(Artículo publicado por Manuel Montero en el diario El Correo, 10 de junio de 2001)
Las tensiones futbolísticas entre bilbaínos y donostiarras tienen décadas de antigüedad. La pugna entre ambos equipos desembocó en hostilidad abierta con los graves incidentes de 1918
"Atentado en Atocha. Los jugadores bilbaínos son bárbaramente agredidos. Un niño gravísimo de una pedrada. Se había consiguido el empate a dos 'goals' y el Athletic tenía arrollada a la Real". Fue en febrero de 1918 y lo sucedido resultó crucial en el enconamiento de la rivalidad futbolística bilbaíno-donostiarra.
Nunca se habían producido incidentes tan graves. Bastan retazos de la crónica bilbaína del partido. "En manada (los donostiarras) cayeron todos sobre Belauste; alrededor de él centenares de personas le golpeaban sin cesar. Y los bárbaros agresores se lanzaban con sus bastones sobre todo jugador bilbaíno que encontraban". "Aquello fue espantoso". "La sangre de ese niño donostiarra caerá siempre sobre los bárbaros agresores del equipo bilbaíno". "Ni la directiva ni los jugadores realistas dieron ninguna satisfacción a los bilbaínos. Que no se olvide".
Resulta sorprendente. Veinticinco años antes el fútbol era desconocido y en 1918 suscitaba ya pasiones desaforadas. La irrupción del deporte fue un componente básico en los cambios de comienzos del siglo XX.
Identificación y deporte
En la naciente sociedad de masas arraigó con fuerza el deporte como espectáculo. El fútbol se convirtió en elemento de identificación local. Hacia 1890 en Bilbao había movilizaciones -varios miles de personas- para recibir a la Coral, cuando triunfaba en algún certamen musical. En 1910 era ya el Athletic el que provocaba tales conmociones.
El fútbol canalizó -o agudizó- las rivalidades locales. Las tensiones fubolísticas entre bilbaínos y donostiarras estallaban ya en 1909. El "Ciclista de San Sebastián" se había proclamado campeón de España y, después, se concertaron dos partidos "amistosos" entre el Athletic y el equipo guipuzcoano. En lamiako el resultado fue contundente: 8-0; y en bilbao estalló la satisfacción, por lo de golear al campeón. En el partido de vuelta el Athletic volvió a ganar, 0-3. Hubo ya problemas, porque, ante la indignación bilbaína -hilaban muy fino-, el público donostiarra protestó un "'penalty'" que consideró injusto.
El 6 de junio se repitió el "amistoso". Ganaron los guipuzcoanos y la prensa bilbaína estuvo quisquillosa. Algún cronista se indignó porque los donostiarras practicaban el "censurable sistema" de dejar en fuera de juego -"'offside'"- a los delanteros bilbaínos, táctica que les pareció prueba irrefutable de las malas artes donostiarras. En Bilbao había mal perder.
En 1913 se inauguró San Mamés y tres años después, en el nuevo estadio, estalló la rivalidad entre Athletic y Real Sociedad. Es difícil averiguar qué sucedió, pues la pasión cegaba a los cronistas. Según la prensa bilbaína el público fue muy correcto, pese a que la real, para evitar incidentes, había pedido que no hubiese gente tras las porterías.
En San Sebastián la versión era totalmente diferente: "Nunca hubiéramos creído -relataba un periódico donostiarra, algo faltón- que en el pecho bilbaíno residieran gérmenes tan bajos como los exteriorizados en San Mamés. Ni hubiéramos pensado que cual borregos cumplieran las sandeces ruines y venenosas que unos cuantos zulús les han expuesto". Por si fuera poco, acababa hablando de "el lodazal denominado por campo de San Mamés".
Empatados
Así las cosas, no ha de extrañar lo que ocurrió unas semanas después, en marzo de 1916. Terminó el campeonato regional con el Athletic y la Real empatados. Tenía que jugarse un partido para dilucidar el título. Se armó un lío de cuidado. La Real propuso jugar en Logroño, como sitio neutral. El Athletic se opuso, alegando que aquel campo no reunía condiciones. Propuso dos partidos, en Bilbao y San Sebastián.
La Real no aceptó. El Athletic se mantuvo en sus trece, argumentando que si jugaban en Logroño irían cientos de aficionados de ambos equipos y los incidentes serían seguros. Se reclámó la intervención del Gobernador Civil, "ya que no se podían encontrar en Vizcaya y en Guipúzcoa un campo neutral para evitar un día de luto".
La Federación Norte eligió, por sorteo, el campo de Irún. El Gobernador Civil de Guipúzcoa prohibió que el partido se celebrase en esa provincia, pues no podía garantizar el orden. La Federación Norte decidió que el partido se jugase en Jolaseta. El Comité Nacional ordenó que no se celebrase. La Federación Norte mantuvo su decisión. La Real no compareció y el Athletic fue proclamado campeón.
Apaleamientos
Por fin, las hostilidades entre el Athletic y la Real estallaron en 1918, en los gravísimos incidentes de Atocha. La violencia se apoderó del campo de fútbol, hubo heridos, apaleamiento de jugadores bilbaínos y pedradas a mansalva. Estaba en juego quién sería el campeón del Norte, que tendría derecho a jugar la Copa.
Siguieron infinidad de reuniones para dilucidar lo sucedido. La Federación Norte, siempre proclive al Athletic, inhabilitó por un año el campo de Atocha. El Comité Nacional, como solía ser frecuente, intervino a favor de la Real. Decidió separar Vizcaya y Guipúzcoa en cuestiones de fútbol, proclamando un campeón por cada provincia.
El Athletic se sintió insultado y se retiró de la Copa. Y, de esta forma, la rivalidad deportiva había desembocado en un franco enfrentamiento, capaz de provocar tensiones, tumultos y violencias. Eran otros tiempos.