Artículo publicado por Unai Larrea* en el diario Deia el 11/09/2013
Villar y Del Bosque comparten sus anécdotas, enfrentamientos y recuerdos de San Mamés, incluido el famoso incidente del bilbaino con Johan Cruyff, para el documental 'Un siglo y 90 minutos'
22 de enero de 2013. Nieva en toda Castilla y, sin embargo, ahí están Vicente del Bosque y Ángel María Villar, jugándose el tipo en una furgoneta de gama alta de la Federación Española de Fútbol. Lo más prudente hubiera sido darse la vuelta en Somosierra, o incluso en Burgos, donde el temporal arrecia, pero su agenda está tan apretada, y les ofrece tan pocas alternativas, que arrean para no faltar a su cita con San Mamés, muy posiblemente la última. Ambos quieren participar, como sea, en Un siglo y 90 minutos, el documental que pretende rendir tributo al viejo campo del Athletic, un estadio que por aquel entonces seguía en pie, tan rotundo y tan majestuoso que resultaba imposible imaginarlo reducido a un montón de escombros, lo que es hoy en día... La cuestión es que Villar y Del Bosque derrotan a la nieve y se plantan con una amplia sonrisa en la puerta de acceso a los vestuarios de San Mamés. Del Bosque silba y arquea sus cejas, impactado, al contemplar el esqueleto de cemento del nuevo campo del Athletic. El periodista le da las gracias por acudir a la cita en este día de perros. "El placer es mío, de verdad", se presenta, tan sencillo y campechano como aparece en el televisor, el seleccionador campeón del mundo. "¿Sabías que yo de pequeño era del Athletic?", rompe el hielo.
Vicente del Bosque. ¿De verdad que naciste aquí al lado?
Ángel María Villar. Sí, sí. San Mamés es parte de mi niñez. Mi madre, a pocos metros de donde estamos sentados, me dio a luz un 21 de enero de 1950, y desde la ventana de su habitación se veía San Mamés, se veía el césped. Toda mi niñez se ha desarrollado alrededor de este campo. Jugaba al fútbol fuera del campo con mis amigos del barrio.
V. B. ¿Tú entrabas aquí a ver los partidos del Athletic?
Á. M. V. Sobre todo a los entrenamientos. Con diez o doce años, San Mamés era como un juguete para nosotros: entrábamos aquí, corríamos, saltábamos, no en el césped sino en la tribuna... Cuando ya empecé a jugar al fútbol, yo me entrenaba con los juveniles del Athletic. Y yo no podía ir a los entrenamientos de Etxebarri y de Mallona porque estaba en la escuela, en los Escolapios. Y venía a entrenarme aquí a las siete de la tarde. Nos entrenábamos en la tribuna, sobre cemento, con José Luis Garai, que en paz descanse. Y alguna vez José Luis, extralimitándose, nos dejaba entrenar en un rincón del césped, que, por cierto, cuando llovía estaba prohibido, y al día siguiente le llamaban la atención, a ver por qué habíamos entrenado niños en San Mamés. Esta zona es mi barrio, es parte de mi infancia.
V. B. Yo, como muchos chavales de provincia, de Salamanca, aficionados al fútbol, éramos todos del Athletic de Bilbao. Teníamos todos una admiración y un sentimiento a la pureza que tenía el Athletic. ¿Mi primer partido aquí? Fue con la selección castellana entonces, madrileña actual, contra la selección vizcaína en abril de 1969, con 18 años. Perdimos. Para nosotros era un privilegio jugar en este campo. Recuerdo las vallas por fuera, que eran como de cemento, y el campo casi lleno para ver un partido de juveniles. Recuerdo a Zuloaga, Ortuondo, Viteri... Ese es mi primer recuerdo de San Mamés. Luego hemos coincidido.
Á. M. V. ¿Alguna vez nos ganasteis aquí en San Mamés?
V. B. No, no. Perdimos aquí con el Córdoba, como tú bien sabes, 5-0. Nos dieron un repaso... Recuerdo que solo era centro de Txetxu, remate de Uriarte, centro por el otro lado... Nos dieron un repaso.
Á. M. V. ¿Metiste algún gol?
V. B. Sí, con el Castellón. Fue una falta en diagonal, un poquito alejada del área, creo que me marcaba Larrauri, mítico defensa del Athletic, y de cabeza marqué el 1-1.
Á. M. V. ¿Cómo calificarías a San Mamés?
V. B. Un campo que, como local, para todos los que venían era muy difícil. Yo recuerdo el fútbol propio de cada región: antes había el fútbol vasco, el fútbol del Athletic, el fútbol directo, de llegar al área muy rápido, de muchos centros y remates... Ahora yo creo que se ha perdido, el fútbol está más globalizado. ¿El mayor recuerdo de San Mamés? De pasarlo muy mal todos los partidos.
Á. M. V. ¿Veníais a gusto?
V. B. Siempre muy a gusto. Yo siempre he jugado muy cómodo en San Mamés. La admiración que sentíamos por el Athletic era recíproca, había jugadores del Athletic que sentían admiración y respeto por el Real Madrid.
Á. M. V. Hay dos momentos muy especiales en mi vida como jugador del Athletic. El primero es cuando debuté, en 1971, que jugué diez minutos, al final, contra la UD Las Palmas. Mi sueño era jugar en el Athletic y jugar en San Mamés, porque había nacido a diez metros del campo. Toda mi vida ha sido San Mamés. Y, el segundo, la final de la UEFA contra la Juventus de Turín. Allí perdimos 1-0 y aquí ganamos 2-1. Fue un partido intensísimo. Pero tengo también recuerdos maravillosos de cuando empecé a jugar en Primera División, porque había veteranos a los que había visto yo en la infancia: Iribar, Fidel Uriarte, Sáez, Etxeberria, Aranguren, Rojo, Arieta... Ante todo, me transmitieron un gran respeto. Tengo una anécdota del primer viaje que hice con el Athletic de Bilbao, en el tren. Teníamos que ir a Madrid en coche-cama. Llego yo, joven, primera convocatoria, y me pongo en el vagón en el medio. Y entonces me llamó Argoitia, que era capitán en aquel momento, y me dijo: "Chaval, eso es para los veteranos. Chaval, a la rueda".
V. B. A la rueda.
Á. M. V. Y después me han transmitido muchísimas enseñanzas de respeto, de disciplina, de respeto a esta institución, el significado que tiene defender los colores del Athletic, jugadores que llevo en el corazón porque me permitieron aprender muchísimas cosas.
V. B. Cosas que tuviste la posibilidad de transmitir luego.
Á. M. V. Además, yo tenía ciertas inquietudes, que igual mis compañeros no las tenían. Inquietudes de ser el defensor de los derechos del futbolista, de ir a hablar de las primas, de los días de fiesta, de Hacienda... Muchos compañeros me decían que yo no iba a ser entrenador cuando dejara el fútbol, sino que iba a ser dirigente. Acertaron.
V. B. ¿Y tienes algún recuerdo malo de San Mamés? Aparte de cuando te echaron...
Á. M. V. ¿Recuerdo malo? Que le agredí a Johan Cruyff. Sí, es un recuerdo malo porque dejé el Athletic...
V. B. Pero fue un puñetazo a lo Ruiz-Mateos...
Á. M. V. Fue una caricia. Al final del partido, el míster y Ángel Iribar me llamaron la atención, y además bien llamada, porque mi comportamiento no fue el correcto. Además, Iribar me solicitó que fuera a pedir perdón a Johan Cruyff.
V. B. Qué bueno, tío.
A. M. V. Y así lo hice. Yo tenía 24 años, era un crío. Salí de la caseta y me fui a la caseta del visitante. Toqué la puerta, y me abren la puerta el padre de Ángel Mur y Ángel Mur. "Hombre, Ángel, ¿qué?". "Pues vengo a pedir perdón a Johan Cruyff". Todo el mundo se acuerda de esa anécdota.
V. B. Fue una cosa negativa, un hecho que a lo mejor no es muy edificante, pero que lo resolviste de la mejor manera.
Á. M. V. Después fui a Barcelona y pedí perdón. Bueno, como antes me has calificado como futbolista, ¿yo tendría hoy lugar en la selección?
V. B. Pues no lo sé. Comparar tiempos no es fácil, incluso te diría que ahora, con los centrocampistas que tenemos, lo tendrías muy difícil, ¿eh?
Á. M. V. Te iba a contestar yo así a la pregunta.
V. B. Los dos lo tendríamos muy difícil, esa es la realidad. Pero no porque seamos humildes y tal, sino por la realidad. Nosotros ahora no tenemos tres centrocampistas, sino 16, que pueden jugar perfectamente y con un excelente nivel. Por cierto, ¿algún recuerdo de los que te gustaría comentarnos, alguna nostalgia del pasado que dirías: "La señora fulana de tal, que nos limpiaba las camisetas"?
Á. M. V. En mi niñez, había aquí un caserío, que se llamaba caserío San Dios...
V. B. Estabais entre santos: San Mamés, San Dios...
Á. M. V. No, no, el caserío era San Dios, que tuvo una historia al final del siglo XIX, principios del XX, que aparecían fantasmas... En ese caserío, el club daba la ropa de los jugadores a lavar. Yo recuerdo que, a veces, entraba en el caserío y me ponía la camiseta del Athletic. Eran unas camisetas gordísimas, como de lona, de invierno, y me ponía y parecía que llevaba un camisón, cuando tenía 8 o 9 años.
V. B. Si tuvieras que decir un jugador de campo con el que te entendieras bien, y que te gustaría destacar, sin menospreciar a nadie...
Á. M. V. Fidel Uriarte.
V. B. ¡Fidel Uriarte!
Á. M. V. Impresionante. Fidel Uriarte tenía una fuerza extraordinaria, era goleador, jugaba muy bien al fútbol, era izquierdo, que es muy bonito, tenía un salto impresionante, metía muchísimos goles de cabeza, con barro era invencible... Aquí, en San Mamés, cuando jugaba de media punta con el campo mojado... Ufff.
V. B. Y estaba Iribar, un mito. Yo debuté con la selección en Madrid, contra Rumanía, y él era capitán y el personaje más conocido en el fútbol español. Querido en todos los campos. Recuerdo que le vi ya con una cesión que tuvo, en el Basconia.
Á. M. V. Ángel Iribar ha sido, siempre, un ídolo. Adonde ibas, en cualquier lugar de Europa, era el jugador más conocido.
V. B. A la gente le gustaba por su sobriedad, no era palomitero... ¿Y nunca os planteasteis salir del Athletic?
Á. M. V. No, no. Ya sabes que estaba el derecho de retención. Te tenía que vender el equipo, y el Athletic sí que ha vendido jugadores, pero rara vez, excepcionalmente. Y después, cuando se derogó el derecho de retención, pues como somos gente de aquí, y tenemos nuestro arraigo, nuestra cultura y nuestra manera de ser, y el sueño de niño es jugar en el Athletic y jugar en San Mamés... No te llama mucho la atención el ir fuera. Nos sentíamos orgullosos de defender los colores del Athletic.
V. B. ¿Y el nuevo campo se llamará San Mamés?
Á. M. V. Parece ser que sí. Pero aunque no se llamara San Mamés, esto será para mí siempre San Mamés, porque este es el barrio de San Mamés. La estatua de San Mamés está a cien metros de aquí, en La Misericordia, que, por cierto, cuando vengo a Bilbao como presidente de la RFEF y tengo un rato libre, voy a ver la estatua de San Mamés. Es un chico joven, bien parecido, con dos leones o leonas a sus pies. Y voy porque siempre he tenido una gran admiración por esa estatua, desde que soy niño, porque yo los domingos iba a oír misa a La Misericordia.
V. B. Hombre, a mí me costaría mucho entender que no fuera San Mamés. Primero, por lo que tú dices, que es el barrio y la zona de San Mamés. Y, además, porque el Athletic, si lleva unos cuantos nombres consigo, uno es San Mamés. Su identificación más clara es San Mamés, y si es posible, La Catedral.
Á. M. V. Yo recuerdo que, cuando yo era niño y se hablaba de catedral, no sabía de qué se hablaba, hasta que me di cuenta de que La Catedral del fútbol era San Mamés, y lo sigue siendo.
V. B. Con el paso de los años, esa liturgia de San Mamés no se ha perdido, no se ha perdido el querer venir jugar a Bilbao. Yo creo que es de los sitios que al jugador profesional de fútbol le gusta venir.
Á. M. V. Yo diría que es un lugar de solera, un lugar que gusta jugar.
V. B. Siempre ha estado bien el campo, aunque recuerdo en algún tiempo pasado que sí es verdad que se embarraba más el campo...
Á. M. V. Los inviernos son aquí muy duros, y yo recuerdo que la parte de aquí enfrente, la de la General, a la derecha, se embarraba, y yo en el mes de febrero y marzo tenía dolores de pubis, porque cada 15 días tenías que jugar por aquella zona. Para mí, ya digo, esto es mi vida, parte de mi vida. Fuera del campo, jugaba con mis amigos del barrio, que también los recuerdo y algunos han fallecido, y sobre todo a mi familia, que me han hecho mucho bien, mi hermano mayor Antontxu y mi hermano Luis Mari.
* Unai Larrea es periodista y director de Un siglo y 90 minutos, documental que recoge la historia del campo de San Mamés y que DEIA pondrá a la venta el próximo domingo, 15 de septiembre, en formato DVD.