Artículo publicado por María Jesús Cava Mesa en el número de Mayo de 2024 del periodico Bilbao
En la temporada 1983/84, los leones celebraron otro triunfo –el doblete–.
Este acontecimiento marcó el comienzo de una tradición que perdura hasta el día de hoy
Como el relato habitualmente recomienda, comencemos por definir.
Una gabarra es un barco de suelo plano construido principalmente para el transporte de bienes pesados a lo largo de ríos y canales. Por tanto, las gabarras no son autopropulsadas y necesitan ser movidas por remos o por un bote remolcador que tire de ellas o las empuje. La RAE aporta como primera acepción: “Embarcación mayor que la lancha, con árbol y mastelero, y generalmente con cubierta. Suele ir remolcada, y cuando no, se maneja con vela y remo, y se usa en las costas para transportes”.
Es decir, un prototipo de embarcación, con sinónimos bien bonitos, por cierto: pontón, barcaza, barcón, lancha, lanchón, alijador, chalana.
Tradición y deporte
Por si alguien piensa que ya han caído en desuso, advierto que hoy siguen fabricándose, pero con una adecuación tecnológica totalmente distinta a las históricas que navegaron por la Ría, obviamente. Hay gabarras de trabajo, fabricadas en aluminio, motorizadas (intraborda), con eslora de tamaño bastante considerable y que siguen siendo muy útiles en determinados entornos navegables. Las empresas del metal especifican que, en la actualidad, las gabarras siguen siendo utilizadas para el transporte de objetos de gran tamaño o muy pesados, ya que el costo de llevar bienes por gabarra es muy bajo. Una gabarra típica mide 59,4 x 10,7 m. y puede cargar hasta 1500 tn. Las líneas del casco de las gabarras, así como su tonelaje varían mucho de unos puertos a
otros.
Pero las que nos interesan son las utilizadas en esta Ría de nuestros quereres. Alguna, como es bien sabido, pasa a la Historia gracias a ser el medio en el que se ritualiza el éxito de nuestro Athletic de Bilbao en los campeonatos de fútbol. Por ello, la fecha del 11 de abril de este año de 2024, se inscribe ya en los anales, debido al papel insustituible que desempeña al celebrarse desde el Abra hasta el Ayuntamiento de la Villa, este éxito con precedentes –cuarenta años atrás–. A ella subieron el pasado día 11 de abril un máximo de sesenta personas, entre jugadores y directivos. Y como se divulgó días antes, la embarcación se sacó del dique seco del Museo Marítimo por una grúa de gran tonelaje, y fue remolcada hasta el puerto.
Mineral, esfuerzo y ritualidad
Se hace inevitable recordar que cuando las gabarras tuvieron un papel determinante fue en tiempos en los que el binomio “Ría e industria siderúrgica” era algo connatural. Pero no fueron utilizadas sólo para transportar el hierro hasta las fábricas de Bizkaia. Carbón y otros productos pesados y a granel fueron transportados igualmente en gabarras. Añadamos un detalle más. De acuerdo con la cultura marítima, algunas gabarras llevaban una bandera roja para avisar del peligro de su carga. Y sabido es que llegaron hasta el corazón de Bilbao, pues los cargaderos de mineral lo requerían, como el que existía en pleno Atxuri –de la Mina San Luis–. No obstante, con el desarrollo de lo que hoy es el Puerto de Bilbao, y bajo la dirección del ingeniero Evaristo de Churruca, la construcción de las grandes infraestructuras portuarias dio el espaldarazo definitivo a lo que fue el Bilbao de la gran siderurgia. Las gabarras siguieron siendo útiles todavía, desde luego, y llegaban hasta los grandes almacenes generales, en las márgenes de la Ría.
En el caso que nos ocupa, la gabarra del Athletic, se hace inevitable relatar brevemente como inició su encumbramiento. Sucedió que, en 1983, al proclamarse el club campeón de Liga por séptima vez, el entonces presidente Pedro Aurtenetxe, y Cecilio Gerrikabeitia, de la directiva del club, tomaron al pie de la letra eso de… “Por el río Nervión, bajaba una gabarra…” y decidieron subir al equipo por la Ría a bordo de una. La gabarra fue remolcada por el Amaya, y acompañada por las traineras vizcainas.
Curiosamente, en la temporada 1983/84, los leones celebraron otro triunfo –el doblete–. La “gabarra número 1” se convirtió en el símbolo de la unión entre el equipo y su ciudad, llevando a los jugadores, siendo aclamados por miles de personas. Este acontecimiento marcó el comienzo de una tradición que perdura hasta el día de hoy.
Pero la historia de este tipo de embarcaciones tiene numerosas aristas, entre las que contabilizamos elementos materiales e inmateriales. Y desde luego, además de aquellos aguerridos trabajadores que cargaron sacos y toneladas de mineral, las mujeres también tuvieron un protagonismo destacado en la gestión de esta modalidad de transporte. En el ámbito portuario, el trabajo de las sirgueras es un caso ya muy divulgado.
No sólo hombres y bueyes, las mujeres arrastraban también las gabarras, mediante unas maromas ceñidas al cuerpo con un tirante. Pero existieron muchos otros cometidos donde la mano de obra femenina fue imprescindible. Hubo bateleras de barcas servidas por tres y más mujeres, en costa, según fuentes literarias (s. XVIII). De manera que, dicho monumento a las sirgueras, ubicado recientemente en la misma orilla donde también tiempo atrás estuvo la Campa de los Ingleses… (allí donde se dieron los primeros “pelotazos” por marinos británicos) es un referente de la cultura de trabajo que protagonizaron nuestros antepasados muy justo.
Aquel lanchón que se utilizó para operaciones de carga y descarga de buques, así como en las obras de los puertos y otros servicios es ya un emblema y un sinónimo de éxito deportivo para el Athletic, además de un símbolo identitario para los bilbainos y vizcainos en general.