Artículo publicado en el número 6 de la revista Athletic Club
(Agosto 2006)
Ana Urrutia, presentadora del 'Eguraldia' en ETB
En cada comida, en cada cena...bueno, y en cada desayuno y merienda, el Athletic Club de Bilbao ocupaba la mayor parte de la conversación familiar.
Desde el domingo por la noche hasta el miércoles por la tarde se comentaban las jugadas del último partido, que si uno había estado glorioso, que si el otro muy blando, que si el portero apoteósico, que si el delantero tenía piernas de mantequilla, que si el penalti era clarísimo, que si el 'outside' cantado por el linier era una auténtica farsa... y desde el miércoles durante la cena hasta el domingo se dedicaban a hacer previsiones -este domingo machacamos, hay que pelearlo, nos los comemos con patatas, ¡goleada asegurada!- Ahora me explico por qué sería capaz de retransmitir un partido de fútbol a pesar de que no me gusta el deporte rey, y es que, si algo he engullido durante años y años ante el televisor, ha sido fútbol y más fútbol, y sobre todo ¡¡Athletic!! ¡¡Athletic!!
Soy la más pequeña de seis hermanos y la única mujer, y en aquella época mi madre y yo no disponíamos aún de la televisión de la cocina para escaparnos, así que sólo nos quedaba observar atónitas a los cinco forofos con la camiseta rojiblanca, junto a mi aita siempre analítico y sin perder la compostura, gritar, abrazarse y hasta golpear el suelo cada vez que un león metía un gol. Eso sucedía, claro, cuando tocaba jugar fuera. Si el encuentro era en La Catedral salían vitoreando por la puerta uniformados con sus bufandas, y ¡como no! con sus bocatas, y sólo diez minutos antes del partido, ya que siempre hemos vivido a 40 segundos de San Mamés... Y cuando por fin parecía que en mi casa reinaba un silencio majestuoso perfecto para disfrutar de la película "basada en hechos reales"... ¡¡¡¡¡Goooooooooooooooooool!!!!!, la casa temblaba. Muchas veces me preguntaba por qué tanta afición, por qué esas caras de amargura cuando perdían, por qué esa euforia cuando ganaban... Intentaba pensar que el hecho de que mi abuelo Federico Urrutia había sido jugador del Athletic la temporada 1913/14, y después directivo en los años 20, había marcado la genética de alguna manera, pero ¡¡qué va!! Aquella lucura no tenía ni pies ni cabeza.
Un día mi aita me llevo a San Mamés, al nuevo campo, y lo que vi fue indescriptible, hasta yo vibré y grité, entonces comprendí muchas cosas, que ver al Athletic era el mejor ejercicio para soltar adrenalina, y que un gol del equipo rojiblanco era capaz de provocar algo maravilloso, que un aficionado simpatizante de HB y otro aficionado simpatizante del PP se abrazaran ¡¡¡y se dieran hasta besos!!!, porque eso lo he visto yo con mis propios ojos...¡Dios mío, qué poder el del Athletic! Desde entonces sigo sin consumir fútbol, es que, como decía antes, no me gusta el deporte rey, me enfado con mis compañeros de redacción de Deportes cuando abren el informativo con "hoy no ha habido novedades en Lezama" , o con "a fulano le duele el abductor", y peleo lo que buenamente puedo para que otros deportes tengan su cobertura informativa, sobre todo el surfing. Pero a pesar de todo ello, cuando alguíen me pregunta "¿y tú de qué equipo eres?, levento la cabeza hincho el pecho y contesto orgullosa: "¿De qué equipo voy a ser? Del mejor, ¡Del Athletic de Bilbao!"