Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 14//12/2017
A lo largo de la temporada hay partidos que son especiales. Están marcados en rojo. Uno de ellos es el derbi. Es especial por la cercanía, la rivalidad, porque hay donostiarras que trabajan, estudian o viven en Bilbao y lo mismo ocurre al revés. Es una semana de comidas, de apuestas, de retos... No es una semana más. Los móviles echan humo con mensajes desafiantes en ambas direcciones. Siendo, como cada jornada, tres puntos, no son tres puntos cualquiera.
Fuera del tema deportivo, acarrean muchas más consecuencias. A mi lo que más me ha gustado siempre es su colorido. Normalmente, cuando llegas a cualquier campo durante la temporada, con al menos una hora y media de antelación, suele haber muchos aficionados ni demasiado ambiente. Lo normal es que el ambiente vaya creciendo a medida que se va acercando la hora del encuentro. En los derbis esto es diferente.
Sales del hotel y ves otro color por las calles, por los bares, por los alrededores de los estadios. Es el día en el que más aficionados se ponen la camiseta de uno y otro equipo para ir al campo. Incluso diría que muchos, aunque al final no asistan al encuentro, si que se animan a disfrutar del ambiente de las horas previas al mismo y también se la ponen. Todos disfrutan de sus colores.
Todo esto, claro, no pasa desapercibido para el jugador. El cosquilleo del partido empieza mucho antes. Ya desde la habitación de hotel escuchas más ruido de lo habitual. el murmullo de los aficionados, los cánticos de unos y otros. Tus amigos te llaman con más frecuencia, la familia está más nerviosa de lo habitual...
Estos componentes hacen que en los derbis sea complicado dar un pronóstico, y en esta ocasión aún más, viendo la trayectoria de ambos clubes. La Real Sociedad está mejor situada en la tabla, pero el Athletic tiene mejor inercia y está con más confianza después de los últimos resultados, como su victoria frente al Levante.
La Real Sociedad querrá cortar su racha negativa y el Athletic confirmar su mejoría, superar a los vecinos en la clasificación y acercarse a los puestos europeos antes del parón navideño.
Lo que si tengo claro es que aunque los jugadores quieren jugar todos los partidos, en el derbi, cuando vas en el autobús y te vas acercando al campo, viendo el colorido y el ambiente que genera, mentalmente te vas diciendo: ¡Mister, quiero jugar, este partido no me lo quiero perder!