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martes, 17 de junio de 2025
José María Orue, veinte años de rojiblanco
Entrevista publicada en el número 42 de la publicación Athletic Club en 1985
José María Orue Aranguren era un chaval menudo, de 19 años, cuando el último día de 1950 debutó con la camiseta del Athletic en el viejo Metropolitano. Los «colchoneros» ganaron por tres goles a dos, pero Orue había hecho realidad uno de los grandes sueños de su vida. «Aquello fue una impresión tremenda. Salí muy nervioso». Le tocó marcar a Juncosa y se quedó boquiabierto con el fútbol del marroquí Ben Barek, que militaba en el Atlético de Madrid. Josetxu Iraragori, entonces entrenador, contaba con un nuevo león...
Ilusionados comienzos
José María Orue había nacido en Bilbao el 17 de marzo de 1931 y dio sus primeras patadas al balón en el barrio (Zorroza), con los equipos de aspirantes que formaban en «Tiempo Libre». De ahí pasaría al Acero de Olaveaga, con 15 años, en el que militó dos temporadas. En la 47-48, al mismo tiempo que Jesús Garay (del Begoña) y José Luis Arteche (del Munguía), firmó por el Athletic. Lo mismo que Gojénuri, que también llegó del Acero.
«En aquel equipo nos enseñaron algo fundamental para un deportista, que es el respeto al adversario y, sobre todo, al árbitro. Comencé jugando de lateral izquierdo y de comodín. Debí destacar en algo, porque cuando tenía 17 años recién cumplidos me llamó el Athletic. Quince mil pesetas de ficha por temporada, 500 pesetas de sueldo al mes y las «primas» correspondientes.
Una temporada en el Baracaldo
Llegar y besar el santo es privilegio de muy pocos. Orue tuvo que ganarse a pulso una titularidad que no llegaria hasta la temporada 52-53, de la mano de Antonio Barrios.
«Yo entrenaba con el equipo e, incluso, viajaba en ocasiones, pero la titularidad estaba muy dificil. Por esa razón no me importó lo más mínimo ir cedido una temporada al Baracaldo, concretamente la 50-51, que estaba en Tercera División; aquello ayudó a forjarme».
Aquellos duelos con Gento
De vuelta en el Athletic, Antonio Barrios lo sitúa definitivamente como lateral derecho, formando una linea defensiva que dejó huella en el equipo, con Garay y Canito. «Formabamos una linea segura y nos entendiamos perfectamente. En realidad, el equipo de los años cincuenta y tantos estaba muy equilibrado».
A Orue le ha tocado lidiar a extremos de mucha calidad. Tiene un recuerdo especial de Paco Gento, con quien mantuvo espectaculares duelos en la banda. «Ya tuvimos años de pelea. Al principio, incluso, nos hablábamos mal en el campo. Luego fuimos grandes amigos. Ha sido uno de los mejores extremos del fútbol mundial. Recuerdo que lo expulsaron en dos ocasiones, una vez en San Mamés y otra en Chamartin. No sabría decirte quien ganó en aquellos partidos particulares entre nosotros, pero yo apostaría a favor de el».
Cuatro títulos en 20 temporadas
José Maria Orue es uno de los leones de más larga y brillante trayectoria en el equipo rojiblanco. Totalizó la friolera de veinte temporadas bajo la disciplina del Athletic (desde los 17 años hasta los 37), aunque no siempre en el primer equipo o de titular, y colaboró en la conquista de un Campeonato de Liga y tres de Copa.
«Ganamos la Liga en la 55-56, con Fernando Daucik y también fuimos dos o tres veces subcampeones. En la Copa, ganamos los títulos de los años 55, 56 y 58, aquella inolvidable final con el Real Madrid de Di Stéfano, cuando nos entrenaba Baltasar Albéniz».
«A morir en el campo»
Era la consigna última y favorita de Fernando Daucik poco antes de que los jugadores saltaran al terreno de juego. «Venga, a morir en el campo». Fernando Daucik, un chalado del fútbol, dejó especial recuerdo en José María Orue. «Y no sólo porque hiciéramos el doblete. Era un personaje peculiar, para quien toda la vida empezaba y terminaba con el fútbol. No hablaba de otra cosa. Nos mentalizó muy bien y creo que también nos exprimió, porque sabía donde y como podíamos rendir al máximo».
«El fútbol está estancados»
A Orue le ha tocado vivir de lleno la evolución de un puesto como el de lateral, que «empezó siendo de defensas estáticos», que luego se convirtió en una especie «de sucesores de los medios alas» y que en la actualidad «son verdaderos extremos, que tienen que correr toda la banda».
El estancamiento del fútbol es un tema de reflexión para el que durante dos decenios fuera jugador del Athletic. «El reglamento no ha evolucionado lo necesario. En este sentido, la trayectoria del baloncesto es ejemplar. El fútbol, en cambio, ha perdido espectacularidad, porque los entrenadores se han especializado en armar el equipo atrás. No sé como, ni de que manera, pero habría que premiar el gol, el fútbol ofensivo en definitiva».
«Nunca he sido leñero»
En el recuerdo de algunos aficionados aún está fresca la imagen de José María Orue vistiendo la camiseta número «2» del Athletic. «Creo que he sido duro, porque en esa zona hay que serlo, pero jamás leñero. Nunca he ido a la piena de nadie, aunque suplese que se podía escapar. Pienso que fui un lateral rápido, que manejaba bien el balón y que nunca despejaba de patadón. Como teníamos enfrente a muchos delanteros, nos apoyábamos bastante».
Otro de los «sambenitos» que el paso del tiempo le ha adjudicado a Orue es el de haber llevado una vida casi monacal. «Me cuidaba mucho, es cierto, pero no como un sacrificio, sino porque me gustaba la vida de deportista y estaba satisfecho practicándola. Si, además, como sucedía, era mi profesión, no creo que debiera extrañar a nadie».
Agradecimiento al fútbol
Ni una sola palabra de reproche. Ni un altercado con jugadores, técnicos o directivos. La machadiana definición de bueno cuadra a la perfección con este bancario, fundamentalmente honesto, que un día se dio cuenta de que el fútbol había que aparcarlo en el recuerdo. «Hay que hacer un esfuerzo personal grande para asumir el cambio, que en algunas ocasiones es radical. Yo lo encajé bien, porque sólo tengo palabras de agradecimiento para el fútbol, para el Athletic y, muy especialmente, para los aficionados de San Mamés. En el fútbol he cubierto una etapa de aprendizaje tremendamente provechosa y enriquecedora».