Artículo publicado por Jon Rivas en www.fiebrerojiblanca.com el 28/01/2018
La temporada 1959/60 acabó con más pena que gloria para el Athletic a pesar del tercer puesto liguero, aunque a mucha distancia del Barcelona y el Real Madrid, que empataron a puntos aunque el campeonato se lo llevaron los azulgrana por el gol cociente. En la Copa, los bilbainos llegaron a semifinales y después del partido de ida frente al Real Madrid, albergaban fundadas esperanzas de llegar a la Final. El Athletic ganó 3-0 en San Mamés. Sin embargo, en el partido de vuelta en Chamartín, los blancos arrollaron a los rojiblancos por un resultado incontestable: 8-1.
Fue un desastre de partido para finalizar la temporada. Para el descanso el Real Madrid ya había igualado la eliminatoria; a los 7 minutos de la segunda parte, estaba por delante.
Así que, entre críticas, los jugadores del Athletic se marcharon de vacaciones. Los periódicos pedían soluciones para la siguiente temporada: “El Atlético necesita modernizarse”, decía La Gaceta del Norte, “con la creación de una célula técnica que asesore al entrenador”.
Pero esas críticas comenzaron a difuminarse cuando apenas tres días después del último partido de la temporada, comemenzó un culebrón que iba a durar casi dos meses. “El Barcelona ha pedido precio por Garay”, informó la prensa bilbaina. Se decía incluso que Miró Sans, el presidente del Barcelona, acompañado por un directivo, había estado en Bilbao sondeando la posibilidad de fichar al central internacional del Athletic.
No fue así, pero casi, ya que Miró Sans estuvo en Madrid, presenciando la semifinal de Copa, y solicitó oficialmente el traspaso de Garay. La respuesta fue que se estudiaría la petición. En principio, la respuesta iba a ser “no”. Mientras, Garay descansaba en Bakio, a punto de tomar el avión que llevaría a la selección española de gira por Sudamérica. Desde su retiro decía que no sabía nada, aunque confesaba que, años atrás, sí había recibido una oferta del Barcelona que rechazó. Por cierto, Garay terminaba contrato con el Athletic que sin embargo, podía ejecutar el derecho de retención.
A principios de julio, mientras Garay estaba a punto de irse de gira, el Athletic anunció que suspendía definitivamente la excursión que tenía programada también a Sudamérica con varios partidos, y que le iba a reportar unos beneficios de cuatro millones de pesetas. Sin embargo, pese a que tenía todos los contratos firmados, la Federación se inmiscuyó y obligó a la suspensión para que los partidos del club bilbaino no interfirieran en los que jugaba la selección española. En Bilbao, como es lógico, la prohibición cayó muy mal, aunque no eran tiempos para protestar demasiado.
Tal vez por ese revés económico, el Athletic empezó a dejarse querer en el tema de Garay. Mientras el jugador posaba en la escalerilla del avión de KLM en el que iba a atravesar el Atlántico, se filtraba que el Barcelona ofrecía una importante cantidad de dinero y además a Areta III, el jugador osasunista que estaba a punto de fichar por los azulgrana.
A mediados de julio, el diario deportivo Dicen de Barcelona entrevistó al presidente del Athletic, Javier Prado, que no negó las conversaciones con el Barça. Además, los periódicos hablaban también de que el club bilbaino había pedido que enviase una carta con la petición formal. Se hablaba incluso de que con el dinero se podría construir la nueva tribuna que proyectaba el Athletic. No iban desencaminadas las informaciones. Sin embargo decían también que la oferta era más baja de lo esperado.
Como en todos los tiras y aflojas, el 20 de julio apareció otra noticia para contrarrestar las pretensiones de unos y de otros. “El Barcelona se interesa por un defensa central de color”, decía El Mundo Deportivo, que también apuntaba que Garay se iría al Real Madrid: “Hay una oferta escrita de Santiago Bernabéu”. Unos días más tarde, mientras se especulaba con una posible fusión entre el Athletic y el Águilas, el equipo de baloncesto bilbaino que militaba en la máxima categoría, se esperaba el regreso de Garay a Bilbao, mientras se aseguraba que no había novedad sobre su posible traspaso. El 27 de julio, Jesús Garay, caballero de la Órden de Isabel la Católica, llegó a Madrid con dos horas de retraso y se enteró de que nadie le había reservado el billete de tren para regresar a Bilbao. Habló con los periodistas: “Sé sólo lo que ha dicho la prensa. Yo estoy al margen de las negociaciones. Quiero llegar a Bilbao para aclarar todo esto”.
Al día asiguiente llegó a Bilbao y lo primero que hizo fue visitar el club, en la calle Bertendona. Pretendía charlar con el entrenador, Martim de Francisco, y su ayudante, Pachi Garate, pero se quedó con las ganas, porque los dos se habían marchado de peregrinación a Lourdes. La postura de Garay al volver era la misma, pero no era idéntica. Aclaremos: “Habiendo finalizado mi compromiso, espero volver a firmar por el Athletic un buen contrato, que haga factibles mis dos ilusiones, quedarme en Bilbao y jugar en el Athletic”.
Sin embargo, las cosas empezaron a moverse. Primero salió a la luz la oferta del Barcelona: cinco millones de pesetas y Areta. Unos días más tarde, Garay recibió permiso del Athletic para negociar con el Barcelona. Viajaron dos embajadas a Bilbao, una para hablar con el jugador, con el que llegaron a un acuerdo rápido –”la vida del futbolista es corta y se me presenta una gran oportunidad–, y otra para hacerlo con el club bilbaino. En este caso, las cosas se alargaron.
El 20 de agosto, los clubes llegaron a un acuerdo. El día 23, a las 13.00 horas, Garay ya era jugador del Barcelona. A las 18.00 horas fue presentado. El Athletic se llevó cinco millones y a Areta; el Barcelona jugó un amistoso en San Mamés y en el campo se construyó una tribuna nueva. La tribuna Garay se le llamó en Bilbao.