Ingeniero mecánico en Rotterdam
Gaizka Dobaran Amezua (Bilbao, 1995), llegó al mundo en la Clínica San Sebastián de Deusto.
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viernes, 2 de diciembre de 2022
“Nunca me he ido, y no me iré jamás de Bilbao”
Artículo publicado por Tomás Ondarra en el número de Diciembre de 2022 del periodico Bilbao
Su primera etapa escolar comenzó en Urdaneta. De aquella época y del colegio guarda innumerables recuerdos y todos buenísimos. Los primeros amigos, el equipo de fútbol y sus ilustres entrenadores, los partidos de eskupilota en el frontón pequeño también llamado “botxo” y los nervios previos a los exámenes. Todos estos recuerdos, y más, rebrotan cuando se vuelven a juntar los amigos y reabren el ciclo infinito de “batallitas y recuerdos escolares”.
Gaizka reparte sus primeros recuerdos a partes iguales entre Bilbao y Plentzia. Siempre acompañado de su hermano Ander. Recuerda los días perfectos en el PIN, a donde les llevaba su tía Izas. Sus subidas a Artxanda en el funicular con su aitita Juan Luis, no sin antes degustar las quisquillas y magurios del desaparecido Bar Pedro y volver a casa de amama Bego donde les esperaba en casa con una “cazuela de quitar la boina”. Y aquellos viernes que bajaba como una bala del autobús para salir corriendo en dirección al “parque de los patos” para después ir a la tienda de su ama Begoñe en Máximo Aguirre, Arbiotxan, donde les estaba esperando con las maletas listas para ir de viaje en dirección a las pistas de esquí, a Cambrils, a Benidorm, o a tantos y tantos lugares que visitaban.
En 2013 comenzó la carrera de ingeniería en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, coincidiendo con la despedida del viejo San Mamés. Al igual que le pasó con Urdaneta, recuerda como una época de fábula y de constante aprendizaje del equilibrio entre libertad y disciplina. Allí conoció a nuevos amigos con los que visitaba diferentes rincones de Bilbao: Casco Viejo, Pozas, Olabeaga, Bilbao La Vieja, no sin antes pasar, también con ellos, bastantes horas en la biblioteca.
Desde hace pocos meses, desde abril de este mismo año, Gaizka se encuentra trabajando en Rotterdam. “Me salió una oportunidad irrechazable y vine aquí a trabajar como ingeniero mecánico en la industria de la eólica offshore, de la mano de GustoMSC”.
“Se vive bien. Bilbao y Rotterdam son ciudades similares en su funcionamiento”, reconoce, aunque es inevitable echar en falta la parte social. Para Dobaran, “Rotterdam es una ciudad impersonal”. Por supuesto, la parte gastronómica es otra de las cosas que echa en falta, pero Gaizka lo arregla poniéndose el delantal para intentar sorprender a sus amigos holandeses con recetas vascas y saciar también el apetito de sus amigos Markel –de Leioa– y Enrique –de Zumarraga–, que llegaron también a Rotterdam con las becas Beint del Gobierno Vasco para trabajar en el sector logístico.
De San Mamés no se olvida cuando le llevaba su aita Iñaki, y subía las escaleras de la puerta 37 agarrado a la barandilla de reja. Ver el césped verde lima y la red de la portería Norte. “Para mí, el Athletic es la máxima representación de un pueblo y sus valores. La comunión es perfecta entre jugadores y afición. Todos comparten la misma idea, el mismo sentimiento. Eso es único, solo pasa aquí. Es decir, si el jugador no hubiese sido jugador, estaría en esa misma grada”.
Gaizka suele volver a Bilbao cada tres meses. Necesita volver a escuchar nuestro vocabulario bilbaino, “¡Aupa!”, “¿Picamos algo?”, “¿Qué quieres tomar?”… y volver al frontón para agarrar la pala.
Pero lo mejor que le puede pasar, “la máxima”, como comenta, es una comida en el txoko con la kuadrilla, repertorio de bilbainadas y a San Mamés a ver al Athletic.
“Volveré a Bilbao sin ninguna duda. Nunca me he ido y no me iré jamás”. Gaizka tiene aquí a toda su familia, aunque reconoce que en estos momentos se encuentra en un momento de formación y de crecimiento profesional. “Es una oportunidad de oro en un país puntero y una industria actual y con futuro, pero cuando considere volver, lo haré”.