Cuando se retiró del fútbol, en 1924, José Mari Belauste era ya toda una leyenda. Y gran parte de ella la había construido lejos de Bilbao, durante el bautismo de fuego internacional del fútbol español: en los Juegos Olímpicos de Amberes, con la primera selección nacional española que saltó a un campo.
Hay que señalar que José Mari Belauste, ya veterano, no estaba en plenitud de condiciones físicas. Además del fútbol practicaba cuantas especialidades se ponían a tiro y era, además, un consumado tenista, montañero y atleta, sobre todo en cuanto a lanzamientos. Precisamente lanzando la jabalina se produjo una lesión inguinal en los días previos a la convocatoria pero, aún así, fue fijo en la misma.
Belauste figuró en la primera alineación internacional de una selección española (Zamora, Otero, Arrate, Samitier, Belauste, Eguiazábal, Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo), que se enfrentó a uno de los grandes favoritos en aquellos Juegos: Dinamarca. Belauste jugó en posición retrasada y desde allí contuvo las feroces acometidas danesas sobre la meta del "divino" Zamora. Sin embargo, la dureza danesa había hecho mella incluso en él y no jugó contra Bélgica. Se perdió 1-3. Y Zamora cuenta en sus memorias que su baja fue básica en la derrota.
Pero el descanso hizo efecto y contra Suecia volvió a ser titular. Nunca más oportunamente, pues el choque fue violentísimo. Su corpulencia imponía respeto y, a la hora de dar o recibir, no se arredraba. Mediado el primer tiempo y en pleno intercambio de "leña", Dahl marca el 0-1.
Un gol de autentica "furia"
A los dos minutos de la segunda parte, se pita un golpe franco contra Suecia. Belauste, que son su "¡Aurrera!" habia mantenido la moral española, se planta en actitud retadora en medio de la defensa nórdica y grita al tambíen "león" Sabino "A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo" -otros testigos cuentan que lo realmente gritado fue "A mí, Sabino, que los mato"-. Sabino "cuelga" la bola y un defensa sueco se lanza al corte. Belauste salta más y cabecea impulsándose con todo el cuerpo. El balón, José Mari y varios defensores suecos acaban dentro de la red. Después, Txomin Acedo marca el definitivo 2-1.
Belauste volvió a descansar contra Italia, pero jugó el decisivo encuentro ante Holanda que significó la medalla de plata. A su regreso, él y los otros tres "leones" de la furia (Sabino, Acedo y Pichichi) fueron recibidos como lo que eran, unos autenticos héroes.
(Fuente: Athletic, orgullo de una afición)