Artículo publicado por Aitor Martínez en el diario Deia el 03/05/2014
Cerca de 6.000 hinchas rojiblancos invaden Vallecas la noche en la que el Athletic selló su pase a la Champions
"¡Mira papá, cuánta gente!", exclama una voz tenue, tímida, de niño, a las afueras del estadio de Vallecas horas antes de que dé comienzo el encuentro entre el Rayo. "Son del Athletic. Ya sabes, estos de Bilbao, que están medio locos". La respuesta del padre resulta significativa, aunque esconde algo de verdad. Y es que cerca de 6.000 aficionados rojiblancos invadieron ayer el sur de Madrid. Un abordaje sin precedentes en el campo del Rayo. Una fiesta del fútbol, de cánticos entre los hinchas locales y visitantes que acabó de forma soñada para los intereses bilbainos. Y es que con el triunfo de ayer, el Athletic certificó la cuarta posición liguera y, por ende, su presencia en la fase previa de la Liga de Campeones, competición que disputará 16 años después.
El desembarco en la capital española se produjo desde primera hora de la mañana, aunque encontró su momento álgido pasada la una del mediodía, momento en el que fueron llegando los quince autobuses fletados por la Agrupación de Peñas. Eufóricos, con la ilusión por bandera, no tardaron en hacerse notar por los aledaños del estadio, donde fueron recibidos con los brazos abiertos por la hinchada del Rayo. Y también por la hostelería local, que hizo su particular agosto un 2 de mayo, día festivo en la Comunidad de Madrid.
La afición rojiblanca fue calentando motores fuera del campo. Algunos, los menos, trataron de encontrar a la televisiva Cristina Pedroche -fiel seguidora del Rayo-, de la que no hubo noticias. Otra vez será. A aquellos intrépidos seguro que poco o nada les importó no verla, pues la fiesta que se vivió en el interior del estadio compensó, y con creces, ese vacío. Los tantos de San José, De Marcos y Herrera llenaron de alegría los corazones, acelerados ya a mil revoluciones, de los seguidores bilbainos.
Cada gol, un paso de gigante. Más cerca de la Champions, de la gloria, de esa "gran gloria" a la que hizo referencia Valverde en la previa. Ni tan siquiera el tardío arranque del duelo, motivado por el excesivo y premeditado lanzamiento de papeles por parte de Bukaneros, los hinchas más fervientes del Rayo, ni el pequeño incidente acontecido en la celebración del segundo tanto del Athletic, que acabó con dos contusionados tras la ruptura de una valla, nada frenó ayer la fiesta rojiblanca.
El pitido final del árbitro dio paso a la fiesta en el terreno de juego, aunque esta sin balón de por medio. Solo abrazos, saltos de alegría y aplausos de agradecimiento. Muchos aplausos. Todos ellos correspondidos tanto por la afición llegada desde Bizkaia como por la hinchada local. La fiesta se trasladó entonces al interior de los vestuarios. Allí, en privado, en soledad, sin cámaras ni micrófonos, los jugadores dieron rienda suelta a la euforia. Quizá la ducha más celebrada por este grupo de jugadores, acostumbrados en las últimos años a alcanzar finales, aunque sin premio.
La zona mixta del estadio, donde aficionados y jugadores compartieron su alegría, fue un claro ejemplo de lo que significa para el Athletic haber alcanzado la Champions. "Denok batera lortu dugu!", rezaba la camiseta conmemorativa diseñada para la ocasión. Un lema acertado. Un reconocimiento para las casi 6.000 gargantas que se dejaron la voz en la noche madrileña. Despedidos entre aplausos, los futbolistas, todos, incluso los lesionados, se marcharon a festejar el pase a la Liga de Campeones. Una noche larga y con premio, pues a pesar de que la primera plantilla tenía previsto ejercitarse hoy, no será hasta el martes cuando comiencen a preparar el derbi. Noches alegres... mañanas igual de alegres. Es tiempo de celebrar, de compartir la alegría. En definitiva, de disfrutar.