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martes, 3 de mayo de 2016

La cueva rojiblanca

Artículo publicado por Aitor Elizegi en su blog 'Licencia para aliñar' el 15/10/2009


Esta noche me pongo al teclado y espero encontrar las palabras que cierren una brecha con dos años de vida. Espero encontrar las palabras que no cierren debate alguno, que enriquezcan al menos este rincón verde de Bizkaia, esta vista a un horizonte cortado de bosque.

Espero, al terminar, acostarme tranquilo y cuando pasen los años y me pregunten, los que ahora solo sueñan, los que aun no debaten, cuando los que ahora duermen quieran saber, me pueda apoyar en estas líneas y explicarles por qué aguantamos aquel 2009, por qué seguimos con los de casa, por qué todo continua y sobre todo por qué seguir.

Los seres humanos no se agrupan y forman equipo para atacar. Lo hacen para defenderse, para asegurar el grupo, para garantizar la continuidad -de nada en particular, de uno mismo, y de quien comparte tu cueva, tu casa o tu tierra-. No buscamos vencer, queremos seguir. La cultura de la costumbre, de la prueba, de la curiosidad, de la generosidad enriquece nuestro entorno y forma nuestra identidad común. Jamás pondremos en riesgo ni a prueba tanto trabajo. Solo si necesitamos su defensa, de nuevo en grupo, llegaremos a puntos de encuentro que nos permitan proteger los bienes comunes.

Llegado el caso quizá tengamos que renunciar a parte de lo conseguido, quizá incluso perdamos en la contienda algún compañero o ser querido. Todo se dará por bueno si al final de la batalla, en la cueva, en la casa, en tu tierra, siguen los mismos. No mejores, desde luego, y no peores, por supuesto. Los tuyos, en quienes confías para la próxima batalla.

¿Por qué seguir?¿Para qué?

¿Dónde se encuentra el sentimiento del triunfo? ¿Dónde se refleja? ¿En el brazo fuerte del vecino, en una portada, en el brillo que solo puede comprar? ¿Qué conmueve con mas fuerza? ¿El triunfo del poderoso o la resistencia del pequeño, del perseverante?

Subo las escaleras, quiero veros dormir, para seguir escribiendo, ¿Qué deseo que consigais en vuestras vidas? ¿Hasta dónde os pediré que aguantéis? ¿Cuando os diré al fin: tranquilos, habeis ganado?

Os quiero contestar. El listón esté alto. Son muchos 111 años, pero os voy a ayudar. No tendréis dudas sobre el objetivo y vuestros ejemplos estarán cerca. En el equipo todos son parte de la cueva. Si triunfáis en la batalla lo celebraremos. Y si no también celebraremos, esa misma noche, que todo sigue igual, que podemos cerrar los ojos con calma, que todos cuantos están son.

Creed en mí, que yo lo hago en vosotros. Cuando no podáis estaré, cuando duela estaré, cuando duela más, también.

Bien. Tengo la respuesta para estos dos renacuajos que duermen y para los que saltaran al campo de la próxima final. Salid sin miedo y volved sin nada, con la cabeza alta y el músculo roto, con el corazón a cien y la cabeza a mil. Salid que no importa el final mientras todos sepamos que se hizo cuanto se pudo y cuanto esperábamos. Salid e incluso disfrutad. Estamos todos, en casa, esperando, ocurra lo que ocurra. Estamos todos, en casa, en vuestra casa. Volved sin nada que todo os guardamos.

Miradles a los ojos uno a uno, buscar de donde vienen, y sobre todo a donde vuelven. Duerme tranquilo. Me gusta el triunfo sí, y el tuyo mas, pero prefiero un juguete triste, en su casa, en mi casa, de rojo y blanco, que un juguete con brillo, sin casa, rondando puertas, puertas donde dormir tranquilo.

En la próxima final mi cueva contra la tuya.