El exrojiblanco Andoni Ayarza novela la vida del último romántico por forma de entender el fútbol
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sábado, 8 de noviembre de 2025
La vida de Rafael Escudero, el delantero del Athletic que se negó a cobrar un sueldo
Artículo publicado por Juan Pablo Martín en el diario El Correo el 08/11/2025
Con el paso de los años, la historia de Rafael Escudero (Bilbao, 1919) cada vez resultará más difícil de contar y aún de comprender y, sin embargo, es de esas que en ningún caso deberían caer en el olvido». El propio Athletic inicia así el perfil del que fuera su jugador la temporada 1943-44, en la que disputó 23 partidos oficiales, todos como titular, y marcó 14 goles. El exrojiblanco Andoni Ayarza (Madrid, 1965) ha cogido el testigo y ha alumbrado tras un año de trabajo 'El Gran Capitán. El último Quijote del fútbol español' –Editorial Circulo Rojo–, en el que novela la vida de un jugador íntegro para el que el fútbol era «una celebración de valores: el orgullo de pertenecer a un equipo, el esfuerzo compartido en cada entrenamiento, la generosidad del que corre por el compañero lesionado, el altruismo del que no espera ninguna recompensa material...».
Descubrió a Escudero cuando empezó a escribir el libro del centenario del Indautxu, pero hasta que comenzó a profundizar en su figura no descubrió la dimensión del personaje. «Empecé a ver que había cosas en él que son increíbles, y la mayoría de los aficionados del Athletic no tienen ni idea de quién es este hombre tan singular», subraya. Las conversaciones con sus familiares y con Juan de Olaso, hijo de su gran amigo Jaime de Olaso, le ayudaron a fraguar este trabajo «con historias que se van cruzando en su vida y que sacan incluso hasta partes de autobiografía».
El último romántico del balón nació en Bilbao, vivió la Guerra Civil con 16 años, la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias de la posguerra. Tras la llegada del fútbol profesionalizado «renunció absolutamente al dinero». «Y estamos hablando de una época en la que el salario de un futbolista, sin llegar a ser el de los tiempos actuales, podría ser diez veces superior al de un trabajador normal».
Escudero fue el tercero de siete hermanos en una familia que no pasó apuros económicos. Socio del Athletic, refundó el Indautxu en 1940 junto a Jaime de Olaso, y fue allí donde empezó a dar sus primeros pasos como futbolista tras pasar su niñez disputando partidos con sus amigos en las campas a la vera del majestuoso campo de San Mamés, donde el ganado era el cortacésped del campo y unos palos servían de portería.
«Rafa, sin duda alguna, era el mejor. Tenía un don especial. Una capacidad innata para jugar al fútbol que rezumaba en cada uno de sus controles, de su regates y, especialmente, en cada uno de sus disparos y remates a gol. Tanto con el pie como con su portentosa cabeza, su arte en la definición final clamaba al cielo», recoge en una cita que escribió Jaime de Olaso en su libro 'Cuando el balón no es redondo', del que también se nutre la novela.
El 'fichaje'
En la temporada 1943-44 el Athletic comenzó mal la Liga. Sólo había ganado un partido de siete y se encontraba en una situación delicada. Su presidente, Roberto Artetxe, pide al Indautxu a Escudero. En el primer contacto con el jugador «este les dice que lo que decida mi club». De Olaso, entonces máximo mandatario, se reúne con el delantero y con solo mirarle ya sabe que quiere tener esa aventura en la escuadra rojiblanca. Los rectores del Athletic preguntan después cuánto dinero les va a suponer el fichaje, y el Indautxu les responde que «no sé lo que valdrá para vosotros, pero si nos tenéis que pagar lo que vale para nosotros no tendríais dinero, por lo que mejor que se vaya gratis».
Cuando el Athletic le preparó una propuesta de contrato, Escudero ni la escuchó y solo puso una condición. «Ni quiero ser profesional ni ganar una peseta». Con sus goles los rojiblancos consiguieron encauzar la situación y terminaron la campaña sin problemas. Además, ganaron la Copa al Valencia por 2-0 con tantos de Zarra y Escudero. Vista la repercusión que tuvo en el juego a Escudero le llegaron ofertas de otros grandes clubes, que ni analizó. El Athletic volvió a tentarle y recibió como respuesta que le habían llamado cuando estaba en un momento complicado y «como socio y porque quiero al Athletic no pude decir que no. Pero ahora que ya está todo solucionado me vuelvo al Indautxu».
La temporada siguiente, su club llegó a la final del Campeonato de España de aficionados y disputó la final en San Mamés contra el Barcelona. Ganó 3-0 y cuando el jugador recogió el trofeo le silbaron «porque en la afición existía la sensación de que no quería jugar en el Athletic». Escudero se llevó una decepción. Algo que volvió a vivir en 1949 pero de otra forma. El Indautxu llegó a la final otra vez contra el mismo adversario, que ese año celebraba su 50 aniversario. «El reglamento establecía que la sede se establecía llegando a un acuerdo los dos equipos o por sorteo». Pero el Barça tiró de talonario para convencer al Indautxu, que ya no presidía Jaime de Olaso, de jugar en el Estadio de Les Corts.
Cuando Escudero se enteró ni él ni su hermano disputaron aquel partido. Esta decepción hizo que dejara el fútbol. Con el paso del tiempo volvió a reconciliarse. El candidato a la presidencia del Athletic, Enrique Guzmán, le propuso ser directivo y aceptó. Pero a los 34 años falleció junto a su esposa en una accidente aéreo el mismo día que el conjunto rojiblanco jugaba en Jaén.
