80, pero para muchos jóvenes fue la primera vez que veían al Athletic campeón”, rememora el presidente de esta singular peña. Más de una veintena de socios viajaron a Bilbao para ver en directo la subida de la gabarra. “Yo no pude ir, pero los que fueron lo cuentan como algo único y especial”, relata.

Sin embargo, no todo ha sido fácil. Mora reconoce que entre los años ochenta y la primera década de los 2000, la agrupación atravesó un pequeño “bajón”, motivado en parte a la falta de éxitos deportivos. Aun así, resistió con entereza y a día de hoy sigue tan viva como siempre. Visitar San Mamés continúa siendo una experiencia casi sagrada para los peñistas: “Cada vez que vamos a Bilbao es muy especial. El trato de la gente, el cariño que recibimos… es espectacular. Para nosotros no es como ir a cualquier otro partido, es como estar en casa”, afirma Mora.

Este fin de semana, Minglanilla se vuelca en la conmemoración de este aniversario tan especial. “Somos un pueblo pequeño. Ya en otras ocasiones nos hemos quedado sin espacio para dar de comer a todo el mundo. A ver cómo nos apañamos esta vez…”, comenta el presidente entre risas. La programación ha incluido actividades para los más pequeños, homenajes a jugadores y peñas, y una fiesta pensada para recordar que, aunque estén lejos de San Mamés, el corazón rojiblanco late fuerte en La Mancha.

miércoles, 25 de junio de 2025

Bill Murray se rinde al Athletic en su visita mágica a Bilbao

Artículo publicado por Enaitz Uriarte en el diario Deia el 20/06/2025

Del escenario del Arriaga al césped de San Mamés, Murray se deja seducir por la pasión bilbaina
Bill Murray e Iribar en la visita a San Mamés (Foto: Athletic Club)

Bill Murray, uno de los actores y comediantes más reconocidos de Hollywood, conocido por su inconfundible sentido del humor y películas como Cazafantasmas o Lost in Translation, ha sorprendido a Bilbao con una visita muy especial.

El actor estadounidense ha visitado el estadio de San Mamés, donde ha sido recibido y acompañado por José Ángel Iribar, el eterno Txopo y leyenda del Athletic. Murray ha recorrido junto a Iribar distintas zonas del estadio, mostrando gran admiración por el histórico guardameta rojiblanco. Durante el recorrido, el propio club rojiblanco ha grabado la visita, en la que se ha podido ver a Murray luciendo una camiseta personalizada del Athletic con su nombre, un reglo que ha recibido con entusiasmo.

En la galería de imágenes de los grandes leones de la historia, el actor ha bromeado señalando la imagen de Iribar y ha expresado su simpatía por el club y su historia. El recorrido ha incluido una visita al vestuario del primer equipo, donde el actor se ha sorprendido con el rincón de Muniain, ahora heredado por Williams, repleto de imágenes religiosas. La visita ha concluido con Murray despidiéndose al grito de ¡Aupa Athletic!

Actuación en el Arriaga

La presencia de Bill Murray en Bilbao no se limitó al fútbol. La noche del jueves, el actor actuó en el Teatro Arriaga con el espectáculo New Worlds.

Este innovador proyecto une música y literatura, con Murray como narrador y cantante, acompañado por el violonchelista Jan Vogler y otros músicos. El espectáculo propone un viaje emocional a través de textos que exploran la relación entre Europa y América y celebra el poder transformador del arte y la palabra, en una velada que combinó humor, emoción y cultura.

La visita de Bill Murray ha supuesto un autentico aconteciendo para Bilbao donde ha demostrado su cercanía y admiración tanto por el Athletic como por la cultura local, dejando una huella imborrable entre los asistentes y aficionados.

Koikili: “Tuve que elegir entre fútbol y lucha grecorromana; fue traumático”

Artículo publicado por Eneko López en panenka.org el 25/06/2025

Koikili Lertxundi representaba los valores del esfuerzo, el sacrificio y la madurez en un terreno de juego. Pero antes de convertirse en parte de la plantilla del Athletic de Bielsa, otra pasión latía en su corazón: la lucha grecorromana
(Fotografía de Getty Images)

“Carpe diem“, “tempus fugit“. Se suele decir que cuando se es joven, todo vale. Es la etapa en la que prima el presente sobre el futuro, donde se justifica no pensar en lo que vendrá y se vive centrado en lo que se es, no en lo que se será.

Todos los jóvenes, excepto Koikili Lertxundi. El jugador nacido en Otxandio parece haber tenido la cabeza siempre bien amueblada. Su primera pasión no fue el fútbol, sino la lucha grecorromana. Una disciplina en la que el objetivo principal es inmovilizar al oponente con los dos hombros contra el tapiz. Un deporte exigente, basado en la fuerza, la técnica y el control, donde está prohibido el agarre por debajo de la cintura. Todo se resuelve con los brazos, el tronco y la voluntad.

Cuando tenía cinco años, en un pueblo sin apenas oferta extraescolar, un árbitro llamado Félix Oreitia propuso dar clases de lucha. Koikili se apuntó junto a decenas de niños. “Era una forma de enfrentarte a tus miedos desde pequeño”, recuerda hoy a Panenka. Y no se le daba nada mal: fue tres veces campeón de España en categorías inferiores, subcampeón en junior siendo aún cadete, y undécimo en un Europeo.

La lucha le enseñó a confiar en sí mismo, a competir sin violencia y a entender que el esfuerzo no siempre se ve, pero siempre se nota. “La lucha es un deporte muy noble, porque no se pueden ni pegar golpes ni luxar. Todo es con agarre y derribo”, explica. Una disciplina dura, basada en la técnica, la fuerza, el control y la voluntad. “Te ayuda a superar los miedos que trae la vida. Aunque estés acojonado, aprendes a afrontarlos con garantías”.

A los 16 años, sin embargo, tuvo que tomar una decisión que marcaría su vida: luchar o jugar al fútbol. “Fue una elección muy traumática. Era un crío tomando una decisión muy adulta, en contra incluso de mi propio entrenador”, confiesa. Escogió el balón, consciente de que en España la lucha carecía de apoyo institucional y que el fútbol le ofrecía más vías de desarrollo.

Sus primeros pasos con el balón también fueron intensos. Jugando con juveniles siendo aún cadete, fue máximo goleador con el Vulcano. Suplía las carencias de su cuerpo menudo con fuerza, velocidad y una resistencia templada en años sobre el tapiz. “Gracias a la lucha, lo que podía ser un déficit de altura o corpulencia lo suplía con físico y mentalidad”, cuenta. “Siempre que me sentía tieso en un partido, me acordaba de la lucha. Y pensaba: esto, al lado de aquello, no es nada”.

Cosas de la vida, fichó por el Athletic y de la mano de Joaquín Caparrós, le arrebató la titularidad a quien quizás fuera la antítesis del otxandiarra, Asier del Horno. No fue nunca una estrella, pero sí un hombre de fiar. De esos que no deslumbran, pero siempre están. Su entrega, su constancia y esa obstinación silenciosa le bastaron para tocar el techo del fútbol español.

No deslumbró, pero resistió. Y en esa resistencia encontró su lugar. Disputó finales de Copa, dejó huella en Europa y protagonizó momentos que aún perduran en la memoria rojiblanca. Como aquella celebración en El Molinón, cuando, eufórico por alcanzar las semifinales coperas, se quedó en calzoncillos sobre el césped. “Si encima eres el pichichi, que es de lo que se trata en el fútbol, y te toca a ti, pues disfrutas un montón”, dice sobre sus inicios, aunque la frase bien podría resumir su carrera.

Durante cinco temporadas se mantuvo en la élite con el escudo zurigorri en el pecho. En 2012, tras 98 partidos con el Athletic, se cerró su capítulo en Bilbao. La última parada fue Miranda de Ebro, donde colgó las botas en 2014. Allí, como en toda su trayectoria, dejó más verdad que brillo. Porque no todos los héroes se miden en minutos jugados o títulos levantados.

Hoy, Koikili Lertxundi no está vinculado al fútbol. Coordina una consultora de recursos humanos, alejado del foco pero no de sus principios. Quizá porque entendió desde joven que la verdadera victoria no siempre es la que se celebra en los estadios, sino la que se sostiene con los años. Que no todo vale. Ni siquiera cuando se es joven.

sábado, 21 de junio de 2025

Zarra, hombre y arquetipo

Artículo publicado por Matias Prats en el número 44 de la publicación Athletic Club en 1985
Me agrada escribir sobre Zarra. En parte, porque su nombre está unido a mi mejor época como locutor deportivo y su sola mención despierta en mí recuerdos profesionales enormemente emotivos, en parte también, y esto sobre todo, porque desde siempre he considerado a Zarra como un símbolo de valores y cualidades que incluyen lo deportivo, pero que van más allá, hasta aspectos que caen dentro de los límites de una conducta humana y social ejemplarizadora.

Zarra fue todo un arquetipo, además de un símbolo. Representaba sobre el campo de fútbol y fuera de él una larga serie de aptitudes; pero a la vocación y al «bien hacer» supo añadir un toque personal de maestría y seriedad que hizo de él un arquetipo y al mismo tiempo un mito, sin necesidad de esperar al juicio de la historia, domingo a domingo, en plena actividad, cuando mayores son los riesgos de la crítica apasionada, de la versatilidad de los aficionados o de los juegos de intereses. Telmo Zarraonaindía ha sido el símbolo de todo esto: Zarra-delantero centro, Zarra-gol, Zarra-furia española, Zarra-vasco, Zarra-nobleza, Zarra-deportividad, Zarra-valentía, Zarra-amor propio, Zarra-corazón, Zarra-lealtad, Zarra-compañerismo...

Aún podríamos ampliar más la simbología. Me voy a concentrar, sin embargo, en unos pocos de estos símbolos, quizá porque participan más de los rasgos del arquetipo, y también porque en torno a ellos se ha forjado el mito y la leyenda de este gran deportista. Zarra ha sido en el Athletic y en la selección española el delantero centro por antonomasia. En esta afirmación se encierra un elogio esencialmente futbolístico. El delantero centro y el guardameta son los dos parámetros que mejor definen el significado del fútbol como deporte, en cuanto en ellos se sublimizan las virtudes de hacer el gol y de evitarlo por sus posiciones de punta en el terreno de juego -vértices de ataque y defensa respectivamente- y porque tradicionalmente protagonizan el «remate» y la «parada». Zarra fue en este sentido un delantero centro nato. Es verdad que esta concepción del fútbol ya no existe, como no existe tampoco la posición de cinco delanteros en línea, pero no es menos cierto que caracoleando por aquí o por allí, con el número cambiado a la espalda, haciendo subir hasta el área adversaria a los defensas propios (a ser posible a los gigantes con mentalidad de encestadores de baloncesto), los equipos de hoy buscan alguien con sentido del remate, un simulador oculto hasta ese momento al que se le hayan infiltrado todas las perdidas virtudes del antiguo delantero centro

Zarra perteneció a la época de los delanteros centro que corrian de cara a la portería contraria -25 metros, 10 metros, 5 metros, 1 metro en muy pocos segundos- acompañando con los pies, el cuerpo y la mente la carrera ignea de los extremos, y sincronizando su salto su escorzo en el aire, su choque con la pelota a una trayectona que más era de balistica que de juego organizado. ¿Os habeis fijado que el Athletic tradicional, el coleccionista de títulos y goleadas, siempre tuvo buenos delanteros centro y no menos excelentes guardametas, los dos vectores del fútbol gol? El gran Telmo tenía tal sentido de su posición en el área y tal conciencia de para qué buscaba el balón, que no siendo un estilista -ni falta que le hacia- pocos jugadores como el han compuesto tan gallarda y airosamente la figura del rematador. A veces nos parecía que no era un hombre, sino un poster, o que no era de came y hueso sino de barro y alma de escultura, tan alado era su ademán, tan veloz su ímpetu, tan estelar su carrera. Ha quedado inmortalizado al óleo por los pinceles de Garavilla, pero igual podría haber sido un modelo helênico en las Olimpiadas con todo su cuerpo en tensión, disparado hacia el remate, ese capitel corintio o jónico del fútbol-emoción.

Zarra fue un destino cumplido. Empezó siendo un chaval de Munguia que le daba bien al cuero por los pueblos de su Vizcaya natal y acabó en figura del Athletic, el mejor goleador bilbaino de todos los tiempos, émulo de «Pichichi», de Bata, de Unamuno, con Gainza, los mejores jugadores de Europa, león de San Mamés junto a Cilaurren, Garay, Gorostiza, Iraragori, Lafuente, Iribar, Panizo y tantos más. Su hambre de gol iba acompañada de tanta valentia, de tanta furia, de tanto corazón, de tanta nobleza que sus contrarios parecian abrirle calle, asombrados, para que una y otra vez lograse la gesta del gol imparable. Su cabeza fue comparada a la de Winston Churchill y no hubo en el área pequeña, la de los sustos, nadie que encogiera su temple. Las goleadas del Athletic en San Mamés eran de escândalo, con tanteos que rebasaban frecuentemente la media docena de goles, mientras en su corretear por otras ciudades españolas se lograban empates a tres o a cuatro, o se vencia por dos y tres tantos de diferencia como exponente de un fútbol ofensivo, rematador, que parece desaparecido para siempre.

Hay paralelismos y sincronías en la vida de Zarra que son la clave de su ejemplaridad. Esa linea de correlativos empezaba en su temperamento cien por cien vasco, seguia en su carácter de valiente fajador que ante nada se arredraba; se prorrogaba en la identidad con un club -el Athletic- que parecía estar hecho, desde los tiempos de los hermanos Belauste, para que se alinearan en el once corazones como el de Telmo, paradigma de la victoria con esfuerzo y limpieza y continuaba en su proyección internacional heredero de aquel espíritu de Amberes -España, subcampeona olimpica- que hizo de Bilbao y del Athletic las mejores «lanzaderas» del fútbol español, hasta el punto de que, por muchos años, fue rigurosa verdad aquel aserto de si hay Athletic, hay selección nacional. Yo llegué a estar unido indisolublemente a los goles de Zarra. Un fútbol de ataque que se planteaba y desarrollaba con muy pocos pases, a ser posible largos, con unos extremos que cortan la linea velozmente para obligar a los defensas a replegarse de cara a su propia portería y con unos centros templados, algo retrasados, para dar ventaja al delantero que intentaba cortar su trayectoria con fuerza, sumando al empuje del salto la inercia de la carrera, era una ocasión magnifica para el lucimiento de un locutor deportivo que también quiere llegar expeditivamente, con pocas palabras, al área de los sustos, allí donde los goles se amasan y la emoción prende en los auditorios. Ahora, cuando el transcurso inevitable del tiempo me ha situado en otras tareas periodísticas, me congratulo de haber sido coetáneo de Zarra y de unas generaciones de futbolistas que liberaron al Matias Prats de entonces de hacer locución de centrocampismo, con pases atrás y a los lados, en un rigodón cansino y reiterante que quita ritmo y brillantez a las retransmisiones. De aquella etapa quardo como un tesoro mis simpatías al Athletic y la amistad con unos jugadores extraordinarios que me hicieron creer en la ilusión de una delantera de seis hombre formada por Iriondo-Venancio-Zarra-Panizo-Gainza y Prats, en la que ellos eran la épica y yo la lírica, ellos forjaban la epореуa у yo la cantaba.

Yo he metido muchos goles con Zarra. Entre otras cosas, porque eran goles que se veían venir -citas del balón y el hombre a muchos metros de distancia, por el aire o a ras de tierra- que me permitian inflexionar la voz, que me hacían participar en el suspense de la jugada, y correr desalado hasta rematar con furia sincronizando la palabra ¡gol! con el testarazo o el chut, que alojaba el esfénco en las mallas. Pero de entre estos goles al alimón, el lograndolos y yo cantandolos, hay algunos inolvidables el gol a la selección inglesa en el Estadio Maracană de Rio de Janeiro, en el Mundial de 1950, cuando la radio colectiva de consola o de aparador (todavía no hablan aparecido los transistores) convocó a España entera en las casas, en los bares, en los locales públicos, para demostrar que un remate de Zarra sobre la marcha, sin parar la pelota, era capaz de acabar con la hegemonía futbolística de Inglaterra, y en la misma temporada, los cuatro goles de Zarra al Valladolid de la mejor épоса, en una final de Copa disputadísima, en la que tres de los tantos los obtuvo contra reloj, en la prórroga, cuando Telmo Zarraonaindia, con muchos de los protagonistas del encuentro ya agotados, levantó la bandera del pundonor y la bravura entre las aclamaciones de un público que le idolatraba.

Es imposible escribir la historia del Athletic, ni, por supuesto, la del fútbol español -yo creo que tampoco la del fúrbol mundial- sin dedicar un capitulo de honor a las proezas deportivas de aquel Telmo Zarraonaindia, Zarra, que fue mucho más que un futbolista, que fue sobre el césped de los Estadios una actitud y un comportamiento, una moral y un estilo. Me precio de haberle conocido, de haberle valorado y, sobre todo, de habernos elegido mutuamente como amigos. Gracias por haberme permitido escribir sobre Zarra.