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lunes, 9 de septiembre de 2013

"Somos casi hermanos"

Artículo publicado por Unai Larrea* en el diario Deia el 08/09/2013

Iribar y Dino Zoff evocan para el documental 'Un siglo y 90 minutos' el Athletic-Juventus de 1977


Zoff e Iribar dialogan sobre el césped del Estadio Olímpico de Roma. (Unai Larrea)

Con Iribar a su izquierda y Zoff a su derecha, el periodista no sabe muy bien qué hacer, si formular la primera pregunta o tirar la tablet y correr a rogarles un autógrafo, una foto, un abrazo, algo, lo que sea. Pero la majestuosidad del Estadio Olímpico de Roma, donde Zoff ha concertado la cita, y la meticulosidad del equipo técnico desplazado hasta la capital italiana no invitan a dar rienda suelta a la mitomanía. Toca aplicarse al máximo para que la entrevista esté (si es que es posible) a la altura de los dos colosos que se han reunido esta fría mañana de febrero para honrar la memoria del viejo campo de San Mamés, al que en ese momento aún le quedaban unos pocos meses de vida.

Es 26 de febrero y faltan dos días para que Zoff festeje su 71º cumpleaños, y tres para que Iribar cumpla los 70. No es su única analogía. Uno contempla la imagen de Zoff dando la vuelta de honor al campo de San Mamés embutido en la camiseta negra de Iribar y el parecido resulta sorprendente. Ocurrió en 1977. El Athletic derrotó a la Juventus, 2-1, pero el gol de Bettega y el 1-0 de la ida privaron a los leones de alzar la Copa de la UEFA en el que, para muchos, es el partido cumbre en la historia del ya desaparecido San Mamés. Un campo cuya memoria pretende honrar Un siglo y 90 minutos, el documental que logró unir a dos de los mejores porteros de todos los tiempos.

Dino Zoff. Cuando me dijeron que venía Iribar a Italia, me produjo un gran placer. Porque a nosotros, que tenemos una cierta edad, nos encanta revivir aquellos recuerdos, ya sean más o menos felices.

José Ángel Iribar. Es un placer que nos veamos después de tanto tiempo, solamente esta conversación tiene un valor incalculable. Los porteros tenemos una química, quizás porque nos sentimos muy solos ahí atrás, y nos tenemos que identificar con nuestra soledad y con nuestros problemas.

D. Z. En cuanto empieza el partido estás solo, tienes demasiado tiempo para pensar.

J. Á. I. Más tiempo para pensar que los demás, sí.

D. Z. En mi época, siempre jugaban de portero aquellos que peor jugaban en el campo. Pero en mi caso fueron los chicos mayores los que me colocaron en la portería, porque yo era bueno.

J. Á. I. Yo las pruebas las hice en el Basconia, filial del Athletic, de Segunda División, ya con 18 años. Les parecí "bravo", como decís vosotros los italianos. Hice una buena temporada y me fichó el Athletic. Tenía propuestas del Barcelona, del Valencia, del Atlético de Madrid... pero me decidí por el Athletic porque era mi equipo, el equipo de mi familia, de mi padre, de mis tíos, de todo mi entorno.

D. Z. Mi debut con el primer equipo fue desastroso, porque encajé cinco goles en Florencia. Me dio miedo, pero poco a poco todo fue a mejor. Pero antes de irme al Udinese, jugando aún en mi pueblo, yo trabajaba. Estudié en una escuela profesional la carrera de tornero, un mecánico especializado. Trabajaba y hacía dos o tres entrenamientos a la semana en Udine. Antes de debutar como profesional, yo trabajé en un taller. Fue una escuela de vida. Trabajé porque en mi casa decían: "Si eres bueno, acabarás siendo jugador profesional, pero mientras tanto debes aprender un oficio porque no se puede vivir sin trabajar". Lógicamente, cuando me hice profesional, dejé de trabajar.

J. Á. I. Es un poco mi misma historia, porque yo también cursé mis estudios en la Escuela de Maestría. Hice Mecánica. ¡Yo también iba especializado en el tema de tornero! Era una carrera de cinco años, e hice solo los tres primeros porque entonces fiché por el Basconia. Pero el tema de la familia era el mismo: "Si eres bueno en el fútbol, vas a seguir, pero si no hay que estudiar, hay que tener un oficio".

D. Z. ¡Tenemos la misma vida! Nos parecemos físicamente, tenemos más o menos la misma edad, aunque yo soy algo más viejo, nuestra fecha del cumpleaños es casi, casi la misma... Ja, ja, ja.

J. Á. I. Yo recuerdo que hasta nos confundían un poco... La primera vez que jugamos en el Comunale, siendo los dos capitanes, ¿quién es quién no?

D. Z. Tenemos mucha afinidad en nuestra vida: nuestros comienzos, en la escuela, el trabajo, porteros... Somos como hermanos, somos casi hermanos.

J. Á. I. Podíamos pasar como hermanos.

D. Z. Yo te envidio porque tú has permanecido, y permaneces, muy ligado al Athletic de Bilbao, porque has vivido allí toda tu vida. Yo he sido querido por buena parte de Italia, Juventus, Nápoles, incluso la Lazio como entrenador... pero no tengo una identificación como la tuya por haber pasado toda una vida en un mismo club. Tú te has identificado con el pueblo, con la ciudad. Yo carezco de ese afecto.

J. Á. I. Tú eres más internacional que yo.

D. Z. Más nacional, ja, ja.

J. Á. I. Yo me retiré antes, en el 80, con 37 años y con muchos problemas en la espalda. Perdí mucha flexibilidad. Querían que continuara, pero dije que no, porque estaba sufriendo y me iba a desprestigiar a mí mismo.

D. Z. Yo tenía 41 años y estaba todavía bien, pero... Fue el año después del Mundial. Teníamos una gran ilusión por ganar la final de la Copa de Europa de Atenas, Hamburgo-Juventus. Era la Juventus más grande de siempre, con Platini, Boniek... Perdimos 1-0.

J. Á. I. Eso fue duro. Las finales, cuando se pierden, te dejan un poso.

D. Z. La final del 77, ja, ja.

J. Á. I. La famosa final del 77, en San Mamés. Para mí, para nosotros, San Mamés, si ha acogido algo importante, ha sido esa final. Posiblemente, la gente, todo el estamento del Athletic, considera ese partido como el más importante que se ha jugado allí en cien años de historia.

D. Z. El partido de Turín fue muy equilibrado. El gol nos sabía a poco, porque ir a Bilbao, con un público muy caliente y un público muy cercano, nos preocupaba mucho. Los momentos previos al partido, fuera del estadio, fueron un poco extraños por cuestiones políticas, pero en el campo el público estuvo correctísimo, muy gentil con mi mujer, con todos los italianos... pero muy caliente. El partido fue un infierno para mí. Los últimos 20 minutos, y los últimos 10 minutos especialmente, con el público que gritaba tras de mí, el Athletic que nos acorraló en nuestro área, esos balones que llegaban de todos lados... Verdaderamente, fue el momento más caliente de mi carrera, el momento de mayor preocupación. No había pasado tanto miedo antes. No veíamos el modo de llevar a casa un resultado que deseábamos tanto, porque el Athletic estaba fuerte y nos creó mil dificultades. Cuando acabó el partido, yo me sentí feliz por el resultado, pero yo, de un modo particular, como portero, porque había logrado salir de un infierno. San Mamés es un recuerdo muy presente para mí: los aficionados detrás, todos allí en el área, yo allí aterrorizado... Pero estas no son cosas que se dicen porque hablamos para un documental, ni porque seamos colegas. Realmente he pasado un cuarto de hora, diez minutos, que recordaré toda la vida.

J. Á. I. Yo tengo el recuerdo de los previos del partido. Estábamos realmente preocupados por que no nos hicierais gol. El entrenador pensaba que no podíamos atacar de una manera desordenada porque el gol nos perjudicaba mucho. Pero se nos trastocaron todos nuestros planes porque Bettega nos marcó pronto, de cabeza. Era un gran goleador Bettega, sobre todo jugando desde la banda tenía una diagonal muy buena, y era un gran rematador, muy fuerte físicamente. Y ahí tuvimos que cambiar nuestra mentalidad, y yo creo que ahí empezamos a soltar un poco nuestros nervios, esa contracción que teníamos en ese momento, y empezamos a dominar el partido. Cuando conseguimos empatar a uno nos animamos mucho, y conseguimos el 2-1 a falta de diez minutos, y el final fue... Yo era un mero espectador, estaba animando a la gente, al equipo... El ambiente era increíble, cómo nos animó la afición al equipo, de una manera increíble... Tú, no sé, pero creo que te tienes que acordar de los momentos finales.

D. Z. No esperábamos sufrir así. Fue el público el que aportó al Athletic esa energía que nos puso en dificultades. Los últimos minutos fueron terribles. San Mamés dio a su equipo la energía. Por suerte, fuimos capaces de aguantar el 2-1 que nos dio la Copa. Acabado el partido, todos nosotros estábamos felices, pero el nuestro no fue un gran fútbol, es lo que realmente recuerdo. Ni siquiera soñábamos con hacer un gol a los siete minutos. La verdad es que fuimos algo afortunados. Mientras en Turín el partido fue bastante tranquilo, aquí vosotros quizás merecisteis algo más. Pero el fútbol es así, el gol de Bettega pesó mucho, condicionó la final.

J. Á. I. En Bilbao se recuerda mucho al árbitro, a Linemayer, el austriaco que pitó aquel partido. En el segundo tiempo hubo un gol que nos anularon que podía haber sido clave.

D. Z. Yo no lo tengo tan claro, pero tampoco quiero tenerlo, ja, ja. Acabó así y ya está. Honestamente, no recuerdo. Creo que el árbitro estuvo extraordinario, ja, ja. Al final del partido nosotros estábamos contentísimos. Habíamos logrado la primera Copa internacional de la Juventus. Aunque el Athletic se sumió en el abatimiento, se comportó muy deportivamente. Cambiamos todas las camisetas, dimos la vuelta al campo...

J. Á. I. Para mí fue un honor que dieras la vuelta al campo con mi camiseta.

D. Z. El público fue extraordinario, pero también vosotros fuisteis extraordinarios. Perder una final en casa es muy duro. Y sin embargo dimos la vuelta al campo, cambiamos las camisetas... Fue importante para el deporte, para el fútbol.

J. Á. I. Yo recuerdo un detalle. Una semana después de esa final, recibí una carta de una persona italiana, sería de la Juventus. Era una carta personal, para mí, felicitándonos por nuestro comportamiento. Me llamó la atención. No la conservo, pero recuerdo ese detalle, la percepción que tuvo la gente de Turín.

D. Z. Te lo estoy diciendo todo el rato, pero es así: fue un comportamiento verdaderamente deportivo, de gran hospitalidad. Esa carta, sin duda, la recibisteis porque merecíais esa felicitación. Son cosas bellas para el deporte. Espero que se repita, aunque es difícil que se repita.

J. Á. I. No desde luego en aquel campo. Yo tengo una sensación, ahora que van a derribar el campo, muy triste, muy dura. No quiero pensar demasiado en ese derribo. Sé que va a haber un campo nuevo, que se va a incrustar en lo que es el vetusto y viejo San Mamés... pero cada vez que me hablan de ese derribo me entra un poco de nostalgia y tristeza. Son muchos años allí. El día que ocurra eso, va a ser un día muy duro para mí.

D. Z. Yo te entiendo porque ha sido tu casa durante muchos años. Aunque la casa nueva sea muy bella, tú recordarás la vieja, la casa de tu juventud. En nosotros, que tenemos una edad, los recuerdos de la juventud están muy presentes. Además, una casa vivida con tanta intensidad, que ha acogido el mejor fútbol de la época, yo creo que verdaderamente es para sentirse triste. Por mucho que el mundo tenga que seguir adelante, y que el nuevo estadio sea muy bello, está la tradición, y es normal que sientas esa tristeza. Incluso yo la voy a sentir un poco, porque ha sido allí donde he conseguido mi primer trofeo internacional, en San Mamés, y no va a existir más.

J. Á. I. Nosotros tenemos un reto grande ahora: trasladar todo ese espíritu tan bravo, como decís vosotros, al nuevo campo. Va a ser un estadio más grande y más cómodo, pero tenemos que trabajar para que, dentro de un tiempo, tenga también ese sabor del viejo campo.

D. Z. Que sepáis transportar esa tradición a vuestros hijos.

J. Á. I. Yo entiendo que necesitábamos hacer un campo nuevo. Necesitábamos más localidades, porque nosotros tenemos problemas de entradas al tener muchos socios. Es un paso necesario, pero a la vez...

D. Z. Nosotros, que tenemos una edad, tenemos esos recuerdos, pero el mundo avanza y habrá que trasladar el espíritu del viejo San Mamés al nuevo estadio.

J. Á. I. Cuando juguemos la próxima final en el nuevo San Mamés, espero verte. Estás invitado cuando quieras visitarnos, a alguna final o algún partido que te apetezca, para que pruebes el nuevo estadio.

D. Z. Está bien. Si la salud se mantiene, allí iré.

* Unai Larrea es periodista y director de Un siglo y 90 minutos, documental que recoge la historia del campo de San Mamés y que DEIA pondrá a la venta el próximo domingo, 15 de septiembre, en formato DVD.