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sábado, 14 de agosto de 2010

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Artículo publicado en el número 3 de la revista Athletic Club
(Febrero 2006)

Julio Ibarra, periodista

Julio Ibarra
Mi Athletic se remonta como les pasa a tantos y tantos bilbainos, a la más tierna infancia porque el amor al Athletic lo mamábamos del pecho de amatxu.

Amatxu, vizcaina, no sabía distinguir lo que era un fuera de juego pero aprendió de amama que en la quiniela la casilla Real Madrid-Athletic era '2' fijo. Matriarcado a la sombra de Begoña.

Aita, de padre inmigrante y madre guipuzcoana, asentía con la cabeza y era además quien 'bic' en mano rellenaba el boleto.

La cuadrilla se dejaba literalmente la piel sobre todo de las rodillas. En aquellos interminables partidos a disputar en las 'piedrillas' de Santutxu, soñaba con emular a Dani colando el balón entre dos montones de jerseys apilados a modo de postes de portería.

Por la carretera general, sobre los túneles de Txurdinaga, pasaba el autobús de los leones victoriosos. Las casas del barrio se tiraban por la ventana llenando de banderolas los colgadores.

Jugando, jugando...una tarde de hace treinta y cinco años el tío David, zamorano, pero admirador de Zarra, Gainza y Panizo me llevó a ver el rojo y el blanco sobre el verde que faltaba. Acaba el partido y un Angel apellidado Iribar me da la mano con la que tocaba el cielo.

Estudiando, estudiando... no hay clases... la Copa, la Liga, el doblete... tienen que reescribir los libros de Historia, otra vez Athletic txapeldun.

Y llega la hora de trabajar.

Primera paga extra, no hay banco ni banquillo. A ingresar en Ibaigane. Primer carnet no impuesto de mi vida. Carnet de cuero, como el balón, carnet de socio del Athletic.

Desde entonces, domingo tras domingo a misa, a la Catedral, escenario de entrañables peregrinaciones como la del tío Julián, vendedor de la ONCE que llega de Cáceres a tribuna y acaba en el foso de la policía para poder 'ver la luz'.

Con luces y sombras, la vida, el partido continúa y el relevo está garantizado porque dos críos Itxaso y Julen, también tienen una amatxu que les amamanta en rojo y blanco y un padre que sigue poniendo '2' en la quiniela.

Pasado y presente, presente y futuro. Ya no hay campos de piedrillas, ya no hay postes de jerseys, ya no hay fosos de marrón... pero hay un sentimiento de cariño hacia lo nuestro que nos hace saltar los colores.

A veces mejores, a veces peores, pero siempre siempre diferentes y siempre, siempre un equipo de Primera.

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