La Peña Gainza de la localidad conquense, la tercera más antigua de las 467 del Athletic, celebra su 75 aniversario con el sentimiento intacto. “El significado que tiene para este pueblo es inexplicable”, describe su presidente
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domingo, 29 de junio de 2025
Los leones de Minglanilla
Artículo publicado por Mikel Macho en el diario Deia el 29/06/2025
La esencia del Athletic es capaz de llegar a los rincones más inesperados. Uno de ellos está en Minglanilla, un pequeño municipio de apenas 2.300 habitantes en la provincia de Cuenca. Allí, junto a la autovía que une Valencia con Madrid, ondean desde hace más de siete décadas banderas rojiblancas que desafían al tiempo y a la distancia. Este fin de semana, la Peña Gainza de la localidad celebra sus 75 años de historia. Fundada en 1950, es la tercera agrupación oficial más antigua del club bilbaino y representa un ejemplo de fidelidad inquebrantable que no conoce fronteras.
“El significado que tiene el Athletic para este pueblo es inexplicable”, asegura Alberto Mora, presidente de la peña desde 2008. A raíz de su fundación, los socios han recorrido todo el territorio estatal, y más allá, para animar a un equipo que ejerce como icono colectivo para todo el municipio. En Minglanilla se han rendido homenajes a innumerables jugadores y miembros de la entidad, entre ellos el mítico Iribar, a quien Mora describe como “una persona muy querida por todos los socios” por su incansable disposición a atender a todas las agrupaciones. “Nunca le ha faltado tiempo para atendernos, es imagen del club y un increíble embajador”, añade.
De las 467 peñas oficiales con las que cuenta el conjunto rojiblanco, 133 están en Bizkaia, 52 en otras localidades vascas y 282 repartidas por el resto del mundo. La de Minglanilla se gestó en 1945, cuando un grupo de vecinos comenzó a organizarse como colectivo de seguidores rojiblancos. En sus primeros años fue conocida como Peña Atlético de Bilbao, pero en 1950 decidieron rendir homenaje a una figura que encarnara los valores del equipo: Agustín Piru Gainza. El extremo firmó personalmente los primeros carnets de socio, un gesto que selló una conexión emocional con Bilbao que sigue intacta, incluso tras su fallecimiento hace ya tres décadas.
En honor al jugador con más temporadas y títulos de la historia del club, la agrupación creó años después una singular mascota: un león llamado Piru. “No teníamos mascota, así que decidimos crear una y llamarla así en honor a Gainza”, explica Mora. La figura de este león se ha vuelto icónica en la localidad, especialmente desde que un vídeo viral lo mostró recorriendo las calles del pueblo con dos ramos de flores durante la tradicional ofrenda a Santo Cristo de la Salud, el patrón de la localidad, rodeado de vecinos con camisetas rojiblancas. Este fin de semana, como manda la tradición, Piru ha vuelto a salir a celebrar el 75º aniversario de la peña.
El año pasado, la agrupación vivió uno de sus momentos más emocionantes en décadas: la conquista de la Copa tras cuarenta años de sequía en el torneo del K.O. “Aquella final supuso una inmensa alegría para todos. Los más veteranos aún recordaban los títulos de los años 80, pero para muchos jóvenes fue la primera vez que veían al Athletic campeón”, rememora el presidente de esta singular peña. Más de una veintena de socios viajaron a Bilbao para ver en directo la subida de la gabarra. “Yo no pude ir, pero los que fueron lo cuentan como algo único y especial”, relata.
Sin embargo, no todo ha sido fácil. Mora reconoce que entre los años ochenta y la primera década de los 2000, la agrupación atravesó un pequeño “bajón”, motivado en parte a la falta de éxitos deportivos. Aun así, resistió con entereza y a día de hoy sigue tan viva como siempre. Visitar San Mamés continúa siendo una experiencia casi sagrada para los peñistas: “Cada vez que vamos a Bilbao es muy especial. El trato de la gente, el cariño que recibimos… es espectacular. Para nosotros no es como ir a cualquier otro partido, es como estar en casa”, afirma Mora.
Este fin de semana, Minglanilla se vuelca en la conmemoración de este aniversario tan especial. “Somos un pueblo pequeño. Ya en otras ocasiones nos hemos quedado sin espacio para dar de comer a todo el mundo. A ver cómo nos apañamos esta vez…”, comenta el presidente entre risas. La programación ha incluido actividades para los más pequeños, homenajes a jugadores y peñas, y una fiesta pensada para recordar que, aunque estén lejos de San Mamés, el corazón rojiblanco late fuerte en La Mancha.
miércoles, 25 de junio de 2025
Bill Murray se rinde al Athletic en su visita mágica a Bilbao
Artículo publicado por Enaitz Uriarte en el diario Deia el 20/06/2025
Bill Murray, uno de los actores y comediantes más reconocidos de Hollywood, conocido por su inconfundible sentido del humor y películas como Cazafantasmas o Lost in Translation, ha sorprendido a Bilbao con una visita muy especial.
El actor estadounidense ha visitado el estadio de San Mamés, donde ha sido recibido y acompañado por José Ángel Iribar, el eterno Txopo y leyenda del Athletic. Murray ha recorrido junto a Iribar distintas zonas del estadio, mostrando gran admiración por el histórico guardameta rojiblanco. Durante el recorrido, el propio club rojiblanco ha grabado la visita, en la que se ha podido ver a Murray luciendo una camiseta personalizada del Athletic con su nombre, un reglo que ha recibido con entusiasmo.
En la galería de imágenes de los grandes leones de la historia, el actor ha bromeado señalando la imagen de Iribar y ha expresado su simpatía por el club y su historia. El recorrido ha incluido una visita al vestuario del primer equipo, donde el actor se ha sorprendido con el rincón de Muniain, ahora heredado por Williams, repleto de imágenes religiosas. La visita ha concluido con Murray despidiéndose al grito de ¡Aupa Athletic!
Actuación en el Arriaga
La presencia de Bill Murray en Bilbao no se limitó al fútbol. La noche del jueves, el actor actuó en el Teatro Arriaga con el espectáculo New Worlds.
Este innovador proyecto une música y literatura, con Murray como narrador y cantante, acompañado por el violonchelista Jan Vogler y otros músicos. El espectáculo propone un viaje emocional a través de textos que exploran la relación entre Europa y América y celebra el poder transformador del arte y la palabra, en una velada que combinó humor, emoción y cultura.
La visita de Bill Murray ha supuesto un autentico aconteciendo para Bilbao donde ha demostrado su cercanía y admiración tanto por el Athletic como por la cultura local, dejando una huella imborrable entre los asistentes y aficionados.
Del escenario del Arriaga al césped de San Mamés, Murray se deja seducir por la pasión bilbaina
🎬 ¡Vaya dupla! Bill Murray & Jose Angel Iribar.
— Athletic Club (@AthleticClub) June 20, 2025
'El Txopo' ejerce de anfitrión en San Mamés de la estrella de Hollywood, que ha mostrado su admiración por nuestro Nº1. #AthleticClub 🦁 pic.twitter.com/Y5adkA7Ab3
Koikili: “Tuve que elegir entre fútbol y lucha grecorromana; fue traumático”
Artículo publicado por Eneko López en panenka.org el 25/06/2025
“Carpe diem“, “tempus fugit“. Se suele decir que cuando se es joven, todo vale. Es la etapa en la que prima el presente sobre el futuro, donde se justifica no pensar en lo que vendrá y se vive centrado en lo que se es, no en lo que se será.
Todos los jóvenes, excepto Koikili Lertxundi. El jugador nacido en Otxandio parece haber tenido la cabeza siempre bien amueblada. Su primera pasión no fue el fútbol, sino la lucha grecorromana. Una disciplina en la que el objetivo principal es inmovilizar al oponente con los dos hombros contra el tapiz. Un deporte exigente, basado en la fuerza, la técnica y el control, donde está prohibido el agarre por debajo de la cintura. Todo se resuelve con los brazos, el tronco y la voluntad.
Cuando tenía cinco años, en un pueblo sin apenas oferta extraescolar, un árbitro llamado Félix Oreitia propuso dar clases de lucha. Koikili se apuntó junto a decenas de niños. “Era una forma de enfrentarte a tus miedos desde pequeño”, recuerda hoy a Panenka. Y no se le daba nada mal: fue tres veces campeón de España en categorías inferiores, subcampeón en junior siendo aún cadete, y undécimo en un Europeo.
La lucha le enseñó a confiar en sí mismo, a competir sin violencia y a entender que el esfuerzo no siempre se ve, pero siempre se nota. “La lucha es un deporte muy noble, porque no se pueden ni pegar golpes ni luxar. Todo es con agarre y derribo”, explica. Una disciplina dura, basada en la técnica, la fuerza, el control y la voluntad. “Te ayuda a superar los miedos que trae la vida. Aunque estés acojonado, aprendes a afrontarlos con garantías”.
A los 16 años, sin embargo, tuvo que tomar una decisión que marcaría su vida: luchar o jugar al fútbol. “Fue una elección muy traumática. Era un crío tomando una decisión muy adulta, en contra incluso de mi propio entrenador”, confiesa. Escogió el balón, consciente de que en España la lucha carecía de apoyo institucional y que el fútbol le ofrecía más vías de desarrollo.
Sus primeros pasos con el balón también fueron intensos. Jugando con juveniles siendo aún cadete, fue máximo goleador con el Vulcano. Suplía las carencias de su cuerpo menudo con fuerza, velocidad y una resistencia templada en años sobre el tapiz. “Gracias a la lucha, lo que podía ser un déficit de altura o corpulencia lo suplía con físico y mentalidad”, cuenta. “Siempre que me sentía tieso en un partido, me acordaba de la lucha. Y pensaba: esto, al lado de aquello, no es nada”.
Cosas de la vida, fichó por el Athletic y de la mano de Joaquín Caparrós, le arrebató la titularidad a quien quizás fuera la antítesis del otxandiarra, Asier del Horno. No fue nunca una estrella, pero sí un hombre de fiar. De esos que no deslumbran, pero siempre están. Su entrega, su constancia y esa obstinación silenciosa le bastaron para tocar el techo del fútbol español.
No deslumbró, pero resistió. Y en esa resistencia encontró su lugar. Disputó finales de Copa, dejó huella en Europa y protagonizó momentos que aún perduran en la memoria rojiblanca. Como aquella celebración en El Molinón, cuando, eufórico por alcanzar las semifinales coperas, se quedó en calzoncillos sobre el césped. “Si encima eres el pichichi, que es de lo que se trata en el fútbol, y te toca a ti, pues disfrutas un montón”, dice sobre sus inicios, aunque la frase bien podría resumir su carrera.
Durante cinco temporadas se mantuvo en la élite con el escudo zurigorri en el pecho. En 2012, tras 98 partidos con el Athletic, se cerró su capítulo en Bilbao. La última parada fue Miranda de Ebro, donde colgó las botas en 2014. Allí, como en toda su trayectoria, dejó más verdad que brillo. Porque no todos los héroes se miden en minutos jugados o títulos levantados.
Hoy, Koikili Lertxundi no está vinculado al fútbol. Coordina una consultora de recursos humanos, alejado del foco pero no de sus principios. Quizá porque entendió desde joven que la verdadera victoria no siempre es la que se celebra en los estadios, sino la que se sostiene con los años. Que no todo vale. Ni siquiera cuando se es joven.
Koikili Lertxundi representaba los valores del esfuerzo, el sacrificio y la madurez en un terreno de juego. Pero antes de convertirse en parte de la plantilla del Athletic de Bielsa, otra pasión latía en su corazón: la lucha grecorromana
sábado, 21 de junio de 2025
Zarra, hombre y arquetipo
Artículo publicado por Matias Prats en el número 44 de la publicación Athletic Club en 1985
Me agrada escribir sobre Zarra. En parte, porque su nombre está unido a mi mejor época como locutor deportivo y su sola mención despierta en mí recuerdos profesionales enormemente emotivos, en parte también, y esto sobre todo, porque desde siempre he considerado a Zarra como un símbolo de valores y cualidades que incluyen lo deportivo, pero que van más allá, hasta aspectos que caen dentro de los límites de una conducta humana y social ejemplarizadora.
Zarra fue todo un arquetipo, además de un símbolo. Representaba sobre el campo de fútbol y fuera de él una larga serie de aptitudes; pero a la vocación y al «bien hacer» supo añadir un toque personal de maestría y seriedad que hizo de él un arquetipo y al mismo tiempo un mito, sin necesidad de esperar al juicio de la historia, domingo a domingo, en plena actividad, cuando mayores son los riesgos de la crítica apasionada, de la versatilidad de los aficionados o de los juegos de intereses. Telmo Zarraonaindía ha sido el símbolo de todo esto: Zarra-delantero centro, Zarra-gol, Zarra-furia española, Zarra-vasco, Zarra-nobleza, Zarra-deportividad, Zarra-valentía, Zarra-amor propio, Zarra-corazón, Zarra-lealtad, Zarra-compañerismo...
Aún podríamos ampliar más la simbología. Me voy a concentrar, sin embargo, en unos pocos de estos símbolos, quizá porque participan más de los rasgos del arquetipo, y también porque en torno a ellos se ha forjado el mito y la leyenda de este gran deportista. Zarra ha sido en el Athletic y en la selección española el delantero centro por antonomasia. En esta afirmación se encierra un elogio esencialmente futbolístico. El delantero centro y el guardameta son los dos parámetros que mejor definen el significado del fútbol como deporte, en cuanto en ellos se sublimizan las virtudes de hacer el gol y de evitarlo por sus posiciones de punta en el terreno de juego -vértices de ataque y defensa respectivamente- y porque tradicionalmente protagonizan el «remate» y la «parada». Zarra fue en este sentido un delantero centro nato. Es verdad que esta concepción del fútbol ya no existe, como no existe tampoco la posición de cinco delanteros en línea, pero no es menos cierto que caracoleando por aquí o por allí, con el número cambiado a la espalda, haciendo subir hasta el área adversaria a los defensas propios (a ser posible a los gigantes con mentalidad de encestadores de baloncesto), los equipos de hoy buscan alguien con sentido del remate, un simulador oculto hasta ese momento al que se le hayan infiltrado todas las perdidas virtudes del antiguo delantero centro
Zarra perteneció a la época de los delanteros centro que corrian de cara a la portería contraria -25 metros, 10 metros, 5 metros, 1 metro en muy pocos segundos- acompañando con los pies, el cuerpo y la mente la carrera ignea de los extremos, y sincronizando su salto su escorzo en el aire, su choque con la pelota a una trayectona que más era de balistica que de juego organizado. ¿Os habeis fijado que el Athletic tradicional, el coleccionista de títulos y goleadas, siempre tuvo buenos delanteros centro y no menos excelentes guardametas, los dos vectores del fútbol gol? El gran Telmo tenía tal sentido de su posición en el área y tal conciencia de para qué buscaba el balón, que no siendo un estilista -ni falta que le hacia- pocos jugadores como el han compuesto tan gallarda y airosamente la figura del rematador. A veces nos parecía que no era un hombre, sino un poster, o que no era de came y hueso sino de barro y alma de escultura, tan alado era su ademán, tan veloz su ímpetu, tan estelar su carrera. Ha quedado inmortalizado al óleo por los pinceles de Garavilla, pero igual podría haber sido un modelo helênico en las Olimpiadas con todo su cuerpo en tensión, disparado hacia el remate, ese capitel corintio o jónico del fútbol-emoción.
Zarra fue un destino cumplido. Empezó siendo un chaval de Munguia que le daba bien al cuero por los pueblos de su Vizcaya natal y acabó en figura del Athletic, el mejor goleador bilbaino de todos los tiempos, émulo de «Pichichi», de Bata, de Unamuno, con Gainza, los mejores jugadores de Europa, león de San Mamés junto a Cilaurren, Garay, Gorostiza, Iraragori, Lafuente, Iribar, Panizo y tantos más. Su hambre de gol iba acompañada de tanta valentia, de tanta furia, de tanto corazón, de tanta nobleza que sus contrarios parecian abrirle calle, asombrados, para que una y otra vez lograse la gesta del gol imparable. Su cabeza fue comparada a la de Winston Churchill y no hubo en el área pequeña, la de los sustos, nadie que encogiera su temple. Las goleadas del Athletic en San Mamés eran de escândalo, con tanteos que rebasaban frecuentemente la media docena de goles, mientras en su corretear por otras ciudades españolas se lograban empates a tres o a cuatro, o se vencia por dos y tres tantos de diferencia como exponente de un fútbol ofensivo, rematador, que parece desaparecido para siempre.
Hay paralelismos y sincronías en la vida de Zarra que son la clave de su ejemplaridad. Esa linea de correlativos empezaba en su temperamento cien por cien vasco, seguia en su carácter de valiente fajador que ante nada se arredraba; se prorrogaba en la identidad con un club -el Athletic- que parecía estar hecho, desde los tiempos de los hermanos Belauste, para que se alinearan en el once corazones como el de Telmo, paradigma de la victoria con esfuerzo y limpieza y continuaba en su proyección internacional heredero de aquel espíritu de Amberes -España, subcampeona olimpica- que hizo de Bilbao y del Athletic las mejores «lanzaderas» del fútbol español, hasta el punto de que, por muchos años, fue rigurosa verdad aquel aserto de si hay Athletic, hay selección nacional. Yo llegué a estar unido indisolublemente a los goles de Zarra. Un fútbol de ataque que se planteaba y desarrollaba con muy pocos pases, a ser posible largos, con unos extremos que cortan la linea velozmente para obligar a los defensas a replegarse de cara a su propia portería y con unos centros templados, algo retrasados, para dar ventaja al delantero que intentaba cortar su trayectoria con fuerza, sumando al empuje del salto la inercia de la carrera, era una ocasión magnifica para el lucimiento de un locutor deportivo que también quiere llegar expeditivamente, con pocas palabras, al área de los sustos, allí donde los goles se amasan y la emoción prende en los auditorios. Ahora, cuando el transcurso inevitable del tiempo me ha situado en otras tareas periodísticas, me congratulo de haber sido coetáneo de Zarra y de unas generaciones de futbolistas que liberaron al Matias Prats de entonces de hacer locución de centrocampismo, con pases atrás y a los lados, en un rigodón cansino y reiterante que quita ritmo y brillantez a las retransmisiones. De aquella etapa quardo como un tesoro mis simpatías al Athletic y la amistad con unos jugadores extraordinarios que me hicieron creer en la ilusión de una delantera de seis hombre formada por Iriondo-Venancio-Zarra-Panizo-Gainza y Prats, en la que ellos eran la épica y yo la lírica, ellos forjaban la epореуa у yo la cantaba.
Yo he metido muchos goles con Zarra. Entre otras cosas, porque eran goles que se veían venir -citas del balón y el hombre a muchos metros de distancia, por el aire o a ras de tierra- que me permitian inflexionar la voz, que me hacían participar en el suspense de la jugada, y correr desalado hasta rematar con furia sincronizando la palabra ¡gol! con el testarazo o el chut, que alojaba el esfénco en las mallas. Pero de entre estos goles al alimón, el lograndolos y yo cantandolos, hay algunos inolvidables el gol a la selección inglesa en el Estadio Maracană de Rio de Janeiro, en el Mundial de 1950, cuando la radio colectiva de consola o de aparador (todavía no hablan aparecido los transistores) convocó a España entera en las casas, en los bares, en los locales públicos, para demostrar que un remate de Zarra sobre la marcha, sin parar la pelota, era capaz de acabar con la hegemonía futbolística de Inglaterra, y en la misma temporada, los cuatro goles de Zarra al Valladolid de la mejor épоса, en una final de Copa disputadísima, en la que tres de los tantos los obtuvo contra reloj, en la prórroga, cuando Telmo Zarraonaindia, con muchos de los protagonistas del encuentro ya agotados, levantó la bandera del pundonor y la bravura entre las aclamaciones de un público que le idolatraba.
Es imposible escribir la historia del Athletic, ni, por supuesto, la del fútbol español -yo creo que tampoco la del fúrbol mundial- sin dedicar un capitulo de honor a las proezas deportivas de aquel Telmo Zarraonaindia, Zarra, que fue mucho más que un futbolista, que fue sobre el césped de los Estadios una actitud y un comportamiento, una moral y un estilo. Me precio de haberle conocido, de haberle valorado y, sobre todo, de habernos elegido mutuamente como amigos. Gracias por haberme permitido escribir sobre Zarra.
miércoles, 18 de junio de 2025
Jesús Garay, la elegancia del Athletic de los años cincuenta
Entrevista publicada en el número 44 de la publicación Athletic Club en 1985
Su traspaso fue uno de los más sonados en la historia del Athletic. Siempre será, para los «hinchas» del Athletic, la tribuna «de la Misericordia», pero hubo unos años en los que la gente empezó a hablar de la tribuna «Jesús Garay». Ya estaba en el Barcelona aquel begoñés nacido el 10 de septiembre de 1930. Jesús Garay fue uno de los jugadores más elegantes, quizás sea el calificativo que más le cuadre, que ha tenido el equipo bilbaino.
Mil pesetas de ficha
Aquel chaval zurdo dio sus primeras patadas a una pelota allá por «la campa del muerto», Basarrate, hasta que empezó a entrar en los equipos colegiales del Patronato y Berri-Ochoa. Jugaba de extremo izquierdo, naturalmente. Un año de federado y a los 16 años... «Me fichó el Begoña por dos temporadas, pero en la segunda me llamó ya el Athletic por mediación de los directivos Eguiluz y Darío Zavala. Me dieron 1.000 pesetas de ficha y otras 250 de sueldo al mes. Era la campaña 48-49...».
Al Erandio, ida y vuelta
Pero el ascenso pareció prematuro y... «Me cedieron al Erandio para la temporada 49-50. Jugué de medio. Estábamos allí Lasquíbar, Ojinaga, Gárate II... Pero antes de terminar me reclamó también Josechu Iraragori. Poco después, 50-51, empiezo a entrar en las alineaciones como titular con Nando. Después de Iraragorri vino Antonio Barrios. Habíamos ganado la Copa del 50 al Valladolid, aquel 4-1 de Zarra, pero yo no jugué esa final. Sí, Barrios empezó a renovar el equipo, no tenía más remedio...
Sus entrenadores
Jesús Garay guarda un gran recuerdo de sus entrenadores en el Athletic «Iraragorri fue más un padre que un entrenador para mí. Te decía esto se hace así y lo hacía. De Antonio Barrios aprendí una cosa importante, una disciplina de profesional. Daucick lo tengo como un hombre conocedor de las cosas pequeñas del fútbol, que son importantes. Conocía la sicología del jugador de tal modo que te convencia. Con Daucick fuimos un gran equipo muy compensado en todas las líneas, durante unos años».
Titulos rojiblancos
Con el Athletic Jesús Garay ganó tres títulos de Copa -55, 56 y 58- y también la Liga del 56 (fue temporada de doblete).
¡Aquella final con Baltasar Albéniz en el banquillo de los campeones...! «A Baltasar le llamábamos «gizona», el hombre. Era todo un hombre. Habíamos jugado una mala Liga, quizás la preparación no era la más adecuada. Albéniz nos pidió consejo a varios, cambiamos los planes ¡y arrasamos!».
El equipo de aquella década también marcó una época «Quizás si... Eramos buenos compañeros, pero sobre todo, amigos. La verdad es que en este aspecto habíamos cogido la onda de los anteriores jugadores del equipo. Ahora las cosas se han disparatado y ahí están las deudas de los clubs...».
Ver fútbol
Otros tiempos... «Nosotros nos preparábamos para ganar, sempre para ganar. Ahora me tengo que cuidar y voy poco a San Mamés porque sufro de verdad, pero me hincho de ver fútbol a pesar de ir poco por San Mamés. Veo a los chavales, alevines, juveniles y hasta partidos de la Regional Y luego tengo lo de la Escuela de Lezama, donde se trabaja en fuerza y en técnica. Lógicamente los de menos edad trabajan más la técnica».
Cuando se lo llevó el Barça
Jesús Garay era un jugador elegante y espectacular... «Bien, los chavales se distraen ahora con otros deportes, antes sólo tenian el fútbol. Se habla de jugar a lo práctico, sí, pero ¿cuántos años se pueden jugar así? Hay un excesivo desgaste y una enorme tensión. En la temporada 60-61 los directivos del Barcelona llegan a un acuerdo con Javier Prado, el presidente del Athletic y Garay ficha por tres temporadas por el Barça. En la operación (unos seis millones) entra también Gonzalo Beitia. «Yo no queria marcharme de ninguna manera. Estaba proyectando poner una tienda de deportes, estaba en casa, pero... Las gestiones las llevó mi hermano José. En lo económico sali ganando mucho. En el Athletic estaba por 225.000 pesetas al año. El Barça me ofreció un millón por temporada. Creo que le pedia al Athletic un fichaje por cinco temporadas a 350.000. No aceptaron y me marché»
Triunfar en Barcelona
Tuvo que ser un cambio radical... «Me encontré en un ambiente completamente distinto, mucho más profesional. Recuerdo que en los primeros meses tuve algunos problemas. No sé, tal vez por tener que sustituir a algün jugador catalán. Había allí una mezcla de gentes. La Prensa catalana me «meneó» mucho al principio, esa es la verdad. En cambio el público se portó fenomenalmente conmigo, no me silbó ni una sola vez en cinco años. Luego también la Prensa cambió y hasta recuerdo que me concedieron el Premio Naranja y todo».
La emoción de volver a San Mamés
En el Barça tuvo como entrenadores al yugoslavo Brosic, a Orizaola, Luis Miró, Gonzalvo II, Kubala, Cesar... «Ganamos una Copa y fuimos subcampeones de Europa. Y ganamos también todos los trofeos amistosos» Jesús Garay había estado 12 años en el Athletic, 10 de ellos jugando. Y luego volver con otra camiseta... «La primera vez que volví a San Mamés sentí una emoción tremenda, un no sé qué, pero era un profesional que tenía que cumplir. En septiembre del 63 aquella rotura de ligamentos de la que le quedó una secuela. Ya volvi jugando de libero y lo estaba haciendo francamente bien, pero me sustituyó Gallego en el 64».
De Málaga... a casa
No había terminado sin embargo el camino futbolístico de Jesús Garay. «No, porque en la temporada 65-66 estuve en el Málaga. Jugamos muy bien. Teníamos un bonito equipo con Pepillo, Chuzo, Ben Barek. Hacíamos buen fútbol, sí, pero era un equipo demasiado veterano. Guardo muy buenos recuerdos de aquella gente sensacional. El caso es que al final me dieron a elegir y decidí volverme a casa, Bilbao. Primero al negocio de construcción que teníamos y ya más tarde a Lezama, donde llevo 13 años, me parace, en la Escuela. Y también metido en la asociación de veteranos del Athletic desde hace 18 años».
Internacional y admirador de otros
Una brillante, larga y cuajada carrera de un hombre que también fue internacional en numerosas ocasiones, internacional reconocido fuera de nuestras fronteras por su juego majestuoso, de categoría, elegante siempre. Tantos partidos, tantos jugadores... «Hombre, siempre te queda la impresión de los que a uno le parecieron fenómenos. Como Maguregui, Piru Gainza, Panizo ¡tantos del Athletic! Y luego Di Stélano, Kubala y aquel holandés, Wilkes, que fue un jugador sensacional, o Cruyff que para mi ha sido mejor que Maradona. Cruyff era potente y tenia aquel cambio de ritmo. A mi Maradona me ha paretido un gran jugador, pero físicamente pobre...»
Jugador y caballero
Y sigue al pie del cañón rojiblanco. Jesús Garay en la Escuela de Lezama, tratando de escudriñar las posibilidades de los chavales que empiezan, puliéndoles sus normales defectos futbolisticos, soñando con dar «camadas» de campeones, de auténticos «leones», Jesús Garay, como tantos otros, fue un capítulo, un punto y aparte, en la vida del Athletic. Dejó huella en todos los equipos por los que pasó. Huella de excelente jugador y de hombre de bien, de gran deportista y autentico caballero dentro y fuera de los terrenos de juego.
martes, 17 de junio de 2025
Marcaida, de la Plaza Nueva a los alirones con el Athletic
Entrevista publicada en el número 43 de la publicación Athletic Club en 1985
Nadie se podia figurar que aquel chaval de 11 años que pagaba al fútbol («cuando habia una pelota ¡vaya lujo! porque muchas veces jugábamos con una peladura de naranja») en los soportales de la Plata Nueva, iba para jugador del Athletic y para campeón con varios alirones. Era Félix, que estudiaba en el colegio de los Maristas y además de defensa, que no seria precisamente el puesto en el que luego iba a triunfar con los «leones». Aquel crio habla nacido en Lujua el 20 de noviembre de 1931. Alli, en la unamuniana Plaza Nueva, estuvo dándole a los libros, a la pelota y a la trompa, hasta los 16 años...
Aquellos bocadillos de Lujua...
Félix Marcaida Aurrecoechea, pero en el fútbol se quedaria siempre como Marcaida. Aquel primer año jugando en la Regional, Marcaida no ganó, por supuesto, ni un duro en el equipo del pueblo, el Lujua. «Pero estabas en casa y nos daban unos bocadillos...» Marcaida ya jugaba de interior cuando le llamó el Baracaldo. «Estuve tres temporadas all y tuve como entrenadores a Mandaluniz, Manolo Travieso y Juanito Urquizu ¡buena gente! Coincidi entonces con Orue y Tini, que estaban cedidos por el Athletic...»
Un fichaje ilegal
Queria jugar en el Athletic («La aspiración de todos los futbolistas vascos...») pero estando en el Baracaldo fichó por el Racing de Santander. «Pero resulta que había fichado antes del 30 de junio y entonces aquello era ilegal. No sé si fue por aquello, pero el caso es que el Club, el Athletic, me lamó y fiché inmediatamente». Asi el Racing perdió un buen rematador, un goleador. «Yo lo que queria era jugar en el Athletic. Fiche por cinco años a 80.000 pesetas por temporada». No hubo regateos: 400.000 pesetas para el de Lujua y a entrenar a las órdenes de Antonio Barrios.
Primer alirón
«Al principio me tuve que conformar con pocos partidos. A Barrios le tocó una tarea dificil, la de los relevos. Se iban los «grandes» y estaba naciendo otro equipo. Recuerdo que la primera temporada, la 52-53 solamente jugué nueve partidos y la siguiente, once. Entonces a Barrios le sucedió Daucick. Ya empecé a jugar más. En la Liga no pudimos hacer demasiado, aunque metíamos goles, pero en la Copa llegamos a la final. Fue un partido muy competido, pero de muy buen ambiente antes y después, sin líos. Nosotros sabíamos que Canito estaba lesionado y no podía jugar. pero nos llevamos una sorpresa cuando Daucick dio la alineación. Arteche jugaba de defensa izquierdo y Azcárate iba de extremo. ¡Qué volea agarró Uribe! Luego toda aquella gente aplaudiéndonos en el recibimiento como campeones. No se me olvidan aquellas palabras de Enrique Guzmán, nuestro presidente ¡Hemos ganado con once aldeanos! No habia absolutamente nada peyorativo en aquellas palabras, sino una clara alusión a la cantera del Athletic, campeón frente a otros equipos de presupuestos mucho más altos...
Una serie brillante
La campaña 55-56 ha sido una de las más brillantes e importantes del Athletic de cualquier época. Marcaida fue uno de sus protagonistas. «Claro, tengo muchos y buenos recuerdos, aunque la memoria ya... Si recuerdo, por ejemplo, que perdimos con el Murcia en San Mamés y Daucick nos dijo que lo arreglasemos los mismos en el partido de vuelta. Y les eliminamos de la Copa. La Liga fue un duelo con el Barcelona, al que ganamos en San Mamés. En el último partido le metimos tres al Valladolid y desde el mismo San Mamés nos fuimos al Ayuntamiento como campeones Aquella Liga metimos muchos goles, es verdad».
«La final de los pitos»
Aquel Athletic era un equipo muy compensado. Para «Piru» Gainza el mejor que conoció. Marcaida nunca olvidó aquella final de los pitos». A nosotros aquello no nos importó, al contrario nos sirvió de estímulo. Ellos marcaron primero, pero empató Arteche y luego ¡aquel cabezazo de Maguregui! El Atlético de Madrid perdió por 2-1. Y el Athletic se fue a jugar la Copa Latina cuya final perdería ante el Milán. Si, después estuvimos un par de dias en Roma. Nos recibió el Papa en el Vaticano y alli cantamos todos el alirón. Luego otro fenomenal recibimiento, por la Copa, en el «Bocho».
Retrato de aquel Athletic
Se ha hablado tanto de aquel Athletic... «Maguregui dirigía desde atrás todo el juego. Es que nosotros no sabiamos defender en bloque como hacen los de ahora: José Luis Arteche era genial, hacia la guerra por su cuenta y además metia goles. Nos entendíamos todos muy bien. ¿«Piru»? «Piru» Gainza era un poco como un padre para nosotros y además nos aconsejaba. Y todavía era, además, un gran jugador. Así que el equipo iba muy bien...»
Los doce del alirón
Daucick, pese a los triunfos, se fue «con ruido» y llegó Baltasar Albéniz. «En aquella Liga se equivocó Albéniz. Nos machacaba en los entrenamientos y estabamos muertos. En la Copa cambió todo y arrollamos. Por cierto que de aquella Copa hay una anécdota la ganamos doce jugadores, solamente doce. Yo no jugué la final porque Albéniz decidió así, pero jugué hasta la primera semifinal. Lo del recibimiento es para recordarlo toda la vida».
Marcaida, titular con M. Francisco
Pocas veces un entrenador ha sido sustituido después de ganar una final de Copa... «Bueno, pero parece ser que como habíamos hecho una mala Liga, la Directiva había estado buscando otro entrenador y ficho al brasileño Martim Francisco. Con aquel jugué de titular otra vez, como con Daucick. Conmigo se portó muy bien...» Sin embargo Marcaida no estuvo en la racha de los 33 goles en 4 partidos consecutivos. «No, los tuve que ver desde la grada porque estaba lesionado y después como el equipo marchaba muy bien, pues a esperar un poco más...»
Lesión jugando... al baloncesto
Marcaida era un luchador, un jugador práctico y un excelente rematador de cabeza. El principio del fin llegó, es un decir, con aquella lesión en la temporada 61-62. «Estaba lloviendo aquel día y nos fuimos a entrenar al pabellón de la Feria de Muestras como solíamos hacer. Fue jugando ¡al baloncesto! En un encontronazo tuve lesión de menisco y ligamentos. Una operación, la recuperación, en fin....». Marcaida estuvo en el Athletic hasta Marzo del 63, en que se fue al Europa del Barcelona. «Jugué cuatro meses alli y ascendimos de 3ª a 2ª. En la 63-64 jugué con el Pontevedra en Primera y de alli pasé al Huelva, en el que coincidi con Maguregui, Rentería, Urquijo, López el portero... Tenía ya 34 años y lo dejé. A casa y a los negocios de construcción...»
Marcaida «Daucick fue el mejor»
Tantos recuerdos... Los entrenadores, por ejemplo. «Barrios tenía mucho carácter y era un buen entrenador. Yo creo en los entrenadores, porque son los que saben colocar a un futbolista en su sitio exacto, en su puesto. Para mí, sin despreciar a nadie, Daucick fue el mejor. Antes de los partidos iba de habitación en habitación hablando con cada uno «tú, Félix, saltas fuerte y marcas gol de cabeza». Salíamos convencidos de que éramos mejores y de que íbamos a ganar. Albéniz se equivocó y luego rectificó bien. Martim Francisco quería que jugásemos el 4-2-4 y nos iba muy bien. Yo entraba con Eneko Arieta y fue la época en la que más goles marqué. Con Ipiña y Zubieta, que fueron los dos últimos que tuve en el Athletic, ya iba jugando menos partidos. La lesión, la edad...».
¡Ser del Athletic!
San Mamés, Bilbao, el Athletic, «la hinchada»... «Todo, todo eso es impresionante para un jugador del Athletic. Cuando San Mamés nos animaba es que volábamos. A mi a veces el público me chillaba y todo se me venía abajo. Lo del público tiene una gran importancia para el jugador. ¡Ser del Athletic! Félix Marcaida siempre rojiblanco. Si le pides una selección de sus tiempos te da la alineación del Athletic, claro está. Pero hace memoria y recuerda a una serie de jugadores. «Al margen de los ases que hemos visto, me referiero a extranjeros, a mi me gustaría este equipo «Araquistain, Rivilla, Santamaría, Gracia, Vergés, Zárraga, que por cierto me iba fatal, porque me marcaba muy bien. Y una delantera con Basora, Kubala, Di Stefano, Luis Suarez y Gento».
Uno de los supercampeones
Pero queda claro que para Marcaida primero el Athletic y luego todos los demás. Fue un batallador y un hombre de irse a la punta, a la zona caliente. «Sí, recuerdo aquel cabezazo que le meti al Real Madrid. Fue gol, la bolita dentro, pero me di un trastazo contra el palo. Si lo llego a ver...» Felix Marcaida, un hombre que tuvo la titularided con el Athletic supercampeón de Dauciek, sencillamente porque su entega, su rendimiento y sus goles, asi lo merecieron. De la Plaza Nueva a los alirones. Un brillante recorrido de aquel interior que empezó «cobrando» de prima aquellos sabrosos bocadillos del Lujua...
José María Orue, veinte años de rojiblanco
Entrevista publicada en el número 42 de la publicación Athletic Club en 1985
José María Orue Aranguren era un chaval menudo, de 19 años, cuando el último día de 1950 debutó con la camiseta del Athletic en el viejo Metropolitano. Los «colchoneros» ganaron por tres goles a dos, pero Orue había hecho realidad uno de los grandes sueños de su vida. «Aquello fue una impresión tremenda. Salí muy nervioso». Le tocó marcar a Juncosa y se quedó boquiabierto con el fútbol del marroquí Ben Barek, que militaba en el Atlético de Madrid. Josetxu Iraragori, entonces entrenador, contaba con un nuevo león...
Ilusionados comienzos
José María Orue había nacido en Bilbao el 17 de marzo de 1931 y dio sus primeras patadas al balón en el barrio (Zorroza), con los equipos de aspirantes que formaban en «Tiempo Libre». De ahí pasaría al Acero de Olaveaga, con 15 años, en el que militó dos temporadas. En la 47-48, al mismo tiempo que Jesús Garay (del Begoña) y José Luis Arteche (del Munguía), firmó por el Athletic. Lo mismo que Gojénuri, que también llegó del Acero.
«En aquel equipo nos enseñaron algo fundamental para un deportista, que es el respeto al adversario y, sobre todo, al árbitro. Comencé jugando de lateral izquierdo y de comodín. Debí destacar en algo, porque cuando tenía 17 años recién cumplidos me llamó el Athletic. Quince mil pesetas de ficha por temporada, 500 pesetas de sueldo al mes y las «primas» correspondientes.
Una temporada en el Baracaldo
Llegar y besar el santo es privilegio de muy pocos. Orue tuvo que ganarse a pulso una titularidad que no llegaria hasta la temporada 52-53, de la mano de Antonio Barrios.
«Yo entrenaba con el equipo e, incluso, viajaba en ocasiones, pero la titularidad estaba muy dificil. Por esa razón no me importó lo más mínimo ir cedido una temporada al Baracaldo, concretamente la 50-51, que estaba en Tercera División; aquello ayudó a forjarme».
Aquellos duelos con Gento
De vuelta en el Athletic, Antonio Barrios lo sitúa definitivamente como lateral derecho, formando una linea defensiva que dejó huella en el equipo, con Garay y Canito. «Formabamos una linea segura y nos entendiamos perfectamente. En realidad, el equipo de los años cincuenta y tantos estaba muy equilibrado».
A Orue le ha tocado lidiar a extremos de mucha calidad. Tiene un recuerdo especial de Paco Gento, con quien mantuvo espectaculares duelos en la banda. «Ya tuvimos años de pelea. Al principio, incluso, nos hablábamos mal en el campo. Luego fuimos grandes amigos. Ha sido uno de los mejores extremos del fútbol mundial. Recuerdo que lo expulsaron en dos ocasiones, una vez en San Mamés y otra en Chamartin. No sabría decirte quien ganó en aquellos partidos particulares entre nosotros, pero yo apostaría a favor de el».
Cuatro títulos en 20 temporadas
José Maria Orue es uno de los leones de más larga y brillante trayectoria en el equipo rojiblanco. Totalizó la friolera de veinte temporadas bajo la disciplina del Athletic (desde los 17 años hasta los 37), aunque no siempre en el primer equipo o de titular, y colaboró en la conquista de un Campeonato de Liga y tres de Copa.
«Ganamos la Liga en la 55-56, con Fernando Daucik y también fuimos dos o tres veces subcampeones. En la Copa, ganamos los títulos de los años 55, 56 y 58, aquella inolvidable final con el Real Madrid de Di Stéfano, cuando nos entrenaba Baltasar Albéniz».
«A morir en el campo»
Era la consigna última y favorita de Fernando Daucik poco antes de que los jugadores saltaran al terreno de juego. «Venga, a morir en el campo». Fernando Daucik, un chalado del fútbol, dejó especial recuerdo en José María Orue. «Y no sólo porque hiciéramos el doblete. Era un personaje peculiar, para quien toda la vida empezaba y terminaba con el fútbol. No hablaba de otra cosa. Nos mentalizó muy bien y creo que también nos exprimió, porque sabía donde y como podíamos rendir al máximo».
«El fútbol está estancados»
A Orue le ha tocado vivir de lleno la evolución de un puesto como el de lateral, que «empezó siendo de defensas estáticos», que luego se convirtió en una especie «de sucesores de los medios alas» y que en la actualidad «son verdaderos extremos, que tienen que correr toda la banda».
El estancamiento del fútbol es un tema de reflexión para el que durante dos decenios fuera jugador del Athletic. «El reglamento no ha evolucionado lo necesario. En este sentido, la trayectoria del baloncesto es ejemplar. El fútbol, en cambio, ha perdido espectacularidad, porque los entrenadores se han especializado en armar el equipo atrás. No sé como, ni de que manera, pero habría que premiar el gol, el fútbol ofensivo en definitiva».
«Nunca he sido leñero»
En el recuerdo de algunos aficionados aún está fresca la imagen de José María Orue vistiendo la camiseta número «2» del Athletic. «Creo que he sido duro, porque en esa zona hay que serlo, pero jamás leñero. Nunca he ido a la piena de nadie, aunque suplese que se podía escapar. Pienso que fui un lateral rápido, que manejaba bien el balón y que nunca despejaba de patadón. Como teníamos enfrente a muchos delanteros, nos apoyábamos bastante».
Otro de los «sambenitos» que el paso del tiempo le ha adjudicado a Orue es el de haber llevado una vida casi monacal. «Me cuidaba mucho, es cierto, pero no como un sacrificio, sino porque me gustaba la vida de deportista y estaba satisfecho practicándola. Si, además, como sucedía, era mi profesión, no creo que debiera extrañar a nadie».
Agradecimiento al fútbol
Ni una sola palabra de reproche. Ni un altercado con jugadores, técnicos o directivos. La machadiana definición de bueno cuadra a la perfección con este bancario, fundamentalmente honesto, que un día se dio cuenta de que el fútbol había que aparcarlo en el recuerdo. «Hay que hacer un esfuerzo personal grande para asumir el cambio, que en algunas ocasiones es radical. Yo lo encajé bien, porque sólo tengo palabras de agradecimiento para el fútbol, para el Athletic y, muy especialmente, para los aficionados de San Mamés. En el fútbol he cubierto una etapa de aprendizaje tremendamente provechosa y enriquecedora».
domingo, 15 de junio de 2025
50 años del primer rugido de Goiko
Fuente: athletic-club.eus (15/06/2025)
Hablar de Andoni Goikoetxea supone referirse, además de a uno de los centrales más destacados de la historia del Athletic Club, al último medio siglo de la entidad. Y es que se acaban de cumplir 50 años desde que un imberbe defensa de Alonsotegi se estrenó, con apenas 18 años, en el primer equipo rojiblanco, un 9 de junio de 1975. Fue el inicio de una gloriosa carrera que se prolongó durante 13 campañas en las que disputó 369 partidos -359 como titular- como león en los que anotó 44 tantos, una cifra nada desdeñable tratándose de un zaguero. Futbolista generacional, fue parte del equipo que ganó los títulos de La Liga en 1983 y 1984, además de la Copa y la Supercopa también en 1984. Junto a ello, fue finalista de la copa de la UEFA en 1977 y de la Copa tanto en 1977 como en 1985. Una brillante trayectoria que se cerró en 1987, cuando el Athletic le traspasó al Atlético de Madrid a cambio del delantero Peio Uralde y una importante suma económica. Goikoetxea se mantuvo tres temporadas en el cuadro colchonero.
Fue en un partido de Copa frente a la Real Sociedad en Atotxa bajo las órdenes de otro mito como Rafa Iriondo y, curiosamente, se estrenó como lateral izquierdo debido a una lesión de Félix Zubiaga. Encomendado al marcaje de Santi Idigoras, una de las figuras del equipo txuri-urdin, y acompañado de Jose Angel Iribar, Javi Eskalza, Dani Astrain, Ángel María Villar, Jose Mari Amorrortu, Pedro Mari Zabalza, Dani Ruiz-Bazán o Txema Lasa en el once, los leones cayeron por 3 a 1 en el viejo terreno de juego del barrio donostiarra de Egia. Apenas, una semana después, en San Mamés, el Athletic volteó la eliminatoria ante su aficion. El tiempo reglamentario y la prórroga acabaron con otro 3 a 1 para los rojiblancos, merced a los tantos de Villar, Carlos y Dani. En la tanda de penaltis, los leones se impusieron por 6 a 5 y un jovencísimo Goiko marcó el suyo. En definitiva, el bautismo de fuego de una gran carrera.
Durante su trayectoria en el primer equipo fue dirigido por técnicos como el citado Rafa Iriondo, Koldo Agirre, el austriaco Helmut Senekowitsch, Iñaki Sáez -en dos etapas-, Javier Clemente y Jose Angel Iribar. Goiko fue uno de los baluartes defensivos compartiendo zaga con Dani Astrain y José Ramón Alexanko en primera instancia, con Rocky Liceranzu en la etapa de Clemente y, finalmente, con un pujante Genar Andrinua. Icono del equipo campeón de los ochenta que vivió las dos primeras salidas de La Gabarra, también fue internacional con las selección vasca y española.
En septiembre de 1983 vivió otra de las situaciones que marcó su carrera con la dura entrada que ocasionó la lesión de Diego Armando Maradona, entonces jugador del FC Barcelona, su tobillo izquierdo. Una jugada que «no venía a cuenta», tal y como recuerda un Goiko que ha mostrado repetidamente su desazón por lo sucedido durante décadas. Castigado con 17 partidos de sanción, posteriormente reducida, padeció una enorme presión mediática que trascendió ampliamente de lo deportivo en un momento social complejo. El de Alonsotegi conoció la sanción poco antes de salir a disputar el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa de Europa ante el Lech Poznan. La necesidad de remontar y la sensación de agravio tras el castigo al de-fensa rojiblanco propiciaron un ambiente electrizante. Goikoetxea anotó el primer tanto, los leones remontaron y el zaguero acabó siendo sacado a hombros por sus compañeros.
Una noche para la historia, inmortalizada primero con la foto de Ángel Ruiz de Azua y, posteriormente, con el cuadro de Iñaki García Ergüin. Una imagen de fuerza que evoca el rugido del león, el rugido de un Goiko que actualmente continúa trabajando para el Athletic inmerso en la parte más social del Club cuando se cumplen 50 años de su debut. Zorionak Goiko!
El mítico defensa de Alonsotegi, doble campeón de Liga y ganador tanto de la Copa como de la Supercopa, debutó un 9 de junio de 1975 en el viejo estadio de Atotxa
jueves, 5 de junio de 2025
lunes, 26 de mayo de 2025
Óscar de oro
Fuente: Blog Athletic Risas Club de Asier Sanz publicado en el diario Deia el 26/05/25
El Barça cierra esta Liga a lo campeón ganando en San Mamés. Los athleticzales celebraron la Champions y despidieron a lo grande a Óscar De Marcos, una leyenda rojiblanca que puso fin a su carrera tras 16 años en Lezama dejando un gran legado en lo deportivo y lo humano. Zorionak!!
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