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domingo, 31 de enero de 2016
viernes, 29 de enero de 2016
martes, 26 de enero de 2016
¡Iñigo Juaristi y Patxi Salinas animan al Athletic desde el Amazonas!
Fuente: www.eitb.eus
Iñigo Juaristi y Patxi Salinas no se olvidan de sus colores ni en Colombia. Y es que han celebrado el triunfo de los anacondas acordándose del Athletic.
Iñigo Juaristi y Patxi Salinas no se olvidan de sus colores ni en Colombia. Y es que han celebrado el triunfo de los anacondas acordándose del Athletic.
domingo, 24 de enero de 2016
viernes, 22 de enero de 2016
Black is Basque
Artículo publicado por Beñat Zarrabeitia en www.naiz.eus el 21/01/2016
Corría el año 2001 cuando Fermin Muguruza publicó su trabajo «FM 99.00 Dub Manifest», en el mismo uno de los temas hablaba del «Bere-Bar» establecimiento regentado por personas de origen árabe en la calle San Francisco de Bilbao. Una zona de encuentro para muchos habitantes procedentes de África instaladas en la capital vizcaína. Años antes, el grupo Zarama popularizó el tema «Iñaki» en referencia a los primeros afroamericanos que vimos en Euskal Herria, una canción no exenta de crítica social versada en la popularidad de unas personas que sufrían un importante desamparo en nuestra propia sociedad. Eran «los Iñakis», con sus relojes y productos de venta ambulante en busca de una vida mejor.
Paralelamente, durante aquella década comenzaron a proliferar una serie de delanteros de raza negra con unas características físicas y atléticas poco comunes hasta ese momento. Un salto de calidad para muchos equipos y selecciones. El caso más paradigmático fue el de Patrick Kluivert, delantero campeón de Europa con el Ajax y doble ganador de la Liga con el Barcelona, un ariete felino, capaz de jugar tanto de cara como de espaldas, gran zancada y visión de juego. Un imberbe Thierry Henry ya apuntaba maneras en el Mónaco y les bleus o en un escalón inferior Gerald Asamoah y Emmanuel Olisadebe se convirtieron en los primeros jugadores de raza negra en debutar con las selecciones de Alemania y Polonia. El impacto fue general e inmediato, tanto que en lo que después ha sido una imagen premonitoria, la candidatura de Fernando Lamikiz a la presidencia del Athletic en las elecciones de 2001, utilizó la imagen de un joven africano con la elástica rojiblanca en San Mamés para identificar el futuro de la cantera del club y, por ende, del país. Finalmente, fue el difunto Javi Uria quien se impuso al abogado de Busturia en aquellos comicios.
Una camiseta que en aquella etapa ya lucía orgulloso en la cocina y pasillo de su casa un niño nacido en Bilbao y residente en el barrio iruindarra de Errotxapea que respondía al nombre de Iñaki Williams. Pertenecía a una familia que había huido de la primera guerra civil de Liberia.
Un conflicto que arrancó a finales de 1989 y se prolongó hasta prácticamente 1996. Según datos de ACNUR, la contienda estuvo centralizada entre las fuerzas del Frente Patriótico Nacional de Liberia, formadas en su mayoría por miembros de las etnias gio y mano, y las tropas afines al entonces presidente del país Samuel Doe, en su mayoría de la etnia krahn. Una guerra que estuvo marcada por la brutalidad, las matanzas de civiles, mutilaciones, destrucción generalizada de propiedades y el reclutamiento de un gran número de niños soldado a quienes se solía obligar a matar para que demostrasen su lealtad. Un escenario de horror que provocó la muerte de más de 150.000 personas y que la mitad de los habitantes de Liberia huyesen de sus hogares. De los más de 1,7 millones de liberianos desarraigados, aproximadamente el 40 por ciento se refugió en los países vecinos y casi todos los restantes se convirtieron en desplazados internos. Es el caso de los padres de Iñaki Williams, Félix Williams –actualmente residente en Londres- y María Arthuer, que se conocieron en un campo de refugiados ubicado en Ghana, cerca de la capital Accra.
El ojo de Javier Aristu
Los inicios futbolísticos de Iñaki fueron en el Club Deportivo Natación de Iruñea, donde llamó la atención de Javier Aristu, directivo del CD Pamplona y club convenido del Athletic. Después de una serie de visitas de los ojeadores rojiblancos, no les hizo falta ni cinco partidos para decidirse. Williams jugaría un año en el Pamplona –club en el que se formaron, entre otros, Ziganda, Iñigo Larrainzar o Miguel de Andrés- antes de ser captado por la factoría rojilanca. Pese a que la incorporación no fue inmediata, a sus 15 años, el delantero comenzó a acudir a Lezama y empaparse del método de trabajo del Athletic. Pasó dos temporadas más en el Pamplona antes de que la entidad de Ibaigane lo incorporase definitivamente. Su estreno fue demoledor, 31 goles y la presencia del equipo en la final de Copa juvenil. Una cita en la que fue imposible superar al Real Madrid debido a la calidad blanca y una discutible actuación arbitral que dejó de señalar un claro penalti al propio Williams. El equipo dirigido por Gontzal Suances contaba también en sus filas con Alex Remiro, Urtzi Iriondo, Yeray o Unai López. Meses antes, también había formado para del grupo de canteranos elegido para disputar las NextGen Series, una especie de Champions juvenil. Un torneo en el que los cachorros se midieron al Arsenal, Olympiacos u Olympique de Marsella. Junto a Iñaki, Kepa Arrizabalaga, Aymeric Laporte, Jonás Ramalho, Guillermo Fernández o Ager Aketxe eran otros de los integrantes de aquel equipo.
La proyección de Williams siguió en el Baskonia, pese a que durante la temporada 2013-2014 sufrió algunos problemas físicos sus números eran incontestables. El ascenso de Guillermo al primer equipo le abrió las puertas del filial, respondiendo con ocho tantos en 14 partidos. Su nombre ya estaba en boca de todos y la puerta del primer equipo estaba cada vez más cercana. La temporada pasada arrancó con «Willy» como delantero titular en el Bilbao Athletic, siendo un futbolista devastador. Durante el primer tercio de campeonato anotó 13 goles con los cachorros. Los medios de comunicación auguraban su debut en el primer equipo y el propio Valverde aseguró no tener dudas de que «Williams jugará en el Athletic». Eso sí, no concreto su estreno como león.
De los gigantes de San Fermín en Nueva York, al coloso de Errotxapea en San Mamés
Al tiempo que Iñaki escalaba su último tramo para convertirse en un nuevo león, el 13 de noviembre de 2014, Fermin Muguruza inauguró en Alhondiga Bilbao el proyecto expositivo «Black is Beltza». Una obra basada en una novela gráfica, del mismo nombre, que el polifacético músico de Irun completó junto al escritor Harkaitz Cano y el ilustrador mexicano Jorge Alderete. Un trabajo que cimentado en un curioso descubrimiento del propio Muguruza, la presencia de los típicos gigantes de las fiestas de San Fermín en la Exposición Universal de 1965 celebrada en Nueva York. Según sus palabras, «hace 14 años veo la fotografía de los gigantes de la comparsa de San Fermín desfilando por la Quinta Avenida de Nueva York. Es una foto impactante pero lo es aún más el pie de foto en el que se cuenta como se impidió desfilar a los gigantes negros por el racismo de la época».
Sin embargo, el 6 de diciembre de ese año, Williams, el colosa de Errotxapea, logró un hecho histórico, ser el delantero titular del Athletic. Un ejemplo de normalidad en la cantera rojiblanca el debut de un nuevo jugador formado en la factoría rojiblanca y clara muestra de la adaptación del club a la realidad sociológica del país. Al igual que durante los años 70, 80 o 90 cuando futbolistas nacidos en el seno de familias llegadas a Euskal Herria desde diferentes puntos del Estado español para ganarse una vida mejor se enfundaron la elástica rojiblanca ahora ocurre con los hijos de personas procedentes desde cualquier lugar del planeta. De los Sarabia, Jabo Sa, De Diego, Ferreira, Tabuenka, Karanka, Javi González o Jorge Pérez hemos pasado a Williams, Jonás y otros jóvenes que ahora están en las categorías inferiores. Es la realidad del país, es la Euskal Herria del siglo XXI. Y en la misma, el Athletic es un gran constructor de identidades colectivas, especialmente en Bizkaia. Prueba de ello fue la final de Copa del pasado mayo en el Camp Nou.
Su renovación, un éxito deportivo de calado social
Apenas habían pasado desde que un apresurado Iñaki avisó a su madre María con un elocuente «ama, toma el pase que igual juego». Su progenitora pudo ver in situ el debut de su hijo ante el Córdoba. Pronto llegaría su primer en gol ante el Torino o la cerrada ovación que recibió tras vaciarse ante el Real Madrid. El feeling entre San Mamés y Williams fue inmediato, versado en el chispazo a primera vista que genera el convencimiento de estar asistiendo a algo extraordinario. Y los hechos lo han confirmado.
Williams cuenta con los dos elementos más determinantes para un delantero, velocidad y gol. Lo más complicado de encontrar y lo más caro a la hora de pasar por caja. Siendo un diamante aún por pulir, el propio Raúl García le ha advertido de que el mayor freno que puede tenerse es «creérselo» y desde el club han buscado que ponga su foco en futbolistas marca de la casa como Aduriz y Gurpegi, sus credenciales son fantásticas. Con espacios es devastador, en el remate a un toque, sin pensarlo, es muy efectivo.
Durante el presente curso ha llegado su eclosión definitiva. Aunque no comenzó con suerte ya que en el simbólico viaje a Idaho, tierra donde los vascos echaron raíces en busca de una vida mejor durante el pasado siglo, Williams padeció una rotura muscular de la que recayó ante el Zilina en Eslovaquia. Una inoportuna lesión que le impidió disputar la Supercopa aunque disfrutó como el que más en la celebración. Con la careta de SanjoBuruz o un Arrano Beltza que consiguió entre la afición. Activo y carismático.
Retornó al equipo contra el AZ en Holanda y desde entonces su aportación ha sido capital. Goles y desborde que le habían puesto en el punto de mira de algunos de los mejores clubes de la Premier League. Entidades poderosas en lo económica, alguna incluso dispuesta a pagar los 20 millones que hasta hoy marcaba su cláusula. Sin embargo, a primera hora de esta tarde, el Athletic ha comunicado oficialmente la renovación del delantero.
Un acuerdo capital para la entidad de Ibaigane, que se asegura al menos hasta 2021 la continuidad de un jugador con un techo aún lejano pero con un gran presente. Asimismo, en lo simbólico, su renovación tiene unos efectos importantísimos para un club que en un breve espacio de tiempo ha conseguido atar tanto a Laporte como a Williams. Dos de sus puntales, lanzando un mensaje que cambia la cierta percepción de pesimismo en torno a la fidelidad de los jugadores que se había instalado en parte del entorno del club tras las salidas de Llorente, Javi Martínez, Herrera y Amorebieta. Asimismo, Iñaki es un factor clave para que muchos niños de diversos orígenes y colores residentes en Bizkaia sueñen con ser el nueve del Athletic. Para muchos inmigrantes africanos, Williams es un referente social y su enganche social y emocional con los leones. Una fidelización de primer orden, referente en el verde y también fuera del mismo.
El éxito es total. Así las cosas, la próxima vez que Fermin Muguruza pregunte aquello de «why do you say black in Basque?» le dirán que «Iñaki Williams». No hay duda, «Black is Basque».
Corría el año 2001 cuando Fermin Muguruza publicó su trabajo «FM 99.00 Dub Manifest», en el mismo uno de los temas hablaba del «Bere-Bar» establecimiento regentado por personas de origen árabe en la calle San Francisco de Bilbao. Una zona de encuentro para muchos habitantes procedentes de África instaladas en la capital vizcaína. Años antes, el grupo Zarama popularizó el tema «Iñaki» en referencia a los primeros afroamericanos que vimos en Euskal Herria, una canción no exenta de crítica social versada en la popularidad de unas personas que sufrían un importante desamparo en nuestra propia sociedad. Eran «los Iñakis», con sus relojes y productos de venta ambulante en busca de una vida mejor.
Paralelamente, durante aquella década comenzaron a proliferar una serie de delanteros de raza negra con unas características físicas y atléticas poco comunes hasta ese momento. Un salto de calidad para muchos equipos y selecciones. El caso más paradigmático fue el de Patrick Kluivert, delantero campeón de Europa con el Ajax y doble ganador de la Liga con el Barcelona, un ariete felino, capaz de jugar tanto de cara como de espaldas, gran zancada y visión de juego. Un imberbe Thierry Henry ya apuntaba maneras en el Mónaco y les bleus o en un escalón inferior Gerald Asamoah y Emmanuel Olisadebe se convirtieron en los primeros jugadores de raza negra en debutar con las selecciones de Alemania y Polonia. El impacto fue general e inmediato, tanto que en lo que después ha sido una imagen premonitoria, la candidatura de Fernando Lamikiz a la presidencia del Athletic en las elecciones de 2001, utilizó la imagen de un joven africano con la elástica rojiblanca en San Mamés para identificar el futuro de la cantera del club y, por ende, del país. Finalmente, fue el difunto Javi Uria quien se impuso al abogado de Busturia en aquellos comicios.
Una camiseta que en aquella etapa ya lucía orgulloso en la cocina y pasillo de su casa un niño nacido en Bilbao y residente en el barrio iruindarra de Errotxapea que respondía al nombre de Iñaki Williams. Pertenecía a una familia que había huido de la primera guerra civil de Liberia.
Un conflicto que arrancó a finales de 1989 y se prolongó hasta prácticamente 1996. Según datos de ACNUR, la contienda estuvo centralizada entre las fuerzas del Frente Patriótico Nacional de Liberia, formadas en su mayoría por miembros de las etnias gio y mano, y las tropas afines al entonces presidente del país Samuel Doe, en su mayoría de la etnia krahn. Una guerra que estuvo marcada por la brutalidad, las matanzas de civiles, mutilaciones, destrucción generalizada de propiedades y el reclutamiento de un gran número de niños soldado a quienes se solía obligar a matar para que demostrasen su lealtad. Un escenario de horror que provocó la muerte de más de 150.000 personas y que la mitad de los habitantes de Liberia huyesen de sus hogares. De los más de 1,7 millones de liberianos desarraigados, aproximadamente el 40 por ciento se refugió en los países vecinos y casi todos los restantes se convirtieron en desplazados internos. Es el caso de los padres de Iñaki Williams, Félix Williams –actualmente residente en Londres- y María Arthuer, que se conocieron en un campo de refugiados ubicado en Ghana, cerca de la capital Accra.
El ojo de Javier Aristu
Los inicios futbolísticos de Iñaki fueron en el Club Deportivo Natación de Iruñea, donde llamó la atención de Javier Aristu, directivo del CD Pamplona y club convenido del Athletic. Después de una serie de visitas de los ojeadores rojiblancos, no les hizo falta ni cinco partidos para decidirse. Williams jugaría un año en el Pamplona –club en el que se formaron, entre otros, Ziganda, Iñigo Larrainzar o Miguel de Andrés- antes de ser captado por la factoría rojilanca. Pese a que la incorporación no fue inmediata, a sus 15 años, el delantero comenzó a acudir a Lezama y empaparse del método de trabajo del Athletic. Pasó dos temporadas más en el Pamplona antes de que la entidad de Ibaigane lo incorporase definitivamente. Su estreno fue demoledor, 31 goles y la presencia del equipo en la final de Copa juvenil. Una cita en la que fue imposible superar al Real Madrid debido a la calidad blanca y una discutible actuación arbitral que dejó de señalar un claro penalti al propio Williams. El equipo dirigido por Gontzal Suances contaba también en sus filas con Alex Remiro, Urtzi Iriondo, Yeray o Unai López. Meses antes, también había formado para del grupo de canteranos elegido para disputar las NextGen Series, una especie de Champions juvenil. Un torneo en el que los cachorros se midieron al Arsenal, Olympiacos u Olympique de Marsella. Junto a Iñaki, Kepa Arrizabalaga, Aymeric Laporte, Jonás Ramalho, Guillermo Fernández o Ager Aketxe eran otros de los integrantes de aquel equipo.
La proyección de Williams siguió en el Baskonia, pese a que durante la temporada 2013-2014 sufrió algunos problemas físicos sus números eran incontestables. El ascenso de Guillermo al primer equipo le abrió las puertas del filial, respondiendo con ocho tantos en 14 partidos. Su nombre ya estaba en boca de todos y la puerta del primer equipo estaba cada vez más cercana. La temporada pasada arrancó con «Willy» como delantero titular en el Bilbao Athletic, siendo un futbolista devastador. Durante el primer tercio de campeonato anotó 13 goles con los cachorros. Los medios de comunicación auguraban su debut en el primer equipo y el propio Valverde aseguró no tener dudas de que «Williams jugará en el Athletic». Eso sí, no concreto su estreno como león.
De los gigantes de San Fermín en Nueva York, al coloso de Errotxapea en San Mamés
Al tiempo que Iñaki escalaba su último tramo para convertirse en un nuevo león, el 13 de noviembre de 2014, Fermin Muguruza inauguró en Alhondiga Bilbao el proyecto expositivo «Black is Beltza». Una obra basada en una novela gráfica, del mismo nombre, que el polifacético músico de Irun completó junto al escritor Harkaitz Cano y el ilustrador mexicano Jorge Alderete. Un trabajo que cimentado en un curioso descubrimiento del propio Muguruza, la presencia de los típicos gigantes de las fiestas de San Fermín en la Exposición Universal de 1965 celebrada en Nueva York. Según sus palabras, «hace 14 años veo la fotografía de los gigantes de la comparsa de San Fermín desfilando por la Quinta Avenida de Nueva York. Es una foto impactante pero lo es aún más el pie de foto en el que se cuenta como se impidió desfilar a los gigantes negros por el racismo de la época».
Sin embargo, el 6 de diciembre de ese año, Williams, el colosa de Errotxapea, logró un hecho histórico, ser el delantero titular del Athletic. Un ejemplo de normalidad en la cantera rojiblanca el debut de un nuevo jugador formado en la factoría rojiblanca y clara muestra de la adaptación del club a la realidad sociológica del país. Al igual que durante los años 70, 80 o 90 cuando futbolistas nacidos en el seno de familias llegadas a Euskal Herria desde diferentes puntos del Estado español para ganarse una vida mejor se enfundaron la elástica rojiblanca ahora ocurre con los hijos de personas procedentes desde cualquier lugar del planeta. De los Sarabia, Jabo Sa, De Diego, Ferreira, Tabuenka, Karanka, Javi González o Jorge Pérez hemos pasado a Williams, Jonás y otros jóvenes que ahora están en las categorías inferiores. Es la realidad del país, es la Euskal Herria del siglo XXI. Y en la misma, el Athletic es un gran constructor de identidades colectivas, especialmente en Bizkaia. Prueba de ello fue la final de Copa del pasado mayo en el Camp Nou.
Su renovación, un éxito deportivo de calado social
Apenas habían pasado desde que un apresurado Iñaki avisó a su madre María con un elocuente «ama, toma el pase que igual juego». Su progenitora pudo ver in situ el debut de su hijo ante el Córdoba. Pronto llegaría su primer en gol ante el Torino o la cerrada ovación que recibió tras vaciarse ante el Real Madrid. El feeling entre San Mamés y Williams fue inmediato, versado en el chispazo a primera vista que genera el convencimiento de estar asistiendo a algo extraordinario. Y los hechos lo han confirmado.
Williams cuenta con los dos elementos más determinantes para un delantero, velocidad y gol. Lo más complicado de encontrar y lo más caro a la hora de pasar por caja. Siendo un diamante aún por pulir, el propio Raúl García le ha advertido de que el mayor freno que puede tenerse es «creérselo» y desde el club han buscado que ponga su foco en futbolistas marca de la casa como Aduriz y Gurpegi, sus credenciales son fantásticas. Con espacios es devastador, en el remate a un toque, sin pensarlo, es muy efectivo.
Durante el presente curso ha llegado su eclosión definitiva. Aunque no comenzó con suerte ya que en el simbólico viaje a Idaho, tierra donde los vascos echaron raíces en busca de una vida mejor durante el pasado siglo, Williams padeció una rotura muscular de la que recayó ante el Zilina en Eslovaquia. Una inoportuna lesión que le impidió disputar la Supercopa aunque disfrutó como el que más en la celebración. Con la careta de SanjoBuruz o un Arrano Beltza que consiguió entre la afición. Activo y carismático.
Retornó al equipo contra el AZ en Holanda y desde entonces su aportación ha sido capital. Goles y desborde que le habían puesto en el punto de mira de algunos de los mejores clubes de la Premier League. Entidades poderosas en lo económica, alguna incluso dispuesta a pagar los 20 millones que hasta hoy marcaba su cláusula. Sin embargo, a primera hora de esta tarde, el Athletic ha comunicado oficialmente la renovación del delantero.
Un acuerdo capital para la entidad de Ibaigane, que se asegura al menos hasta 2021 la continuidad de un jugador con un techo aún lejano pero con un gran presente. Asimismo, en lo simbólico, su renovación tiene unos efectos importantísimos para un club que en un breve espacio de tiempo ha conseguido atar tanto a Laporte como a Williams. Dos de sus puntales, lanzando un mensaje que cambia la cierta percepción de pesimismo en torno a la fidelidad de los jugadores que se había instalado en parte del entorno del club tras las salidas de Llorente, Javi Martínez, Herrera y Amorebieta. Asimismo, Iñaki es un factor clave para que muchos niños de diversos orígenes y colores residentes en Bizkaia sueñen con ser el nueve del Athletic. Para muchos inmigrantes africanos, Williams es un referente social y su enganche social y emocional con los leones. Una fidelización de primer orden, referente en el verde y también fuera del mismo.
El éxito es total. Así las cosas, la próxima vez que Fermin Muguruza pregunte aquello de «why do you say black in Basque?» le dirán que «Iñaki Williams». No hay duda, «Black is Basque».
"Aprendamos del Athletic"
Fuente: "El editorial de Josep" de la web de Jugones LaSexta
Josep Pedrerol elogió al Athletic y su filosofía, su mayor sello de identidad: "El Athletic es otra cosa. Un club ejemplar por su filosofía"
Josep Pedrerol elogió al Athletic y su filosofía, su mayor sello de identidad: "El Athletic es otra cosa. Un club ejemplar por su filosofía"
miércoles, 20 de enero de 2016
Emilio Cobos, entre el hierro y la pasión por el Athletic
Artículo publicado por Emilio Zunzunegi en el diario Deia el 20/01/2016
El periodista barakaldarra Emilio Cobos presenta en Muskiz el libro ‘All iron!’ En él relaciona el origen del equipo rojiblanco a las faldas de los Montes de Triano
Un inglés vino a Bilbao.... hace más de un siglo a buscar en las entrañas de las Encartaciones vizcainas el filón de la riqueza y se encontró con vetas tan ricas que les llamaban a gritar “All Iron” (¡Todo Hierro!) que diera origen al grito del Alirón en apoyo al minero Athletic Club. Un grito que se escuchará con fuerza el próximo viernes 22 a las 19.00 horas en la Sala M de la casa cultura de Muskiz donde el periodista barakaldarra Emilio Cobos presentará su libro All iron! El Grito de Hierro, que pretende rememorar cien años de penurias, sacrificios, esfuerzos, dedicación, triunfos, alegrías… “Y también tristezas de infinidad de hombres y mujeres que han trabajado, luchado, sentido y vivido, de una u otra manera en la mundialmente conocida cantera rojiblanca. Unos sudando la camiseta a destajo con porras, barrenas, picos, palas, empujando las vagonetas de mineral… Y otros, con el balón. Pero todos golpeando duro y con la especial idiosincrasia de un equipo único e inimitable”, destaca Cobos.
En el libro se ponen al descubierto muchas anécdotas, referencias y curiosidades relacionadas con los ingleses, los orígenes del Athletic, Pitxitxi, la Reina del Alirón, el barrio de La Palanca de Bilbao, la Gabarra, Riotinto, Luis de Castresana…
Las 12 historias rojiblancas de esta publicación, forjadas y unidas en este libro para poner en valor las raíces de hierro del equipo de fútbol más singular del mundo, son un homenaje a las personas que escuchaban en el tajo All Iron! porque ese grito de júbilo significaba triple paga y la ocasión de celebrar el ansiado hallazgo con una comida especial y un divertido partido de foot-ball.
Trueba Zentroa
El libro del periodista barakaldarra ha contado con el decidido apoyo de Trueba Zentroa, que tiene como objetivos recuperar y divulgar la historia de la comarca encartada. “El patrocinio de estas 12 entrañables historias que recuperan pasajes totalmente olvidados y sitúan los inicios del fútbol y los orígenes de este club en la Zona Minera de las Encartaciones se ajusta como un guante a nuestra labor de difusión de la cultura encartada”, valoró el director de la fundación, Ricardo Santamaría.
La investigación realizada sobre los orígenes del fútbol en Bizkaia pone en evidencia la intrínseca relación entre las minas de las Encartaciones y el nacimiento de este deporte. Aquellos ingleses, en constante búsqueda de la veta de mineral, gritaban “all iron” y lo festejaban jugando y enseñando a jugar al fútbol. El Athletic, y el fútbol en Bizkaia, nacen en la efervescencia minera en los Montes de Triano de las Encartaciones y se desarrolla en los años de intensa explotación del mineral de hierro.
Los 12 relatos, homenaje a los hombres y mujeres de la minería, están relacionados con las minas de hierro y el Athletic, son cortos, independientes y de fácil lectura, pero todos se unen entre sí para forjar juntos una única y apasionante historia rojiblanca.
La presentación se realizará el viernes a las 19.00 horas en la Sala M de la casa de cultura de Muskiz, y contará con la presencia de antiguos jugadores del Athletic de la comarca.
El hecho de que en las Encartaciones de Bizkaia se contara con el mayor yacimiento de mineral de hierro de Europa a cielo abierto y muy cerca del mar, aceleró la explotación minera rural y propició, a partir de 1865, una explotación industrial con la llegada de compañías europeas, y la creación de una potente siderurgia en el valle de Somorrostro y de un sector naval moderno en las orillas de la ría. En definitiva, el despegue económico de las Encartaciones y de Bizkaia.
Hacia ese año comenzó la explotación masiva del Oligisto (vena) hasta su total agotamiento y, a partir de finales del s. XIX, se fueron explotando minerales férricos de mayor dureza espoleada por una importantísima demanda proveniente del extranjero que buscaba precios competitivos.
“Como el arco del viejo San Mamés y la gabarra, los vizcainos y vizcainas somos hijos del hierro, pero lo triste es que se nos ha olvidado y la mayoría de nuestros benjamines desconocen que la prosperidad de nuestras tierras se debe fundamentalmente a que sus entrañas estaban repletas de este mineral”, reseña Emilio Cobos.
El periodista barakaldarra Emilio Cobos presenta en Muskiz el libro ‘All iron!’ En él relaciona el origen del equipo rojiblanco a las faldas de los Montes de Triano
Un inglés vino a Bilbao.... hace más de un siglo a buscar en las entrañas de las Encartaciones vizcainas el filón de la riqueza y se encontró con vetas tan ricas que les llamaban a gritar “All Iron” (¡Todo Hierro!) que diera origen al grito del Alirón en apoyo al minero Athletic Club. Un grito que se escuchará con fuerza el próximo viernes 22 a las 19.00 horas en la Sala M de la casa cultura de Muskiz donde el periodista barakaldarra Emilio Cobos presentará su libro All iron! El Grito de Hierro, que pretende rememorar cien años de penurias, sacrificios, esfuerzos, dedicación, triunfos, alegrías… “Y también tristezas de infinidad de hombres y mujeres que han trabajado, luchado, sentido y vivido, de una u otra manera en la mundialmente conocida cantera rojiblanca. Unos sudando la camiseta a destajo con porras, barrenas, picos, palas, empujando las vagonetas de mineral… Y otros, con el balón. Pero todos golpeando duro y con la especial idiosincrasia de un equipo único e inimitable”, destaca Cobos.
En el libro se ponen al descubierto muchas anécdotas, referencias y curiosidades relacionadas con los ingleses, los orígenes del Athletic, Pitxitxi, la Reina del Alirón, el barrio de La Palanca de Bilbao, la Gabarra, Riotinto, Luis de Castresana…
Las 12 historias rojiblancas de esta publicación, forjadas y unidas en este libro para poner en valor las raíces de hierro del equipo de fútbol más singular del mundo, son un homenaje a las personas que escuchaban en el tajo All Iron! porque ese grito de júbilo significaba triple paga y la ocasión de celebrar el ansiado hallazgo con una comida especial y un divertido partido de foot-ball.
Trueba Zentroa
El libro del periodista barakaldarra ha contado con el decidido apoyo de Trueba Zentroa, que tiene como objetivos recuperar y divulgar la historia de la comarca encartada. “El patrocinio de estas 12 entrañables historias que recuperan pasajes totalmente olvidados y sitúan los inicios del fútbol y los orígenes de este club en la Zona Minera de las Encartaciones se ajusta como un guante a nuestra labor de difusión de la cultura encartada”, valoró el director de la fundación, Ricardo Santamaría.
La investigación realizada sobre los orígenes del fútbol en Bizkaia pone en evidencia la intrínseca relación entre las minas de las Encartaciones y el nacimiento de este deporte. Aquellos ingleses, en constante búsqueda de la veta de mineral, gritaban “all iron” y lo festejaban jugando y enseñando a jugar al fútbol. El Athletic, y el fútbol en Bizkaia, nacen en la efervescencia minera en los Montes de Triano de las Encartaciones y se desarrolla en los años de intensa explotación del mineral de hierro.
Los 12 relatos, homenaje a los hombres y mujeres de la minería, están relacionados con las minas de hierro y el Athletic, son cortos, independientes y de fácil lectura, pero todos se unen entre sí para forjar juntos una única y apasionante historia rojiblanca.
La presentación se realizará el viernes a las 19.00 horas en la Sala M de la casa de cultura de Muskiz, y contará con la presencia de antiguos jugadores del Athletic de la comarca.
El hecho de que en las Encartaciones de Bizkaia se contara con el mayor yacimiento de mineral de hierro de Europa a cielo abierto y muy cerca del mar, aceleró la explotación minera rural y propició, a partir de 1865, una explotación industrial con la llegada de compañías europeas, y la creación de una potente siderurgia en el valle de Somorrostro y de un sector naval moderno en las orillas de la ría. En definitiva, el despegue económico de las Encartaciones y de Bizkaia.
Hacia ese año comenzó la explotación masiva del Oligisto (vena) hasta su total agotamiento y, a partir de finales del s. XIX, se fueron explotando minerales férricos de mayor dureza espoleada por una importantísima demanda proveniente del extranjero que buscaba precios competitivos.
“Como el arco del viejo San Mamés y la gabarra, los vizcainos y vizcainas somos hijos del hierro, pero lo triste es que se nos ha olvidado y la mayoría de nuestros benjamines desconocen que la prosperidad de nuestras tierras se debe fundamentalmente a que sus entrañas estaban repletas de este mineral”, reseña Emilio Cobos.
martes, 19 de enero de 2016
Saber ser
Artículo publicado por Jöel López en su blog "El avión amarillo" el 19/01/2016
El arrebato blaugrana que estamos sufriendo en Bilbao durante diez días y que ha empezado con una tormenta perfecta el pasado domingo en Barcelona, me hace recopilar sentimientos y anécdotas que quiero expresar aquí en forma de breve reflexión.
javier Lopez MolineroLa ola que hizo el público del Camp Nou tras golear al Athletic en el partido más corto de la historia, la rabieta de Piqué contra el juez de línea en la final de la Supercopa, el regate fallido de Neymar ante un rival abatido y le reacción de su entrenador al decir que el jugador tiene una manera especial de entender el fútbol, son detalles que tomados de uno en uno pueden suponer tan solo lances del juego sin más importancia que la que tienen las notas de color en los partidos de fútbol. Pero yo creo que, todos juntos, demuestran algo : no sólo hay que saber perder sino que también hay que saber ganar.
Ser líder no significa, sólo, tener más puntos que el resto o golear más que tus rivales o batir más récords que tu inmediato perseguidor. Ser líder, también en el fútbol, significa ser el ejemplo a seguir, el objetivo a alcanzar, aquel que marca el camino, la forma de hacer, de conseguir los objetivos.
Es cierto que, en la vida, se pone más esfuerzo en saber perder porque, por probabilidad, los golpes, los fracasos y las decepciones aparecen más a menudo y hay que aprender a encajarlos cuanto antes pero el éxito y el liderazgo, cuando aparecen, hay que saber gestionarlos.
La impresión que me da es que equipos como el Barcelona llevan ganando tanto tiempo que han olvidado el valor y la responsabilidad que ello supone. Esos pequeños gestos me dan a entender que hace tiempo que no se ponen las botas de su contrincante, que no saben cuánto pesan después de jugar en un campo embarrado o sentir que has fallado a tu gente. Y además, llevan tanto tiempo sin perder que cuando ocurre no están acostumbrados a mirar al rival desde abajo y lo consideran una falta de respeto que les cuesta asimilar.
Ante estos nuevos líderes que nos han tocado recuerdo siempre una conversación que mantenían dos jugadores rojiblancos para televisión evocando aquellos días como jugadores de un Athletic ejemplar. Entre risas y jugadas recitadas de memoria, los dos amigos y delanteros contaban con cierto rubor que cuando perdían un partido su plan preferido era ir con sus novias al cine para que no les viera nadie. Les daba vergüenza salir a la calle porque habían perdido, decían. Eran Telmo Zarra y Rafael Iriondo.
Después de todo, quizás no se trata tanto de saber ganar o de saber perder. Quizás el truco esté en saber ser.
El arrebato blaugrana que estamos sufriendo en Bilbao durante diez días y que ha empezado con una tormenta perfecta el pasado domingo en Barcelona, me hace recopilar sentimientos y anécdotas que quiero expresar aquí en forma de breve reflexión.
javier Lopez MolineroLa ola que hizo el público del Camp Nou tras golear al Athletic en el partido más corto de la historia, la rabieta de Piqué contra el juez de línea en la final de la Supercopa, el regate fallido de Neymar ante un rival abatido y le reacción de su entrenador al decir que el jugador tiene una manera especial de entender el fútbol, son detalles que tomados de uno en uno pueden suponer tan solo lances del juego sin más importancia que la que tienen las notas de color en los partidos de fútbol. Pero yo creo que, todos juntos, demuestran algo : no sólo hay que saber perder sino que también hay que saber ganar.
Ser líder no significa, sólo, tener más puntos que el resto o golear más que tus rivales o batir más récords que tu inmediato perseguidor. Ser líder, también en el fútbol, significa ser el ejemplo a seguir, el objetivo a alcanzar, aquel que marca el camino, la forma de hacer, de conseguir los objetivos.
Es cierto que, en la vida, se pone más esfuerzo en saber perder porque, por probabilidad, los golpes, los fracasos y las decepciones aparecen más a menudo y hay que aprender a encajarlos cuanto antes pero el éxito y el liderazgo, cuando aparecen, hay que saber gestionarlos.
La impresión que me da es que equipos como el Barcelona llevan ganando tanto tiempo que han olvidado el valor y la responsabilidad que ello supone. Esos pequeños gestos me dan a entender que hace tiempo que no se ponen las botas de su contrincante, que no saben cuánto pesan después de jugar en un campo embarrado o sentir que has fallado a tu gente. Y además, llevan tanto tiempo sin perder que cuando ocurre no están acostumbrados a mirar al rival desde abajo y lo consideran una falta de respeto que les cuesta asimilar.
Ante estos nuevos líderes que nos han tocado recuerdo siempre una conversación que mantenían dos jugadores rojiblancos para televisión evocando aquellos días como jugadores de un Athletic ejemplar. Entre risas y jugadas recitadas de memoria, los dos amigos y delanteros contaban con cierto rubor que cuando perdían un partido su plan preferido era ir con sus novias al cine para que no les viera nadie. Les daba vergüenza salir a la calle porque habían perdido, decían. Eran Telmo Zarra y Rafael Iriondo.
Después de todo, quizás no se trata tanto de saber ganar o de saber perder. Quizás el truco esté en saber ser.
lunes, 18 de enero de 2016
domingo, 17 de enero de 2016
El Athletic no es para los cínicos
Artículo publicado en elcorreo.com el 16/01/2016
El prestigioso diario británico 'The Guardian' ensalza el modelo del club rojiblanco y su singularidad frente a la globalización
«Los amantes del fútbol tradicional pueden estar contentos de saber que, pese al paso del tiempo, la idea de priorizar el producto propio funciona y es incluso exitoso». Así concluye el prestigioso diario 'The Guardian' su exhaustivo análisis sobre el Athletic, al que ensalza como un modelo esencial del deporte rey frente a la globalización que ha permitido crear auténticas selecciones mundiales. Al hilo del elogio que le dedicó 'The New York Times' meses atrás, el periódico británico se hace eco de los últimos triunfos del equipo de Valverde.
«Los cínicos dirán que se ven frenados por su identidad, pero su particupar proceso de selección demuestra que pueden dedicar su tiempo y dinero en ojear y adquirir jugadores locales en contraposición al funcionamiento del fútbol global», explica el artículo de 'The Guardian', que trata de encontrar un caso parecido en el resto del mundo. El diario británico cita el Chivas de Guadalajara, que sólo alinea a futbolistas mexicanos y se ha convertido en una gran fábrica de talentos como Carlos Vela y 'Chicharito' Hernández, pero reconoce que el área del extenso país norteamericano ofrece muchas más posibilidades que Euskadi, el País Vasco francés y Navarra.
'The Guardian' subraya a Iñaki Williams como el último gran producto de la prolífica cantera rojiblanca, y, de hecho, le sitúa en otro artículo en la órbita del Liverpool, que estaría dispuesto a pagar los veinte millones de euros de su cláusula de rescisión. «Con su presencia en el equipo, el Athletic venció al Barcelona al comienzo de la temporada para ganar la Supercopa de España y conquistar su primer título importante en 31 años, como prueba de que su filosofía es sustanciosa.
Aquí debajo el artículo íntegro: (Click en la imagen para ampliar)
El prestigioso diario británico 'The Guardian' ensalza el modelo del club rojiblanco y su singularidad frente a la globalización
«Los amantes del fútbol tradicional pueden estar contentos de saber que, pese al paso del tiempo, la idea de priorizar el producto propio funciona y es incluso exitoso». Así concluye el prestigioso diario 'The Guardian' su exhaustivo análisis sobre el Athletic, al que ensalza como un modelo esencial del deporte rey frente a la globalización que ha permitido crear auténticas selecciones mundiales. Al hilo del elogio que le dedicó 'The New York Times' meses atrás, el periódico británico se hace eco de los últimos triunfos del equipo de Valverde.
«Los cínicos dirán que se ven frenados por su identidad, pero su particupar proceso de selección demuestra que pueden dedicar su tiempo y dinero en ojear y adquirir jugadores locales en contraposición al funcionamiento del fútbol global», explica el artículo de 'The Guardian', que trata de encontrar un caso parecido en el resto del mundo. El diario británico cita el Chivas de Guadalajara, que sólo alinea a futbolistas mexicanos y se ha convertido en una gran fábrica de talentos como Carlos Vela y 'Chicharito' Hernández, pero reconoce que el área del extenso país norteamericano ofrece muchas más posibilidades que Euskadi, el País Vasco francés y Navarra.
'The Guardian' subraya a Iñaki Williams como el último gran producto de la prolífica cantera rojiblanca, y, de hecho, le sitúa en otro artículo en la órbita del Liverpool, que estaría dispuesto a pagar los veinte millones de euros de su cláusula de rescisión. «Con su presencia en el equipo, el Athletic venció al Barcelona al comienzo de la temporada para ganar la Supercopa de España y conquistar su primer título importante en 31 años, como prueba de que su filosofía es sustanciosa.
Aquí debajo el artículo íntegro: (Click en la imagen para ampliar)
jueves, 14 de enero de 2016
domingo, 10 de enero de 2016
Félix Zubiaga, el último hat trick rojiblanco contra el Real Madrid
Entrevista publicada por Juan Carlos Latxaga en juegodecabeza.com el 11/04/2013
Félix Zubiaga rememora en su caserío los tres goles que le marcó
al Real Madrid en San Mamés. Foto "MITXI”
Entonces, hace cuarenta y tres años ya, como ahora, como siempre, el partido contra el Real Madrid también era día del club. 275 pesetas (1,65 € ) la localidad más cara, Delantera de Tribuna Principal; 50 pesetas (0,3 €) la más barata, General. Niños y militares, 10 pesetas (0,06 €). Aquel domingo, 1 de febrero de 1970 llovía sobre Bilbao como solía llover aquellos inviernos de nuestra infancia, sin piedad y sin descanso. Invierno de verdad, de los de antes.
Algunas boinas todavía, neblina de humo de puros sobre las cabezas, paisaje gris y ocre en las repletas gradas de San Mamés, teñidas en los tonos de las gabardinas de la época. Entonces las únicas camisetas rojiblancas en la catedral eran las de los jugadores. Apenas alguna bufanda tejida a mano por la madre, de lana, hecha más para abrigar de verdad que para agitarla o enseñarla. Aquella General marrón en la que miles de cuerpos se fundían en uno que se movía ondulante siguiendo la trayectoria del balón y se precipitaba como una cascada en los momentos culminantes, recordaba a la ría en sus tonos pardos y en sus movimientos. El colorido solo se imponía en San Mamés cuando con la primavera las rigurosas gabardinas se quedaban en el armario y asomaban las primeras prendas que entonces se llamaban de entretiempo. Pero las gradas multicolores sonaban más a amistoso de verano que a partido de verdad. Los partidos de verdad se jugaban bajo la lluvia y sobre fondo marrón. Marrón de barrillo en el terreno de juego, marrón de gabardinas empapadas en los graderíos.
El Athletic acababa de recuperar el liderato siete días antes tras ganar en Elche gracias a un penalti transformado por Fidel Uriarte. Fue un partido feo, impropio de un lider, en el que el Athletic se dedicó a defender la ventaja que obtuvo en el primer tiempo. Iñaki Sáez y Félix Zubiaga se retiraron lesionados. Clemente ya se entrenaba de nuevo pero seguía sin recuperarse de aquella tremenda lesión que le había provocado Marañón un año antes, así que Ronnie Allen tenía que repasar su plantilla para afinar el equipo que opondría al Real Madrid que, con tres puntos menos que el lider, ocupaba la tercera posición y tenía en San Mamés la ocasión de acortar distancias.
“El inglés andaba con prisas para recuperarme para aquel partido”, recuerda Félix Zubiaga, el autor del último hat trick rojiblanco. “En el partido de Elche me hice una luxación en el codo y el difunto Pedro Múgica que era el traumátologo que trabajaba para el Athletic, y los masajistas, se pasaron toda la semana recuperandome el brazo. El domingo del partido Ronnie me dijo que iba a salir titular, que corriera y trabajara todo lo que pudiera en el primer tiempo y que ya me cambiaría en la segunda parte. En el descanso me dijo que siguiera hasta que pudiera”. Me preguntó si quería que me inyectaran o si necesitaba cualquier cosa. Al final jugué con una simple codera”. Zubiaga pudo jugar todo el partido. Afortunadamente. Marcó dos de sus tres goles en los últimos diez minutos.
“El director de ‘Estadio’, (un periódico deportivo que se editaba entonces en Bilbao), me regaló las fotos de los tres goles y la verdad es que no me reconozco“. Sus dos primeros goles fueron muy parecidos, cruzando el remate por abajo tras superar a su marcador, De Felipe. El tercero, en el minuto 89, fue un gol de oportunista, llevando a la red un balón que Rojo había estrellado en el palo.
“En aquella época nosotros teníamos siempre en San Mamés veinte minutos o media hora en la que el rival no se enteraba“, rememora el goleador. “Hacíamos un fútbol muy rápido y la verdad es que el campo estaba siempre de maravilla para mover el balón como queríamos“. Pero no fue el caso aquella lluviosa tarde de la goleada al Real Madrid. El equipo que entrenaba Miguel Muñoz no era cualquier cosa. Junquera; Benito, De Felipe, Zunzunegi; Pirri, Zoco; Fleitas, Amancio, Grosso, Velázquez y Manolín Bueno, fue su alineación aquel día. Enfrente Iribar; Sáez, Etxeberria, Aranguren; Igartua, Larrauri, Betzuen, Zubiaga, Arieta, Uriarte y Rojo.
Los blancos dominaron el primer tiempo y tuvieron hasta tres ocasiones para adelantarse. Pero el que acertó a falta de tres minutos para acabar la primera parte fue Fidel Uriarte, de cabeza, claro, y el partido llegó al descanso con ventaja mínima para los leones. Junquera falló y al regreso del vestuario Miguel Angel ocupó su lugar. En mala hora para él. Porque la apoteosis rojiblanca llegó entonces, en cuarenta y cinco minutos memorables que han pasado a la historia del Athletic por la exhibición de fútbol que desplegaron los leones ante un rival que había demostrado su categoría, pero que acabó rendido ante tanta superioridad. Zubiaga hizo el segundo, Igartua, el tercero. Amancio desperdició la ocasión de reenganchar a su equipo al partido al fallar un penalti con el 3-0; el fútbol monumental de Fidel Uriarte, el mejor de un equipo excelente en aquel grandioso partido, y los dos últimos goles de Zubiaga en el tramo final dictaron sentencia.
Félix Zubiaga hizo el primer hat trick de la historia de la Liga y el único de su palmarés, sin saberlo. Por supuesto que no era el primero en marcar tres goles en el mismo partido. Sin ir más lejos, varios rojiblancos ya le habían hecho antes tres dianas al Real Madrid: Zarra fue el primero en 1947 en un 3-6 en el que Panizo hizo dos y Bilbao, uno. El propio Panizo estrenó la década de los 50 con un 6-2 en el que también participaron Iriondo con dos dianas y Zarra. Siete años más tarde Uribe repitió en un 4-2 que completó Markaida. Dos temporadas después de Uribe, Maguregi marcó otros tres en un 4-1 que redondeó Artetxe.
Zubiaga recuerda cómo se enteraron en la caseta que eso de marcar tres goles tenía un nombre propio. “Entonces no se hablaba de esas cosas y nadie sabía nada. Pero Ronnie nos dijo que en Inglaterra se estilaba regalar el balón con la firmas del equipo al que metía tres goles y así me lo dieron. No lo conservo. Se lo regalé a alguien. Nunca he sido de guardar recuerdos del fútbol“.
Además de la gloria y el hat trick los rojiblancos tuvieron un premio añadido por aquella victoria, una prima extraordinaria que no se esperaban. Zubiaga no la olvida. “Un industrial de Bilbao muy importante debía de estar quemado con sus socios de Madrid que le recordaban siempre un 8-1 que le había metido el Real Madrid al Athletic unos años antes en un partido de Copa, así que nos prometió cinco mil pesetas (30 €) por cada gol de diferencia que consiguieramos a cada uno de los quince convocados. No solo cobramos sino que además nos invitó a una comida en una marisquería de Plentzia de lo contento que estaba”.
“Medio alirón” tituló al día siguiente la desaparecida ‘La Gaceta del Norte’ en su portada, pero faltó el otro medio que tardaría todavía trece años en llegar. “Fue un año muy bueno pero pudo ser mejor si alguien no llega a meter la pata en el famoso partido de Valencia“, lamenta todavía Félix Zubiaga. “Solo necesitábamos un punto fuera de casa y no fuimos capaces de conseguirlo ni en Sevilla ni en Atocha“.
Fue su primer año con continuidad en el primer equipo. “Yo debuté en la 64-65 y jugué cuatro partidos. Luego vino un entrenador que me tuvo en palmitas en el Bilbao Athletic pero no me quiso en el primer equipo: Piru Gainza. Durante toda su época en el Athletic yo estuve en el segundo equipo y a punto estuvieron de descartarme a mí y a unos cuantos. Ganamos el campeonato de España de aficionados y encima subimos a Segunda; a lo mejor por eso no nos echaron. Tenía algunos equipos para irme pero me dijeron que el inglés que venía contaba conmigo y así fue“.
Doce goles, máximo goleador del equipo en su primera temporada, pese a incorporarse después de unos cuantos partidos jugados, y una buena producción en la siguiente no hacían presagiar el giro que iba a dar su carrera como rojiblanco. “Menos de portero y en los dos puestos del centro de la defensa, yo he jugado de todo en el Athletic“, advierte divertido. “A mí me gustaba jugar de media punta, ayudando a los centrocampistas y subiendo rápido al ataque, porque tenía cualidades para eso. Tenía mis recursos para disputar de cabeza a gente como Gallego, aquel central del Barcelona, y manejaba bien los codos, no para pegar, sino para desplazar al rival, pero el que chocaba y se partía la cara con todos era Antón Arieta, que tenía una valentía extraordinaria. Yo jugaba de maravilla con Antón de punta porque me lo ponía fácil; solo tenía que estar atento a los rechaces y los rebotes que provocaba. Me gustaba mucho jugar a la contra“, continúa, “sabía salir muy bien desde atrás. De hecho marcaba más goles fuera que en casa”.
Quizá Milorad Pavic se fijó en algunas de esas cualidades para decidir darle a Zubiaga un papel en el equipo que ni siquiera imaginaba. “El segundo año de Ronnie yo me rompí tibia y peroné en un partido de Copa contra el Barcelona y cuando me dieron el alta me la volví a romper en un entrenamiento, así que el último año de Ronnie solo jugué sesenta minutos de un partido. Artigas, que le sustituyó, me tuvo el resto de la temporada tirando a los porteros en los entrenamientos. Cuando llegó Pavic me puso a entrenar como lateral izquierdo. Yo creía que era alguna broma o que sería una apuesta que tenía o algo así. Pero vamos aquel verano al Carranza y me pone de lateral titular. Y desde entonces no me moví de ese puesto. Yo no sabía jugar de lateral, pero suponía que si me iba para arriba el extremo al que marcaba me tendría que seguir a mí, así que eso hacía. Me entendía de cine con Rojo, aunque con Rojo se entendía cualquiera. Qué maravilla de jugador“.
Desde ese lateral izquierdo Zubiaga marcó un gol y dio el pase del otro en la final de Copa que el Athletic ganó al Castellón. “Yo fui a esa final de lo más tranquilo, convencido de que íbamos a ganar. Les habíamos ganado en su campo en la Liga y aunque creo recordar que nos empataron en San Mamés y quedaron por encima en la clasificación, estaba seguro de que les ganaríamos, Me iba bien su estilo. Jugando de lateral me llegaron a pitar algún fuera de juego de tanto como subía al ataque, por mucho que Larrauri me gritara que me quedara en la defensa“.
Félix Zubiaga dejó el Athletic después de trece años como rojiblanco porque su último contrato incluía una cláusula que preveía la renovación automática si jugaba quince partidos y jugó solo doce. “El Athletic le pagó al Villosa 25.000 pesetas (150 €) por mi libertad para entrar en el equipo juvenil de José Luis Garay. Fuimos los que ganamos por primera vez el campeonato de España de la categoría. Un equipazo del que nació lo que ahora es el Bilbao Athletic. Empezamos a jugar en Primera Regional pero nosotros no puntuábamos, así que no nos servía de mucho. Al año siguiente fuimos a Segunda Regional, pero puntuando para ir ascendiendo poco a poco. En un partido le hicimos un 16-0 al Retuerto y yo metí 12 goles. Decían que era record en el fútbol español”.
Sucesivos ascensos hasta la Segunda División. El salto al primer equipo, un subcampeonato de Liga, una Copa, y el hat trick contra el Real Madrid en la última temporada en la que la Liga se jugó sin extranjeros, aunque abundaran los oriundos, falsos y auténticos. Al año siguiente de aquel 5-0 llegaron Netzer y Mas al Real Madrid y Cruyff y Sotil al Barcelona. “Además de ser un grandísimo jugador, Cruyff nos abrió los ojos a los futbolistas y nos hizo ver que nos estaban tomando el pelo. Reivindió el dinero que nos correspondía por la publicidad y fue el origen de muchos cambios”.
En realidad fue el propio fútbol el que experimentó un profundo cambio en aquellos años. Tanto que visto desde la perspectiva actual, parece mentira que hubiera un tiempo en el que un modesto jugador de Arrankudiaga pudiera marcarle tres goles en un partido al Real Madrid. Sucedió en San Mamés un lluvioso domingo del invierno de 1970.
Félix Zubiaga rememora en su caserío los tres goles que le marcó
al Real Madrid en San Mamés. Foto "MITXI”
Entonces, hace cuarenta y tres años ya, como ahora, como siempre, el partido contra el Real Madrid también era día del club. 275 pesetas (1,65 € ) la localidad más cara, Delantera de Tribuna Principal; 50 pesetas (0,3 €) la más barata, General. Niños y militares, 10 pesetas (0,06 €). Aquel domingo, 1 de febrero de 1970 llovía sobre Bilbao como solía llover aquellos inviernos de nuestra infancia, sin piedad y sin descanso. Invierno de verdad, de los de antes.
Algunas boinas todavía, neblina de humo de puros sobre las cabezas, paisaje gris y ocre en las repletas gradas de San Mamés, teñidas en los tonos de las gabardinas de la época. Entonces las únicas camisetas rojiblancas en la catedral eran las de los jugadores. Apenas alguna bufanda tejida a mano por la madre, de lana, hecha más para abrigar de verdad que para agitarla o enseñarla. Aquella General marrón en la que miles de cuerpos se fundían en uno que se movía ondulante siguiendo la trayectoria del balón y se precipitaba como una cascada en los momentos culminantes, recordaba a la ría en sus tonos pardos y en sus movimientos. El colorido solo se imponía en San Mamés cuando con la primavera las rigurosas gabardinas se quedaban en el armario y asomaban las primeras prendas que entonces se llamaban de entretiempo. Pero las gradas multicolores sonaban más a amistoso de verano que a partido de verdad. Los partidos de verdad se jugaban bajo la lluvia y sobre fondo marrón. Marrón de barrillo en el terreno de juego, marrón de gabardinas empapadas en los graderíos.
El Athletic acababa de recuperar el liderato siete días antes tras ganar en Elche gracias a un penalti transformado por Fidel Uriarte. Fue un partido feo, impropio de un lider, en el que el Athletic se dedicó a defender la ventaja que obtuvo en el primer tiempo. Iñaki Sáez y Félix Zubiaga se retiraron lesionados. Clemente ya se entrenaba de nuevo pero seguía sin recuperarse de aquella tremenda lesión que le había provocado Marañón un año antes, así que Ronnie Allen tenía que repasar su plantilla para afinar el equipo que opondría al Real Madrid que, con tres puntos menos que el lider, ocupaba la tercera posición y tenía en San Mamés la ocasión de acortar distancias.
“El inglés andaba con prisas para recuperarme para aquel partido”, recuerda Félix Zubiaga, el autor del último hat trick rojiblanco. “En el partido de Elche me hice una luxación en el codo y el difunto Pedro Múgica que era el traumátologo que trabajaba para el Athletic, y los masajistas, se pasaron toda la semana recuperandome el brazo. El domingo del partido Ronnie me dijo que iba a salir titular, que corriera y trabajara todo lo que pudiera en el primer tiempo y que ya me cambiaría en la segunda parte. En el descanso me dijo que siguiera hasta que pudiera”. Me preguntó si quería que me inyectaran o si necesitaba cualquier cosa. Al final jugué con una simple codera”. Zubiaga pudo jugar todo el partido. Afortunadamente. Marcó dos de sus tres goles en los últimos diez minutos.
“El director de ‘Estadio’, (un periódico deportivo que se editaba entonces en Bilbao), me regaló las fotos de los tres goles y la verdad es que no me reconozco“. Sus dos primeros goles fueron muy parecidos, cruzando el remate por abajo tras superar a su marcador, De Felipe. El tercero, en el minuto 89, fue un gol de oportunista, llevando a la red un balón que Rojo había estrellado en el palo.
“En aquella época nosotros teníamos siempre en San Mamés veinte minutos o media hora en la que el rival no se enteraba“, rememora el goleador. “Hacíamos un fútbol muy rápido y la verdad es que el campo estaba siempre de maravilla para mover el balón como queríamos“. Pero no fue el caso aquella lluviosa tarde de la goleada al Real Madrid. El equipo que entrenaba Miguel Muñoz no era cualquier cosa. Junquera; Benito, De Felipe, Zunzunegi; Pirri, Zoco; Fleitas, Amancio, Grosso, Velázquez y Manolín Bueno, fue su alineación aquel día. Enfrente Iribar; Sáez, Etxeberria, Aranguren; Igartua, Larrauri, Betzuen, Zubiaga, Arieta, Uriarte y Rojo.
Los blancos dominaron el primer tiempo y tuvieron hasta tres ocasiones para adelantarse. Pero el que acertó a falta de tres minutos para acabar la primera parte fue Fidel Uriarte, de cabeza, claro, y el partido llegó al descanso con ventaja mínima para los leones. Junquera falló y al regreso del vestuario Miguel Angel ocupó su lugar. En mala hora para él. Porque la apoteosis rojiblanca llegó entonces, en cuarenta y cinco minutos memorables que han pasado a la historia del Athletic por la exhibición de fútbol que desplegaron los leones ante un rival que había demostrado su categoría, pero que acabó rendido ante tanta superioridad. Zubiaga hizo el segundo, Igartua, el tercero. Amancio desperdició la ocasión de reenganchar a su equipo al partido al fallar un penalti con el 3-0; el fútbol monumental de Fidel Uriarte, el mejor de un equipo excelente en aquel grandioso partido, y los dos últimos goles de Zubiaga en el tramo final dictaron sentencia.
Félix Zubiaga hizo el primer hat trick de la historia de la Liga y el único de su palmarés, sin saberlo. Por supuesto que no era el primero en marcar tres goles en el mismo partido. Sin ir más lejos, varios rojiblancos ya le habían hecho antes tres dianas al Real Madrid: Zarra fue el primero en 1947 en un 3-6 en el que Panizo hizo dos y Bilbao, uno. El propio Panizo estrenó la década de los 50 con un 6-2 en el que también participaron Iriondo con dos dianas y Zarra. Siete años más tarde Uribe repitió en un 4-2 que completó Markaida. Dos temporadas después de Uribe, Maguregi marcó otros tres en un 4-1 que redondeó Artetxe.
Zubiaga recuerda cómo se enteraron en la caseta que eso de marcar tres goles tenía un nombre propio. “Entonces no se hablaba de esas cosas y nadie sabía nada. Pero Ronnie nos dijo que en Inglaterra se estilaba regalar el balón con la firmas del equipo al que metía tres goles y así me lo dieron. No lo conservo. Se lo regalé a alguien. Nunca he sido de guardar recuerdos del fútbol“.
Además de la gloria y el hat trick los rojiblancos tuvieron un premio añadido por aquella victoria, una prima extraordinaria que no se esperaban. Zubiaga no la olvida. “Un industrial de Bilbao muy importante debía de estar quemado con sus socios de Madrid que le recordaban siempre un 8-1 que le había metido el Real Madrid al Athletic unos años antes en un partido de Copa, así que nos prometió cinco mil pesetas (30 €) por cada gol de diferencia que consiguieramos a cada uno de los quince convocados. No solo cobramos sino que además nos invitó a una comida en una marisquería de Plentzia de lo contento que estaba”.
“Medio alirón” tituló al día siguiente la desaparecida ‘La Gaceta del Norte’ en su portada, pero faltó el otro medio que tardaría todavía trece años en llegar. “Fue un año muy bueno pero pudo ser mejor si alguien no llega a meter la pata en el famoso partido de Valencia“, lamenta todavía Félix Zubiaga. “Solo necesitábamos un punto fuera de casa y no fuimos capaces de conseguirlo ni en Sevilla ni en Atocha“.
Fue su primer año con continuidad en el primer equipo. “Yo debuté en la 64-65 y jugué cuatro partidos. Luego vino un entrenador que me tuvo en palmitas en el Bilbao Athletic pero no me quiso en el primer equipo: Piru Gainza. Durante toda su época en el Athletic yo estuve en el segundo equipo y a punto estuvieron de descartarme a mí y a unos cuantos. Ganamos el campeonato de España de aficionados y encima subimos a Segunda; a lo mejor por eso no nos echaron. Tenía algunos equipos para irme pero me dijeron que el inglés que venía contaba conmigo y así fue“.
Doce goles, máximo goleador del equipo en su primera temporada, pese a incorporarse después de unos cuantos partidos jugados, y una buena producción en la siguiente no hacían presagiar el giro que iba a dar su carrera como rojiblanco. “Menos de portero y en los dos puestos del centro de la defensa, yo he jugado de todo en el Athletic“, advierte divertido. “A mí me gustaba jugar de media punta, ayudando a los centrocampistas y subiendo rápido al ataque, porque tenía cualidades para eso. Tenía mis recursos para disputar de cabeza a gente como Gallego, aquel central del Barcelona, y manejaba bien los codos, no para pegar, sino para desplazar al rival, pero el que chocaba y se partía la cara con todos era Antón Arieta, que tenía una valentía extraordinaria. Yo jugaba de maravilla con Antón de punta porque me lo ponía fácil; solo tenía que estar atento a los rechaces y los rebotes que provocaba. Me gustaba mucho jugar a la contra“, continúa, “sabía salir muy bien desde atrás. De hecho marcaba más goles fuera que en casa”.
Quizá Milorad Pavic se fijó en algunas de esas cualidades para decidir darle a Zubiaga un papel en el equipo que ni siquiera imaginaba. “El segundo año de Ronnie yo me rompí tibia y peroné en un partido de Copa contra el Barcelona y cuando me dieron el alta me la volví a romper en un entrenamiento, así que el último año de Ronnie solo jugué sesenta minutos de un partido. Artigas, que le sustituyó, me tuvo el resto de la temporada tirando a los porteros en los entrenamientos. Cuando llegó Pavic me puso a entrenar como lateral izquierdo. Yo creía que era alguna broma o que sería una apuesta que tenía o algo así. Pero vamos aquel verano al Carranza y me pone de lateral titular. Y desde entonces no me moví de ese puesto. Yo no sabía jugar de lateral, pero suponía que si me iba para arriba el extremo al que marcaba me tendría que seguir a mí, así que eso hacía. Me entendía de cine con Rojo, aunque con Rojo se entendía cualquiera. Qué maravilla de jugador“.
Desde ese lateral izquierdo Zubiaga marcó un gol y dio el pase del otro en la final de Copa que el Athletic ganó al Castellón. “Yo fui a esa final de lo más tranquilo, convencido de que íbamos a ganar. Les habíamos ganado en su campo en la Liga y aunque creo recordar que nos empataron en San Mamés y quedaron por encima en la clasificación, estaba seguro de que les ganaríamos, Me iba bien su estilo. Jugando de lateral me llegaron a pitar algún fuera de juego de tanto como subía al ataque, por mucho que Larrauri me gritara que me quedara en la defensa“.
Félix Zubiaga dejó el Athletic después de trece años como rojiblanco porque su último contrato incluía una cláusula que preveía la renovación automática si jugaba quince partidos y jugó solo doce. “El Athletic le pagó al Villosa 25.000 pesetas (150 €) por mi libertad para entrar en el equipo juvenil de José Luis Garay. Fuimos los que ganamos por primera vez el campeonato de España de la categoría. Un equipazo del que nació lo que ahora es el Bilbao Athletic. Empezamos a jugar en Primera Regional pero nosotros no puntuábamos, así que no nos servía de mucho. Al año siguiente fuimos a Segunda Regional, pero puntuando para ir ascendiendo poco a poco. En un partido le hicimos un 16-0 al Retuerto y yo metí 12 goles. Decían que era record en el fútbol español”.
Sucesivos ascensos hasta la Segunda División. El salto al primer equipo, un subcampeonato de Liga, una Copa, y el hat trick contra el Real Madrid en la última temporada en la que la Liga se jugó sin extranjeros, aunque abundaran los oriundos, falsos y auténticos. Al año siguiente de aquel 5-0 llegaron Netzer y Mas al Real Madrid y Cruyff y Sotil al Barcelona. “Además de ser un grandísimo jugador, Cruyff nos abrió los ojos a los futbolistas y nos hizo ver que nos estaban tomando el pelo. Reivindió el dinero que nos correspondía por la publicidad y fue el origen de muchos cambios”.
En realidad fue el propio fútbol el que experimentó un profundo cambio en aquellos años. Tanto que visto desde la perspectiva actual, parece mentira que hubiera un tiempo en el que un modesto jugador de Arrankudiaga pudiera marcarle tres goles en un partido al Real Madrid. Sucedió en San Mamés un lluvioso domingo del invierno de 1970.
Fallece Félix Zubiaga, el último 'hat trick' rojiblanco al Real Madrid
Artículo publicado por ElDesmarque Bizkaia el 08/01/2016
Este pasado jueves, 7 de enero, ha fallecido a los 71 años de edad el exjugador del Athletic Club Félix Zubiaga Acha, recordado por ser el autor del último 'hat trick' rojiblanco contra el Real Madrid.
Nacido en Arrankudiaga en 4 de enero de 1945, Zubiaga permaneció en la disciplina rojiblanca entre 1964 y 1975, vistiendo durante siete temporadas la camiseta del primer equipo bilbaíno. Disputó 131 partidos oficiales marcando un total de 22 goles.
Debutó con el primer equipo del Athletic en la temporada 64-65, pero sólo disputó cuatro partidos. Tras bajar de nuevo al Bilbao Athletic, volvió a ascender a la primera plantilla, de la mano de Ronnie Allen, para quedarse de manera definitiva, en la campaña 69-70, acabando ese curso como máximo goleador del equipo con 12 goles.
De aquella docena de tantos, los más recordados fueron son los tres que le marcó al Real Madrid en la goleada 5-0 de San Mamés el 1 de febrero de 1970, que completaron Fidel Uriarte y José María Igartua. Su primer y único 'hat trick', y el último que el conjunto rojiblanco le ha hecho al conjunto merengue.
Recordaba el propio Zubiaga hace tres años, en una entrevista a la web 'Juego de Cabeza' que dirigía Juan Carlos Latxaga, que fue Ronnie Allen en la caseta quien les informó que aquello de marcar tres goles tenía un nombre propio en Inglaterra. "Entonces no se hablaba de esas cosas y nadie sabía nada. Pero Ronnie nos dijo que en Inglaterra se estilaba regalar el balón con la firmas del equipo al que metía tres goles y así me lo dieron. No lo conservo. Se lo regalé a alguien. Nunca he sido de guardar recuerdos del fútbol", rememoraba.
Un industrial de Bilbao les regaló una prima extraordinaria por aquella 'manita' al Real Madrid: cinco mil pesetas (30 €) por cada gol de diferencia que consiguieran a cada uno de los quince convocados, además de invitarles a una comida en una marisquería de Plentzia.
Félix Zubiaga ganó la Copa en la temporada 72-73, dejando el Athletic dos temporadas después porque su último contrato incluía una cláusula que preveía la renovación automática si jugaba quince partidos, y jugó sólo diez. Curiosamente, acabó su carrera como rojiblanco jugando de lateral izquierdo, puesto al que fue reconvertido por Milorad Pavic, y desde el que marcó un gol y dio el pase del otro en la final de Copa que el Athletic ganó al Castellón.
El funeral por el alma de Félix Zubiaga será este viernes 8 de enero a las 18:00 horas en la parroquia de Santa María de Unzá, en Okondo Araba. Descanse en paz.
Este pasado jueves, 7 de enero, ha fallecido a los 71 años de edad el exjugador del Athletic Club Félix Zubiaga Acha, recordado por ser el autor del último 'hat trick' rojiblanco contra el Real Madrid.
Nacido en Arrankudiaga en 4 de enero de 1945, Zubiaga permaneció en la disciplina rojiblanca entre 1964 y 1975, vistiendo durante siete temporadas la camiseta del primer equipo bilbaíno. Disputó 131 partidos oficiales marcando un total de 22 goles.
Debutó con el primer equipo del Athletic en la temporada 64-65, pero sólo disputó cuatro partidos. Tras bajar de nuevo al Bilbao Athletic, volvió a ascender a la primera plantilla, de la mano de Ronnie Allen, para quedarse de manera definitiva, en la campaña 69-70, acabando ese curso como máximo goleador del equipo con 12 goles.
De aquella docena de tantos, los más recordados fueron son los tres que le marcó al Real Madrid en la goleada 5-0 de San Mamés el 1 de febrero de 1970, que completaron Fidel Uriarte y José María Igartua. Su primer y único 'hat trick', y el último que el conjunto rojiblanco le ha hecho al conjunto merengue.
Recordaba el propio Zubiaga hace tres años, en una entrevista a la web 'Juego de Cabeza' que dirigía Juan Carlos Latxaga, que fue Ronnie Allen en la caseta quien les informó que aquello de marcar tres goles tenía un nombre propio en Inglaterra. "Entonces no se hablaba de esas cosas y nadie sabía nada. Pero Ronnie nos dijo que en Inglaterra se estilaba regalar el balón con la firmas del equipo al que metía tres goles y así me lo dieron. No lo conservo. Se lo regalé a alguien. Nunca he sido de guardar recuerdos del fútbol", rememoraba.
Un industrial de Bilbao les regaló una prima extraordinaria por aquella 'manita' al Real Madrid: cinco mil pesetas (30 €) por cada gol de diferencia que consiguieran a cada uno de los quince convocados, además de invitarles a una comida en una marisquería de Plentzia.
Félix Zubiaga ganó la Copa en la temporada 72-73, dejando el Athletic dos temporadas después porque su último contrato incluía una cláusula que preveía la renovación automática si jugaba quince partidos, y jugó sólo diez. Curiosamente, acabó su carrera como rojiblanco jugando de lateral izquierdo, puesto al que fue reconvertido por Milorad Pavic, y desde el que marcó un gol y dio el pase del otro en la final de Copa que el Athletic ganó al Castellón.
El funeral por el alma de Félix Zubiaga será este viernes 8 de enero a las 18:00 horas en la parroquia de Santa María de Unzá, en Okondo Araba. Descanse en paz.
jueves, 7 de enero de 2016
lunes, 4 de enero de 2016
Iñigo, un león de pies a cabeza
Fuente: El Día Después 04/01/2016 Canal+
Hay hinchas de fútbol que, por muchas barreras que les ponga la vida, siempre logran superarlas. Uno de ellos es Iñigo, un hincha del Athletic que vive con pasión todo lo que rodea al fútbol.
Hay hinchas de fútbol que, por muchas barreras que les ponga la vida, siempre logran superarlas. Uno de ellos es Iñigo, un hincha del Athletic que vive con pasión todo lo que rodea al fútbol.
Uriarte ganó el pichichi en Nochevieja
Artículo publicado por Alfredo Relaño en elpais.com el 04/01/2016
Aquel partido de fin de año, el 31 de diciembre de 1967, se presentaba duro para el Betis. Viaje largo, del Sur al Norte, un San Mamés embarrado, las uvas por fuerza en el tren de vuelta, y el precedente de que el Atlético de Madrid se había llevado un 6-1 de allí dos semanas antes, y eso que se presentó como líder.
La noche del sábado, ya en Bilbao, los jugadores, en su mayoría sevillanos, contemplaban con aprensión la lluvia desde las ventanas del hotel. Alguno, para animar al resto, dijo: “Tranquilos, Manolo es del Norte, ha jugado mucho por aquí. Es el ideal para frenar a éstos…”. Manolo era Manolo Villanova, portero del equipo. No era exactamente de por allí, sino de Zaragoza, pero había empezado su carrera por el Logroñés.
—Ya ves. Confiaban en mí, ¡y me llevé ocho! Claro que Uriarte estaba desatado entonces y aquella tarde se desparramó del todo. ¡Él solito me hizo cinco! Y eso que ya le conocíamos. En los saques contra el área pusimos a marcarle a Quino, que era el mejor de cabeza y de casi todo del equipo. Pero ni así…
Uriarte (Fidel Uriarte Macho, natural, como Panizo, de Sestao, margen izquierda) fue un jugador grande. Todos sus contemporáneos del Athletic le consideran el mejor de entre ellos. El propio Quino, desde su Cádiz actual, me sigue hablando maravillas de él:
—A mí me gustaban mucho Velázquez y Rexach, pero quizá Pirri y Uriarte fueran los más completos. Lo tenían todo: técnica, fuerza, presencia…Uriarte además hacía muchísimos goles, sobre todo de cabeza. Tenía un salto tremendo y una gran zurda.
Y recuerda una anécdota:
—En la selección juvenil coincidimos. Ya parecía un adulto. Nos ponían a comer en mesas de cuatro, con una botella de vino. Él buscaba tres que no bebieran para hacer su mesa y se metía la botella entera él solo, y como si nada.
Apareció en el gran fútbol de un modo llamativo. Aún estaba en edad juvenil cuando el club decidió elevarle, junto a Aranguren, a la plantilla profesional, con la temporada 62-63 en marcha. Por entonces, subir a un juvenil al primer equipo exigía dos condiciones: que hubiera sido al menos diez veces internacional juvenil y que pasara examen médico en la Federación, para acreditar que reunía condiciones físicas. Aranguren y Uriarte lo pasaron la tercera semana de septiembre del 62 y fueron declarados aptos. Aquello llenó a España de admiración: “Chicarrones del Norte”, se decía. Esa misma semana, el domingo 22, Uriarte debutó en Málaga, el mismo día, por cierto, que lo hizo Iríbar, por lesión de Carmelo. Esperó en Madrid tres días, entre el examen médico y el paso del equipo para recogerle, en los que se enamoró de los bocadillos de calamares.
No mucho más tarde, el 6 de enero de 1963, le vi por primera vez, en el Bernabéu. Di Stéfano compareció bajo una gran pita porque había hecho un anuncio de medias Berkshire que indignó a la afición madridista. Bernabéu tuvo incluso que pagar para que se retirase el anuncio, que se consideró un baldón. Uriarte tenía que encontrarse en el medio campo con Di Stéfano, cuando éste se retrasase. Años después pude hablar con él de aquel día:
—Di Stéfano, que pronto marcó un gol, me dijo luego: “Chaval, tú juegas bien, pero eres más de ataque. Mira, si tú no me sigues, yo no te sigo”. A mí me pareció un buen acuerdo, porque lo que me tiraba era el ataque. Y noté que cumplía. Así que le dejé tranquilo cuando arrancaba. Y, claro, nos metió otro gol. Nos ganaron 3-2. Y la gente acabó aplaudiéndole.
Para el Fin de Año de 1967, Uriarte ya era un consagrado. No jugaba en la media, sino de interior, con llegada, era habitual de la Selección. Aquella fue su gran noche: intervino en el primer gol, de Aranguren, e hizo el segundo, el cuarto, el quinto, el sexto y el octavo, de penalti, que le hicieron a él mismo. Tres fueron de cabeza, dos de ellos en saque medido de Aguirre y cabezazo ganando a todos. El sexto, cuarto suyo, fue el más comentado cuando TVE ofreció el resumen: se lanzó en plancha, a un centro de Rojo al segundo palo, y lo cabeceó a ras de suelo, patinando sobre la tripa con los brazos abiertos, como un hidroavión amerizando. Se pudo destrozar la cabeza en la cepa del poste. Aquellos cinco goles le colocaron con 15 en 14 jornadas, seis por encima de Luis y de José María, aquel gran extremo que se hizo en el Oviedo y que ya entonces era uno de los Cinco Delfines del Español.
Nochevieja feliz para Uriarte y triste para los béticos. Villanova tuvo permiso para pernoctar en Logroño, donde vivía su familia política. Viajó en tren y en la estación le recogió su mejor amigo de la ciudad, hincha de los bilbaínos: “Él estaba más avergonzado que yo, casi quería pedirme disculpas”.
El resto del Betis regresó en coche cama. Cada cual en su departamento, cabizbajos. Hasta que empezó a moverse algo aquello. Quino lo recuerda: “Claro, primero uno, luego otro, empezamos a animarnos, a decir que lo pasado, pasado está…”. Apareció champán que llevaba el tren, por el día especial, las uvas, las caras cambiaron, hubo bromas, chistes, canciones… Los ocho goles quedaron atrás.
En Sevilla algunos aún achacan aquellos ocho goles a la leyenda de que el viaje de ida fue difícil, con averías del autobús, y a que el Betis llegó tarde y cansado. Quino desmiente deportivamente esa versión: “Nada, nada. El viaje fue bueno, dormimos en Bilbao. Nos metieron ocho por la cara, nos arrollaron. Estaban muy fuertes y el barro no nos iba nada y ellos se crecieron”. El Athletic de aquellos años se quejaba mucho de que en el Sur le esperaban con los campos muy duros, sin regar. Y en San Mamés se cobraba esa cuenta.
Uriarte fue Pichichi ese año, con cinco goles de ventaja (los de Fin de Año ante el Betis) sobre Luis. Curiosamente, ese jugador tan norteño terminó su carrera en el Sur. El Athletic le dio la baja, al final de la 73-74. Tenía 29 años. Le dio la baja, pero le hizo un favor: el Málaga se interesó por él y el Athletic ocultó que ya le había anunciado al jugador la baja, cobró al Málaga cinco millones de traspaso y se los dio a él.
Con el gesto, el club premiaba a un jugador tan noble que incluso aceptó, cuando surgió Clemente con 19 años y él era ya figura, cederle el 10 y coger el 8 para que no hubiera polémicas. (Los clementistas lanzaron una campaña, con pegatinas en los coches, reclamando: Clemente, el 10 del Athletic). Esos cinco millones más los tres por temporada que recibió de ficha, hicieron que ganara más en sus tres años en el Málaga que en sus doce temporadas en el Athletic. El último lo jugó de líbero, dando salida al juego, y disfrutó otra forma de sentir el fútbol.
Uriarte aún sigue entre nosotros. Vive en Castro Urdiales, donde llegó a ser concejal. Aún se le ve paseando por allí, con una planta de futbolista que impresiona, pero siempre acompañado. Por desgracia, ya no puede recordar nada de esto. Pero aunque él no recuerde nada, su recuerdo sigue muy presente en el fútbol español.
Aquel partido de fin de año, el 31 de diciembre de 1967, se presentaba duro para el Betis. Viaje largo, del Sur al Norte, un San Mamés embarrado, las uvas por fuerza en el tren de vuelta, y el precedente de que el Atlético de Madrid se había llevado un 6-1 de allí dos semanas antes, y eso que se presentó como líder.
La noche del sábado, ya en Bilbao, los jugadores, en su mayoría sevillanos, contemplaban con aprensión la lluvia desde las ventanas del hotel. Alguno, para animar al resto, dijo: “Tranquilos, Manolo es del Norte, ha jugado mucho por aquí. Es el ideal para frenar a éstos…”. Manolo era Manolo Villanova, portero del equipo. No era exactamente de por allí, sino de Zaragoza, pero había empezado su carrera por el Logroñés.
—Ya ves. Confiaban en mí, ¡y me llevé ocho! Claro que Uriarte estaba desatado entonces y aquella tarde se desparramó del todo. ¡Él solito me hizo cinco! Y eso que ya le conocíamos. En los saques contra el área pusimos a marcarle a Quino, que era el mejor de cabeza y de casi todo del equipo. Pero ni así…
Uriarte (Fidel Uriarte Macho, natural, como Panizo, de Sestao, margen izquierda) fue un jugador grande. Todos sus contemporáneos del Athletic le consideran el mejor de entre ellos. El propio Quino, desde su Cádiz actual, me sigue hablando maravillas de él:
—A mí me gustaban mucho Velázquez y Rexach, pero quizá Pirri y Uriarte fueran los más completos. Lo tenían todo: técnica, fuerza, presencia…Uriarte además hacía muchísimos goles, sobre todo de cabeza. Tenía un salto tremendo y una gran zurda.
Y recuerda una anécdota:
—En la selección juvenil coincidimos. Ya parecía un adulto. Nos ponían a comer en mesas de cuatro, con una botella de vino. Él buscaba tres que no bebieran para hacer su mesa y se metía la botella entera él solo, y como si nada.
Apareció en el gran fútbol de un modo llamativo. Aún estaba en edad juvenil cuando el club decidió elevarle, junto a Aranguren, a la plantilla profesional, con la temporada 62-63 en marcha. Por entonces, subir a un juvenil al primer equipo exigía dos condiciones: que hubiera sido al menos diez veces internacional juvenil y que pasara examen médico en la Federación, para acreditar que reunía condiciones físicas. Aranguren y Uriarte lo pasaron la tercera semana de septiembre del 62 y fueron declarados aptos. Aquello llenó a España de admiración: “Chicarrones del Norte”, se decía. Esa misma semana, el domingo 22, Uriarte debutó en Málaga, el mismo día, por cierto, que lo hizo Iríbar, por lesión de Carmelo. Esperó en Madrid tres días, entre el examen médico y el paso del equipo para recogerle, en los que se enamoró de los bocadillos de calamares.
No mucho más tarde, el 6 de enero de 1963, le vi por primera vez, en el Bernabéu. Di Stéfano compareció bajo una gran pita porque había hecho un anuncio de medias Berkshire que indignó a la afición madridista. Bernabéu tuvo incluso que pagar para que se retirase el anuncio, que se consideró un baldón. Uriarte tenía que encontrarse en el medio campo con Di Stéfano, cuando éste se retrasase. Años después pude hablar con él de aquel día:
—Di Stéfano, que pronto marcó un gol, me dijo luego: “Chaval, tú juegas bien, pero eres más de ataque. Mira, si tú no me sigues, yo no te sigo”. A mí me pareció un buen acuerdo, porque lo que me tiraba era el ataque. Y noté que cumplía. Así que le dejé tranquilo cuando arrancaba. Y, claro, nos metió otro gol. Nos ganaron 3-2. Y la gente acabó aplaudiéndole.
Para el Fin de Año de 1967, Uriarte ya era un consagrado. No jugaba en la media, sino de interior, con llegada, era habitual de la Selección. Aquella fue su gran noche: intervino en el primer gol, de Aranguren, e hizo el segundo, el cuarto, el quinto, el sexto y el octavo, de penalti, que le hicieron a él mismo. Tres fueron de cabeza, dos de ellos en saque medido de Aguirre y cabezazo ganando a todos. El sexto, cuarto suyo, fue el más comentado cuando TVE ofreció el resumen: se lanzó en plancha, a un centro de Rojo al segundo palo, y lo cabeceó a ras de suelo, patinando sobre la tripa con los brazos abiertos, como un hidroavión amerizando. Se pudo destrozar la cabeza en la cepa del poste. Aquellos cinco goles le colocaron con 15 en 14 jornadas, seis por encima de Luis y de José María, aquel gran extremo que se hizo en el Oviedo y que ya entonces era uno de los Cinco Delfines del Español.
Nochevieja feliz para Uriarte y triste para los béticos. Villanova tuvo permiso para pernoctar en Logroño, donde vivía su familia política. Viajó en tren y en la estación le recogió su mejor amigo de la ciudad, hincha de los bilbaínos: “Él estaba más avergonzado que yo, casi quería pedirme disculpas”.
El resto del Betis regresó en coche cama. Cada cual en su departamento, cabizbajos. Hasta que empezó a moverse algo aquello. Quino lo recuerda: “Claro, primero uno, luego otro, empezamos a animarnos, a decir que lo pasado, pasado está…”. Apareció champán que llevaba el tren, por el día especial, las uvas, las caras cambiaron, hubo bromas, chistes, canciones… Los ocho goles quedaron atrás.
En Sevilla algunos aún achacan aquellos ocho goles a la leyenda de que el viaje de ida fue difícil, con averías del autobús, y a que el Betis llegó tarde y cansado. Quino desmiente deportivamente esa versión: “Nada, nada. El viaje fue bueno, dormimos en Bilbao. Nos metieron ocho por la cara, nos arrollaron. Estaban muy fuertes y el barro no nos iba nada y ellos se crecieron”. El Athletic de aquellos años se quejaba mucho de que en el Sur le esperaban con los campos muy duros, sin regar. Y en San Mamés se cobraba esa cuenta.
Uriarte fue Pichichi ese año, con cinco goles de ventaja (los de Fin de Año ante el Betis) sobre Luis. Curiosamente, ese jugador tan norteño terminó su carrera en el Sur. El Athletic le dio la baja, al final de la 73-74. Tenía 29 años. Le dio la baja, pero le hizo un favor: el Málaga se interesó por él y el Athletic ocultó que ya le había anunciado al jugador la baja, cobró al Málaga cinco millones de traspaso y se los dio a él.
Con el gesto, el club premiaba a un jugador tan noble que incluso aceptó, cuando surgió Clemente con 19 años y él era ya figura, cederle el 10 y coger el 8 para que no hubiera polémicas. (Los clementistas lanzaron una campaña, con pegatinas en los coches, reclamando: Clemente, el 10 del Athletic). Esos cinco millones más los tres por temporada que recibió de ficha, hicieron que ganara más en sus tres años en el Málaga que en sus doce temporadas en el Athletic. El último lo jugó de líbero, dando salida al juego, y disfrutó otra forma de sentir el fútbol.
Uriarte aún sigue entre nosotros. Vive en Castro Urdiales, donde llegó a ser concejal. Aún se le ve paseando por allí, con una planta de futbolista que impresiona, pero siempre acompañado. Por desgracia, ya no puede recordar nada de esto. Pero aunque él no recuerde nada, su recuerdo sigue muy presente en el fútbol español.
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