Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 22//02/2018
Hace una semana comentaba la posibilidad de encontrar una luz a la que agarrarse a través de la Europa League; afortunadamente esa luz apareció en Moscú, aunque el pasado domingo frente al Atlético de Madrid volvió a perder fuerza.
El Athletic, en un partido práctico y sobre todo efectivo, consiguió una ventaja en tierras moscovitas que debería ser suficiente para pasar la eliminatoria con tranquilidad, pero que tal y como está yendo la temporada, más acostumbrados a sustos que a alegrías, bien haría en no confiarse.
Es posible que los jugadores del Spartak se encuentren en un mejor punto de forma en el partido de hoy. Hace una semana, después de dos meses sin competir, se les notó mucho la inactividad, sobre todo en la primera parte, que es donde los rojiblancos aprovecharon para encarrilar el partido y la eliminatoria.
Para el Athletic, a pesar de tener una gran ventaja en el marcador, es un encuentro con trampa y doble exigencia, por la trayectoria que está llevando. El aficionado sabe que lo importante es pasar a la siguiente ronda, y eso se da prácticamente por hecho, ya que hoy no hace falta ni ganar, ni arriesgar -el Spartak tiene que hacer mínimo tres goles para superar o igualar la eliminatoria-. Pero existe el riesgo de creer que algo que no tienes definitivamente es tuyo antes de comenzar, y el Athletic no debería caer en ese error.
La afición quiere ver a un Athletic que proponga, que ilusione, que aparezca un estilo donde verse reflejado. Donde pasar la eliminatoria no solo sea un respiro, dentro de la irregular imagen que están ofreciendo, sino que encuentre algo positivo a lo que agarrarse para el resto de la temporada.
El gran resultado en la ida debería permitir jugar para disfrutar y ayudar a conectar con una afición muy necesitada de gestos. Sería bueno aprovechar la ocasión para corregir algunas situaciones que no son las que San Mamés demanda, como por ejemplo, llegar a la portería contraria y generar ocasiones con claridad.
Jugar en San Mamés siempre ha sido un signo de seguridad, y el de hoy es el primero de los tres partidos que el Athletic tiene que disputar seguidos en casa -Málaga el domingo y Valencia el miércoles serán los siguientes-. Deberían ser tres encuentros para, primero, asegurar el pase a los octavos de final de la Europa League, y segundo, intentar sacar los seis puntos en Liga, reconducir la situación, y quien sabe si engancharse a la pelea por jugar en Europa la siguiente temporada.
Pero sobre todo debería ser para encontrar unión. Las diferencias entre lo que el aficionado pide y el equipo ofrece parecen enormes en estos momentos, y sería muy importante buscar un punto de encuentro donde ambos puedan ir de la mano, juntos, el resto de la temporada. Lo cierto es que todavía hay tiempo para hacer muchas y buenas cosas, pero otra mala noche no ayudaría para que el equipo coja confianza, y mucho menos, para ilusionar a la afición.