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domingo, 25 de abril de 2010

Historia del arco de San Mamés

Cuando en 1950 la Directiva presidida por Enrique Guzmán tomó las riendas del Athletic, convocó un concurso de ampliación y reforma de San Mamés; ganó el equipo equipo formado por los arquitectos José Antonio Domínguez Salazar (San Sebastián, 1911), Ricardo Magdalena Gayán y Carlos de Miguel González (Madrid, 1904-1986), y el ingeniero Carlos Fernández Casado (Logroño, 1905-Madrid, 1988).

El ingeniero Carlos Fernández Casado a pie de obra
Entendían los autores del proyecto –de 1951– que la tribuna era la pieza clave del conjunto, y su importancia había de ser tal, que dominara y definiese toda la parte arquitectónica del futuro campo. Querían hacer –ajustándose a las limitaciones económicas del Club– algo original y audaz: construir la cubierta de hormigón armado más grande del mundo. En EE. UU. los hangares para aviones B-52 en Lake City y Limestone tenían 104 metros de luz libre, y la cubierta del estadio de Montgomery 114 metros de luz teórica, pero rebajada a 87 por dos apoyos intermedios. En Europa el hangar de Marignane (Francia) sólo tenía 101,50 metros.

Las empresas constructoras que comparecieron al concurso de obra no querían pillarse los dedos (sólo el andamio empleado en Limestone costó cien mil dólares) y presentaron unos presupuestos más elevados que los anticipados en el proyecto. El Club pidió también bajar el borde delantero de la cubierta para evitar que en días desapacibles de viento y lluvia se mojasen los espectadores de la tribuna alta. Se imponía la 'solución metálica', que en principio habían descartado los autores, a causa de las dificultades en el suministro de materiales. Las conexiones personales de miembros de la Directiva con Altos Hornos de Vizcaya, S.A. permitieron subsanar todos los inconvenientes. En la construcción de la nueva tribuna se emplearon 360 toneladas de hierro y 3.800 de cemento, junto a 6.000 metros cúbicos de arena y 10.000 de gravilla de caliza. Se obtuvo un hormigón de gran resistencia y magnífico aspecto externo, que permitió incluso el abujardado directo de toda la fachada.

El proyecto inicial consistía en una superficie cilíndrica de losas curvas de hormigón armado, apoyadas sobre arcos del mismo material, estribados en los muros de costado de la tribuna; posteriormente se modificó en dos arcos atirantados apoyados en los mismos, desde los que cuelga una cubierta plana inclinada hacia fachada. El tablero de la techumbre está dispuesto en vigas transversales cada seis metros, con tres puntos de sustentación: dos intermedios sobre los tirantes y una extremidad empotrada en los pilares de fachada. Los arcos, de 115 metros de luz, soldados a los elementos fundamentales de la cubierta, forman pareja arriostrados por cruces de San Andrés, distanciándose 6,60 m. Son arcos atirantados, apoyados en los extremos mediante articulación fija en uno y de libre deslizamiento en el otro. Todos los elementos son de sección rectangular.

Las obras empezaron el 23 de enero de 1952; en mayo, una vez jugados los encuentros de Copa, comenzó la obra en toda su amplitud con el derribo de la tribuna, pues mientras hubiera partidos se fijó como premisa interferir lo menos posible en las localidades de la vieja tribuna y preferencia, y al inicio de la Liga habilitar, como mínimo, los asientos de la nueva preferencia y tribuna baja. La actual tribuna principal –una innovación en aquella época y la más grande de Europa en su género– se inauguró oficialmente en mayo de 1953. Era la primera vez que se empleaba la tipología de arco o bowstring en una estructura deportiva. En su realización –en condiciones meteorológicas extremas, que entorpecieron y retardaron los trabajos–, intervinieron varias empresas vizcainas: Basconia, S.A. de Basauri, que ejecutó la estructura metálica; el montaje lo llevó a cabo la Sociedad Ibérica de Montajes Metálicos, S.L., de Bilbao; y la constructora Isidro Castellanos, S.A. efectuó el resto de la obra.

El arco de San Mamés en 1953
Hasta la inauguración del Guggenheim, sólo dos obras nuestras: el Puente 'Vizcaya', de Ferdinand Arnodin y Alberto de Palacio, y la tribuna de San Mamés, aparecían en las grandes publicaciones internacionales de historia de la Construcción; no había más citas bilbainas, ni vizcainas siquiera, en las obras de referencia. Si alguien pretendiese la destrucción en Bilbao de una obra –en caso de que la hubiera–, de Gaudí o Eiffel, originaría un escándalo mayúsculo pues se trata de dos celebridades; el arquitecto Domínguez Salazar y el ingeniero Fernández Casado, –que volvieron a colaborar en otra instalación deportiva, el Picadero cubierto de la Real Sociedad Hípica Club de Campo de Madrid– también son dos grandes constructores del siglo XX. A la inmensa mayoría de la gente estos nombres no les dicen nada, como tampoco les suenan los de Aalto o Nervi. Domínguez Salazar, que aún vive, construyó también el edificio de oficinas de Firestone, en Galdakano (1967).

La tribuna de preferencia de San Mamés, llamada principal, es un bien de interés cultural por su valor histórico, artístico, técnico y social –por lo tanto merecedora de protección y defensa–, que debe ser calificada e inventariada en la categoría de monumento. Desde las instancias oficiales: Ayuntamiento, Diputación Foral y Gobierno Vasco se deberían adoptar las medidas cautelares necesarias, amparándose en el artículo 2º de la Ley 7/90 de Patrimonio Histórico-Artístico, de Regulación del Patrimonio Cultural Vasco, para incoar la tramitación del expediente de calificación.

Iribar jamás me tocó, se me fue el balón y me tiré

(Artículo publicado por Tomas Guasch en el diario deportivo As, 12 de septiembre 2008)

Amancio y el 'Chopo' rememoran el penalti fantasma de la Liga del 68 El 11 de febrero de 1968 Madrid y Athletic se enfrentaron en el Bernabéu. Era la jornada 20 de la Liga 67-68. Empataron a cero y se produjo la jugada que recoge esta foto de Agustín Vega entre Amancio e Iribar. El árbitro valenciano Lloris no pitó y ¡acertó!fotos con leyenda

El partido estaba atascado. El Madrid atacaba. José Ángel Iribar y sus defensas le cerraban los caminos hacia el gol. De pronto pasó. Los clásicos dirían sobre la jugada que les engañó "el efecto óptico". Parece la Madre de todos los Penaltis y no lo fue. Amancio Amaro, la presunta víctima, lo explica así: "Traté de driblar al Chopo, pero me tapó bien. Me fui hacia un costado, la pelota se me fue larga y me tiré. Jamás me tocó". Iribar sonríe: "Mis manos fueron siempre hacia el balón, nunca lo toqué, ni tampoco a Amancio. La bola se perdió por la línea de fondo y el árbitro señaló lo que debía: saque de puerta".

La foto de la discordia
¿El Bernabéu, dice usted? Alfredo Relaño, nuestro director, estuvo aquella tarde en el estadio. "No protestó nadie", asegura. Amancio bromea: "Yo sí". Iribar sale al cruce: "Y yo recuerdo que te dije algo poco cariñoso". Observen la grada: en aquel Bernabéu de los años 60 cabían más de cien mil espectadores. El caso es que no hubo siquiera tímidas protestas tras la polémica jugada. La sorpresa llegó el día siguiente, en la portada del AS del 12 de febrero, en la que apareció la foto bajo un único titular: "Penalti".

Amancio ejerce de gallego: "Lo que estáis viendo y pensando (por la fotografía) es mentira". Todo un titular para aclarar el malentendido, que para ellos nunca existió. "Otras veces fue al rev me hicieron penalti y los árbitros no lo pitaron", filosofa Amancio. Iribar se encoge de hombros: "Es que con éste suelto en el área podía pasar cualquier cosa". A los pocos días, la Prensa del momento le preguntó a Amancio por la jugada. "Dije que no había sido penalti y en el club se enfadaron conmigo".

El madridista recela de todo tipo de cámaras, también las de televisión. "Lo de este penalti imaginario se puede entender, la foto lleva a engaño. Más gordo fue lo del segundo gol a Rusia, cuando ganamos la Eurocopa del 64". Iribar era el portero; Amancio, el 7 de aquella Selección. Los goles los marcaron Pereda y Marcelino. Este verano, cuando la Roja de Luis Aragonés se disparó hacia el título, cierto canal de televisión le pidió a Amancio que les acompañara al Bernabéu, escenario de aquella final. "Me quedé pasmado cuando me preguntaron si era verdad que yo le había dado a Marcelino el centro del 2-1. ¿Después de cuarenta años me haces esa pregunta?, les contesté".

Y es que también había truco. El No-Do de la época acostumbrada a enlazar jugadas de los partidos si le faltaba la acción completa. No había la cantidad de cámaras de hoy siguiendo a los jugadores. Y en el gol del 2-1 faltaba el centro que fue obra de Chus Pereda y no de Amancio. "Como la toma general de la jugada, las imágenes del partido corrido, no eran buenas, tomaron un centro mío y le añadieron el cabezazo de Marcelino. Cualquier buen observador vería que por la dirección de la pelota era imposible que aquel centro acabara en el cabezazo glorioso. Pero como es lo que se vio por la tele años y años".

El centro fue de Pereda. Tan cierto como que Iribar no le hizo penalti a Amancio, que sigue a lo suyo: "Lo que estáis viendo y pensando es mentira". Aquel Madrid-Ahletic acabó en empate a cero, ya digo. El Real ganó aquella Liga con 42 puntos, el Barça fue segundo con 39 y Athletic, séptimo, con 32. Nuestra Primera División la formaban entonces 16 equipos y las victorias valían dos puntos. La rivalidad entre Amancio e Iribar (en aquel entonces y a nivel popular lo que son hoy Rafa Nadal y Pau Gasol para los españoles) ya tenía su historia. "Los dos debutamos en Primera, en el Madrid y en el Athletic, en 1962, pero uno antes, Amancio en el Deportivo y yo en el Basconia, me metió el gol más rápido que he encajado en mi vida", recuerda Iribar. A Amancio no se le olvidó: "Sí, fue en Riazor. Sacó de centro Veloso (con el que coincidiría después en Chamartín), dimos dos toques y marqué". "De mi equipo no lo tocó nadie", apostilla el Chopo, al que Amancio define así entre risas: "Era un porterito que despuntaba".

Un millón de pesetas de la época pagó el Madrid por Amancio, al que seguía el Valencia y sobre todo el Atlético. O más que el Atlético, Antonio Collar, hermano de Enrique, el 11 legendario de los colchoneros. "Jugaba conmigo en Coruña y llamaba continuamente al Atleti, ¡llevaros a éste, llevaros a éste! Nunca me llamaron". Sí lo hizo el Barcelona poco antes de firmar por el Madrid. "Tenían los azulgrana un directivo, Tamburini se llamaba, con negocios textiles y aparecía mucho por Galicia. Un día me citó en el hotel Atlántico y me hizo una oferta... que no me acabó de gustar".

Iribar pasó del Basconia al Athletic. Antes jugó un partidazo frente al Barcelona en partido de Copa. "Me metieron nueve, pero es que jugamos con dos menos medio partido. Kubala me preguntó sí quería fichar con ellos. Se adelantó el Athletic. Con 30 años cumplidos vino el Madrid a por mí: no le di permiso al presidente para que negociara. ¡Si le llego a decir que sí me hubiera vendido, que era mucho dinero! Pero yo no quería moverme, estaba en mi casa".

La rivalidad Amancio-Iribar vivió otros episodios deliciosos, como el del abrazo del madridista a Txutxi Aranguren, el lateral zurdo de aquel Athletic. "Fue en San Mamés", se arranca Amancio. "El campo estaba embarrado y fui a presionar a Aranguren", continúa y le para Iríbar. "Como entonces se podía pasar la pelota al portero, que la cogía sin problemas, Aranguren me la dio y Amancio siguió insistiendo. Quise darle con el pie, mandarla lejos, fuera del estadio, pero dio un bote raro y se me coló por debajo de la bota. ¡Vaya gol!". Inmediatamente llegó la guinda del momento con Amancio: "Yo me fui a abrazar a Aranguren, me salió del alma y casi me dio un puñetazo". El Chopo, siempre grande, tercia: "El error fue mío, no os metáis con Txutxi. En San Mamés, y en otros campos, estaba mal visto echar la pelota atrás para perder tiempo y yo quise que siguiera en juego. Fue un desastre".

Amancio asegura que jamás en su vida ha visto un portero como Iribar: "Este ha sido el más grande, lo veías en la portería y pensabas: ¡a ver cómo me las apaño para meterle un gol! Era un espectáculo, él cogía lo que no se podía coger". El Chopo apostilla: "Sí, todo lo que no se podía coger menos la cesión aquella de Aranguren". Iribar, por su parte, considera que Amancio ha sido su peor 'cliente'. "Los días antes de jugar con el Madrid me preguntaban por él y yo contestaba que nada, que tranquilos: "Que venga Amancio o quien quiera, que no pasa nada". Pero por dentro, amigo, yo sabía que Amancio era mucho Amancio, un delantero fabuloso".

En aquel Madrid estaba Puskas, otro terrible de los porteros. Una vez, Iribar le pidió que tirara un penalti fuera. "Sucedió en el último partido de la Liga 62-63 en San Mamés, el año de mi debut. Ganaba el Madrid 0-1 y faltando un cuarto de hora, Manolín Bueno, que salió en lugar de Paco Gento, fue objeto de falta dos metros fuera del área por parte del bueno de José Mari Orué, que en paz descanse. El árbitro pitó penalti y entonces sí se armó un gran escándalo. Fue en la portería de La Misericordia. Llovieron almohadillas, se armó una buena. Yo, debutante y pardillo, me fui para Puskas que tenía la pelota en el punto de penalti y le dije: "Lo deberías tirar fuera o de aquí no salimos". Pancho me miró de arriba abajo y me contestó: "Sí, 'hipojuta', sí. Luego me enteré que lo de 'hijoputa' lo decía continuamente y de modo cariñoso Total, que la cosa acabó con tiro de Puskas a la escuadra, gol y el partido no pudo acabarse".

En la conversación ha salido el nombre de Paco Gento y Amancio se revuelve inquieto en su silla. "¿Saben? Cuando en el Madrid me dicen que me van a dar algo a mí, una insignia, un homenaje, les preguntó enseguida: ¿y a Paco ya se lo habéis dado". Gento es la debilidad de Amancio mientras que sobre compañeros que le han dejado huella, ninguno para Iribar como Fidel Uriarte. "Era un Pirri con muchos goles", le pone el toro en suerte Amancio.

"De lo mejor que he visto", insiste Iribar. "Los ocho años que estuvo en San Mamés fueron extraordinarios, llegó a ser Pichichi incluso. Otro fenómeno fue Txetxu Rojo, distinto a Fidel que con 28 años se marchó al Málaga y dejó un hueco dificilísimo de llenar. Jugadores como él salen muy de vez en cuando".

Uriarte y Pirri jugaron en cierta ocasión un mano a mano en un tremendo Athletic-Real Madrid en San Mamés. "Eran terribles", recuerda Iribar. "Yo sacaba y se la daba a Uriarte; Miguel Ángel, portero del Madrid, hacía lo mismo con Pirri. Fue un choque de trenes durante noventa minutos, eran tal para cual. Ganamos nosotros, por cierto".

Fútbol de otra época, héroes eternos Amancio e Iribar, que manda un saludo en la distancia a Marcial Pina, el único que le hizo un 'hat trick' en San Mamés. "Fue otra delicia de jugador Marcial. Nos ganaron 2-3 y me hizo los tres goles". El Chopo recuerda cuando aprovechaba los viajes al extranjero para comprar las últimas novedades en material deportivo, "guantes sobre todo".

Amancio pone cara de póker para establecer la que cree es la mayor diferencia entre sus tiempos y hoy: "Los campos, que están perfectos, y las cámaras de televisión. Hoy no se podrían dar las patadas de entonces". La conversación se empina por caminos tortuosos y divertidos. "En Córdoba estaba Costas, un canario, (en este momento Iribar interrumpe mínimamente la exposición de Amancio con un sentido ¡ooooh!), que era terrible. Pegaba tanto que una vez me dijo Puskas: ¡métele tú un plantillazo! Lo hice y me tuve que retirar".

En Granada, aquel inolvidable Fernández le produjo a Amancio la lesión más grave de su vida, una patada que le reventó un muslo. "La suerte que tuve es que no me pude levantar; si llego a hacerlo me remata Aguirre Súarez". Aquel Granada repleto de zagueros argentinos y uruguayos era temible. Iribar no tiene problema alguno en reconocer que "los leones del Athletic, la parte de ataque sobre todo, sufría la semana previa a los partidos en Córdoba y Granada unas extrañas molestias, ¡ja, ja!".

La conversación deriva hacia la Selección, Casillas y el Balón de Oro. El Chopo ha sido, probablemente el mejor saliendo de portería. ¿Tenía truco lo suyo? Dice que no: "Lo único cierto es que siempre encontraba un espacio por donde llegar a la pelota, era algo innato supongo. En las salidas es importante el tren inferior, que Casillas tiene bastante bueno".

El vasco ve a Iker con méritos para ganarlo: "Es el mejor portero del momento". Amancio no creyó nunca en estos premios. "Una vez me dieron el de bronce y lo tiré. El de oro se lo dieron a Dennis Law, delantero escocés del Manchester United. Era bueno, sí, pero yo mejor. Nunca me he creído esos premios ni a quienes votan". Premios para hacer justicia a Amancio e Iribar no se inventaron todavía

jueves, 22 de abril de 2010

Luis Bergareche, autor del primer gol del Athletic en Liga

Luis Bergareche, (16 de mayo 1910 - 9 de septiembre 1994), vino a este mundo en la localidad vizcaina de Balmaseda.

Luis Bergareche
Bien dotado para la práctica deportiva, comenzaría a vivir una auténtica pasión por el fútbol al dar las primeras patadas a un balón en el Colegio Santiago Apóstol. De hecho, con sólo 14 años ya debutaba (1925) como jugador del Deusto, ocupando al principio el puesto de extremo. Su primera actuación está registrada en un encuentro disputado contra el Barakaldo en el campo de Lasesarre.

Cabe aclarar que en aquella época el Campeonato de Copa de S.M. el Rey se estaba desarrollando con la división de los diferentes equipos en series o grupos. La formación "tomatera" fuguraba en la serie A.

Las facultades físicas de Luis Bergareche, el jugador más joven que ha participado en la Copa, no podian pasar inadvertidas para los ojeadores rojiblancos, que en 1929 lograron su fichaje. Para entonces, ya agonizaban los tiempos heroicos de jugadores sin remuneración fija, ya que el profesionalismo iba imponiendo sus cifras desde tres años antes.

Convertido ya en un joven interior pleno de raza y fuerza, Bergareche, que encima marcaba goles con regularidad, empezaría a llamar la atención de los descubridores de nuevos talentos futbolísticos. Todo apuntaba ya a que debía caer en las redes de uno de los grandes clubes que dominaban en Vizcaya por aquella época: el Arenas de Getxo y el Athletic Club de Bilbao.

No obstante, tras permanecer tres temporadas en el Deusto, su padre optó por mandarlo a los EE.UU., a Ohaio, buscando un horizonte laboral más abierto al ser en casa ni más ni menos que doce hermanos en total. El propio interesado lo recordaría a mediados de los ochenta de esta forma: "Estuve casi dos años en la fábrica de Firestone. Estando allí recibí un telegrama del Athletic en que me comunicaban que, tras hablar con mi padre, me enviaban la ficha para que firmara por una temporada. Al principio reconozco que sentí un poco de disgusto, porque yo tenía más simpatías por el Arenas. Después el Athletic caló muy hondo en mi para siempre".

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)

Jupp Heynckes, un técnico para recordar

Estamos ante un entrenador alemán que llegó al Athletic para afrontar con más garentías la temporada 1992-93. Pisó las instalaciones deportivas de lezama como técnico estrella, de la mano del entonces presidente Lertxundi. En sí, dicen que éste había optado por seguir la línea marcada por su antecesor en el cargo, Pedro Aurtenetxe, con el inglés Howard Kendall, al que luego siguieron hombres de la casa como Txetxu Rojo, Clemente, Sáez y Aranguren.

Julen Guerrero, Javier Uria y Jupp Heynckes
Heynckes apareción en Bilbao en julio de 1992 con la experiencia de haber entrenado a equipos de renombre en la potente Bundesliga: Bayer de Munich y Borussia Moenchengladbach. De jugador, ya habia destacado como máximo goleador del fútbol alemán. Fue, también, compañero en la selección del celebre mundialista "Torpedo" Müller.

Ya en el Athletic, Jupp Heynckes varió el juego de los adormecidos "leones" en la búsqueda de un mejor trabajo ofensivo. Quiso acabar con el clásico "patadón", sustituyéndolo por el pase en corto. Al tiempo, fijaba enseguida su experimentada mirada en el mejor producto de la cantera de Lezama: Julen Guerrero, que habia realizado una magnífica campaña en el equipo juvenil y en el Bilbao Athletic.

Sin fichajes de relumbrón (incluso con el handicap de ver cómo el defensa internacional Rafa Alkorta era traspasado al Real Madrid para la temporada 1993-94), El técnico germano de la primera plantilla rojiblanca implantaría la novedad del "rombo" en el centro del campo, su táctica favorita (1.1.3.1.2.1.2). El Athletic era un equipo de pocos kilos, de poca envergadura, pero bien dotado técnicamente. Trabajó con tesón por invuirles autoestima y confianza; animarles a jugar, a tener personalidad, a divertirse jugando al fútbol. En los últimos tiempos el Athletic aburría a la afición. Allí donde el Athletic jugaba, la afición veía el partido más aburrido de la temporada. Se cambió de mentalidad.

A pesar del lamentable espectáculo que supuso la eliminación en Copa del Rey a manos de un modesto Jerez, el Athletic logro clasificarse para la soñada UEFA in extremis. Así pudo dejar Heynckes un buen sabor de boca entre los aficionados, antes de abandonar de forma voluntaria la dirección técnica rojiblanca.

El técnico alemán se marchó con la satisfacción de haber colocado bien al equipo para el futuro inmediato, dando oportunidades a jóvenes como Valencia, Karanka o el propio Guerrero.

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)

Las palomas de Santa Marina

En 1972, Piru Gainza relató a la publicación "Programa Oficial" del Athletic Club de Bilbao la curiosa historia sobre un antiquisimo sistema de comunicación. Había que llevar noticias desde "La Catedral" a las cercanias del monte Avril, donde esta ubicado el Hospital de Santa Marina, este es su relato:

"Hace veinticinco o treinta años las informaciones de los resultados de los campos de fútbol, no eran, ni mucho menos, tan rápidas como ahora, que todo el mundo se entera al momento de lo que está sucediendo en cualquier sitio.

Hoy, transmitir un partido por radio, o verlo a través de la televisión, afortunadamente, está al alcance de cualquier ciudadano.

Aquí, en Vizcaya, siempre han tenido una significación muy grata las instituciones benéficas y recuerdo que una de las más fieles seguidoras del Athletic era Santa Marina, lugar espléndido, en cuyo sanatorio los enfermos querían saber cosas del partido de San Mamés, lo más pronto posible.

¿Cómo se podía comunicar esa alegría a aquellos magníficos seguidores del Athletic que, impedidos por su dolencia, no podían ir a San Mamés?.

Pues de la forma más curiosa y yo diría que hasta única. Los aficionados de entonces seguro que lo recordarán. Por medio de palomas mensajeras.

Las aves eran trasportadas al campo en cestas pintadas de rojo y blanco, nuestros entrañables colores. Cuando se marcaba un gol, se colocaba en el anillo de una pata de paloma un papelito en el que se escribía el nombre del jugador que conseguia el gol, el resultado... y a volar, hasta el palomar de Santa Marina.

Con aquél simpatico procedimiento se enteraban nuestros amigos los enfermos del resultado del encuentro que el Athletic estaba disputando.

Por cierto que una vez, creo que el 18 de mayo de 1947, salieron de San Mamés ocho palomas transportando cada una de ellas el mensaje "minuto tal, Gainza".

¿Qué ocurrió?. Pues que tuve la fortuna de meter al Celta, el simpático equipo gallego, ocho goles de los doce que marcó el equipo en una eliminatoria de Copa.

Creo que esta cifra constituye todavia un récord en la competición oficial. Pero al margen de ésto, la anécdota está en que aquel día se llevaron a San Mamés más cantidad de palomas que las previstas de ordinario, porque quince días antes Panizo, el gran interior y compañero, con seis goles fenomenales que metió al Alcoyano, puso en guardia al encargado del palomar.

Lo malo, que todo hay que decirlo, es cuando no volaban palomas desde San Mamés; era mala señal."

Evidentemente los tiempos han cambido y las comunicaciones han evolucionado trayendo consigo que este entrañable sistema de comunicación pasara a la historia.
Hay que decir que posteriormente al empleo de las palomas se utilizaron cohetes para informar de lo que acontecia en San Mamés: dos cohetes indicaban gol del Athletic y uno gol del equipo rival.

En la actualidad esta tradición se mantiene por parte de los regentes del txakoli Abasolo, que lanzan un cohete cada vez que los leones perforan la porteria rival.

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)

La historia del león de San Mamés

Juan Arregui Garay (24 noviembre 1907 - 20 abril 1999), ex presidente del Deportivo Alavés fue entre otras cosas un apasionado por la cinegética. Calcula que abatió unas 2000 piezas de caza mayor y cerca de 1000 las guardaba en su museo.
Un día comentó con algunos mienbros de la Junta Directiva del Athletic Club: " ¡ Mirad, vosotros, en el Athletic, habláis mucho de leones, de cachorros, pero no tenéis un verdadero y auténtico león en vuestras oficinas! ¡Os prometo que cuando quedéis campeones de Copa os regalo uno de mis leones, el que vosotros elijáis! No os va a costar nada, incluso de instalarlo me encargo yo.

El león se encuentra situado en el antepalco de San Mamés
Con un apretón de manos, fuerte y cariñoso, se cerró el acuerdo entre este gran admirador y amigo del Athletic y el presidente de la entidad rojiblanca. Pero tardó en cumplirse la condición sellada. Se falló en la primera oportunidad, en la temporada 76-77, y la derrota frente al Betis dejó un recuerdo amargo en los 45000 seguidores rojiblancos que se desplazaron al Vicente Calderón. Pero el 5 de mayo de 1984, a las 20:15 y en el estadio Santiago Bernabéu, el Athletic Club comenzaba el partido contra el F.C. Barcelona que, a la postre, iba a traer el león de Juan Arregui a las vitrinas del Athletic. Pedro Aurtenetxe recibió el regalo prometido de manos de Juan Arregui.

El Athletic Club ya tenía su león. El ejemplar regalado al Athletic fue cazado en los años 70 en Zambia. Se trata de un león macho, con melena, de unos diez años.

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)