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domingo, 27 de diciembre de 2015

Un gallo en rojo y blanco

Artículo publicado por Jon Uriarte en el diario El Correo el 25/12/2015

Francisco José Suárez, párroco de Santo Domingo de la Calzada, es un ferviente seguidor del Athletic


Francisco José Suárez, en la catedral de Santo Domingo. / e.c.

Deberíamos pintarles rayas rojas al gallo y a la gallina». Cuando lo cuenta, Francisco José Suárez rompe a carcajadas. En realidad no les tocaría una pluma. Porque son los protagonistas, con permiso del santo, de la riojana catedral de Santo Domingo de la Calzada. Pero ganas no le faltan. Es del Athletic desde niño. Y lo proclama. Esperen que no lo haga esta noche en la misa del Gallo. Porque este equipo es carne de parábola. Al fin y al cabo, tiene mucho de gallo y de gallina. «Por un lado su faceta de incubador de polluelos en Lezama y por otro ese gallo orgulloso que aparece, a veces, como en la Supercopa». Ahí queda eso. No lo mejora, con perdón, ni la Carta de San Pablo a los Corintios. Y lleva razón. El equilibrio entre ambas facetas nos lleva a cerrar un 2015 en el que hemos jugado dos finales y ganado un trofeo. Además son ya varios los años con el gallinero viviendo ilusionado y sin miedos. De ahí que este párroco sonría cuando le preguntan por el equipo del que se enamoró en Elorrio.

Paco, o el padre Francisco si lo prefieren formal, nació en el Duranguesado. Hasta allí se fueron sus riojanos padres buscando trabajo en la fundición. Y mientras la pareja asentaba su vida, llegaba él. Era el 17 de abril de 1963. «Vivíamos en la casa contigua a la de San Valentín de Berriotxoa». Quizá fuera un guiño de lo que le depararía el destino. Pero los años en Elorrio acabaron en enero del 70. Tiempo de regresar a La Rioja. «Tenía seis años y medio cuando llegué a Logroño y con doce entré en el seminario».

Arrancaba entonces un camino que nunca le impidió seguir la vida y milagros de su Athletic. A los 23, cuando empezaba de diácono, se proclamaba campeón de Liga. «Después me mandaron de cura a Autol, donde trabajamos con chavales sin familia y formamos a mucha gente». Vino a ser su Lezama, hasta que regresó a Logroño y al Obispado. Ya en 1999, poco después de terminar la etapa de Luis Fernández y el paso por Champions, era nombrado rector del Seminario de Logroño. Y en 2007, cuando casi nos vamos al infierno, se convertía en párroco de Santo Domingo. «La única catedral casi más bonita que San Mamés», añade con sorna. Y ya que hemos repasado su vida profesional, hablemos de la futbolística.

«Mi padrino me regaló un equipo del Athletic que me quedaba grande». En aquellos tiempos todo un lujo. Pero los años pasaron y le resultaba difícil ver los partidos. «Ten en cuenta que curas y futbolistas tenemos horarios parecidos». Pero hay excepciones. Como la final de Copa en Barcelona. Una cita con anécdota. «Mi compañero de asiento me pidió que rezara por los nuestros y cuando dejé de hacerlo, Messi metió el gol. Si lo sé no paro hasta el final». Cuentan que es hombre afable, pero serio cuando se trata de conseguir dinero para causas nobles. Y que tiene poco tiempo libre. Aunque querer es poder. «Fui al nuevo campo en obras y una vez terminado. Es precioso, pero el anterior era mágico».

Los colores

En este punto volvemos al ayer porque es párroco de una localidad frecuentada por jugadores como los Rojo, Iribar, Villar o los Arieta. Rojiblancos que saben de la presencia del gallo y la gallina en el interior de la catedral, evocadores del milagro del santo. De ahí el comentario con el que empezábamos sobre sus colores. «Bueno, el primer uniforme del Athletic era blanco, luego azul y blanco y después rojiblanco», recuerda con tino. Aunque añade otros dos. El negro Iribar y el verde Zubizarreta. «Jugaba de portero y mis ídolos fueron ellos». Mientras hablamos, el gallo canta como si hubiera marcado gol. «Los cambiamos cada 15 días». Pues éste parece que tiene ganas de dejar huella. Ojalá el Athletic haga lo mismo en 2016 y demostremos que para ser gallo y cantar triunfos hay que tener una buena gallina y muchos huevos.

Los pedales del Athletic

Un reportaje de César Ortuzar publicado en el diario Deia el 27/12/2015

Al igual que otros clubes de fútbol vascos, la entidad rojiblanca acogió un equipo ciclista en los años veinte del pasado siglo, tradición que recuperan el Oporto y el Sporting de Portugal para la próximas campañas


Fotografía con varios componente del Athletic Club con su maillot rojo y blanco a rayas, en la salida de la primera edición de circuito de Amorebieta de 1925. Foto: Athletic Club)

En Ondarroa, en medio de una tormenta de entusiasmo, a Cesáreo Sarduy se lo llevaron en volandas. Al público, extasiado con la llegada del ciclista al pueblo, le dio por meter al corredor en una tinaja repleta de agua para “limpiarle y ponerle guapo”. Después de aquel baño, enfermó, “casi muere sobre la bicicleta”. Sarduy, congelado, una pulmonía llamándole a cada pedalada, se tuvo que bajar de la bicicleta en Plentzia. El pasaje, en el intermedio de la Vuelta a Bizkaia, enmarca el episodio del ciclismo épico, aventurero, el pionero, el de los locos años veinte del pasado siglo y las bicicletas de un solo piñón. Rafa Sarduy, hijo del gran Cesáreo, un tipo fuerte, fornido, resistente, uno de los mejores ciclistas de la época, evoca desde la memoria aquellas odiseas de Ulises en bicicleta. A Sarduy, en un día de perros, de agua y barro en carreteras que eran trincheras, quisieron embellecerle su estampa de Hércules. Con el baño, su maillot, sucio en medio del temporal, recuperó el color original. Rojo y blanco. Con la A y la C sobre la pechera de lana. Athletic Club.

Hubo un tiempo en que la entidad bilbaina, presidida por el Conde de Villalonga, y otros clubes de fútbol como el Arenas, la Real Sociedad, que nació del Club Ciclista San Sebastián, el Real Madrid o el Barcelona (entonces Sociedad Deportiva Sans), anidaron equipos ciclistas en sus estructuras. Es lo que harán Oporto y Sporting de Portuhal las próximas campañas, continuando así la tradición ciclista que tuvieron. La historia del Athletic fue más efímera, pero sirvió como catalizador de aquel ciclismo iniciático. “Era la única forma de correr por aquel entonces. No había equipos como los de hoy, todavía no existían los equipos de marcas comerciales, así que la gente se inscribía en los clubes y cada uno corría para sus intereses. Era un poco sálvese quién pueda”, desgrana Rafa Sarduy. En los años 20, los del Charleston, en España gobernaba la oscuridad de la dictadura de Primo de Rivera, amante del orden, como sucede con todos los tiranos, decididos a que nadie le alterase su férreo control militar. Los clubes de fútbol eran parte de la sociedad, instalados en el humus de lo colectivo, así que se convirtieron en el cauce natural para que aquellos ciclistas primigenios pudieran competir con unas monturas antediluvianas mientras la cámara de la bicicleta les cruzaba el cuerpo a modo de armadura. Quijotes modernos.

Sobre aquellos hierros, eran los ciclistas los que “montaban las carreras. Se iban con la pancarta y con la mesita para apuntar los participantes y los tiempos. Organizaban y corrían. Además, a las carreras solían ir en bici porque el tren costaba una pasta”, describe Fernando Ibáñez de Elejalde sobre las andanzas de su abuelo, Fernando, que también vistió los colores del Athletic, un equipo que contó, entre otros, con Cesáreo Sarduy, Domingo Gutiérrez, Segundo Barruetabeña, el bertsolari Balendin Enbeita Urretxindorra y Francisco Cepeda, que militando en el Athletic fue cedido al Real Madrid por motivo del servicio militar, como máximos exponentes de un deporte que se asomaba con fuerza en una sociedad que compraba las bicicletas a plazos. “Para la gente, aquellos corredores eran unos héroes, gente muy querida”, describe Rafa Sarduy. Francisco Cepeda falleció años después en la disputa del Tour de Francia de 1935. El corredor sufrió una brutal caída en el descenso del Col del Galibier, en la octava etapa de la carrera francesa. Cepeda murió tres días después en el hospital de Grenoble como consecuencia de las graves lesiones que le provocó la caída.

Lejos del dinero que agita en la actualidad el profesionalismo, en los clubes se imponía el amauterismo. Nadie cobraba un sueldo. “A mí abuelo, por correr en el Athletic le daban unos zapatos. Pero es que hay que situarse en aquella época y unos zapatos eran la leche”, enfatiza Fernando. “El dinero que había en el ciclismo estaba en los premios que se repartían por ganar las carreras. No había sueldos. Era otra historia”, añade Rafa Sarduy. Su padre, Cesáreo, natural de Muxika, que trabajaba en el caserío natal, apostó por la bicicleta a los 22 años. A su manera, fue un profesional porque ganó varias carreras. Mientras corrió, hasta 1930, dejó las tareas del caserío a un lado para acoplarse a los rigores de un ciclismo balbuceante, recién nacido. Los ciclistas, sin una retribución económica que les financiara, se convirtieron en unos cazarrecompensas, tipos valientes y entusiastas que se lanzaban a la aventura con el convencimiento de los visionarios, aunque “casi siempre cerca de casa”. Viajar era un lujo y la única certeza de regresar “era ganar premios. Si no, no sabías si podrías volver”, refleja Rafa Sarduy.

El tirón del velódromo

El rudimentario almanaque de ruta aglutinaba unas 25 pruebas en el calendario vasco-navarro entre campeonatos territoriales, carreras de pueblo, alguna que otra vuelta y otras tantas clásicas. En ese calendario, las pruebas en el velódromo se convirtieron en un imán para seducir al público y atraer a las masas. La competición sobre el anillo era un acontecimiento y el modo de lograr dinero del público, que pagaba entrada por asistir al espectáculo que ofrecían los ciclistas. En Bizkaia sobresalió el velódromo de Ibaiondo, en Las Arenas, mientras que en Gipuzkoa destellaba el oval de Anoeta, en Donostia. “A las carreras del velódromo asistía mucha gente que pagaba por ver”, subraya Rafa Sarduy. De algún modo, el velódromo era un recinto cerrado que evocaba a los estadios de fútbol. Imperaba la misma lógica. Se ofrecía un espectáculo deportivo en un lugar con un aforo concreto y quien quisiera asistir debía pasar por taquilla. El ciclismo, cada vez más popular, llenaba. En medio del anillo, no resultaba extraño contemplar a José María Villalonga, el Conde de Villalonga, máximo mandatario del Athletic en el curso 1922-1923, repartir los trofeos en alguna de esas citas. La singladura del Athletic, que también organizó carreras, en el ciclismo fue fagocitada por el fútbol, prioridad del club en el pespunte de los año 30 a medida que crecía la estructura de la entidad y el empuje de la pelota. “De alguna manera, desde Europa, sobre todo, desde Francia, comenzaba de algún modo a profesionalizarse el ciclismo”, recuerda Rafa Sarduy. Las marcas de bicicletas, auténticos objetos de deseo, comenzaban a patrocinar a algunos equipos y se integraron en el palmarés de los vencedores. “Se decía que fulanito o menganito había obtenido la victoria sobre tal o cual marca de bicicleta”, añade Sarduy.

El ciclismo abría la puerta al profesionalismo con tímidos empujones que partían desde la prensa, aliada inequívoca del crecimiento de la especialidad por su capacidad tractora, esa mezcla de épica, supervivencia, constancia, pasión y un punto de locura. L’Auto impulsaba al Tour, la Gazetta dello Sport tiraba del Giro y el Excelsior alimentaba la Vuelta al País Vasco, que salió a la carretera en 1924. La bisagra ciclista del Athletic, sin embargo, cedió con los nuevos tiempos tras unos años agarrada al manillar. “Para entonces se pensaba en la contratación de un director deportivo extranjero y ya era un tema de dinero”, desliza Sarduy. El ciclismo, que había sido un asunto de entusiastas, perdió rueda. El fútbol era el rey, el vellocino de oro, el reino de un Athletic que dejó de dar pedales.

martes, 22 de diciembre de 2015

Poster oficial temporada 2015 - 16

Para todo aquel que quiera descargarlo solo tiene que seguir el siguiente enlace que le llevará a la página oficial del Athletic Club:

**ENLACE**

Fuente: www.athletic-club.net

Poster oficial temporada 2015 - 16

Para todo aquel que quiera descargarlo solo tiene que seguir el siguiente enlace que le llevará a la página oficial del Athletic Club:

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Fuente: www.athletic-club.net

La feliz odisea de un gaditano hasta San Mamés

Artículo publicado por Iñigo Crespo en el diario El Correo el 22/12/2015

«Me dan pánico los aviones. No los soporto, pero todo sea por el Athletic», dice Emiliano Sánchez, un hincha del Athletic que sufre parálisis cerebral leve


El gaditano Emiliano Sánchez, con la camiseta del Athletic en Bilbao.

El 2012, el año en que el Athletic recobró el pulso con su historia con un doblete malogrado en el último instante, sirvió para espolvorear de nuevo la esencia del conjunto rojiblanco alrededor de Europa. El Viejo Continente se rendía a un equipo que se abrió paso entre gigantes como el Manchester United con un modelo que habría sido desechado por cualquier dirigente advenedizo y hambriento de gloria. El conjunto vizcaíno, entonces dirigido por Bielsa, disparó la ilusión y el orgullo de los hinchas más fervientes y fieles, y despertó el romanticismo latente de miles de amantes del fútbol. Entre ellos se encuentra Emiliano Sánchez Alonso, un joven de Chiclana (Cádiz) de 18 años, que nunca antes había pisado el País Vasco y que este domingo vivió una feliz odisea para ver a su equipo, el Athletic, en San Mamés.

«Me dan pánico los despegues de los aviones. No los soporto, pero todo sea por el Athletic», recuerda el joven gaditano, que llevaba más de tres años con el deseo de visitar el emblemático estadio rojiblanco. «Era un sueño ir a Bilbao y me he quedado enamorado. He disfrutado como un niño aficionado del Athletic», asegura Emiliano. Ni siquiera su fobia a los aviones frenó su irrefrenable ímpetu de presenciar un partido en La Catedral. Tampoco la parálisis cerebral leve que padece desde que nació, que le mantiene en una silla de ruedas.

«Cuando tenía un año, mi abuela notó que algo no iba bien en mi mano izquierda. Me hicieron una serie de pruebas y me detectaron la parálisis», relata con naturalidad y vigor. «A mí lo que me hace tirar para adelante es el humor», afirma. Ésa es su receta infalible contra la adversidad, el motor que le mueve a convertirse en ingeniero informático cuando finalice sus estudios de segundo de Bachillerato en Chiclana y la carrera en Cádiz.

Esos son los sueños que tiene por cumplir Emiliano, que el domingo tachó uno de su lista. Fantaseaba con presenciar un partido del Athletic en San Mamés desde 2012, cuando el conjunto rojiblanco estuvo a punto de ganar la Copa y la Europa League tras tumbar, entre otros, al United y al Sporting de Portugal, sus dos encuentros preferidos de esa temporada. También cuando escogía al Athletic cada vez que jugaba a la consola, el lugar que le permitía ser partícipe de las hazañas de los rojiblancos. E incluso de alimentar aún más su historia de manera virtual. La última final de Copa y la Supercopa conquistada por el equipo de Valverde han engordado el anhelo que encontrarse en la grada de San Mamés. Hasta que al fin se ha convertido en algo palpable y real «He cumplido un sueño. He disfrutado muchísimo».

lunes, 14 de diciembre de 2015

Resumen Jor. 15ª: Atlético de Madrid - Athletic Club



Gari y Auxi reciben las camisetas de sus equipos en el Calderón

Artículo publicado en el diario Deia el 14/12/2015

Los niños Auxi y Gari, de ocho y nueve años, con siete y cinco órganos trasplantados y seguidores del Atlético y del Athletic Club, respectivamente, recibieron, de manos de los capitanes de ambas plantillas, las camisetas de sus equipos, en el césped del estadio Vicente Calderón, antes del comienzo del encuentro de la decimoquinta jornada de liga.

Gabi Hernández, capitán del Atlético de Madrid, y Gorka Iraizoz, del Athletic de Bilbao, portaron las elásticas de sus conjuntos y se las entregaron a Auxi y Gabi, quienes se conocieron hace cuatro años en el hospital La Paz de Madrid.

De esa forma, Atlético de Madrid y Athletic se solidarizan con todos los niños con trasplante multivisceral y afectados de fallo intestinal y nutrición parenteral.


Auxi y Gari posan con los jugadores de ambos
equipos antes del inicio del partido (Foto: Pablo Viñas)

Fase de Grupos UEL: Athletic Club - AZ Alkmaar

lunes, 7 de diciembre de 2015

Resumen Jor. 14ª: Athletic Club - Málaga CF



¡Aupa NUPA!!!! Aupa Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao!!!!!!!!!

Fuente www.somosnupa.org/

Gari y Auxi se conocieron en el hospital La Paz, ambos se han enfrentado a un trasplante múltiple (de cinco y siete órganos respectivamente). Ahora quieren cumplir un sueño juntos....ellos son rivales en el campo, pero quieren compartir su afición en la grada por primera vez. ¿Nos ayudas a ganar este partido, Atlético de Madrid ?


jueves, 3 de diciembre de 2015

Balompédica Linense vs Athletic Club

Este es el cartel que la Balompédica Linense a diseñado para el choque de esta noche contra el Athletic Club en 1/16 de final de la Copa del Rey

Carmelo Cedrún: "Yo pasaba todos los días a Gibraltar"

Artículo publicado por Pako Ruiz en el diario Deia el 02/12/2015

El exmeta rojiblanco Carmelo Cedrún rememora sus tres años en la Balona, “los mejores como técnico”


Carmelo Cedrún

Carmelo Cedrún (Amorebieta-Etxano, 6 de diciembre de 1930) recibió días atrás una carta firmada por Mario Galán, gerente de la Balompédica Linense, en la que le sondeaba la posibilidad de viajar a La Línea de la Concepción para tributarle mañana un homenaje. El exmítico portero del Athletic en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado -jugó 402 partidos y conquistó cinco títulos (tres Copas, una Liga y la Copa Eva Duarte)- tuvo que declinar la invitación: “Voy a cumplir 85 años (el domingo y lo celebrará en un restaurante de Axpe con sus allegados), aunque estoy casi como un chaval de 60 años, pero el viaje es una paliza. Hombre, al partido de San Mamés no voy a faltar”. Cedrún reconoce que esta primera eliminatoria en Copa de los rojiblancos es muy especial para él, ya que la fortuna sonrió a La Balona con el Athletic. “Era mi emparejamiento preferido cuando surgió ese supuesto”. O sea, un choque entre el equipo de su vida y uno de los que dirigió en su época en los banquillos.

Porque Cedrún entrenó a la entidad gaditana entre 1985 y 1988, siempre en Segunda División B. Iñaki Garay, también exjugador del Athletic en los años 70, fue clave para recalar en La Balona: “Iñaki jugaba allí y me llamó porque tenían una vacante. Yo había pasado cuatro años en el Celta, al que subí a Primera, y otros tres en el Murcia. Me gustó el reto y acepté. Pasé allí otros tres años y quizá fueron los mejores como entrenador. La gente me trató estupendamente y trabajé a gusto a pesar de las limitaciones”.

Aquella etapa la cerró casi tres décadas atrás, por lo que, a su edad, los datos y nombres van pasando a la nebulosa del olvido: “Me cuesta recordar los nombres. Subí a un chaval que fue un buen portero y que creo llegó a jugar en el Málaga, pero lo que más recuerdo es que en nuestro campo siempre jugábamos con viento, lo que resultaba un tanto incómodo, sobre todo para los contrarios. Jugaba con un 4-4-2, blindado atrás y con gente rápida arriba. La gente estaba contenta y llevábamos 10.000 personas al campo, aunque al club no le hacía gracia subir a Segunda por el tema del dinero”. Como muestra, un botón. La Balona se quedó en su primera temporada como técnico a un punto del ascenso, que finalmente lo consumó el Xerez, un rival histórico.

El güisquicito en Gibraltar

Carmelo Cedrún recuerda otros momentos que le marcaron. “Casi todos los viajes los hacíamos en autobús y solo viajábamos en avión cuando nos tocaba jugar con el Mallorca. Compartíamos con los jugadores muchas cosas en esos largos desplazamientos, que los hacíamos sobre todo de noche. Éramos casi una cuadrilla, aunque nos faltaran cosas en infraestructura. Recuerdo una eliminatoria de Copa ante el Sevilla de Buyo, Jiménez… (noviembre de 1985), al que ganamos en casa (2-0). Les barrimos, aunque en la vuelta nos remontaron -con un penalti muy dudoso en la prórroga, según las crónicas de la época-”.

El exportero del Athletic aconseja a los de Ernesto Valverde que no se fíen en el partido de mañana, si bien cree que no deben pasar apuros para pasar la eliminatoria. “Me fastidia un poco que La Balona este abajo en liga (es décimo quinto en el grupo IV de Segunda B tras perder el sábado en su campo ante el Sevilla Atlético por 0-3)”, se sincera Carmelo Cedrún, que rememora sus tres años de estancia en un hotel en La Línea y sus escapadas diarias a la Isla, como así llaman a Gibraltar. “Me tomaba mi güisquicito inglés y me hacían un sándwich especial. Solo necesitabas el DNI para pasar y ya me conocían casi todos en la Isla”, dice el durangarra entre risas. Mañana se pegará al televisor y viajará virtualmente a 1.050 kilómetros de distancia. A su otra casa.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Un ‘Pájaro’ disfrazado de ‘Txopo’

Artículo publicado por Aner Gondra en el diario Deia el 08/11/2015

En 1971, el Panathinaikos disputó la final de la Copa de Europa contra el Ajax de Cruyff. Takis Ikonomopoulos, el portero griego, jugó el partido vistiendo un amuleto muy especial: la camiseta de su ídolo, José Ángel Iribar


Takis Ikonomopoulos celebra la victoria sobre el Everton con la camiseta del ‘Txopo’.

La temporada futbolística estaba a punto de terminar. Para bajar el telón balompédico tan solo faltaba por disputarse un partido, la final de la Copa de Europa. Para ello se citaron el 2 de junio de 1971 el Ajax de Amsterdam y el Panathinaikos de Atenas. El mítico estadio de Wembley, lleno hasta la bandera con 90.000 espectadores, estalló en aplausos cuando los dos equipos contendientes saltaron al césped desde detrás de una de las porterías. Por un lado, el equipo holandés, con su tradicional uniforme franquirrojo. Y por el otro, el Panathinaikos, con pantalón blanco, camiseta verde y un trébol en el pecho, el escudo del club. Pero uno de ellos no iba ni de verde ni tenía un trébol. Se trataba de Takis Ikonomopoulos, el guardameta. Con su imponente planta, su peinado perfecto y un rostro robusto y armonioso parecía sacado directamente de la antigua Grecia de Hipócrates y Pitágoras. El portero entró en el terreno de juego con gesto serio, vestido completamente de negro, como una sombra gigante dispuesta a cernirse sobre cualquier balón que rondase su portería. Pero en su pecho no lucía el trébol del PAO. Pocos se dieron cuenta de que en su lugar había un escudo extraño del que surgía un águila. Pudo haber quien sospechara que fuese un guiño del propio Takis a su apodo. El portero de la selección griega era famoso por sus estiradas y palomitas, lo que le hizo ganarse un sobrenombre: El Pájaro. Pero Ikonomopoulos no era tan vanidoso. Aquella camiseta la lucía como homenaje a un portero al que admiraba y con quien, caprichos del destino, tuvo la oportunidad de intercambiar previamente las elásticas: era la camiseta de José Ángel Iribar.

Cuarenta y cuatro años después, bajo los lustrosos techos de madera del Palacio de Ibaigane, El Txopo observa las fotos de aquella final de la Copa de Europa y sonríe al descubrir una anécdota que desconocía. “Es una historia bonita”. Rebobinando en las décadas de fútbol que hierven en su memoria, el exguardameta zarauztarra es incapaz de encontrar nada relacionado con aquella final entre Ajax y Panathinaikos: “En aquella época era muy difícil que te llegaran fotos o imágenes de los partidos importantes de Europa. Como mucho leías las crónicas e igual veías una foto de los jugadores más conocidos. Era imposible acceder a esta información”. Y ahora descubre, de pronto, que el que pasaba por ser el mejor portero heleno del momento jugó el partido más importante de su carrera con su camiseta: “Es una anécdota estupenda. Como comprenderás, no te puede sentar mal, sino todo lo contrario”.

Lo cierto es que Takis Ikonomopoulos no jugó solo aquella final con la elástica negra de Iribar, sino que la utilizó en todos los partidos de su equipo en la competición. “La utilicé por dos motivos”, explica el propio Pájaro en Grecia, “primero por mi admiración por Iribar, que era uno de los mejores porteros del mundo, y segundo porque en Grecia la cosa no estaba muy bien en cuanto al material”. Durante gran parte de aquella temporada Takis tuvo que jugar todos sus partidos con solo dos camisetas: la del Panathinaikos para los partidos de liga y la de Iribar para los partidos europeos. Aquel amuleto negro le llevó a una final histórica para el fútbol griego: ningún equipo del país había llegado antes a la final de la competición y ningún otro lo conseguiría después. “Me llama la atención y me sorprende que le permitiesen jugar con una camiseta que no es la de su equipo. ¡Para que veas cómo han cambiado los tiempos! Hoy en día esto no te lo permite el reglamento. Con lo meticulosos que son los árbitros con las camisetas...”, comenta Iribar.

Copa de Ferias en San Mamés

¿Pero cómo llegó aquella camiseta del Txopo a manos de Takis? Athletic y Panathinaikos cruzaron sus caminos en la Copa de Ferias de la temporada 1968-69. Pero el azar quiso que el guardameta griego no conociese entonces al que ya era el ídolo de Bilbao. Iribar había sufrido un fuerte esguince de tobillo y se perdió aquella eliminatoria y algún partido de la selección española. “En Atenas y en Bilbao jugó Deusto”, explica Takis. Aquella visita a la capital vizcaina tuvo otra sorpresa para el Pájaro. La expedición griega hizo escala en Madrid, donde llegó a entrenar un día en las instalaciones del Real Madrid. Para cuando regresó a Grecia del partido en Bizkaia, en las oficinas del PAO esperaba ya una carta del club merengue con una oferta de quince millones de dracmas (ocho millones de pesetas de la época) para su contratación. La oportunidad era única, pero Takis tuvo que quedarse en Grecia, puesto que la Junta de los Coroneles no permitía que los jugadores fichasen por equipos extranjeros. La eliminatoria, por cierto, la ganó al Athletic tras empatar a cero en Grecia y ganar 1-0 en San Mamés.

Iribar confiesa que no recuerda mucho las cualidades de Ikonomopoulos, pero se le vuelve a escapar una sonrisa al mirar las imágenes del meta heleno: “Viendo las fotos, la verdad es que tiene un aspecto muy bueno. Tiene una planta excelente. Seguro que era muy bueno, porque para estar en el Panathinaikos, que ha sido siempre un equipo referencia de Grecia, y encima estar en la selección tenía que tener calidad. Y si encima, como él dice, tenía una oferta del Real Madrid, eso es porque tenía calidad. Seguro”.

Tuvo que ser con las camisetas de las selecciones española y griega cuando El Txopo y El Pájaro se estrecharon la mano. Fue en un partido amistoso disputado en Zaragoza el 28 de octubre de 1970. España ganó 2-1 con goles de Aragonés y Quini, que debutaba ese día. “Fue un partido amistoso pero nos costó ganar”, rememora Iribar: “Pasamos mucho frío porque pegaba el viento del Moncayo. Fue un partido desapacible. Recuerdo que tuve bastante trabajo, pero lo solventé bien. A veces había partidos contra rivales que podías pensar que no podían ser complicados, pero Grecia nos dio mucha guerra”.

Y tras el pitido final, Pájaro y Txopo intercambiaron plumas y corteza. “Entonces no era tan habitual intercambiar las camisetas con el rival, pero sí es algo que se solía hacer”, explica el portero del Athletic: “Yo tengo guardadas como oro en paño todas las camisetas que he ido recolectando en aquellos años”. Tras tantos años de fútbol es inevitable que algunas de esas reliquias sean más especiales que otras: “Es cierto que algunas tienen más valor que otras. Por ejemplo, tengo la camiseta de Lev Yashin, que curiosamente, aunque jugara con la selección, lo hacía siempre con la camiseta del Dinamo de Moscú, de su club. También tengo otra camiseta especial, la que me regaló Andoni Zubizarreta en su partido número cien. Son tesoros”.

Se la robaron

Ikonomopoulos utilizó su tesoro particular para eliminar en aquella Copa de Europa al Jeunesse Esch luxemburgués, al Slovan Bratislava checo, el Everton inglés y el Estrella Roja de Yugoslavia. Pero en la final no pudo frenar las embestidas de Cruyff y Neeskens. El Ajax ganó 2-0 y consiguió la primera de las tres Copas de Europa que obtuvo de manera consecutiva. A pesar de la derrota, Takis siguió conservando la camiseta, pero hubo alguien que desvalijó sus recuerdos: “Hace muchos años que me la robaron”.

A 3.4000 kilómetros de distancia, Iribar e Ikonomopoulos comparten recuerdos de un fútbol en el que, a diferencia del actual, todavía pesaban más los sentimientos, el respeto y la admiración que los intereses comerciales de marcas deportivas. El de los dos porteros es un cruce de caminos, un intercambio de pieles, que hace honor a los valores que tal vez cuesta demasiado encontrar en las estrellas de hoy en día que flotan en nubes de perfume de Chanel y ropas de Dolce y Gabbana. Eran otros tiempos, en los que a los héroes se les rebautizaba con sobrenombres dignos de leyenda: El Txopo y El Pájaro. “Creo que todos los porteros tienen algún sobrenombre: los buenos, los muy buenos y los menos buenos”, bromea Iribar: “Es un puesto maldito. A la hora, sobre todo, de repartir culpas, los porteros se llevan las de ganar. Siempre ha sido así. Siempre hay algún apodo y muchas veces suele surgir de algún partido que te ha salido muy bien. Tal vez Ikonomopoulos era muy palomitero y se ganó el sobrenombre de Pájaro. Mi estilo era todo lo contrario”.

Ikonomopoulos defendió durante 14 años los intereses del PAO para después estirar su carrera un par de temporadas en el Panachaiki y en el Apollon Smyrnis, uno de los tres clubes en los que había jugado antes de fichar por el Panathinaikos. Tras su retirada, trabajó durante años como entrenador de porteros del Panathinaikos y, al igual que Iribar en el Athletic, llegó a ser entrenador del primer equipo. Es una similitud más entre los dos protagonistas de una anécdota que ha quedado plasmada para siempre en las fotos e imágenes de aquella final de la Copa de Europa de 1971. El día que El Pájaro se disfrazó del Txopo. No le salió todo lo bien que él quería, pero Takis sabía perfectamente lo que hacía. Quien a buen árbol se arrima…

viernes, 6 de noviembre de 2015

Fase de Grupos UEL: Athletic Club - Partizan Belgrad


Valverde, entrenador de octubre para la LFP

Fuente: www.athletic-club.eus

La Liga de Fútbol Profesional ha nombrado al entrenador del Athletic Club, Ernesto Valverde, como mejor entrenador del mes de octubre. La entrega del galardón se ha llevado a cabo en Lezama.

Los 100 goles de Aduriz

Fuente: TVAthleticClub


El fondista indomable

Artículo publicado por Beñat Zarrabeitia en www.naiz.eus el 06/11/2015


Aritz Aduriz sigue engordando su brillante historial como futbolista del Athletic. Frente al Partizan de Belgrado ha anotado su gol número 100 con la elástica rojiblanca en un partido oficial. Una cifra que le sitúa cada vez más cerca del olimpo de los grandes goleadores de la historia del club. Un lugar en el que ya tiene un lugar reservado debido a su impagable contribución deportiva y emocional.

En lo futbolístico, como el buen vino, Aduriz ha mejorado con la edad hasta convertirse en uno de los mejores nueves del panorama europeo. Sin embargo, tan importante o más que su rendimiento sobre el verde, resulta el marcado liderazgo y ascendencia con la que cuenta el delantero donostiarra en el equipo. Y es que tras retornar por segunda vez al club, Aduriz ha sido el encargado de tirar de un carro que otros quisieron dejar abandonado a su suerte. Un destino agradable en la actualidad y cuya historia reciente es imposible de entender sin hablar de la figura del ariete donostiarra.

Un deportista total, dotado prácticamente para cualquier disciplina. Con unas cualidades físicas envidiables, su capacidad de salto o el mantener intacta la velocidad acercándose a los 35 años son buena prueba de ello. Podría haber triunfado en casi cualquier disciplina.

Antiguo alumno de la ikastola Herri Ametsa en Ulia, Aduriz destacó desde muy pronto en todas las modalidades en las que se adentraba. El surf, la pala, el piragüismo, el tenis y, sobre todo, el esquí y el fútbol. La pasión por la montaña le viene de familia y quienes coincidieron con él en Urdaburu Mendi Taldea de Errenteria aseguran que de haber seguido con los esquís, hubiera alcanzado la categoría de olímpico. Sus éxitos infantiles en la modalidad de fondo así lo atestiguan, colgándose el oro en el campeonato vasco y alcanzando el subcampeonato en el estatal.

Se decidió por el fútbol y es obvio que no le ha ido mal. Tras un paso por el Sporting de Herrera, su estancia en el Antiguoko fue determinante en su carrera. Con un equipo absolutamente excepcional, los donostiarras llegaron a jugar la fase final de la Copa juvenil en 1999. En aquella plantilla se encontraban, entre otros, los hermanos Mikel y Xabi Alonso, Mikel Arteta, Andoni Iraola y el propio Aritz Aduriz. Los dos últimos prosiguieron juntos tras ser fichados por el Athletic. El delantero fue cedido al Aurrera de Vitoria, entonces club convenido del Athletic y donde compartió vestuario con veteranos exleones como Julen del Val o Jon Uribarrena. El donostiarra fue el máximo goleador de un equipo que estuvo cerca de alcanzar los play-offs de ascenso.

El ojo de Heynckes

Su rendimiento le sirvió para ganarse un puesto en el Bilbao Athletic. Bajo la dirección de Edorta Murua, fue la primera vez en la que Aduriz, Gurpegi y Gorka Iraizoz juntaron sus caminos. Andoni Iraola, nacido en 1982, militó ese curso en el Baskonia. Fue el delantero más utilizado por los cachorros, anotando siete tantos y dejando muestra de su carácter batallador al sumar un total de catorce tarjetas amarillas.

La llegada de Jupp Heynckes al club cambió su destino. Del gusto del alemán, poco a poco le fue introduciendo en los amistosos que los leones disputaban habitualmente en San Mamés contra equipos del herrialde. Así, hasta que de cara a la última jornada de Liga, donde el equipo se jugaba entrar en Europa, el técnico renano se llevó a los jóvenes Aduriz y Joseba Arriaga a la isla. Finalmente no debutaron, pero ambos se ganaron un hueco en la pretemporada que el primer equipo realizaría en el verano de 2002.

El preparador germano le comparó con Julio Salinas y le fue dando minutos durante los partidos de pretemporada. En uno de ellos, ante el Leicester City, fue injustamente expulsado tras un encontronazo con un defensa. Su estreno oficial con el primer equipo se produjo el 11 de septiembre aquel año, en un partido de Copa ante el Amurrio. Un encuentro que también supuso el debut de Luis Prieto y en el que en el once rojiblanco había nombres como los de Larrazabal, Guerrero, Ezquerro o Javi González. Un partido que paradójicamente, debido a las lesiones, fue el último como león del actual presidente Josu Urrutia.

Unos inicios en los que el donostiarra ya daba muestras de su carácter, al igual que en su debut liguero, en el que midió sus fuerzas con un también imberbe Víctor Valdés. En total disputó cuatro partidos con el primer equipo, a la par que alternaba con el filial entrenado entonces por Ernesto Valverde. A caballo entre ambas escuadras, sus números no fueron del todo buenos y pese al criterio de Heynckes, el club decidió no renovarle. Una decisión que le comunicó antes de jugar un decisivo partido por el ascenso en Algeciras.

Comenzaba la vida fuera de Lezama, siendo Burgos su primer destino. A las órdenes de Carlos Terrazas, que a la finalización de dicha temporada sufrió un grave accidente de coche, Aduriz anotó 16 dianas y llamó la atención de otro equipo castellano: El Valladolid. En Pucela, donde Marcos Alonso llegó a pronosticar su internacionalidad, el jugador guipuzcoano dio un salto de calidad. Su estreno no pudo ser mejor, completando un hat-trick en Mendizorrotza. Marcó 14 goles en Segunda, cifras nada despreciable, y pudo llamar la atención del público de San Mamés en Copa. Regresó a la antigua Catedral en una eliminatoria de cuartos de final dejando su tarjeta de visita al convertir un penalti.

Su nombre empezó a sonar para diversos equipos, especialmente para la Real Sociedad. El conjunto donostiarra, inmerso entonces en graves problemas económicos, decidió no acometer su contratación, aunque finalmente tiró de chequera para fichar al danés Morten Skoubo. En primera instancia, el Athletic también rechazó volver a reclutarle. Con una plantilla entrada en años, que arrastraba problemas físicos y con una evidente carencia de sintonía entre el núcleo principal del grupo y el presidente Lamikiz, José Luis Mendilibar fue el principal pagano de aquella situación.

El primer retorno, en medio del fantasma del descenso

Pasado el tiempo, resulta sorprendente que la entidad de Ibaigane realizase la nefasta operación del fichaje de Zubiaurre y no repescase a exjugadores de la casa que venían realizando temporadas más que meritorias en Segunda como eran Iraizoz, Gaizka Garitano, Aduriz o incluso Egoitz Jaio. Amén de no contratar a Joseba Llorente. El hondarribiarra se marchó a Valladolid, donde compartió dupla de ataque con Aritz. Fue por poco tiempo, ya que tras el mal inicio rojiblanco, los rumores sobre una posible incorporación para la delantera se sucedieron. Otro hat-trick en Lleida a principios de diciembre de 2005 desencadenó los acontecimientos y una semana después Aduriz jugaría en el José Zorrilla ante el Eibar su último partido con la camiseta pucelana. Su marcha al Athletic estaba hecha, horas antes de la confirmación del acuerdo, quien suscribe estas líneas, entonces un humilde becario, pudo mantener una conversación con el entonces director deportivo del Valladolid Víctor Orta, sus palabras una lección para el futuro: «No news, good news».

Aduriz volvía al Athletic con la difícil misión de sumar goles para un equipo histórico que languidecía en la parte baja de la clasificación. El fantasma del descenso acechaba, un lastre que marcaría para siempre al club y pondría en peligro su propia política deportivo. Algo que se hizo más que evidente durante el descanso del partido que el Athletic jugó ese año en Anoeta. Con apenas 15 puntos en el inicio de la segunda vuelta, los leones perdían por dos a cero y se descolgaban cada vez más. Con Javier Clemente como entrenador, la distancia entre futbolistas y técnico se fue agrandando durante la competición, pero en aquel encuentro todos fueron capaces de conjurarse -con una tensa charla que apeló a las esencias- para remontar el marcador. Dos tantos de Aduriz y un postrero gol de Iraola sirvieron para salvar un punto. Otra vez, ironías del destino, la aportación de dos de los apellidos claves en la historia moderna del club. Esa temporada, el de Ategorrieta anotó varios tantos más que valieron para tomar aire, pero una inoportuna lesión en Mendizorrotza le privó de disputar los últimos encuentros. Algo que probablemente privó al equipo de certificar su permanencia con mayor holgura.

La temporada siguiente fue aún peor, el coqueteo con la hecatombe fue constante. Las cosas salían tan mal que a pocas jornadas para el final, con un ambiente muy tenso, un hat-trick del propio Aduriz en Zaragoza no tuvo tan siquiera la recompensa de un empate. Finalmente, en un partido agónico ante el Levante, un balón robado por el donostiarra en la segunda parte sirvió para abrir el marcador, mientras que Gabilondo cerró la pesadilla.

«Ojalá el tiempo le dé la razón»

La llegada de Fernando García Macua y Joaquín Caparrós introdujeron diversos cambios que afectaron de lleno a la plantilla. Había necesidad de contar con caras nuevas y piernas frescas para reactivar al equipo pero también existía un evidente deseo por parte de la directiva de marcar terreno. Un control más férreo sobre el vestuario, mandando mensajes claros. El que se movía difícilmente salía en la foto y Aduriz se quedó fuera. En el verano de 2008, bien entrado agosto, tras la eclosión de Llorente y con la deuda por Zubiuarre encima de la mesa, Macua decide venderle. Una decisión a la que el entrenador no puso ninguna pega pública. Sí que lo hizo Fran Yeste en una demoledora comparecencia en Lezama, de esas que apenas prodigaba. Sus palabras fueron proféticas: “Ojalá que el tiempo le dé la razón a Adu»

Años después, se puede decir que el fino centrocampista de Basauri acertó de pleno. Aduriz es historia viva del Athletic. Su dolorosa salida le marcó a fuego, demostraría que se habían equivocado. Desde entonces su crecimiento ha sido imparable, en una demostración de tesón digna de admirar. Primero triunfó en el Mallorca, entidad que por cierto nunca llegó a abonar los cinco millones pactados por su traspaso.

De Palma a Valencia, donde también triunfó. Alternando delantera con Soldado fue citado por Vicente del Bosque y se ganó el cariño de una afición tan exigente como complicada. En 2011, con el triunfo de Josu Urrutia se produjo la primera tentativa de retorno, pero no fue hasta un año más tarde cuando se completó definitivamente. Desde su marcha por la puerta de atrás, los destinos de Aritz Aduriz y el Athletic estaban condenados a volverse a cruzar. Buena parte de la masa social así lo quería y con el cambio de gerencia en Ibaigane, el acuerdo era únicamente cuestión de tiempo. El deseo del jugador era tal, que el Valencia accedió a venderlo por menos de tres millones, un precio ostensiblemente inferior a su valor de mercado.

Su regreso al Athletic se produjo, de nuevo, en una situación delicada. Con la resaca y depresión posterior a las finales de Bucarest y el Vicente Calderón, las turbulencias aumentaron con el incidente de Bielsa en Lezama. La relación del rosarino con Fernando Llorente, que anunciaba su intención de dejar el club al igual que lo había hecho Javi Martínez, era desastrosa por lo que el desastre deportivo era inevitable. Fueron los goles de Aduriz los que lo minimizaron durante la primera vuelta. Ganándose la titularidad.

Un legado más grande que sus 100 primeros goles

10 años después de su descarte en Algeciras, las paradojas de la vida volvían a juntar al donostiarra y Valverde, el técnico que validó su marcha. Una década más tarde, Aduriz se erigiría en el goleador de referencia en un equipo entrenado por el gasteiztarra.

Es el auténtico líder del equipo. Una referencia interna que marca el camino en la caseta, lugar en el que se ha volvió a encontrar con Iraizoz, Gurpegi e Iraola. Los cuatro apellidos más destacables del nuevo ciclo ganador que vive el Athletic en su etapa moderna.

La clasificación para la Champions en 2014, materializada con dos goles de Aritz ante el Napolés, la final de Copa del Camp Nou y, sobre todo, el título de la Supercopa son buena muestra de ello. El donostiarra reventó al Barcelona con su hat-trick en San Mamés y fue el encargado de marcar el tanto más importante de los últimos 31 años para el Athletic, el que anotó en el coliseo blaugrana en el partido de vuelta.

Noches en las que Aduriz se ha ganado un lugar en la eternidad rojiblanco, un espacio reservado en la memoria colectiva, un valioso trofeo popular para el delantero de la gente. Ese que decidió tirar del carro cuando otros optaron por bajarse, seguir el camino más cómodo, el de gozar de un rol secundario en transatlánticos futbolísticos. Es algo completamente legítimo, pero Aduriz, al que se le enseñó la puerta de salida en dos ocasiones, regresó para hacer alto tan épico como difícil, guiar al Athletic a un título. Y ha demostrado que lo podía conseguir.

Esta noche, ante el Partizan, ha logrado su tanto número 100. Una cifra redonda que esconde multitud de emociones, gritos desgarrados en los momentos de sufrimiento, saltos de alegría en las buenas y caras de incredulidad ante saltos y remates perfectos. Las cifras son incontestables, pero su legado estará marcado por su liderazgo. Veterano, ha sido recién renovado, su carácter competitivo le genera un hambre constante, capaz de aprender el arte del gol, ahora es un depredador voraz en el área, un fondista indomable. En definitiva, el retrato de un mito rojiblanco. Eskerrik asko!

El Athletic Club en medios de prensa internacionales

"Algo tiene el agua cuando la bendicen". Pues eso, algo se tiene que estar haciendo bien en el Athletic Club para que diarios tan prestigiosos como La Gazzetta dello Sport o The New York Times dediquen sendos artículos al club de Ibaigane.

Ver artículo de La Gazzetta dello Sport aquí

Ver artículo de The New York Times aquí

viernes, 30 de octubre de 2015

Iñaki Williams y su efecto dominó

Artículo publicado por Santiago Segurola en el diario Marca el 30/10/2015


Una de las características históricas del Athletic ha sido su fascinación por los extremos, manifestada a través de nombres legendarios, la mayoría adscritos a la banda izquierda. Cuatro extremos -Gorostiza, Gainza, Rojo y Argote- se ocuparon de ventilar el juego del equipo durante cinco décadas. Desde entonces nadie ha marcado una época.

La glorificación del extremo en Bilbao es más meritoria que en ningún otro lugar porque el Athletic nunca ha disfrutado de un delantero explosivo. Ágiles y con mucha clase, sí, pero veloces, no. No parece fácil disociar la velocidad de la función del extremo, de manera que la tradición del Athletic se contradice con la realidad de unos jugadores sin aceleración. El asunto ha merecido toda clase de explicaciones, algunas insospechadas. “Es un problema con el salitre, que se cala en los huesos de los chicos y los vuelve más lentos”, dijo un atrevido que responsabilizó al Cantábrico de este asunto.

Entre las muchas novedades que ofrece Iñaki Williams, una de las más apreciables es su fulgurante velocidad. Es el primer sprinter en la historia del Athletic, con el valor añadido que eso puede suponer para el equipo. No se trata de un velocista sin contenido futbolístico. Aunque Williams no está pulido como jugador, sus progresos técnicos son evidentes. Su actuación frente al Sporting invitó a soñar a la hinchada.

Su impacto en el Athletic es evidente desde su debut en diciembre del pasado año. Con Williams se ha producido un efecto dominó en el equipo, que ahora cuenta con más y mejores armas. El Athletic por fin puede contragolpear con soltura. Los centrocampistas, especialmente Beñat Etxebarria, disponen del balín que busca los pases filtrados. Las defensas rivales encuentran una preocupación añadida con un jugador que no necesita el balón al pie. Para los rematadores, Aduriz y Raúl García, Williams es la mejor noticia posible: estira el campo a lo largo y a lo ancho, genera espacios, es infatigable en los desmarques y generoso en los regresos defensivos.

Buena parte del despegue del equipo en la segunda vuelta de la pasada Liga se debió a Williams. Lo mismo ocurre esta temporada. Es el más joven de la plantilla, pero sus novedosas cualidades le convierten en un futbolista decisivo para el Athletic.

jueves, 29 de octubre de 2015

El delantero sin prensa

Se puede decir más alto pero no más claro.

Artículo publicado por Rubén Uría en http://www.eurosport.es/

De manera consciente, sin apenas disimulo, lo que queda de periodismo deportivo para lo que queda de país se ha entregado, en cuerpo y alma, a la causa del Madrid y el Barcelona. No importa el contenido ni el continente, importa esparcir, a gusto del consumidor, la propaganda del régimen de las dos multinacionales.


No se trata de informar, sino de publicitar. Si un jugador bate el récord de lanzamiento de hueso de aceitunas, allí están varios medios de comunicación para contárnoslo, por tierra, mar y aire. Si un futbolista de ese mismo equipo presenta una línea de ropa interior, allí está la prensa para abrasar al personal con el masaje de turno. Si un delantero estrena flamante deportivo, allí que el periodismo (¿?) se echa al monte para tirar de rotonda. De hecho, uno tiene el convencimiento íntimo de que, en el caso hipotético de que los presidentes de Madrid y Barça se animasen a participar en un concurso público de micción, entre lo que queda del periodismo deportivo de este país, habría auténticas bofetadas para ver a quién salpica primero.

Se trata de vender, día a día, minuto a minuto, en un bucle infinito, cualquier soberana memez y determinada pamema relacionada con la "actualidad" de Madrid y Barça, por ridícula que sea, hasta en la sopa. Así es el nuevo periodismo: servicial y pelota con el poderoso, rastrero con el débil. La audiencia (¿?) manda, dicen. Como si la audiencia tuviese voz y voto, como si los operadores y sus respectivos periodistas les hubiesen preguntado a los espectadores si les parece ideal que todos los días del año, llueva, haga frío o calor, les hablen de las bondades, maldades e idiocias de los dos grandes, o como si a los que encienden la televisión les maravillase, sobre manera, que lo superficial sea noticia y lo que pasa en el campo pase inadvertido.

Aritz Aduriz (San Sebastián, 1981), un delantero como la copa de un pino y tres abetos, un superviviente que conoce su oficio de delantero centro, lleva toda su vida haciendo goles. Forjado en la fábrica del Antiguoko y modelado en el Aurrerá, nómada con el 9 a la espalda (Athletic, Burgos, Valladolid, Athletic, Mallorca, Valencia y de nuevo, Athletic), jamás ha sido objeto de la publicidad abrasiva de los medios de (in) comunicación, ni ha contado con el trato de favor de las incansables terminales mediáticas de madridistas y culés. De haber sido el 9 del Madrid y del Barça, siendo español, sin lugar a dudas, habría abierto todos los informativos. Es más, media España estaría, al unísono, exigiendo su presencia en la selección. De hecho, de formar parte de la plantilla de merengues y culés, los falsos profetas estarían instando al personal a organizar peregrinaciones a casa de Vicente Del Bosque, aireando que su no presencia en la selección es una falta de respeto (término muy de moda) y una aberración.

Aduriz juega en el Athletic. Está a un gol de los cien con la rojiblanca y lleva más que cualquier delantero nacional (14 goles en 14 partidos). Una estadística demoledora que, en cualquier otro país, sería objeto de debate por parte de un periodismo serio. Aquí, por descontado, su registro recibe trato de chascarrillo de barra de bar, porque lo crucial es debatir sobre si decir la concha de su madre es un insulto grave o un argentinismo. Ni un solo medio de comunicación es capaz de resistirse, por un simple día, al imperio de la publicidad diaria del Madrid y el Barcelona. Es improbable que los que no se podrían poner de acuerdo ni en el color de una deposición dejen de ignorar y despreciar los logros de quienes no militan en esos clubes. Conviene contarle a la opinión pública que sólo Robert Lewandowski (17 goles en 14 encuentros) tiene mejores números que el nueve del Athletic. Animal competitivo, Aduriz, como su nuevo socio, Raúl García, no vende humo, sólo hace goles. Delantero guipuzcoano, leyenda de San Mamés, Aduriz tiene 34 años y desea seguir jugando hasta los 36. No tiene quien le escriba, quien le reivindique o le halague. Nunca tuvo prensa ni la tendrá jamás, porque no juega en el Madrid, ni en el Barcelona. Ni falta que le hace, está ocupado. Él solo marca goles. Ya saben, eso no cuenta. Es cosa del periodismo aburrido.

sábado, 17 de octubre de 2015

Ha fallecido Howard Kendall

Hoy ha fallecido el que fue entrenador del Athletic Club entre las temporadas 1987/88 y 1989/90 Howard Kendall.


Kendall dirigió un total de 102 partidos. El 12 de agosto de 2006 el Athletic Club participó en el partido homenaje que se le tributó por parte del Everton FC.



(Fuente:TVAthleticClub)

Los Athleticzales recordaremos sus palabras emocionadas después de ser cesado:

“Hoy a la mañana, último día en Lezama, entrenador del Athletic. El mejor club en el mundo. Si voy para Inglaterra o posible para otro club…….,es abajo, este club es el mejor.”

Goian Bego - Descanse en paz.

lunes, 12 de octubre de 2015

El Athletic también juega en Odessa

Artículo publicado por Juanma Mallo en el diario El Correo el 11/10/2015

Un club de la ciudad ucraniana cuenta con más de 600 niños, que visten de rojiblanco y defienden un escudo similar al bilbaíno

Más de 600 niños vestidos con una camiseta rojiblanca y un pantalón negro. En campos de hierba artificial. Desde los cinco hasta los 17 años. En ocasiones, portan estos deportistas una zamarra verde, muy similar a la ikurriña. Su símbolo, un león. También se puede encontrar a un grupo de chicas. Sin embargo, no estamos en las instalaciones de Lezama, la factoría del Athletic. Ni mucho menos. Hay que viajar un poco más lejos para encontrar una estampa similar a la que se puede hallar cualquier día entre semana en la fábrica vizcaína. Más de 3.000 kilómetros. A Odessa, una ciudad ucraniana situada a orillas del mar Negro. Allí, en ese rincón, nació en el 23 de octubre de 2010 el Athletic Club Odessa, gracias al atrevimiento y el impulso de Alexander Shyshkov. «Vendí mi apartamento para comprar el césped de los campos. Mi familia me preguntaba si estaba loco. Entonces, teníamos tres entrenadores y medio centenar de chavales», explica este emprendendor, licenciado en Ciencias Políticas, que eligió para su escuadra un escudo que, a primera vista, calca el del conjunto de Ibaigane.


Escudo del Athletic Club Odessa

Un examen más preciso, no obstante, delata algunos cambios. El principal, la desaparición de la iglesia y el Puente de San Antón. «En su lugar, el faro de Odessa (Faro de Vorontsov). Es el símbolo de nuestra ciudad, que ilumina nuestro camino», expone. Y, en los laterales, aparecen unas anclas. No obstante, los colores son los mismos, en ambas entidades. «Los pantalones negros simbolizan el Mar Negro. Y las camisetas rojas y blancas, simbolizan los rayos del sol que nace cada mañana por el este. Además, el león es un símbolo de nobleza y poder. Espero que los vascos no se ofendan por haber tomado prestado todo esto», concede con un sonrisa Shyshkov.

El Imperio ruso

- Pero, ¿por qué eligieron al Athletic?

- Es que nos gusta mucho la idea, la filosofía, del club. El patriotismo, el amor por su tierra... Y, sobre todo, el hecho de que solo jueguen con futbolistas de la casa, nada de gastarse enormes cantidades en extranjeros. Jugar con gente formada en su escuela, que es de las mejores de España. Nosotros queremos hacer algo parecido.

Aunque, del mismo modo, hunde sus raíces en una época más remota. En el siglo XIX. Entonces, surgió uno de los primeros clubes deportivos de la región de Odessa, al sur de Ucrania, muy cerca de Moldavia. Fundado en 1878, el Athletic Club británico de Odessa, fue campeón del Imperio ruso. «Esto también jugó a favor de coger ese nombre para nuestro equipo», señala este hombre que ha tenido como compañero de viaje a su amigo Vladimir Balik, que ejerce como una especie de director deportivo.

De momento, con una instalaciones que poseen 9 campos (5 de 50x30 -medidas mínimas para un campo de fútbol 7-, 3 de 40x20 y 1 de 105x68; las mismas que San Mamés) carecen de conjuntos en las alturas del fútbol ucraniano. Lo suyo es la base, con equipos desde los cinco años hasta los 17 que compiten en torneos regionales, con un cuadro de chicas entrenado por una leyenda del balompié femenino en aquella región. «Todavía no tenemos una escuadra de adultos, pero este es un objetivo a corto plazo, a medida que crezcan estos chavales: con gente de la casa», mira al futuro este aventurero, que también se ha señalado metas más elevadas. Lejanas.

- ¿Se han planteado un viaje a Bilbao?

- ¡Soñamos con establecer vínculos con el Athletic! Queremos visitar el País Vasco, Lezama, y poder contar con una experiencia positiva para el crecimiento de nuestro club. Sería una experiencia muy importante para nosotros y también para los niños. ¡Espero que este sueño se pueda hacer realidad!

viernes, 9 de octubre de 2015

Las caras de la Liga: Aduriz

Fuente: http://www.plus.es/casadelfutbol/programas/lascarasdelaliga


martes, 6 de octubre de 2015

San Mamés

(Artículo publicado por K-Toño Frade (hijo), en el libro "Susedidos botxeros y bilbainos selebres y txirenes")


Ahora que está de moda hablar, debatir o presentar los planos del nuevo campo de San Mamés, no estaría de más refrescar la memoria histórica, por supuesto conocida, de nuestro antiguo (que no anticuado) campo de fútbol, testigo de gestas tanto deportivas como de comportamiento intachable de su público, que no en vano es reconocido en todo el planetra del balón como "La Catedral".

Este irrepetible estadio futbolístico se gestó en una reunión de la junta general que con carácter extraordinario se convocó en el domicilio social del club, sito en el antiguo edificio del Banco de Vizcaya en al Gran Vía, en unos locales cedidos por una sociedad de caza, y en la que el presidente Alejandro de la Sota Izaguirre daba cuenta del que ya podría decirse que era todo un hecho: la construcción de un campo de fútbol en Bilbao, en terrenos de Abando, si la asamblea lo aprobaba.

Se había pensado en un principio ocupar los terrenos deportivos de Ontxena en Indautxu, propiedad de la familia Allende, pero por fin se planeó el nuevo campo en terrenos de la familia Novia de Salcedo, aledaños al asilo de la Santa Casa de Misericordia, en la fértil vega de San Mamés, sobre los que había realizado un proyecto el arquitecto bilbaino Manuel María Smith. Y para no perder de vista, ni mucho menos, la cuestión económica, el Athletic se había asesorado con los prestigiosos miembros del Club como Braulio Urigüen, Luis Arana, Alejandro Acha, Pedro Mac Mahon, Julio Egusquiza, Ángel Gorbeña, José Antonio Galdiz y Julio de Arteche.

Los reunidos dieron su aprobación con un amplio voto de confianza. Hacían falta 50000 pesetas (300 €), e inmediatamente se abrió la suscripción que fue en aumento. Se dió comienzo a las obras después de ser bendecidas por el sacerdote bilbaino y socio del Club Manuel Ortúzar el 20 de enero de 1913, con asistencia de algunos de los jugadores que más tarde formarían en el team bilbaino.

El partido inaugural, que se celebró el 21 de agosto de 1913, fue entre el Athletic Club y el Rácing de Irún. Formaron por los nuestros: "Sesilio" Ibarreche, Hurtado, Solaun, Iceta, Belauste, Eguía, Acedo, 'Pichichi', Seve Zuazo, Cortadi y Pinillos. El primer gol en "La Catedral" lo consiguió "Pichichi", ¡cómo no!, y posteriormente empató el guipuzcoano Patricio Arrabolaza. El torneo de inauguración, que fue triangular, se completó con la derrota por un gol a cero frente al eleven inglés Sepherd´s Bush, con asistencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día 22 de agosto de 1913.

¡Cuántas vivencias y vicisitudes ha acogido nuestro querido y casi centenario campo! Alegrías continuadas con un equipo imbatible, lágrimas y buena cara en las derrotas, partidos memorables como el de "las ranas" contra el Madrid, un "12-0" al Barcelona, lecciones de fútbol local contra la "Juve", San Lorenzo de Almagro, Manchester, Honved o Milán, broncas famosas como la del Independiente de Avellaneda y acontecimientos multitudinarios y celebraciones de Campeonatos de Liga, Aberri Eguna, partido "proavión" entre jugadores bizkainos de ANV y PNV, concierto de los Rolling, actuación pasada por agua de Pavarotti, y memorables encuentros de la selección de Euskadi.

Vaya desde aquí nuestra oración y recuerdo a todos los "forofogoitias" que han fallecido en sus gradas, al no poder resistir la emoción, a la vez que le deseamos al futuro San Mamés Barria tantos éxitos rojiblancos como en el viejo San Mamés, al que hemos asistido desde la infancia (soy el socio nº 769) pero amigos... ¡el listón está por las nubes!

(Artículo originariamente publicado en 2007 en el periódico 'Bilbao')

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Información sobre el autor:

K-Toño Frade, hijo


Juan Antonio Frade Villar, "K-Toño Hijo" nace en Indautxu en 1945. Es hijo de Juan Antonio Frade "K-Toño" (Bilbao 1914 - 1992) conocido pintor, cartelista, dibujante y periodista.

Cursa los estudios de Primaria y Bachiller en el Colegio Francés y el Instituto Miguel de Unamuno, y posee el título de Deliniante Proyectista de Arquitectura.

Desde los dieciseis años alterna su trabajo en estudios de arquitectura, donde se especializa en perspectivas de edificios con sus dibujos humorísticos en diversas revistas.

Como cartelista ha ganado varios primeros premios y ha realizado los carteles de varios congresos de Peñas del Athletic Club. Destaca como ilustrador y caricaturista. En el mundo de la publicidad es conocido por el diseño de cátalogos e infinidad de logotipos.

Trabajó como deliniante durante los siete años que duró el Plan General de Ordenación Urbanística de Bilbao. Al finalizar éste, se dedica profesionalmente a la pintura, especializándose en temas costumbristas vascos y marítimos. Como escritor de temas locales y costumbristas bilbainos, colaboró en el periódico "Bilbao" (1993-2007).

Ha sido nombrado "Bilbaino del año" por el Alcalde de la Villa en la "Aste Nagusia 2007".

lunes, 5 de octubre de 2015

Resumen Jor. 7ª: Athletic Club - Valencia CF


Zarra e Iriondo: Debut hace 75 años

(Fuente: Boletín distribuido en San Mamés en el partido Athletic Club - Valencia 04/10/15)

El pasado 29 de septiembre se cumplieron 75 años del debut de los históricos Zarra e Iriondo, precisamente ante el Valencia


A las órdenes del técnico ondarrutarra Juan Urkizu, los míticos Telmo Zarra y Rafa Iriondo jugaron por primera vez un partido oficial con la camiseta del Athletic Club en un encuentro frente al Valencia en 1940.

El partido acabó en empate a dos y ambos goles fueron obra del ariete de Asua. Comenzaba así a mostrar su enorme capacidad rematadora hasta convertirse en el mayor goleador de la historia del Club, sin olvidar que sigue siendo el jugador que más veces se ha coronado como el máximo goleador de la Liga (seis temporadas) y el que mayor número de goles ha marcado en la historia de la Copa (81), entre otros récords. Zarra acumuló 354 partidos y 335 goles durante quince temporadas, con un palmarés que incluye una Liga, cinco Copas y una Copa Eva Duarte (antecesora de la Supercopa). Por su parte, al gernikarra Rafa Iriondo, leyenda viva de la historia rojiblanca (cumplirá 97 años el próximo 20 de octubre), le contemplan 326 partidos y 117 goles en trece temporadas, con una Liga, cuatro Copas y una Copa Eva Duarte en su haber. Posteriormente, dirigió al Athletic Club un total de 113 partidos.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Resumen Jor. 6ª: Real Sociedad - Athletic Club

José Francisco Rojo, 50 años

Artículo publicado por Sarita Estévez Urquijo, 'Marathon' en eldesmarque.com el 26/09/2015


Sarita Estévez Urquijo (Foto: Revista Senior Class)

Al público de San Mamés le costó mucho aceptar el estilo de Rojo y en esa entrevista dijo algo así como… “si no les gusta cómo juego, dejaré de jugar”.

Es el punto de partida y el final de lo que a mi parecer ha sido la carrera profesional de este jugador irrepetible. Indómito por naturaleza. Intachable en su proceder de acuerdo con su propio código. Mi punto de vista se basa en vivencias y anécdotas personales, huellas en el recuerdo. La historia del fútbol dirá lo que diga. Esto es lo que yo he vivido.

Al igual que ocurrió por parte del público, los periodistas tardaron mucho tiempo en rendirse a la evidencia. Incluso algunos, como el difunto José Mari Múgica, “rojista” confeso de última hora, en los primeros años bromeó a mi costa por mi declarada pasión por el joven jugador. Y más de uno le consideraba insoportable.

No me apunto el descubrimiento del jugador porque, como en tantas ocasiones la primera noticia de la existencia de un futbolista notable me llegó a través del inolvidable, pero olvidado, Jaime Olaso, gran descubridor de talentos que pasaron por el Indauchu, el Club fundado para divertirse jugando al fútbol. Conocí a Rojo en la época del Firestone entrenado por Rufino Gamboa. Disponían de un magnífico terreno para hacer fútbol. Le he visto innumerables partidos en otros campos, sobre todo en Echévarri (entrenamientos incluidos), bajo la dura disciplina y exigencia que imponía José Luis Garay, otro injustamente olvidado y silenciado. Su paso por el San Mamés, filial rojiblanco en la Regional, hasta que Piru Gainza le llevó al primer equipo.

La convivencia tan cercana, alejada de la perversa persecución mediática actual, hizo posible que nos relacionáramos con sus padres. Aquella chulería que se le achacaba no era más que la manifestación de un joven que vivía para el fútbol. “no perdona la siesta”, decía su madre. Su padre me contó que pasaba muy malas noches después de los partidos y muchas veces tenía que acudir a arroparle. Este detalle coincidía con lo que Nando (Fernando González Balenciaga), me contaba de sí mismo. Incapaz de ingerir alimento antes o después del partido, Nando no pegaba ojo en toda la noche porque le pasaba por la cabeza la película de las jugadas. Cuando pedí a Nando, por entonces comentarista de nuestra Emisora, su opinión sobre Rojo, dijo que no hacía falta más que verle sobre el campo “con la cabeza siempre levantada, como un gallo, sin mirar al balón”.

Rojo es de esa clase de jugadores a los que se les tacha de fríos, que solo juegan cuando las da la gana. Los  datos que se conservan en el amplísimo archivo del Torneo de la Regularidad de Radio Juventud de Vizcaya demuestran lo contrario y por eso ganó el trofeo más de una vez. Nuestro reglamento era por demás exigente, basado en matemática pura. Más regularidad no cabe en uno de los pocos jugadores que como profesionales han vestido únicamente los colores del Athletic en un número de temporadas nada despreciable. No me canso ni me cansaré de recordar el momento de la final contra la Juventus cuando fue el único que no participó en el aquelarre final del intercambio de camisetas.


Txetxu Rojo

El pasado domingo escuché decir a Butragueño que el joven Jessé, además de mucho fútbol tiene mucho carácter, indispensables ambas cosas para jugar en el Real Madrid. Ese carácter lo demostró Rojo en el partido disputado en Milán cuando a punto de que el Athletic cayera eliminado enfiló hacia la portería (ahora se diría esa frase tan ridícula de echarse el equipo a la espalda) y obligó al defensa lateral a cometer un penalty que, transformado por Madariaga, provocó un incendio virtual en el estadio de San Siro y la quema real y verdadera del coche propiedad del infeliz futbolista italiano.

Ya quisiéramos contar ahora con jugadores tan flemáticos como Rojo que en acciones individuales y con personalidad se atreviesen a fallar, porque si no se intenta nunca les llegarán las soluciones de rositas.

Han sido famosas sus enganchadas con los árbitros, por ese espíritu justiciero que es otra de sus características. Cada vez que se cruzó con Guruceta éste llevaba la tarjeta preparada desde el vestuario. Las protestas siempre eran llamativas pero no recuerdo que tuvieran algo que ver con los lances propios de la lucha entre jugadores.

Aparte lo que haya puesto de su parte, su físico y elegancia le ha favorecido. Al igual que Panizo y algún otro, como Iriondo, ha lucido de manera impecable el uniforme de futbolista. La estética también cuenta.

Se despidió del fútbol sin pensar en el beneficio de su partido homenaje y consiguió el sueño de que el contrincante del Athletic fuera la selección inglesa.

Ha sufrido acciones infames en su vida profesional, como la que le impidió ser campeón de Liga por esa animadversión de Clemente hacia ciertos superclase (Sarabia es otro ejemplo) y aquella campaña electoral en la que siendo entrenador del Athletic,  llegando un día a San Mamés nos encontramos en los aledaños de La Misericordia, con el insólito despliegue de las carpas de los candidatos a la Presidencia del Club, entre los que destacaba Jose Mari Gorordo y Santi Francés. Ya habían proclamado que no contarían con él para la siguiente temporada. (Hablo de memoria. Él se acordará mejor que yo).

También podrá contar cómo superó la lesión de clavícula y otra en el tobillo. A mi solo me suena la preocupación que nos embargaba, las dudas de algunos sobre si “era cuento” y si llegó a recurrir hasta a la acupuntura. Aunque Rojo se retiró con el dorsal 11, en mi imaginario es el 10.

Por aquello de considerar que Rojo ha sido una figura singular en el mundillo de Bilbao, termino con una anécdota de la que yo no me hubiera acordado si no fuera porque mi amiga Blanca Giménez, de mi misma edad, no se cansa de rememorar. (Ella se ha hecho futbolera desde que yo escribo en El Correo).

Sería el año 1965 que corresponde a la presentación en España del modelo Simca 1000. Mi amiga fue de las primeras en adquirirlo. Yo tenía un 600. Compañeras de trabajo en Unquinesa, hacíamos cuatro viajes diarios, intercambiando el coche según nuestros planes particulares. Salíamos de la oficina en Axpe-Erandio a las seis de la tarde y aquel día Blanca conducía su coche y yo viajaba de copiloto. Había un lugar de moda, llamado La Bolera en la zona entre Alameda de Recalde y Rodríguez Arias, próxima al cine Consulado. Zona “ideal” para aparcar. Un grupo de chicos, apoyados en la fachada, observaban la maniobra de Blanca. Al fin, uno de ellos, el más elegante, mano en el bolsillo y la gabardina colgada del brazo, estilo Bogart, se aproximó para dirigir la operación. Era Chechu Rojo. Si Blanca Giménez lo recuerda como si fuera hoy, no dudo que así sucedió.

Al final va a resultar que Rojo no ha sido un gran futbolista sino un chico muy guapo.

martes, 22 de septiembre de 2015

Telmo

(Artículo publicado por K-Toño Frade (hijo), en el libro "Susedidos botxeros y bilbainos selebres y txirenes")


Era el comentario de todos el día de su funeral en Begoña: "Como futbolista fue un auténtico fenómeno, pero como persona lo era mucho más". Y es que Zarra, nuestro Telmo, era eso: el clásico jugador de nuestro Athletic, que defiende los colores rojiblancos toda su vida, procura ser el mejor en su puesto, y un caballero dentro y fuera de los terrenos de juego. Porque Zarra fue capaz de tirar el balón fuera viendo al portero contrario lesionado, cuando sólo tenía que empujar el balón a la red y al domingo siguiente volver a hacer otro tanto de lo mismo. Pero en esta vida siempre tiene que haber algún tufarro metepatas que emborrone una vida deportiva intachable, como en este caso la de Zarra. A las pocas fechas de estas dos loadas acciones el Sr. Escartín, a la sazón árbitro con gafas de color blanco, mandó a la caseta -en la expulsión más injusta de la época- a Zarra por una acción a todas luces involuntaria. Este zoquete, que también fue seleccionador nacional, tan malo como árbitro, pidió perdón posteriormente (no sé si sólo de boquilla, pues cuando escribía en un periódico deportivo de la capital, le daba palos al Athletic siempre que podía). Disculpas que, cómo no, fueron admitidas por Zarra, pero el daño ya estaba hecho. Había pasado a la historia.

Y es que Telmo, nacido a la sombra de la estación del tren de Asúa, donde trabajaba su padre, el día 20 de enero de 1921, desde que empezó a jugar en el Pitobetxe ya mostró las características que le harían famoso en todo el mundo. No pasó desapercibido para los del Erandio, equipo donde destacó sobremanera, para pasar de la mano de su hermano Tomás al Athletic en la temporada 1939/40 cuando el club bilbaino, diezmado por la guerra, y con sus figuras en el exilio jugando con la selección de Euskadi, tuvo que anunciar una convocatoria para chavales de equipos de la provincia, y otros que andaban jugando por las campas, para lograr conjuntar un equipo que pudiera mantener la trayectoria inigualable de los leones. Aquellos chicos como Lezama, Echevarría o Leicea como porteros, y Arqueta, Mieza, Jauregui, Bilbao (Bala Negra), Bertol, Elíces, Zarra, Ortiz, Panizo, 'Makala', Viar, Ortúzar, Urra, Gárate, Gainza, junto a veteranos como "Goros", el extraordinario extremo, y Unamuno, otro goleador legendario, y bajo la batuta de Juanito Urkizu, otro antiguo león, pronto llenarían las vitrinas de la sede del Club en la calle Bertendona, con innumerables trofeos. A mitad de temporada, en un partido entre selecciones de Bizkaia y Gipuzkoa, debutaba en San Mamés un jugador que de los nueve goles que marcaron los bizkainos, él solito consiguió nada menos que seis. No hace falta decir que fue Telmo Zarra. Allí empezó a tejer su leyenda goleadora. La simpatía que Telmo tenía entre el público, incluso con los que no eran "forofogoitias", y entre sus mismos compañeros, fue extraordinaria. Quién no recuerda sus cuatro goles en la final contra el Valladolid, tres de ellos en la prórroga con el brazo en cabestrillo, o el famoso gol contra Inglaterra en los campeonatos del mundo de Río en 1950, donde fue considerado uno de los mejores delanteros del mundo y la "...segunda mejor cabeza del Universo después de la de Churchill". Fue veinte veces internacional y consiguió veinte goles. Creo que fue el único jugador al que se le tributó un homenaje nacional, con un estadio de Chamartín abarrotado. Fue campeón de Copa cuatro veces y uno de Liga, donde tiene el récord de goles (31) en una competición de sólo 16 equipos, así como el que más veces ganó el trofeo "Pichichi".

Cuando se retiró del equipo de toda su vida, en 1954, fichó ¡GRATIS! por el Indautxu. Todavía recuerdo cuando rompió en Garellano la red de la portería de un chupinazo. ¿Se imaginan hoy a algún jugador del nombre mundial de Zarra yendo gratis a algún equipo? Pero él era así. Mi ídolo ha muerto. Descanse en paz.

(Artículo originariamente publicado en 2006 en el periódico 'Bilbao')

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Información sobre el autor:

K-Toño Frade, hijo


Juan Antonio Frade Villar, "K-Toño Hijo" nace en Indautxu en 1945. Es hijo de Juan Antonio Frade "K-Toño" (Bilbao 1914 - 1992) conocido pintor, cartelista, dibujante y periodista.

Cursa los estudios de Primaria y Bachiller en el Colegio Francés y el Instituto Miguel de Unamuno, y posee el título de Deliniante Proyectista de Arquitectura.

Desde los dieciseis años alterna su trabajo en estudios de arquitectura, donde se especializa en perspectivas de edificios con sus dibujos humorísticos en diversas revistas.

Como cartelista ha ganado varios primeros premios y ha realizado los carteles de varios congresos de Peñas del Athletic Club. Destaca como ilustrador y caricaturista. En el mundo de la publicidad es conocido por el diseño de cátalogos e infinidad de logotipos.

Trabajó como deliniante durante los siete años que duró el Plan General de Ordenación Urbanística de Bilbao. Al finalizar éste, se dedica profesionalmente a la pintura, especializándose en temas costumbristas vascos y marítimos. Como escritor de temas locales y costumbristas bilbainos, colaboró en el periódico "Bilbao" (1993-2007).

Ha sido nombrado "Bilbaino del año" por el Alcalde de la Villa en la "Aste Nagusia 2007".

El Rubio de Barakaldo

Fragmento extraído del libro 'La gran historia del deporte vasco'


El 22 de septiembre de 1968 debutó ante el Elche un chaval de Barakaldo "muy listo", como dijo Telmo Zarra. Javier Clemente, polémico y tan solo comprendido por los vizcaínos. Jugó un total de 47 partidos en Liga ya que su carrera deportiva se vio truncada por una grave lesión.

El 23 de septiembre de 1969 el Athletic juega en Sabadell. Faltan sólo cuatro minutos para que finalice el partido cuando Javier Clemente recibe una durísima entrada de Marañón. El joven de 19 años, sale del campo en camilla. Su pierna izquierda no se recuperaría.

47 años después de su debut nos quedan sus logros como entrenador, con los que hasta hace poco eran los últimos títulos rojiblancos (Liga 1982-83, Liga 1983-84, Copa 1984 y Supercopa 1984)

Alineaciones Historicas: Supercopa 2015


Estadio: Camp Nou
Fecha: 17/08/2015

Alineaciones:

FC Barcelona: 1 (Messi) Bravo, Dani Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu, Sergio, Rakitic (Sandro), Iniesta, Messi, Suárez, Pedro (Munir)

Athletic Club: 1 (Aduriz) Iraizoz, Bóveda, Laporte, Eraso, Beñat (Mikel Rico), De Marcos, Susaeta, X. Etxeita (Elustondo), Gurpegi, Aduriz (Kike Sola), Balenziaga

Alineaciones Historicas: Supercopa 2015


Estadio: San Mamés
Fecha: 14/08/2015

Alineaciones:

Athletic Club: 4 (San José, Aduriz 3) Iraizoz, Laporte, Eraso (Gurpegi), San José, Beñat, De Marcos, Susaeta (Bóveda), X. Etxeita, Aduriz, Balenziaga, Sabin Merino (I.Lekue)

FC Barcelona: 0 Ter Stegen. Dani Alves, Pedro (Sandro), Luis Suárez, Messi, Rafinha (A. Iniesta), Mascherano, Bartra, Sergi Roberto (I. Rakitic), Adriano, Vermaelen