Artículo publicado por Unai Larrea* en el diario Deia el 09/09/2013
Txetxu Rojo y Johan Cruyff reviven las mil y una batallas que libraron durante la década de los setenta en el viejo San Mamés para 'Un siglo y 90 minutos', el documental que repasa su historia
Johan Cruyff esquiva la mano que le tiende Txetxu Rojo y le propina uno de esos abrazos que, por sinceros y rotundos, permiten incluso al testigo menos avezado percatarse de que un vínculo muy estrecho conecta a quienes lo protagonizan: es el fútbol, claro, pero no observado desde su cada vez más marcado perfil mercantilista, sino desde una perspectiva mucho más angulosa. La juventud, el esplendor y la fama de los 70 han mutado hoy en recuerdos, madurez, nostalgia... Llevan años sin verse, pero acabado el abrazo, la conversación brota como si el tiempo no hubiese corrido, aún luciesen los dorsales 14 y 11, y estuviesen a punto de saltar al césped.
Es 30 de mayo y al viejo campo de San Mamés apenas le queda una semana de vida. Un compromiso de última hora impide a Cruyff desplazarse hasta Bilbao, como tenía previsto. Por fortuna, Rojo accede a viajar a Barcelona, consciente del valor añadido, infinito, que su reencuentro con el holandés aportará a Un siglo y 90 minutos, el documental que aspira a perpetuar la mística de La Catedral.
Txetxu Rojo. Empecé a ir a ver al Athletic a San Mamés con 11 o 12 años. Con esas edades ya se te queda grabado lo que es el Athletic, pero no entendías la extensión que tenía en todos los aspectos. Y muy pronto empecé a jugar. Yo antes jugué en el Firestone, con 16 años, y nos tocó jugar a una selección de Bizkaia la Copa allí, en San Mamés, con el Firestone. Y luego ya fiché con 17 años por el Athletic juvenil, y al año siguiente ya jugué en el equipo profesional. Ahí es donde empiezas a ver las cosas de otra forma, aprendiendo, escuchando a los jugadores que son veteranos y que te transmiten una serie de valores... Recuerdo mi primer partido, que fue contra el Atlético de Madrid, y mi salida al campo, porque entonces salíamos por un lateral del campo, y nada más salir los chavales echaban unos balones, y la gente empezaba a aplaudir y a rugir... Recuerdo que, aquel día, lo primero que pensé cuando los chavales me vinieron a tirar el balón fue: 'Joder, que esté yo aquí, cuando hace seis años empecé a venir a verlos...'. Me queda el recuerdo aquel, y luego el de toda la gente, por supuesto, que conocí en los 17 años que estuve de profesional.
Johan Cruyff. De las primeras veces que vine a San Mamés, me sorprendió, y es lo que recuerdo más claramente, la escalera, la escalera de acceso al campo, tan empinada... Y, en segundo lugar, que te encuentras en lo que nosotros, los holandeses, llamamos un campo inglés: que la gente está encima, con esas tribunas tan verticales... Y cuando sales... ostras.
T. R. Sí, incluso a nosotros nos impresionaba... San Mamés transmitía algo a todo el mundo, a todos les gustaba jugar allí...
J. C. Sí, sí, sí...
T. R. Y empiezan a gritar, y te centras en el partido... En cambio, esos campos vacíos no transmiten nada.
J. C. Jugar en un campo lleno da calidad al fútbol. Y si el campo está lleno, y la gente está encima, y la gente canta, y está haciendo ruido...
T. R. Eso lo sientes dentro.
J. C. La presión te hace mejor. Mira a Stoitchkov, él lo tenía. No tiene nada que ver con ser listo o no, es cómo eres por dentro.
T. R. Con corazón.
J. C. Hablando de corazón y de San Mamés... Este es uno de los detalles que tiene el fútbol, y una de las cosas más emocionantes que he vivido. Siendo yo entrenador, el Barça ganó 0-6 en San Mamés, pero yo no me senté ese día en el banquillo, porque yo tenía la operación... Fue justo esa semana que me operaron del corazón, un by pass, angina de pecho creo que se llama esto. Y estaba yo operado en el hospital, y estaba medio atontado... Entonces, y esto me lo ha contado mi mujer porque yo estaba pero no estaba, llega Hristo al hospital, con el que siempre tuve una relación muy buena, muy emocionante. 'No, no, yo quiero hablar un momento con el mister', ha dicho Hristo. Y los médicos: 'No se puede, no, no'. 'Eh, yo tengo que hablar con él'. Tú ya sabes cómo es Hristo...
T. R. Sí, sí, cómo es él (risas).
J. C. Al final, no sé cómo, Hristo llega a mi habitación. De repente, entra. Yo estaba medio tocado, y me dice: Psssstttt, mister. Este domingo hay un partido importante contra el Bilbao, pero tú no te preocupes: Hristo arregla el partido. Eh, no pienses, no te preocupes: Hristo arregla el partido. No te preocupes, eh... No te preocupes ni un minuto. El partido lo va a arreglar el Hristo. Como te digo yo. Vete a dormir y recupérate. Adiós, y se ha ido. ¡Resulta que el chico ha jugado como un angelito, ha marcado cuatro goles y ha arreglado el partido!
T. R. El mejor partido de su vida.
J. C. Creo que ha hecho su mejor partido, porque le ha salido de dentro. Y estas son las cosas tan bonitas de la gente, del esfuerzo, de lo que cada uno es capaz... No es un recuerdo feliz para el Athletic por el resultado, pero es una de esas cosas que te marcan en la vida. Y para mí, en mi relación con Bilbao, es una cosa especial. Una vez más ves la calidad humana. Esas son las cosas más bonitas de la vida, pienso yo.
T. R. Y tú, Johan, el primer partido que jugaste en San Mamés, ¿cómo lo recuerdas?
J. C. Ostras, ves un campo diferente al resto. Ves un clima diferente... Yo lo conocía de la televisión y lo relacionaba con el fútbol inglés. Yo ya había jugado muchos partidos, y ya había ganado tres Copas de Europa... pero ese campo era diferente. Era totalmente diferente. Parecía un campo inglés. Me había pasado varias veces, sobre todo en Inglaterra, ser aplaudido cuando he salido del campo sustituido, lesionado o lo que sea. Y la gente de Bilbao, los vascos en sí, cuando me fui del campo, siempre me han aplaudido, y esto es una grandeza, creo yo, de un pueblo, de la gente, porque son capaces, aunque son de Bilbao y aunque es el contrario, de expresar su admiración o respeto por el futbolista que lo ha hecho bien.
T. R. En San Mamés siempre ha gustado la deportividad y los buenos jugadores.
J. C. Y la calidad futbolística. Muchas veces aprecian la labor que uno hace. Por eso me cae bien el público de San Mamés. Es uno de los detalles que siempre me quedará grabado, de San Mamés, del campo: el aplauso que me dieron cada vez que he salido del campo.
T. R. San Mamés ha sabido diferenciar varios aspectos, sobre todo si hay un gran futbolista que lo demuestra. El público lo demuestra.
[En su primer partido en San Mamés, el 24 de marzo de 1974, Johan Cruyff es agredido por Ángel María Villar, que es expulsado por el árbitro, Soto Montesinos. En este momento, el entrevistador le pide que recuerde aquel episodio].
J. C. Yo jugaba allí, y hacía mis cosas... Yo tenía el balón, imagino que un quiebro, y él [Villar] se cabreaba, o llegaba tarde...
T. R. Sí, fue cerca de los banquillos. Un giro, hiciste un giro para un sitio, para otro...
J. C. Y, de repente, viene Villar y me dio una... Y yo en el suelo, aturdido: ¿Pero qué pasa aquí? Pero, bueno, nosotros después de ese momento, ostras, nos hemos visto cien veces, y Villar siempre me ha dicho: Lo siento, no sé qué me pasaba, perdona, era una reacción que hice acumulando un poco la presión de todo lo que escriben los diarios y todo esto.... No pasa nada. Se ha fallado un día, pero desde ese momento nos llevamos muy bien en todos los sentidos. Y son detalles bonitos de comentar...
T. R. Nos vamos a acordar todos.
J. C. Sí, sí, sí.
T. R. Me acuerdo que Ángel, al entrar al vestuario, nos comentó: Joder, no sé lo que me ha pasado. Porque Villar era un jugador que nunca había hecho nada de eso, ni lo volvería a hacer. Él tampoco se explicaba lo que sucedió: estabais ahí, al tensión del partido y... ¡pomba!
J. C. Durante una hora, yo tuve que soportar ciertas cosas... Pero no hay rencor. En el deporte no hay rencor, porque no hay malicia... No, en serio, siempre me han tratado bien en Bilbao. Allí a la gente le gusta la deportividad, la entrega... Me gusta esta mentalidad, es un poco como el rugby, ¿no? En el campo te pegas castañazos en todas partes, pero después te tomas unas cervezas. Es un poco inglés este espíritu de San Mamés. Y este accidente con Villar... Cuando él fue a jugar a Barcelona, me pidió perdón... y ya está, olvidado.
J. C. Txetxu, ¿cuál fue tu momento más emocionante en San Mamés?
T. R. Tengo dos: cuando debuté, en plena juventud; y el otro cuando me retiré, el día de mi homenaje, que fue contra Inglaterra. Fue justo antes del Mundial de 1982. Inglaterra nunca se había enfrentado a un club, solo contra selecciones, y para mí fue un gran recuerdo. Aquello fue en San Mamés. Quedaban varios partidos para acabar la temporada y yo podría haber seguido algún año más, pero lo dejé. Aquello fue muy emotivo. Se te queda grabado para siempre.
J. C. Eso lo recuerda todo el mundo que estuvo ese día en el campo. No es solo la felicidad de uno, es la felicidad de mucha gente. Se te quedó grabado no solo a ti, sino a mucha gente.
J. C. Fíjate que estamos comentando algo de hace casi 40 años, ¿eh?
T. R. Más de 30 años, sí.
J. C. Es como el año pasado, el Athletic, lo que había conseguido [se refiere Cruyff a las eliminatorias contra el Manchester United, el Schalke 04 y el Sporting de Portugal, y a la disputa de las finales de la Europa League y de la Copa del Rey en la temporada 2011-2012]. Era una cosa fantástica, y eso quedará para las próximas generaciones.
T. R. Son vivencias muy positivas.
J. C. En el fondo, estamos hablando de un campo de tantos años, de tanta memoria que tiene este campo, y es por algo. Es porque este campo es así. Porque si es cualquier otro campo, no estaríamos aquí hablando.
T. R. Ya la próxima semana desaparece, pero hay algo que no desaparecerá nunca, que son estos recuerdos que hemos comentado.
J. C. ¡Ahí está!
T. R. Tanto los positivos como los negativos...
J. C. Este campo es mucho más que un partido. No es un partido que ganes o pierdas, ni siquiera es un jugador que juega bien o mal: este campo es el sentir por dentro que ha tenido todo un pueblo: todo un pueblo. Es lo bonito del fútbol. Hoy, la gente, que paga, dice: "Esos son profesionales, solo piensan en el dinero, son millonarios...". No, no: son emociones, todo son emociones.
T. R. Emociones y sentimiento, sí.
J. C. Y es al final lo que te queda. Después, uno tiene dos duros más que el otro, sí, pero eso es igual. Pero la emoción, lo que conlleva este campo... Ostras, este campo tiene más memoria que todos nosotros juntos.
T. R. A mí me va a dar una tristeza su ausencia, porque ha sido toda mi vida.
J. C. Yo he vivido hace poco esa experiencia con el Ajax, que de un campo pequeñito pasó a un campo muy grande, el Amsterdam Arena, y es un paso peligroso.
T. R. Sí, yo jugué antes de que lo derribarais en el viejo campito del Ajax, y luego ya he estado en el nuevo. Ahora nos toca a nosotros trasladar todos nuestros valores al nuevo campo, que sea una continuidad de San Mamés. Que sea un San Mamés nuevo, pero que sea el mismo de siempre.
J. C. La gente que dirige el club tiene ahora un papel importantísimo. El Ajax, cuando se fue al nuevo estadio, a una casa nueva, a un centro de educación nuevo... Fíjate cómo le ha ido, ¿eh? Para abajo. Lo moderno no es lo más importante, no. Sentimiento y fútbol, esa es la clave, eso era San Mamés. El peor ejemplo que podría utilizar el Athletic es el del Ajax, que fue una cosa fantástica hasta que se fue del viejo campo al nuevo, con muchos directivos, con muchos directores, mucho de esto, lo otro, para allá, muy moderno todo... Y luego nada. Y ahora hemos establecido otra vez las normas. ¿Qué es esto? ¿Un club de fútbol? Vale, pues que lo dirijan los futbolistas. Así de sencillo.
T. R. Esperemos que el nuevo campo transmita las mismas sensaciones.
J. C. Esperamos que sí.
* Unai Larrea es periodista y director de Un siglo y 90 minutos, documental que recoge la historia del campo de San Mamés y que DEIA pondrá a la venta el próximo domingo, 15 de septiembre, en formato DVD.