Entrevista publicada por María Vallejo en el diariodenavarra.es el 29/10/2021
En la última jornada en Primera Iberdrola, esta pamplonesa de 38 años marcó su primer gol de la temporada, consiguiendo así un hito que parece irrepetible: 19 años logrando anotar tantos de forma consecutiva en la élite, 17 de ellos en el Athletic
Fuente: Athletic Club
Al otro lado del teléfono, una leyenda del fútbol navarro. Erika Vázquez es la persona que más partidos internacionales ha disputado con la selección, hombre o mujer, 47 (Ainhoa Tirapu sumó 46, Goiko, 36, y Azpilicueta acumula 34), lleva 19 temporadas en la élite y ha marcado en todas ellas. Diecisiete, en el Athletic, una en Lagunak, su inicio en este brillante camino, y otra en el Espanyol, donde vivió un breve paréntesis. Su último gol, el primero de este curso, lo logró ante el Villarreal el pasado 17 de octubre. Es su hábitat natural. Ha pasado por mejores momentos y por otros no tan buenos, pero siempre ha vuelto.
La delantera pamplonesa, de 38 años, suma 261 goles (segunda en el ránking global tras Telmo Zarra) en los 405 partidos que lleva jugados en Bilbao. Y sigue sumando.
Diecinueve años marcando goles en Primera, diecisiete de ellos en el Athletic. ¿Es consciente de lo que ha conseguido? ¿Lo tenía como objetivo?
Cuando llegué, que era muy jovencita, no esperaba llegar a estas cifras. Echas la vista atrás, y te sientes orgullosa de cumplir tantos partidos, estar tantos años al pie del cañón. Llegas a una edad que competir al máximo nivel requiere mucho sacrificio y cuidarte.
¿Pero estaba sobre la pista de este registro?
No -ríe-. Cuando me dicen los datos, muchas veces soy la primera que me sorprendo. Yo no lo llevo en cuenta. Van pasando los años y me ha tocado ser delantera, estar arriba. El equipo responde y nosotras materializamos las ocasiones. Pero es verdad que te emociona cuando te enteras. Ha habido momentos duros. El año pasado, estuve cuatro meses sin hacer lo que más me gusta. Por eso, cuando vuelves y tienes el premio de ayudar al equipo con un gol, es algo muy especial.
Porque detrás de todos estos datos espectaculares está la vida. Y en la vida pasa de todo, también esos momentos duros de los que habla.
Todo se resume en cifras, pero al echar la vista atrás te vienen momentos que has compartido con tus compañeras, momentos muy buenos, muy malos... Tienes que sobreponerte. Ha habido más momentos amargos pero los otros los han compensado. Es como la vida y lo importante es que he sabido disfrutar siempre, autoexigirme, y eso es lo que me ha llevado a seguir. Me encanta lo que hago.
Tiene un año más de contrato. ¿Y se sorprende a sí misma viendo que cada temporada vuelve a jugar?
Eso te lo dice tu propio cuerpo. El año pasado fue muy duro, pero porque pasan las semanas y ves que no puedes hacer lo que más te gusta, que es estar en el verde. Acumulé muchísimas ganas y este año estoy con mucha ilusión. Lo más importante es que me respeten las lesiones. Me estoy encontrando bien físicamente.
¿Qué le ocurrió?
Me rompí el ligamento externo de la rodilla derecha y estuve tres meses. Después encadené otra lesión en el sóleo y se fue la temporada. Lo pasé muy mal porque no salía, siempre era lo mismo.
¿Ha habido momentos durante este periodo en que veía difícil seguir, que su carrera podía acabar?
Es algo que cada vez está más cerca, es ley de vida. En mi cabeza nunca ha estado la idea de que no me llena. Lo que me hace seguir es mantener la ilusión, autoexigirme, cuidarme, sentir que estoy bien. Cuando vas teniendo una edad, es importante que las lesiones te respeten. La vuelta a la competición es complicada. Tengo la suerte y la capacidad de sacrificio para volver lo mejor posible. Mi objetivo es disfrutar de cada entrenamiento y cada partido como si fuera el último.
No hay que olvidar que tiene su carrera (INEF) porque las futbolistas han tenido que tener siempre su profesión aparte.
Siempre he sido muy consciente, por la época que me ha tocado vivir. De pequeña, soñaba con ser futbolista pero no con ganarme la vida siéndolo. El fútbol me ha ayudado a compaginarlo con los estudios, sacarme una carrera, un máster y el nivel de entrenadora. Lo he utilizado como un periodo de formación. El día de mañana quiero ganarme la vida con los estudios que tengo, que para eso me he formado. Tengo esa tranquilidad.
Volvamos a sus datos. 261 goles marcados. ¿Con cuál se queda?
Risas- Es que si me dicen que he metido 261 goles digo: “¡Anda, anda, anda!”
O sea, que si le digo que lleva 120, se lo cree.
Sí, de verdad.
Pues no, son 261 goles a lo largo de 17 temporadas. ¿Se queda con uno?
Es muy difícil.... Me quedo más con momentos. Pero si me tengo que quedar con algo, con el debut en San Mamés, que metí un hat-trick y tengo el balón en casa. Eso no se olvida. Y quizás cuando abrieron San Mamés y se llenó ante el Atlético de Madrid, en Copa de la Reina. Ver el campo lleno, la gente arropándote, son momentos que te ponen la piel de gallina y te sacan alguna lágrima. Pero también he tenido momentos malos: perder una Liga en San Mamés, finales de Copa de la Reina... Cuando ganamos la última Liga en 2015-16 después de nueve años, se ven recompensados esos momentos duros, las finales perdidas...
Cuando se convirtió en la segunda goleadora del Athletic, después de Zarra, ¿qué significó? Por cierto, es para destacar que el club haga la clasificación global de hombres y mujeres.
Te sientes muy orgullosa, es muy fuerte -ríe-. Dices: “¿Ésa soy yo?” El Athletic siempre ha apostado por el deporte femenino, es un referente nacional, y a nosotras siempre nos trata muy bien. No tenemos ninguna queja.
Cuando va por la calle en Bilbao, ¿la gente le reconoce?
Sí, pero en general a todas. Tenemos una afición que nos sigue mucho y se vuelca con nosotras. Jugar en San Mamés es un escaparate. La gente no te atosiga, pero te reconoce.
¿Y qué le dicen por la calle?
¡Aúpa Erika, aúpa Athletic! -sonríe-. A veces te piden alguna foto y te hacen sentir muy bien. Por ejemplo, cuando salimos de San Mamés, hay gente esperando fuera y es algo que valoro mucho. Habrá gente más acostumbrada, pero qué menos que bajarte y atenderles un rato.
¿Nota que en los últimos años hay más niñas que quieren ser Erika y no Muniáin -capitán del equipo masculino-, por poner un ejemplo?
Sí, cuando se empiezan a ver partidos por la tele y el fútbol femenino es visible, las niñas quieren ser jugadoras. Cuando veo a una chica con la camiseta de una futbolista, no se me borra la sonrisa en una semana.
¿En la tienda del Athletic se venden las camisetas con el nombre de las jugadoras?
Sí. Al final, es todo. Si se venden, se compran, si sales en la tele, se ve, si sales en prensa, se lee... Se trata de vender el producto y cuando lo haces bien, la gente responde. Y más ahora que está la selección española haciendo un buen papel, o el Barça, que es campeón de Europa y está en tu liga... Tenemos un campeonato muy potente al que hay que sacarle partido. Y eso las niñas lo ven. Ojalá en mi época hubiera podido decir: “Me encanta Alexia”.
Qué importante es tener referentes.
Exactamente, eso es. Es uno de los mayores logros que hemos conseguido las que llevamos tanto tiempo luchando por esto.
Antes sus referentes eran hombres.
Claro, siempre elegías jugadores masculinos porque no veías otra cosa en la tele. Ahora por suerte, hay referentes.
¿Cómo ve el futuro para las futbolistas navarras?
Tienen que salir mejores porque cada vez hay más niñas que juegan al fútbol. Osasuna va creciendo en cantera. Siempre han salido muy buenas jugadoras en Navarra y tengo esperanzas de que salgan muchas más. Parece que Osasuna apuesta por subir a Primera y para eso se necesita hacer cantera y cuidar a las jugadoras. A ver si este año tienen suerte.
Aquella niña del Santísimo Sacramento
Erika comenzó a jugar en su colegio, Santísimo Sacramento, situado en el barrio pamplonés de Abejeras. De allí se marchó a Barañáin. Así recuerda esa etapa.
¿Qué recuerda de aquella niña de Lagunak?
Fue una etapa muy bonita. Yo empecé jugando en el cole, en Santísimo Sacramento. Jugaba en el patio con los amigos, sólo éramos dos chicas. Jugando con mi primo, nos vio un entrenador de un equipo de chicas y me dijo si quería jugar en Lagunak. Al principio, al fútbol sala. Recuerdo disfrutar y, como era muy buena -ríe-, todo era muy fácil. En algún partido, nos pusieron en nuestro sitio también, eh... Después pasamos a fútbol con las mayores, en Lagunak B. Era una cría y lo pasaba físicamente mal. Nos mandaban a correr y yo decía: “Me muero, no bajo más”. Pero lo agradezco, porque gracias a esa exigencia nunca aprendí a no rendirme, a saber que siempre podía dar más. Me acuerdo de esa época y me encanta volver a vivirla, porque era la pura esencia: ponerte la camiseta, divertirte, y no pensar en nada más. Lo recuerdo con mucho cariño.
Y cuando jugaba contra chicos, ¿alguno se mosqueaba porque le ganaba?
No. No les sorprendía porque me veían jugar desde los 3 años. Era uno más, pero uno más de los buenos, y esa era la clave -ríe-. Cuando eres de los buenos, te respetan.