(Artículo publicado por Aitor Martínez en el diario Deia el 09/12/2012)
Mañana se cumplen 100 años desde que la Junta Directiva del Athletic acordara la construcción de 'La Catedral', cuyo diseño fue encargado al arquitecto vizcaino Manuel Smith
Lo que hoy conocemos como el campo de San Mamés, vetusto a la par que elegante, majestuoso durante décadas, incluso ahora, cuando afloran estadios edificados sobre el lujo, comenzó a gestarse hace 100 años, concretamente el 10 de diciembre de 1912. Una reunión, la firma de un acta y una más que generosa aportación económica fueron suficientes para que el football, terminología de la que los bilbainos se hicieron acopio para referirse al fútbol, se asentara de manera definitiva en Bilbao. Eran tiempos de bonanza en la Bizkaia de la industrialización. Los astilleros que se crearon a lo largo de la ría atrajeron durante años a numerosos trabajadores de las islas británicas. Sin ellos no se entendería la fundación del Athletic; ni mucho menos la posterior construcción de San Mamés.
Si bien los ingleses fueron quienes inventaron el deporte del balompié, una actividad que no tardó en suscitar el interés de medio mundo, hasta llegar a convertirse en lo que es ahora -el deporte rey-, además de ser los encargados de expandirlo a lo largo y ancho del planeta, los principales ideólogos del campo en el que el Athletic fue haciéndose mayor, fueron actores locales. Pese a todo, es innegable que a los marineros británicos se les puede atribuir el ser los precursores de todo lo que envuelve en la actualidad a la entidad rojiblanca.
Aquellas primeras patadas al balón, los goals y los shoots en cada uno de los descansos y en las jornadas festivas sobre la campa de los ingleses suscitaron la curiosidad de los trabajadores locales, que no tardaron demasiado en unirse a las andanzas de aquellos extranjeros que perseguían una pelota de cuero con la intención de alojarla en la portería que se encontraba a varios metros de la que ellos defendían. Así, el 4 de mayo de 1894, tuvo lugar el primer partido de la historia de Bizkaia, que se disputó entre jugadores locales y británicos, con triunfo visitante por cinco goles.
El auge del nuevo deporte se fue expandiendo ría abajo, hacia su desembocadura al mar. Lamiako cogió el testigo de la campa de los ingleses gracias al interés de varios jóvenes del gimnasio Zamacois de Bilbao, que encontraron allí el lugar apropiado para su pasatiempo favorito. Un lugar que, tal y como quedó reflejado, fue descubierto por los marineros ingleses en sus viajes ría arriba y ría abajo. El sitio en el que comenzó el viaje fantástico del Athletic. La locura suscitada por el fútbol originó la fundación de la sociedad Athletic Club en 1901, aunque ya jugaban bajo esa denominación desde 1898, y la del Bilbao F.C. un año antes. Ambos equipos, ante la necesidad de encontrar unas instalaciones apropiadas, decidieron arrendar los terrenos de Lamiako por un coste anual de 200 pesetas.
Ante la incipiente curiosidad suscitada en Bizkaia por aquello llamado football, que atraía cada vez a más y más gente a Lamiako, los dirigentes del Athletic sopesaron por primera vez la posibilidad de afincarse en Bilbao, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto y los mandatarios rojiblancos buscaron otras vías. Estas, por el contrario, sí fructificaron con la Sociedad de Terrenos de Neguri, propietaria del solar de Jolaseta en Getxo, donde se construyó el que sería el primer campo de Bizkaia con tribuna cubierta para los espectadores. Allí, desde el 2 abril de 1911 y hasta el 24 de junio de 1913, el Athletic disputó sus encuentros como local.
el paso definitivo La buena acogida al equipo en Jolaseta, sin embargo, no hizo olvidar el viejo anhelo de encontrar una ubicación en la capital vizcaina. Se entendía como el paso definitivo para hacer crecer aún más al conjunto rojiblanco. La pasión en aumento del pueblo por el fútbol empujó a la Junta Directiva del Athletic, presidida en aquel entonces por Alejandro de la Sota, a acelerar ese proceso. Así, el 10 de diciembre de 1912, en una Junta General Extraordinaria del club, se firmó el acta mediante la cual se daba el visto bueno al nuevo emplazamiento, situado en la prolongación de la Gran Vía, junto al asilo de San Mamés, edificado en los terrenos de una antigua ermita en honor a dicho santo y del que el campo recibió su nombre.
El nuevo asentamiento, una vez que se descartó el proyecto de Indautxu, uno de los barrios con mayor solera de la capital vizcaina, le dio el sobrenombre de La Catedral al campo por tratarse de un lugar dedicado a un santo. De esa época son diálogos como este:
-"¿A dónde vas?"
-"A San Mamés".
-"¿A la iglesia?".
-"No, a la Catedral".
Se trata de testimonios que recogen varios escritos de aquellos años en referencia al nuevo lugar de culto, que poco o nada tenía que ver con lo religioso -salvo el nombre-, y sí con un deporte de masas que se propagó como la espuma.
Prestigioso arquitecto
Para una obra de la importancia que se le entendía por aquel entonces a la construcción del que sería el campo del Athletic, la Junta Directiva rojiblanca contrató los servicios de Manuel María Smith, un prestigioso y afamado arquitecto bilbaino de ascendencia irlandesa que cursó sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde recibió la medalla al alumno distinguido de la mano de Alfonso XIII en 1902. Además de por ser el impulsor del estilo inglés en Euskadi, Smith era reconocido por haber diseñado edificios como la Estación de Atxuri, el Hotel Carlton o el Palacio de Artaza.
Su buena relación con la oligarquía vasca pudo propiciar su contratación. Sin tiempo que perder, apenas un mes más tarde de que se rubricara la firma con la que se daba el visto bueno al proyecto, se colocó la primera piedra. Aquel 20 de enero de 1913, con un presupuesto inicial establecido en 50.000 pesetas, de las cuales 40.700 se consiguieron por medio de aportaciones particulares, comenzó la construcción de San Mamés. La duración de la obra estaba prevista en dos meses, pero estas se prolongaron en cinco más, lo que afectó de manera directa al coste de la edificación, que ascendió hasta las 89.063 pesetas.
Finalmente, siete meses y un día después de la colocación de la primera piedra, el 21 de agosto de 1913 se inauguró oficialmente La Catedral, que contó con ayuda divina, pues el campo fue bendecido por Manuel de Ortuzar. Un ambiente casi festivo, numerosos curiosos y amantes del balompié se dieron cita en un San Mamés con capacidad para 3.500 personas pero que se quedó pequeño para dar cabida a los allí presentes. El encuentro inaugural enfrentó al Athletic y al Racing de Irun, uno de los equipos más potentes del Estado, con resultado final de 1-1 y del que se desconoce la autoría del primer tanto, pues no quedó reflejado y pudo ser obra de los rojiblancos Pichichi o Zuazo. El Noticiario Bilbaíno se lo adjudicó al primero; mientras que la Gaceta del Norte indicaba que el autor había sido el segundo. Un misterio sin resolver.
La nueva sede rojiblanca, de la que se desconocen referencias exactas para su construcción, pero que en su momento fue comparado con estadios como los equipos londinenes Chelsea o Crystal Palace -como así decían los entendidos: "Solo el campo del Chelsea puede compararse con este. Ni el del Crystal Palace ni ningún otro"-, fue ampliando su capacidad de manera paulatina.
La primera reforma llegó entre 1923 y 1925, por la necesidad de dar cabida a más hinchas, fijando en 9.500 el aforo. 30 años más tarde llegó la ampliación más importante de la historia de San Mamés, pues en 1952 se construyó la tribuna principal, que amplió la capacidad hasta los 47.000 espectadores y fue coronado por el arco, todo un símbolo del campo. En 1957 se construyó la llamada tribuna de Capuchinos, en 1961 la de Misericordia o Tribuna Garay y en 1972 la Tribuna Este, sellando así el ciclo de reformas y dejando la actual imagen del campo.
San Mamés Barria
Tras despedirse de las competiciones europeas para siempre el pasado jueves, y a la espera de que haga lo mismo en Copa y la Liga, La Catedral dará paso en septiembre de 2013 a San Mamés Barria, el que será el cuarto campo del Athletic en su historia. Un emplazamiento de cinco estrellas. Un referente para los tiempos que corren con capacidad para más de 53.000 aficionados que, sin duda alguna, hará las delicias de los seguidores rojiblancos, que mirarán al pasado con nostalgia al recordar los tiempos en el vetusto San Mamés.