Artículo publicado por Arkaitz Aramendia en el diario Deia el 24/04/13
La venta de Jesús Garay al Barça por 5,5 millones de pesetas sirvió para construir la Tribuna Norte
Existen ventas cuyas consecuencias van más allá de los vaivenes propios de un mundo tan complejo como el fútbol. Cambios de aires que suponen un antes y un después, un nuevo marco en el que afrontar el futuro y que llevan a la memoria, irremediablemente, traspasos como el que en 1960 tuvo como trío de protagonistas al Athletic, al fallecido Jesús Garay (Bilbao, 1930-1995) y al Barcelona.
Tres partes de un pasaje que perdurará de por vida en la memoria de los aficionados rojiblancos más veteranos y de un San Mamés que pasará a formar parte de la historia para convertirse en leyenda al cierre de la presente temporada. Porque aquel primer año de la década de los 60 resultó tan traumático como inesperado para la parroquia bilbaina, al ver cómo el Athletic perdía a uno de sus principales baluartes, abrumado por la rutilante maquinaria económica del Barcelona. Garay, considerado por muchos el mejor central de la historia del Athletic, fue traspasado al club catalán por la entonces astronómica cantidad de 5,5 millones de pesetas, toda una fortuna en aquella época, a pesar de que hoy en día, traducido en euros (33.000), suenen a mera calderilla.
Una fortuna acorde a la categoría futbolística de uno de los once aldeanos que lograron derrocar al todopoderoso Real Madrid de Di Stéfano en la final de Copa de 1958 en el mismísimo Santiago Bernabéu, que sirvió para que el club de Ibaigane pasase a construir, bajo el mandato de Javier Prado, la Tribuna Norte, también conocida como la Tribuna Garay o de Misericordia, tan solo un año después de materializarse el traspaso, en 1961. Fue así como nació y de donde emergieron los fondos necesarios para construir una parte de La Catedral -con el consiguiente aumento en el número de socios-, que desde entonces camina ligada al apellido de un defensa cuyo impacto como león jamás se verá borrado.
Y es que además de dar forma y nombre a una tribuna a través de su sonada venta, Garay logró dejar una imborrable huella en la afición rojiblanca, que se quedó huérfana de un central de semejante calibre. Un inexpugnable defensa provisto de una asombrosa calidad técnica que se había convertido en una de las piezas clave del Athletic campeón de la década de los 50. No en vano, una vez convertido en león en 1948 y antes de abandonar la entidad bilbaina para irse al Barcelona doce años después de su debut como rojiblanco, a Garay le dio tiempo para dejar huella con soberbias actuaciones en los 292 partidos que defendió la camiseta del Athletic a lo largo de diez largas temporadas. Casi 300 compromisos oficiales como rojiblanco a los que hay que sumar los 28 que disputó con la selección estatal y que hicieron de su figura un deseado y cotizado objetivo.
Las claves del traspaso
Su venta al Barcelona, que provocó una gran tormenta en Bilbao debido al adiós de un ídolo -el rojiblanco Gonzalo Beitia también fichó por el Barça- y a una posterior temporada en blanco, en la que el Athletic llegó a ocupar el puesto de farolillo rojo mientras Garay trataba de acoplarse al entorno barcelonista -a pesar de que los inicios en Barcelona no fueron fáciles, acabó conquistando también a la hinchada culé-, tuvo lugar sin producirse el característico tira y afloja en las negociaciones.
Garay pidió al Athletic un contrato de cinco años y 400.000 pesetas de ficha por temporada, a lo que el club respondió con una contraoferta de tres años por ese mismo dinero. El Barça decidió apostar fuerte y le ofreció también tres años de contrato, pero una ficha que ascendía a las 700.000 pesetas anuales, a lo que el jugador acabó accediendo. "La vida del futbolista es corta y se me presenta una gran oportunidad", afirmaría el propio Garay, protagonista de un traspaso para la historia.