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sábado, 9 de abril de 2016

Hacia la creación de otro Athletic (1903)

Artículo publicado por Alfredo Relaño en el diario As el 09/04/2016

Primera final de Copa del Rey, que ya es tal, después del feliz experimento del año anterior, avalado por el alcalde de Madrid, Alberto Aguilera. Pero esta vez es el Rey el que dona la copa, y ya se puede llamar a la competición Campeonato de España. Los partidos se juegan de nuevo en el campo del Hipódromo (ahora ese espacio lo ocupan los Nuevos Ministerios), donde fueron los del año anterior, y a la final llegan el Madrid y el Athletic, que ya ha absorbido al Bilbao. Hay un ambiente formidable, con cinco mil espectadores, a veinticinco céntimos los de la primera fila y a diez céntimos los de las siguientes. El Madrid se adelanta con goles de Valdeterrazo y Neyra, y así se llega al descanso. Pero en la segunda mitad remonta el Athletic, con goles de Cazeaux, Montejo y, finalmente, de Sota. El juego es duro, sobre todo en la segunda mitad. Aquel día se produjo quizá el primer estallido de pasión futbolística. La mayor parte de la afición, claro, va con el Madrid e increpa a los «athleticos», a los que reprocha su dureza.

Tras el partido, un grupo de bilbaínos, la mayoría de ellos estudiantes en la Escuela de Minas de Ríos Rosas, regresan entre eufóricos e indignados. Eufóricos por el triunfo, indignados por los insultos que han escuchado contra el equipo de su tierra. Alguno de ellos está enrolado en alguno de los varios equipos de la capital, incluso en el Madrid, además del cual existen ya por entonces el Espanyol, el Moderno, el Iberia, el Hispania, el Moncloa, el Retiro ya hasta un Amicale, de estudiantes franceses. Después de un largo paseo se reúnen a cenar en la Sociedad Vasco-Navarra, donde surge la decisión de crear ellos su propio equipo, un equipo formado por los estudiantes vascos residentes en Madrid, que los había en suficiente número. Se decide pedirle al Athletic sus estatutos para redactar los del nuevo club a su imagen y semejanza.

Pero en los contactos con el Athletic surge otra idea: ¿por qué hacer un club nuevo? ¿Por qué no constituirse en una sucursal del Athletic en Madrid? Sería el mismo club, una misma ficha, y el jugador que viajara con frecuencia de una ciudad a otra podría alinearse, indistintamente, en el Athletic de una ciudad o en el de la otra. Así se hace, y tras una reunión celebrada el 25 de abril, y completada ya pasada la medianoche, se redacta una nota oficial que se envía a la prensa dando noticia de la creación de la nueva sociedad, «sucursal del Athletic Club existente en Bilbao». El 2 de mayo se juega el primer partido, entre miembros de la propia sociedad, en un solar contiguo al Retiro, en lo que hoy ocupa el Hospital del Niño Jesús, que fue el primer campo del Athletic en Madrid. Entre los jugadores había alguno procedente del Madrid (como Valdeterrazo, autor de uno de los goles de la final) y figuraba también Raimundo Moreno Aranzadi, el hermano mayor de Pichichi, que estudiaba en la capital.

En los periódicos se les solía citar como «Athletic Sucursal», o bien se hacía distingo entre Athletic (B) y Athletic (M), según se hablara del de Bilbao o del de Madrid, lo que dio pronto lugar a la broma de que se tradujera por Athletic Bueno o Athletic Malo. Con el tiempo, los lazos de dependencia del Athletic madrileño con Bilbao se fueron aflojando. El Athletic fue madrileñizándose, progresivamente ocupado por náufragos de la disolución de otros clubes de la ciudad, víctimas del profesionalismo que permitía que el más fuerte, el Madrid, se llevara sus mejores jugadores. Bajo el paraguas bilbaíno el Athletic resistió ese envite, y sobrevivió. En 1921 jugó su primera final, precisamente contra el propio Athletic de Bilbao. Y para 1923 rompió definitivamente los lazos con su progenitor.