Artículo publicado en el nº 52 de la revista Athletic Club
El 8 de diciembre de 1926, cuatro años después del fallecimiento de Rafael Moreno Aranzadi ‘Pichichi’, se inauguró en el antiguo San Mamés el monumento de bronce dedicado al mítico jugador, obra del escultor bilbaino Quintín de Torre. Semanas más tarde, concretamente el 1 de enero de 1927, el Athletic Club disputó en la Catedral uno de sus habituales partidos de Pascua, esta vez ante el MTK Budapest, y ante el asombro del público, en los prolegómenos del amistoso, los jugadores húngaros se dirigieron hacia la grada de Misericordia, en uno de cuyos costados estaba enclavado el busto, para depositar un ramo de flores en homenaje a la memoria de Pichichi.
Aquel sorprendente detalle del MTK Budapest (en la foto, momento en el que rindieron homenaje al jugador bilbaino) fue el origen de una tradición que ha perdurado a lo largo de la historia del Athletic Club, salvo en contadas ocasiones. Nos referimos al hecho de que cada vez que un club visite San Mamés por primera vez, honre a la figura de Pichichi colocando un ramo de flores delante del busto poco antes de comenzar a rodar el balón. Para culminar el entrañable ritual, el capitán rojiblanco de turno acompaña a su homónimo del conjunto rival hacia el monumento donde éste debe depositar las flores.
La muerte de Pichichi se produjo el 1 de marzo de 1922, varios meses después de dejar el fútbol como jugador en activo, y con solo 29 años de edad. Como recuerda Joseba Moro, en un extracto de su libro ‘San Mamés. Memoria e Historia de la Catedral’, “apenas cuatro meses después de su retirada de los campos de fútbol, Pichichi falleció repentinamente, al parecer por una infección contraída por ingerir unos alimentos en mal estado”.
Pichichi, que maravilló a propios y extraños tanto en su faceta futbolística como en la personal, fue un ídolo en vida. La palabra gol es con la que el gran público identifica a Pichichi. De hecho, en 89 partidos oficiales marcó 83 tantos y desde 1953 se otorga anualmente un trofeo que lleva su nombre al máximo goleador de la Liga. De esa admiración sin límites que se profesaba hacia él, “pronto se empezó a hablar de mantener su memoria con un gran busto en bronce, para colocarlo en el campo de fútbol de San Mamés, como recuerdo imborrable de su figura. Así lo propuso a la junta de Socios el presidente del Athletic Ricardo Irezabal”. Tal y como continúa relatando Moro en su publicación, “el 26 de febrero, el semanario bilbaíno El Norte Deportivo se hizo eco de un primer proyecto de monumento a Pichichi a instalar en los jardines de alrededor de San Mamés. El proyecto llevaba la firma de Moisés Huertas y, por motivos que desconocemos, no fue el que definitivamente se llevó a cabo unos años más tarde”. En cualquier caso, el Club retomó la idea de erigir el busto conmemorativo y fue el 8 de diciembre de 1926 cuando se inauguró en el antiguo San Mamés, concretamente “en la zona norte, en el pasillo de acceso a las gradas, una vez franqueada la puerta de entrada, de modo que todo el que accedía al campo pasaba por las inmediaciones”.
Aquel día visitaba el Arenas Club de Getxo nuestra Catedral, y los rojiblancos vencieron por 7-2. “El busto de bronce se colocó sobre una columna de piedras, y ésta sobre unas escalinatas, ante las que el presidente del Athletic Club, Manuel de la Sota, leyó unas palabras de homenaje. Para dar más realce al acto, el Club sacó de su sede todos los trofeos conquistados hasta el momento, y los situó en los escalones alrededor de la efigie, a modo de ofrenda. También muchos clubes vizcaínos y algunos de fuera de Bizkaia, así como el Colegio de Árbitros y la Asociación de Periodistas Deportivos, enviaron flores que adornaron la estatua”.
Y como ya se ha citado anteriormente, los jugadores del MTK Budapest, un equipo puntero a nivel europeo en aquellos tiempos, sin saberlo, se convirtieron en los impulsores de la tradición de honrar a Pichichi, cuyo carisma se puede sentir también en el nuevo San Mamés con su presencia, a pie de césped, frente al túnel de vestuarios. En las páginas de este reportaje podemos ver las instantáneas de los diez equipos que han contribuido a la conservación de este sencillo acto de homenaje en el nuevo coliseo rojiblanco que sirve, de alguna forma, para inmortalizar la figura de nuestro Pichichi. Prácticamente todos los clubes proceden de las competiciones europeas, a excepción del Real Balompédica Linense, que disputó la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa contra el Athletic Club en la temporada 2015/16.
A continuación ofrecemos la relación de todos los clubes europeos cuyos capitanes han realizado la ofrenda floral en el nuevo San Mamés y en orden cronológico. A saber: FC Shakhtar Donetsk, FC BATE Borisov, Inter Bakú, MSK Zilina, FC Augsburg, AZ Alkmaar, Olympique Marseille, KRC Genk y US Sassuolo Calcio.
Por otro lado, el pasado 5 de octubre el Athletic Club femenino disputó en San Mamés el partido de ida de dieciseisavos de final de la UEFA Women’s Champions League ante el Fortuna Hjorring danés, cuya capitana depositó un ramo de flores delante del busto de Pichichi.
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sábado, 31 de diciembre de 2016
viernes, 30 de diciembre de 2016
viernes, 23 de diciembre de 2016
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Los goles del Athletic Club by Jon Loidi
Fuente: Jon Loidi Begoña @JLadventures
Jor. 16ª: Athletic Club - RC Celta (1-1 Aduriz)
Jor. 16ª: Athletic Club - RC Celta (2-1 San José)
Jor. 16ª: Athletic Club - RC Celta (1-1 Aduriz)
Jor. 16ª: Athletic Club - RC Celta (2-1 San José)
martes, 20 de diciembre de 2016
lunes, 19 de diciembre de 2016
Muere Fidel Uriarte
Artículo publicado por Juanma Velasco en el diario Marca el 19/12/2016
Un espíritu libre. Descanse en paz. Libre. Fidel Uriarte (Sestao, 1945) ha fallecido después de una larga enfermedad que se llevó su memoria. El delantero rojiblanco, último jugador del Athletic antes de Aduriz que había conseguido cinco goles en un mismo partido, liberó su alma, presa de un cuerpo que ya no respondía. Fidel siempre ha querido ser libre. También cuando jugaba. En una de sus últimas entrevistas contaba que no era de hacer mucho caso a los entrenadores. "Jugando al fútbol quería libertad", aseguró en un serial sobre históricos del Athletic -'Los inolvidables'- que publicó El Correo.
Sestaoarra afincado desde años atrás en Castro, Fidel pasará a la historia como uno de los grandes goleadores del club. Hizo 120 en las doce temporadas que militó en el primer equipo, al que ascendió a los 17 años. El vizcaíno terminó su carrera en Málaga. El blanquiazul es un equipo que siempre le ha marcado: debutó con el Athletic en La Rosaleda el mismo día que Iribar; marcó su primer gol en Liga al Málaga en San Mamés y tras 12 años como león firmó un contrato por tres temporadas con el club andaluz. Para ellos fueron sus últimos adornos como profesional.
Uriarte consiguió dos títulos de Copa con el Athletic y el trofeo Pichichi de la temporada 1967-68. Hizo un año espectacular con 22 goles en 24 partidos. Algunos de esos tantos fueron maravillosos y todavía se recuerdan entre los más veteranos de San Mamés. Aquella Liga tuvo un momento espléndido el día de Nochevieja de 1967, cuando el Athletic recibió al Betis en La Catedral. Los leones ganaron 8-0 y Fidel Uriarte fue autor de cinco dianas. Fue un número más que agradecido porque meses después, al término de la Liga, fue pichichi por delante de Luis Aragonés, que se quedó a cinco goles de distancia.
Fichado en juveniles para un Athletic que en aquella época no tenía categorías inferiores, Uriarte fue uno de los futbolistas más brillantes de su edad. Tanto que con 17 años el equipo juvenil se le quedaba corto y en el club decidieron que diera el salto. Los años de juvenil no los olvidará porque le sirvieron para levantar dos títulos de campeón de España. Centrocampista organizador, interior, delantero..."Jugué en todas las posiciones", destacaba con orgullo. Alcanzó la internacionalidad, aunque sin llegar a la decena de partidos.
El rojiblanco que no tuvo reparo en ceder el dorsal 10 a Clemente, que entonces era un prometedor futbolista pero que tuvo que abandonar a causa de una grave lesión, intentó extender su carrera al banquillo, pero pronto decidió que lo suyo no era lo de entrenar. ¡Cómo lo iba a ser si en más de una ocasión recordaba que los buenos futbolistas no son de hacer mucho caso a los técnicos!
Un espíritu libre. Descanse en paz. Libre. Fidel Uriarte (Sestao, 1945) ha fallecido después de una larga enfermedad que se llevó su memoria. El delantero rojiblanco, último jugador del Athletic antes de Aduriz que había conseguido cinco goles en un mismo partido, liberó su alma, presa de un cuerpo que ya no respondía. Fidel siempre ha querido ser libre. También cuando jugaba. En una de sus últimas entrevistas contaba que no era de hacer mucho caso a los entrenadores. "Jugando al fútbol quería libertad", aseguró en un serial sobre históricos del Athletic -'Los inolvidables'- que publicó El Correo.
Sestaoarra afincado desde años atrás en Castro, Fidel pasará a la historia como uno de los grandes goleadores del club. Hizo 120 en las doce temporadas que militó en el primer equipo, al que ascendió a los 17 años. El vizcaíno terminó su carrera en Málaga. El blanquiazul es un equipo que siempre le ha marcado: debutó con el Athletic en La Rosaleda el mismo día que Iribar; marcó su primer gol en Liga al Málaga en San Mamés y tras 12 años como león firmó un contrato por tres temporadas con el club andaluz. Para ellos fueron sus últimos adornos como profesional.
Uriarte consiguió dos títulos de Copa con el Athletic y el trofeo Pichichi de la temporada 1967-68. Hizo un año espectacular con 22 goles en 24 partidos. Algunos de esos tantos fueron maravillosos y todavía se recuerdan entre los más veteranos de San Mamés. Aquella Liga tuvo un momento espléndido el día de Nochevieja de 1967, cuando el Athletic recibió al Betis en La Catedral. Los leones ganaron 8-0 y Fidel Uriarte fue autor de cinco dianas. Fue un número más que agradecido porque meses después, al término de la Liga, fue pichichi por delante de Luis Aragonés, que se quedó a cinco goles de distancia.
Fichado en juveniles para un Athletic que en aquella época no tenía categorías inferiores, Uriarte fue uno de los futbolistas más brillantes de su edad. Tanto que con 17 años el equipo juvenil se le quedaba corto y en el club decidieron que diera el salto. Los años de juvenil no los olvidará porque le sirvieron para levantar dos títulos de campeón de España. Centrocampista organizador, interior, delantero..."Jugué en todas las posiciones", destacaba con orgullo. Alcanzó la internacionalidad, aunque sin llegar a la decena de partidos.
El rojiblanco que no tuvo reparo en ceder el dorsal 10 a Clemente, que entonces era un prometedor futbolista pero que tuvo que abandonar a causa de una grave lesión, intentó extender su carrera al banquillo, pero pronto decidió que lo suyo no era lo de entrenar. ¡Cómo lo iba a ser si en más de una ocasión recordaba que los buenos futbolistas no son de hacer mucho caso a los técnicos!
viernes, 16 de diciembre de 2016
Matchday: Athletic - Real Sociedad
Fuente: Canal YouTube "Viajes Futboleros" un blog de Jaime Collazos
jueves, 15 de diciembre de 2016
Los que dan lustre a Bilbao
Artículo publicado por José Basurto en el diario Deia el 15/12/2016
José Ángel Iribar, Sarita Estévez, Xabier Kintana, José Antonio Garrido y Begoña Rueda son desde ayer los nuevos Ilustres de Bilbao “por difundir el buen nombre de la villa”. Son los que dan lustre a la capital vizcaina
Los galardonados, José Antonio Garrido, Begoña Rueda, José Ángel Iribar,
Sarita Estévez y Xabier Kintana, posan con el alcalde. (José Mari Martínez)
Es el mayor reconocimiento que concede el Ayuntamiento de Bilbao. Y eso se notó en el acto de entrega de las distinciones, que fue solemne, entrañable y muy numeroso, ya que los homenajeados estuvieron arropados no solo por familiares y amigos sino por una amplia representación de la sociedad bilbaina y vizcaina. Más de 200 invitados llenaron el Salón Árabe, un espacio del Ayuntamiento que, como recordó el alcalde Juan Mari Aburto, “celebramos muchos y variados actos, pero para mí hay dos que me llenan de una emoción especial; me refiero a la recepción que celebramos con motivo de la Aste Nagusia y a esta ceremonia de los Ilustres de Bilbao”. Este año han recaído en cinco personas cuyas trayectorias profesionales han sido muy distintas. Aunque algunos de ellos no hayan nacido en la capital vizcaina, todos se han distinguido a lo largo de su vida por llevar el buen nombre de Bilbao allende de sus fronteras. “Desde distintas facetas”, les dijo el alcalde, “estáis contribuyendo a que esta Villa sea más solidaria e inclusiva, más culta, más euskaldun, más moderna, con empresas y actividad económica y, por supuesto, más rojiblanca y del Athletic”. Este último guiño era para uno de los galardonados: José Ángel Iribar, el Txopo, que volvió a acaparar el mayor número de aplausos, prueba del cariño que se le tiene a este hombre en la capital vizcaina. “Aunque nacido en Zarautz”, recordó el alcalde, “podemos decir que fue bautizado en Bilbao y con todos los honores desde que en 1962 fue fichado por el Athletic”. Eso le otorga al Txopo, según Juan Mari Aburto, “el título más que merecido de bilbaino, a lo que añadimos su amor por nuestra ciudad, por nuestra tierra, por nuestra cultura, por el euskera...”. José Ángel Iribar contestó dando las gracias por el galardón pero dejando bien claro que “aunque el premio lleva mi nombre este es un reconocimiento de todos los bilbainos y bilbainas”. El alcalde le dijo que “para un futbolero como yo y del Athletic, nombrarte Ilustre de Bilbao es todo un orgullo, por los colores, por el escudo y por la pasión”. Así que terminó sus palabras sobre el gran guardameta recordando aquella canción que se hizo famosa de “Iribar, Iribar es cojonudo... como Iribar no hay ninguno”.
Otra de los Ilustres, tan rojiblanca como Iribar o el propio alcalde, es Sara Estévez Urquijo, “Sarita para nosotros”, aclaró el alcalde. De ella resaltó que “era la primera mujer periodista y cronista deportiva, la gran voz de la radio durante muchos años en un mundo de hombres”. Aburto recordó la anécdota de que la primera entrevista que le hicieron “siendo yo un chaval de 18 años que entrenaba a un equipo de críos de futbito en La Salle” fue precisamente Sarita Estévez. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, pero el alcalde le dijo que “solo queremos que sepas que te seguimos recordando y, por supuesto, seguimos leyendo tus crónicas deportivas”. Por último le comentó que “esta ciudad te quiere mucho y desde hoy eres Ilustre de Bilbao, al que siempre llevas, lo sé muy bien, en el corazón”. Sarita Estévez se mostró muy agradecida por el premio, y como buena profesional de la radio, sacó unas notas que le sirvieron para recordar sus años de la posguerra en la capital vizcaina y su paso por “las escuelas de Bilbao, que eran las mejores”. Tampoco dejó en el tintero a los maestros de esas escuelas “de los que aprendí mucho”. Sarita Estévez dio el salto a la radio tras muchos años trabajando en una empresa privada de productos químicos. Pero la radio y el Athletic le engancharon de tal forma que ya nunca más se alejó de las ondas y de San Mamés. Durante muchos años escribió sus crónicas con el seudónimo de Maratón, aunque ayer reconoció que el haber trabajado en un mundo tan de hombres como el fútbol no le había obstaculizado en su carrera profesional. Lo que sí dijo es que “mi universidad ha sido la del trabajo y la del querer aprender de todos los que me rodeaban”.
José Ángel Iribar, Sarita Estévez, Xabier Kintana, José Antonio Garrido y Begoña Rueda son desde ayer los nuevos Ilustres de Bilbao “por difundir el buen nombre de la villa”. Son los que dan lustre a la capital vizcaina
Los galardonados, José Antonio Garrido, Begoña Rueda, José Ángel Iribar,
Sarita Estévez y Xabier Kintana, posan con el alcalde. (José Mari Martínez)
Es el mayor reconocimiento que concede el Ayuntamiento de Bilbao. Y eso se notó en el acto de entrega de las distinciones, que fue solemne, entrañable y muy numeroso, ya que los homenajeados estuvieron arropados no solo por familiares y amigos sino por una amplia representación de la sociedad bilbaina y vizcaina. Más de 200 invitados llenaron el Salón Árabe, un espacio del Ayuntamiento que, como recordó el alcalde Juan Mari Aburto, “celebramos muchos y variados actos, pero para mí hay dos que me llenan de una emoción especial; me refiero a la recepción que celebramos con motivo de la Aste Nagusia y a esta ceremonia de los Ilustres de Bilbao”. Este año han recaído en cinco personas cuyas trayectorias profesionales han sido muy distintas. Aunque algunos de ellos no hayan nacido en la capital vizcaina, todos se han distinguido a lo largo de su vida por llevar el buen nombre de Bilbao allende de sus fronteras. “Desde distintas facetas”, les dijo el alcalde, “estáis contribuyendo a que esta Villa sea más solidaria e inclusiva, más culta, más euskaldun, más moderna, con empresas y actividad económica y, por supuesto, más rojiblanca y del Athletic”. Este último guiño era para uno de los galardonados: José Ángel Iribar, el Txopo, que volvió a acaparar el mayor número de aplausos, prueba del cariño que se le tiene a este hombre en la capital vizcaina. “Aunque nacido en Zarautz”, recordó el alcalde, “podemos decir que fue bautizado en Bilbao y con todos los honores desde que en 1962 fue fichado por el Athletic”. Eso le otorga al Txopo, según Juan Mari Aburto, “el título más que merecido de bilbaino, a lo que añadimos su amor por nuestra ciudad, por nuestra tierra, por nuestra cultura, por el euskera...”. José Ángel Iribar contestó dando las gracias por el galardón pero dejando bien claro que “aunque el premio lleva mi nombre este es un reconocimiento de todos los bilbainos y bilbainas”. El alcalde le dijo que “para un futbolero como yo y del Athletic, nombrarte Ilustre de Bilbao es todo un orgullo, por los colores, por el escudo y por la pasión”. Así que terminó sus palabras sobre el gran guardameta recordando aquella canción que se hizo famosa de “Iribar, Iribar es cojonudo... como Iribar no hay ninguno”.
Otra de los Ilustres, tan rojiblanca como Iribar o el propio alcalde, es Sara Estévez Urquijo, “Sarita para nosotros”, aclaró el alcalde. De ella resaltó que “era la primera mujer periodista y cronista deportiva, la gran voz de la radio durante muchos años en un mundo de hombres”. Aburto recordó la anécdota de que la primera entrevista que le hicieron “siendo yo un chaval de 18 años que entrenaba a un equipo de críos de futbito en La Salle” fue precisamente Sarita Estévez. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, pero el alcalde le dijo que “solo queremos que sepas que te seguimos recordando y, por supuesto, seguimos leyendo tus crónicas deportivas”. Por último le comentó que “esta ciudad te quiere mucho y desde hoy eres Ilustre de Bilbao, al que siempre llevas, lo sé muy bien, en el corazón”. Sarita Estévez se mostró muy agradecida por el premio, y como buena profesional de la radio, sacó unas notas que le sirvieron para recordar sus años de la posguerra en la capital vizcaina y su paso por “las escuelas de Bilbao, que eran las mejores”. Tampoco dejó en el tintero a los maestros de esas escuelas “de los que aprendí mucho”. Sarita Estévez dio el salto a la radio tras muchos años trabajando en una empresa privada de productos químicos. Pero la radio y el Athletic le engancharon de tal forma que ya nunca más se alejó de las ondas y de San Mamés. Durante muchos años escribió sus crónicas con el seudónimo de Maratón, aunque ayer reconoció que el haber trabajado en un mundo tan de hombres como el fútbol no le había obstaculizado en su carrera profesional. Lo que sí dijo es que “mi universidad ha sido la del trabajo y la del querer aprender de todos los que me rodeaban”.
lunes, 12 de diciembre de 2016
domingo, 11 de diciembre de 2016
José Ángel Iribar: “Me emociona que un niño me llame ‘Txopo’ por la calle”
Entrevista publicada por Arantza Rodríguez en el diario Deia el 11/12/2016
Recientemente nombrado Ilustre de Bilbao, con el Premio Lauaxeta aún caliente entre la manos, este mito del fútbol se antoja un gran hombre y no solo por su estatura
Como buen Ilustre de Bilbao, nació donde quiso, en Zarautz. Fue guardameta, pero no solo defendió con ahínco la portería del Athletic. También el euskera y la ikurriña. José Ángel Iribar, El Txopo, pasará a la historia como una leyenda del fútbol, aunque, más allá de los trofeos que tapizan su casa y su despacho en el Palacio Ibaigane, deslumbra su humanidad. Esa que le ha llevado al lecho de muerte de un desconocido para arrancarle una sonrisa. Esa que floreció cuando él mismo estuvo a punto de sucumbir por la fiebre tifoidea. De carácter afable, el legendario jugador se antoja un gran hombre y no por su estatura.
Dos premios más para su amplia colección. ¿Cómo los ha recibido?
-Estos reconocimientos sientan muy bien. A estas edades mejor aún.
¿Los Ilustres de Bilbao nacen donde quieren, incluso en Gipuzkoa?
-Pues sí. La verdad es que vine cuando me fichó el Athletic y llevo ya 55 años. Yo no renegaré nunca de mi tierra, pero tengo una muy buena química con la gente de Bizkaia.
Ahora es fácil presumir de Bilbao. Cuando era gris, ¿costaba más?
-Las ciudades las hacen sus gentes y tanto el bilbaino de aquella época como el de ahora siempre se ha sentido orgulloso de ser de Bilbao y lo ha trasladado a todo el mundo. Yo he intentado llevar su nombre a través del Athletic por donde he ido.
Y habrá encontrado a aficionados por recóndito que sea el lugar.
-En todos los sitios el Athletic siempre está acompañado. Jugábamos, por ejemplo, en Chicago, que no era muy futbolero, y aparecían allí.
Dice que el título de Ilustre es “demasiado”, pero muchos le consideran un mito. ¿Se ve como tal?
-Es muy difícil verse a uno mismo, pero por ese título no voy a cambiar. Es más, me da más responsabilidad de intentar hacer las cosas mejor.
Las estrellas del fútbol parecen hoy día poco menos que dioses.
-Añoro la etapa en la que el futbolista era más cercano. En el Athletic podemos presumir de cierta normalidad en comparación con otros, pero el fútbol se ha sobredimensionado. No creí que iba a evolucionar en esa línea de estrellato, de tanto dinero, pero parece que eso da buenos resultados a algunas empresas.
¿Qué siente cuando un niño a día de hoy le reconoce por la calle?
-Cuando un niño por la calle me llama Txopo, pienso: ¿Quién le habrá dicho eso? Me emociona. Que la gente diga que ha disfrutado viéndome jugar es uno de los mayores elogios.
¿Qué le dicen sus nietos? ¿Son conscientes de quién es su aitite?
-Tengo una nieta de 19 años no muy futbolera y un nieto que va a hacer 4. Hace poco me pidió unos guantes y anda entrenando con su aita. Yo de vez en cuando le tiro también.
¿Le gustaría que siguiera sus pasos?
-Hombre, si vale, sí. Que haga deporte es muy sano y muy importante, pero que estudie también.
¿Qué seguidor le ha roto el corazón o emocionado especialmente?
-Gente moribunda que quería que estuviera cerca en el último momento. He ido a hospitales, a casas... Te llamaba la familia: “Oye, es que tiene la ilusión...”. Es muy duro, pero si le puedes sacar una sonrisa, son los momentos más emocionantes, te llegan hasta el fondo del alma.
Usted mismo estuvo a punto de morir por la fiebre tifoidea. ¿Qué aprendió tras aquello?
-Estaba muy metido de lleno en el fútbol y, cuando salí de eso, empecé a mirar más al entorno, a ser aún más cercano y a estar más pendiente del devenir de la propia sociedad.
O sea, que se implicó más, en vez de centrarse solo en su carrera.
-Pensé que era un poco egoísta y que se podían compaginar las cosas.
Acaba de recibir el Premio Lauaxeta por su difusión del euskera.
-Sí, por aunar el euskera y el deporte. Sacamos el primer diccionario de términos deportivos en euskera y otro exclusivo para el fútbol.
¿Siempre ha podido hablar su lengua materna con libertad?
-Sí, aunque no pude estudiar en euskera. Al profesor que nos daba canciones intentaron echarlo porque, por lo visto, decir que los pájaros trinan en euskera era subversivo. En Zarauz lo hablábamos todos, aunque a las chicas las presionaban más para que hablasen castellano.
¿Lo dejó alguna vez de practicar?
-Cuando llegué a Bilbao, me refugiaba en el Casco Viejo porque escuchaba euskera. Viví con una familia de Zeberio y, aunque su euskera era muy diferente, por lo menos me daba aire. Siempre lo he sentido dentro. Mi aita ha tenido mucho que ver porque era un ferviente defensor del euskera.
¿Cómo ve la salud del euskera? ¿Le apena que no se hable más?
-Sí me da pena porque la gente ya lo sabe. De todos modos, no hay ni comparación con la etapa en que llegué yo. Hubo un momento en el que parecía que se podía perder, pero ahora el euskera está a salvo, aunque hay que sacarlo más a la calle.
¿Qué se puede hacer para que los chavales lo hablen fuera del aula?
-Es complejo, pero los niños tienen sus ídolos y estos tienen bastante influencia. Por eso es muy importante que los jugadores del Athletic hablen en euskera en los medios.
¿Dañó al euskera el ser utilizado como arma arrojadiza en política?
-Sí, no ha sido todo perfecto, pero eso está superado. Hoy la gente lo habla y lo tolera. Hay un consenso y eso ayudará a que en el futuro se hable en todos los estamentos. Escribir en las nuevas tecnologías en euskera también va a ser vital.
De niño ayudaba en casa y a las tardes jugaba al fútbol en la playa. ¿Soñaba con dedicarse a ello?
-Mi meta era emular a los porteros del pueblo sin querer ser una estrella. Fui paso a paso, hasta fijarme en las grandes figuras. Trabajaba la imaginación porque los partidos no se televisaban. En la peluquería disfrutaba porque veía las revistas de fútbol. Decía: ¿Esto cómo lo habrá hecho? y soñaba con eso. He sido muy soñador.
¿Le llegaron a pitar o insultar alguna vez en el terreno de juego?
-Sí, claro. Después de sacar la ikurriña, cuando íbamos a jugar por ahí, había un concierto de silbos, pero yo he tenido la virtud de saber concentrarme en el juego.
El lunes hizo 40 años de aquel día en que exhibió la ikurriña, aún ilegal, junto con el capitán de la Real en Atocha. ¿Temió ir a la cárcel?
-Sí, pero nos sentimos arropados por la afición y eso da mucha confianza. La propuesta fue de los jugadores de la Real y se gestó hora y media antes del partido. Les dije en el vestuario que creía que era un buen momento, que era una petición unánime de la sociedad y había que dar ese paso y parece que les convencí porque todos accedieron.
¿Cómo lo llevaron a cabo?
-No era fácil porque aquello estaba lleno de grises. Un jugador de la Real, Uranga, que en ese partido no jugaba, trajo desde Getaria una ikurriña confeccionada por su hermana. Cuando salimos los dos equipos, saltó al campo y nos la ofreció.
¿El público acogió bien su gesto?
-Aquello fue una explosión de júbilo. Nos sentimos muy satisfechos, pero durante el partido estábamos pensando: ¿Y luego qué? No hubo represalias, más allá de los silbos en otros campos o las crónicas más o menos vehementes de los periodistas. Lo bueno fue que meses después fue legalizada. De alguna manera fue un paso importante en ese sentido. Nos tenemos que sentir orgullosos.
También exhibieron brazaletes negros por el fusilamiento de cinco personas, entre ellas Txiki y Otaegi. Usted era de los que se mojaba.
-Eso fue tras la muerte de Franco. Había habido tal represión y había tanto que reivindicar... Apoyamos muchas cosas a nivel social, laboral, huelgas... Eran momentos cruciales y lo normal es que todos se implicasen, y en el Estado eso no era bien visto.
Formó parte como independiente de la primera mesa nacional de Herri Batasuna. ¿Cómo valora el momento político actual?
-Muy positivamente. He añorado estos momentos muchísimos años. Ahora parece que estamos todos en la foto, no falta nadie, la gente se habla, discute, debate. Eso es un avance que en el futuro dará sus frutos. Hace años el único que fue capaz de reunir a todos los grupos, sin excepción, fue el Athletic en las fiestas de Bilbao. Es el nexo de unión de muchas formas de pensar y en eso también es grande.
Tenemos la mejor afición del mundo ¿bilbainada o hecho fundado?
-Es muy entendida, sabe cuándo animar y cuándo callar. En otras gradas veo a gente mucho más hooligan. Luego, incluso cuando hemos ido mal ha ido más gente a apoyarnos. El Athletic es una gran familia, hay momentos en que puedes criticar, pero cuando hay que echar una mano todos se vuelcan y sientes más ese calor. Esa es su grandeza.
Un buen ejemplo es cuando le sacaron a hombros tras perder la copa de 1966. ¿Cómo lo recuerda?
-Con sorpresa. Ya me gustaba el público, pero con aquello la afición me ganó. Me dije: Estos son diferentes, porque eso no lo he vuelto a ver. Perder una final y que te saquen a hombros y te pongan la txapela. “¿Pero qué hacéis?, si la txapela se les pone a los txapeldunes”, les decía yo. Qué reacción más buena para mí, para el equipo y para el club.
¿Cómo vive la rivalidad entre las aficiones del Athletic y la Real?
-Me parece fenomenal que se hagan bromas y apuestas, es enriquecedor. Todavía estoy por ver en otros clubes aficiones que se sienten y vayan juntas al partido o novios que vayan con la camiseta del Athletic y la Real. Eso es un valor añadido.
Jugó 614 partidos con el Athletic. ¿Cuál fue el más emocionante, independientemente del resultado?
-Elegir uno es complicado. Lo más difícil es mantener una carrera. El gran partido de mi vida fue cuando ganamos la Copa, que era nuestra asignatura pendiente y la gente lo estaba deseando. Fue inolvidable, el mejor partido del equipo porque había dado esa alegría a la afición. Cuando ganábamos fuera encuentros importantes, decíamos: Qué contenta estará la gente de Bilbao, porque eso se percibe.
¿Sería capaz de adivinar por las caras si el Athletic ha ganado o no?
-Sí, me lo noto a mí mismo. Suelo decir que los lunes que perdemos estoy con unas agujetas terribles (ríe).
¿Recuerda el momento más duro que ha vivido en San Mamés?
-Cuando te sale un mal partido, pero la verdad es que yo me he sentido muy arropado siempre. Incluso por goles que han sido errores míos recuerdo que le han echado la culpa a la defensa. A mí me parecía injusto, pero el público es soberano.
¿Añora la vieja Catedral?
-Sí, todo lo que hemos hecho ha sido allí, hay mucha historia, aún están las almas de los aficionados runruneando. El nuevo está ahí mismo y tiene cosas positivas, como la mayor comodidad o que es un campazo, pero nuestra generación lo añoramos.
Un mito, un buen padre, un euskaldun de pro, un ilustre bilbaino... ¿Cómo querría que le recordaran?
-Como un buen deportista quizás, pero tampoco, porque la gente es soberana y la historia la hará el aficionado. Como no está en mi mano, no me preocupa demasiado. Me preocupa cómo soy y cómo voy a vivir lo que me queda. Me gustaría seguir con ganas de hacer cosas, aportar algo a la gente.
Recientemente nombrado Ilustre de Bilbao, con el Premio Lauaxeta aún caliente entre la manos, este mito del fútbol se antoja un gran hombre y no solo por su estatura
Como buen Ilustre de Bilbao, nació donde quiso, en Zarautz. Fue guardameta, pero no solo defendió con ahínco la portería del Athletic. También el euskera y la ikurriña. José Ángel Iribar, El Txopo, pasará a la historia como una leyenda del fútbol, aunque, más allá de los trofeos que tapizan su casa y su despacho en el Palacio Ibaigane, deslumbra su humanidad. Esa que le ha llevado al lecho de muerte de un desconocido para arrancarle una sonrisa. Esa que floreció cuando él mismo estuvo a punto de sucumbir por la fiebre tifoidea. De carácter afable, el legendario jugador se antoja un gran hombre y no por su estatura.
Dos premios más para su amplia colección. ¿Cómo los ha recibido?
-Estos reconocimientos sientan muy bien. A estas edades mejor aún.
¿Los Ilustres de Bilbao nacen donde quieren, incluso en Gipuzkoa?
-Pues sí. La verdad es que vine cuando me fichó el Athletic y llevo ya 55 años. Yo no renegaré nunca de mi tierra, pero tengo una muy buena química con la gente de Bizkaia.
Ahora es fácil presumir de Bilbao. Cuando era gris, ¿costaba más?
-Las ciudades las hacen sus gentes y tanto el bilbaino de aquella época como el de ahora siempre se ha sentido orgulloso de ser de Bilbao y lo ha trasladado a todo el mundo. Yo he intentado llevar su nombre a través del Athletic por donde he ido.
Y habrá encontrado a aficionados por recóndito que sea el lugar.
-En todos los sitios el Athletic siempre está acompañado. Jugábamos, por ejemplo, en Chicago, que no era muy futbolero, y aparecían allí.
Dice que el título de Ilustre es “demasiado”, pero muchos le consideran un mito. ¿Se ve como tal?
-Es muy difícil verse a uno mismo, pero por ese título no voy a cambiar. Es más, me da más responsabilidad de intentar hacer las cosas mejor.
Las estrellas del fútbol parecen hoy día poco menos que dioses.
-Añoro la etapa en la que el futbolista era más cercano. En el Athletic podemos presumir de cierta normalidad en comparación con otros, pero el fútbol se ha sobredimensionado. No creí que iba a evolucionar en esa línea de estrellato, de tanto dinero, pero parece que eso da buenos resultados a algunas empresas.
¿Qué siente cuando un niño a día de hoy le reconoce por la calle?
-Cuando un niño por la calle me llama Txopo, pienso: ¿Quién le habrá dicho eso? Me emociona. Que la gente diga que ha disfrutado viéndome jugar es uno de los mayores elogios.
¿Qué le dicen sus nietos? ¿Son conscientes de quién es su aitite?
-Tengo una nieta de 19 años no muy futbolera y un nieto que va a hacer 4. Hace poco me pidió unos guantes y anda entrenando con su aita. Yo de vez en cuando le tiro también.
¿Le gustaría que siguiera sus pasos?
-Hombre, si vale, sí. Que haga deporte es muy sano y muy importante, pero que estudie también.
¿Qué seguidor le ha roto el corazón o emocionado especialmente?
-Gente moribunda que quería que estuviera cerca en el último momento. He ido a hospitales, a casas... Te llamaba la familia: “Oye, es que tiene la ilusión...”. Es muy duro, pero si le puedes sacar una sonrisa, son los momentos más emocionantes, te llegan hasta el fondo del alma.
Usted mismo estuvo a punto de morir por la fiebre tifoidea. ¿Qué aprendió tras aquello?
-Estaba muy metido de lleno en el fútbol y, cuando salí de eso, empecé a mirar más al entorno, a ser aún más cercano y a estar más pendiente del devenir de la propia sociedad.
O sea, que se implicó más, en vez de centrarse solo en su carrera.
-Pensé que era un poco egoísta y que se podían compaginar las cosas.
Acaba de recibir el Premio Lauaxeta por su difusión del euskera.
-Sí, por aunar el euskera y el deporte. Sacamos el primer diccionario de términos deportivos en euskera y otro exclusivo para el fútbol.
¿Siempre ha podido hablar su lengua materna con libertad?
-Sí, aunque no pude estudiar en euskera. Al profesor que nos daba canciones intentaron echarlo porque, por lo visto, decir que los pájaros trinan en euskera era subversivo. En Zarauz lo hablábamos todos, aunque a las chicas las presionaban más para que hablasen castellano.
¿Lo dejó alguna vez de practicar?
-Cuando llegué a Bilbao, me refugiaba en el Casco Viejo porque escuchaba euskera. Viví con una familia de Zeberio y, aunque su euskera era muy diferente, por lo menos me daba aire. Siempre lo he sentido dentro. Mi aita ha tenido mucho que ver porque era un ferviente defensor del euskera.
¿Cómo ve la salud del euskera? ¿Le apena que no se hable más?
-Sí me da pena porque la gente ya lo sabe. De todos modos, no hay ni comparación con la etapa en que llegué yo. Hubo un momento en el que parecía que se podía perder, pero ahora el euskera está a salvo, aunque hay que sacarlo más a la calle.
¿Qué se puede hacer para que los chavales lo hablen fuera del aula?
-Es complejo, pero los niños tienen sus ídolos y estos tienen bastante influencia. Por eso es muy importante que los jugadores del Athletic hablen en euskera en los medios.
¿Dañó al euskera el ser utilizado como arma arrojadiza en política?
-Sí, no ha sido todo perfecto, pero eso está superado. Hoy la gente lo habla y lo tolera. Hay un consenso y eso ayudará a que en el futuro se hable en todos los estamentos. Escribir en las nuevas tecnologías en euskera también va a ser vital.
De niño ayudaba en casa y a las tardes jugaba al fútbol en la playa. ¿Soñaba con dedicarse a ello?
-Mi meta era emular a los porteros del pueblo sin querer ser una estrella. Fui paso a paso, hasta fijarme en las grandes figuras. Trabajaba la imaginación porque los partidos no se televisaban. En la peluquería disfrutaba porque veía las revistas de fútbol. Decía: ¿Esto cómo lo habrá hecho? y soñaba con eso. He sido muy soñador.
¿Le llegaron a pitar o insultar alguna vez en el terreno de juego?
-Sí, claro. Después de sacar la ikurriña, cuando íbamos a jugar por ahí, había un concierto de silbos, pero yo he tenido la virtud de saber concentrarme en el juego.
El lunes hizo 40 años de aquel día en que exhibió la ikurriña, aún ilegal, junto con el capitán de la Real en Atocha. ¿Temió ir a la cárcel?
-Sí, pero nos sentimos arropados por la afición y eso da mucha confianza. La propuesta fue de los jugadores de la Real y se gestó hora y media antes del partido. Les dije en el vestuario que creía que era un buen momento, que era una petición unánime de la sociedad y había que dar ese paso y parece que les convencí porque todos accedieron.
¿Cómo lo llevaron a cabo?
-No era fácil porque aquello estaba lleno de grises. Un jugador de la Real, Uranga, que en ese partido no jugaba, trajo desde Getaria una ikurriña confeccionada por su hermana. Cuando salimos los dos equipos, saltó al campo y nos la ofreció.
¿El público acogió bien su gesto?
-Aquello fue una explosión de júbilo. Nos sentimos muy satisfechos, pero durante el partido estábamos pensando: ¿Y luego qué? No hubo represalias, más allá de los silbos en otros campos o las crónicas más o menos vehementes de los periodistas. Lo bueno fue que meses después fue legalizada. De alguna manera fue un paso importante en ese sentido. Nos tenemos que sentir orgullosos.
También exhibieron brazaletes negros por el fusilamiento de cinco personas, entre ellas Txiki y Otaegi. Usted era de los que se mojaba.
-Eso fue tras la muerte de Franco. Había habido tal represión y había tanto que reivindicar... Apoyamos muchas cosas a nivel social, laboral, huelgas... Eran momentos cruciales y lo normal es que todos se implicasen, y en el Estado eso no era bien visto.
Formó parte como independiente de la primera mesa nacional de Herri Batasuna. ¿Cómo valora el momento político actual?
-Muy positivamente. He añorado estos momentos muchísimos años. Ahora parece que estamos todos en la foto, no falta nadie, la gente se habla, discute, debate. Eso es un avance que en el futuro dará sus frutos. Hace años el único que fue capaz de reunir a todos los grupos, sin excepción, fue el Athletic en las fiestas de Bilbao. Es el nexo de unión de muchas formas de pensar y en eso también es grande.
Tenemos la mejor afición del mundo ¿bilbainada o hecho fundado?
-Es muy entendida, sabe cuándo animar y cuándo callar. En otras gradas veo a gente mucho más hooligan. Luego, incluso cuando hemos ido mal ha ido más gente a apoyarnos. El Athletic es una gran familia, hay momentos en que puedes criticar, pero cuando hay que echar una mano todos se vuelcan y sientes más ese calor. Esa es su grandeza.
Un buen ejemplo es cuando le sacaron a hombros tras perder la copa de 1966. ¿Cómo lo recuerda?
-Con sorpresa. Ya me gustaba el público, pero con aquello la afición me ganó. Me dije: Estos son diferentes, porque eso no lo he vuelto a ver. Perder una final y que te saquen a hombros y te pongan la txapela. “¿Pero qué hacéis?, si la txapela se les pone a los txapeldunes”, les decía yo. Qué reacción más buena para mí, para el equipo y para el club.
¿Cómo vive la rivalidad entre las aficiones del Athletic y la Real?
-Me parece fenomenal que se hagan bromas y apuestas, es enriquecedor. Todavía estoy por ver en otros clubes aficiones que se sienten y vayan juntas al partido o novios que vayan con la camiseta del Athletic y la Real. Eso es un valor añadido.
Jugó 614 partidos con el Athletic. ¿Cuál fue el más emocionante, independientemente del resultado?
-Elegir uno es complicado. Lo más difícil es mantener una carrera. El gran partido de mi vida fue cuando ganamos la Copa, que era nuestra asignatura pendiente y la gente lo estaba deseando. Fue inolvidable, el mejor partido del equipo porque había dado esa alegría a la afición. Cuando ganábamos fuera encuentros importantes, decíamos: Qué contenta estará la gente de Bilbao, porque eso se percibe.
¿Sería capaz de adivinar por las caras si el Athletic ha ganado o no?
-Sí, me lo noto a mí mismo. Suelo decir que los lunes que perdemos estoy con unas agujetas terribles (ríe).
¿Recuerda el momento más duro que ha vivido en San Mamés?
-Cuando te sale un mal partido, pero la verdad es que yo me he sentido muy arropado siempre. Incluso por goles que han sido errores míos recuerdo que le han echado la culpa a la defensa. A mí me parecía injusto, pero el público es soberano.
¿Añora la vieja Catedral?
-Sí, todo lo que hemos hecho ha sido allí, hay mucha historia, aún están las almas de los aficionados runruneando. El nuevo está ahí mismo y tiene cosas positivas, como la mayor comodidad o que es un campazo, pero nuestra generación lo añoramos.
Un mito, un buen padre, un euskaldun de pro, un ilustre bilbaino... ¿Cómo querría que le recordaran?
-Como un buen deportista quizás, pero tampoco, porque la gente es soberana y la historia la hará el aficionado. Como no está en mi mano, no me preocupa demasiado. Me preocupa cómo soy y cómo voy a vivir lo que me queda. Me gustaría seguir con ganas de hacer cosas, aportar algo a la gente.
jueves, 8 de diciembre de 2016
martes, 6 de diciembre de 2016
Los goles del Athletic Club by Jon Loidi
Fuente: Jon Loidi Begoña @JLadventures
Jor. 13ª: UD Las Palmas - Athletic Club (2-1 Raúl García)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (1-0 Beñat)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (2-0 Williams)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (3-1 Muniain)
Jor. 13ª: UD Las Palmas - Athletic Club (2-1 Raúl García)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (1-0 Beñat)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (2-0 Williams)
Jor. 14ª: Athletic Club - SD Eibar (3-1 Muniain)
lunes, 5 de diciembre de 2016
sábado, 3 de diciembre de 2016
viernes, 2 de diciembre de 2016
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