«Me da mucha pena que una generación tan buena en el Athletic consiguiéramos tanto y tan poco a la vez»
Para hacer esta entrevista he contado con la ayuda logística de un buen amigo y de su familia, vecinos de Mikel San José (Villaba, 1989). La víspera de encontrarme con el exfutbolista del Athletic, le explicaba a mi amigo los temas de los que quería hablar, aquellos que me interesaban más… A nuestro lado, su hijo de cinco años nos escuchaba, curioso, hasta que se decidió a preguntar:
– ¿Quién es Mikel San José?
Empecé a explicarle que era un futbolista, que había jugado muchos años en el Athletic y que se había retirado hacía apenas un año. El niño me miraba con cara de no entender nada, hasta que su padre le explicó:
– Es el aita de Markel.
Ahí ya resolvió sus dudas y de paso, evidenció una de las realidades del fútbol. El rol de estrella, de personaje conocido, se frena al abandonar el primer plano y va desapareciendo a medida que crecen las nuevas generaciones que no te han visto jugando en estadios llenos o disputando finales.
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jueves, 8 de febrero de 2024
Entrevista a Mikel San José
Entrevista publicada por Xabier Rodríguez en sport.jotdown.es fotografías Andoni Lubaki el (05/02/2024)
Mikel San José, el aita de Markel y Mia, se va acostumbrando poco a poco a su nueva realidad, mientras va viendo hacia dónde quiere conducir su vida después del fútbol. Han sido trece temporadas en la élite, marcadas por los 397 partidos con el Athletic, en los que ha estado a las órdenes de Valverde o Bielsa y ha formado parte de una generación que ha vuelto a llevar un título a Bilbao y ha disputado varias finales más. Ahora, más tranquilo y alejado del primer plano, es un buen momento para aprovechar una mañana de sol en Berango, sentarse con él y repasar más de una década de fútbol.
¿Cómo llevas la transición de ser Mikel San José, el jugador del Athletic, a ser el aita de Markel y Mia?
Bien. Eso es inherente a la vida. Pasas de ser hijo de a ser aita de, de ser futbolista a ser aita de. Y, para muchos críos de la ikastola, soy el que sale en Ene Kantak (un programa infantil que emite la ETB).
A la mayor no le gusta el fútbol y no creo que vaya a tener problema con eso, pero sí quiero que Markel tenga su identidad propia y, ni yo sea aita de Markel, ni el hijo de Mikel San José. Que no viva esa presión que se le puede añadir. Pero eso es algo que ya se irá viendo.
¿Y cómo llevas la adaptación a tu nueva vida después del fútbol profesional?
Me fui haciendo a la idea. El año que jugué en el Amore, en navidades ya sabía que lo que tenía en la espalda y el cuello era bastante grave. Estuve dos meses de baja y hasta que terminó la liga en mayo, poco a poco, fui haciéndome a la idea de que eran mis últimos partidos. A lo mejor no ha sido tan traumático porque lo fui viendo.
Es un problema de columna, ¿no?
Sí. Son hernias en la parte de abajo y tres en el cuello.
¿Sabes qué origen tienen?
Es verdad que alguno de mis hermanos también tiene, pero la explicación que me dan los médicos es que es, sobre todo, de jugar. De darle de cabeza, mucho choque… Lo que es la práctica del fútbol al final. Un cuerpo predeterminado a sufrir más, llevado a una situación de mayor exigencia.
Una vez me comentó Igor Jauregi (ex futbolista de la Real) que, cuando dejas el fútbol, te aparecen un montón de lesiones.
Cuando dejas de jugar te duele todo. Yo creo que es porque, mientras eres futbolista, el cuerpo está siempre en tensión. Puedes parar unos días porque estás de vacaciones, pero enseguida empieza la pretemporada, vuelves a correr y el cuerpo lleva una rutina. Te acostumbras a entrenar con dolor, a jugar con dolor… Si hay que tomar una pastilla para que te deje de doler, la tomas. Si hay que pinchar, pinchas. Vives así, pero cuando se acaba el fútbol, dejas de entrenar. Ya no hay un fisio, no hay un médico…
El verano pasado no podía ni jugar con los críos. Me dolían hasta los tobillos, que he tenido un esguince en toda mi vida. Al dejar de entrenar, el cuerpo se relaja y de repente, sale todo.
Luego volveremos sobre ese tema, por ahora vamos a empezar por el principio. Naciste en Villaba y creciste en los años de furor de Indurain.
Pero yo era muy pequeño cuando Indurain ganaba. El año que más consciente soy de quién era Miguel es cuando el Tour pasa por la puerta de su casa y lo pierde. Ahí tengo 6-7 años. De antes no tengo mucho recuerdo. Sí, lo conozco todo, porque, al final, soy del mismo pueblo y conozco a la familia, he ido creciendo y he visto imágenes, etapas repetidas…
En el pueblo hay un club de ciclismo y, aunque a mí nunca me ha dado por la bici, sí se vive mucho y en los años de Indurain, se viviría mucho más.
¿Cómo te dio por el fútbol?
En Atarrabia (Villaba en euskera) todo el mundo andaba en bici, pero también muchos jugábamos al fútbol. Yo vivía al lado de la iglesia y pegada estaba la plaza, que tenía dos porterías hasta que decidieron hacer un parking subterráneo y desapareció la pista de futbito. He crecido jugando al balón, pero también a pelota, a las canicas… Cualquier cosa, pero en la calle. Primero con la gente del barrio y más adelante, con los de la ikastola o el instituto.
¿Desde niño te gustaba más el fútbol que otros deportes?
El fútbol y la pelota. Pero, por lo que me cuentan mis hermanos, era un enfermo del fútbol. Me sabía el nombre de cualquier jugador, cualquier equipo… De hecho, me sabía las capitales de los países por el fútbol. Porque no es como ahora, que a la Champions llegan cuatro equipos de cada país y el que llega no es de la capital. Antes, sobre todo jugaban los equipos de las capitales.
Entraste a jugar en el equipo de la Chantrea, que es un barrio conocido por Barricada y por el club de fútbol. Si no me equivoco, de ahí habéis salido, además de ti, Muniain y los hermanos Williams.
Los Williams han salido del Pamplona. Pero de la Chantrea hemos salido Gorka Iraizoz, Anaitz Arbilla, Iñigo Pérez, Borja Ekiza…
Yo caigo allí porque mi hermano mayor, cuando yo tenía seis años, intentó sacar equipo de chicos de mi edad en el Atarrabia, pero no le dejaron. Gente que conocía a mi aita le dijo que en la Chantrea estaban haciendo pruebas a chicos de mi edad. Al final, de mi casa a la Chan no tardaba nada y ya con una edad, podía ir solo en la Villabesa (el autobús urbano de Pamplona).
¿Cómo es la Chantrea?
Es un barrio de la parte más humilde de Iruña. Muy amable, de gente muy trabajadora. Y el club, desde hace muchos años, es filial del Athletic y ha trabajado muy bien, sobre todo en el fútbol. Hacíamos entrenamientos, imagino, que dirigidos desde Lezama. Seguramente entrenábamos mucho menos de lo que se entrenaba allí, pero con un método muy parecido.
Los años de futbito llegamos a jugar el campeonato de España, que no sé si habrá llegado a jugarlo algún otro equipo navarro. Nosotros estuvimos cuatro años sin empatar, ni perder un solo partido, hasta la semifinal del campeonato de España. Nos ganó un equipo de Gijón.
Con 16 años pasaste al Athletic. ¿Cómo se produce esa llamada?
Para entonces yo debía estar bastante controlado ya, porque desde los once años íbamos a jugar partidos a Lezama. Desde entonces hasta los dieciséis vi cómo iban para allí, primero Iñigo Pérez y Borja Ekiza, luego Adrien Goñi, después Julen Goñi y yo fui casi el último. Entré en el Athletic en el juvenil nacional.
Estando en la Chan (Chantrea), Roberto Torres y yo ya íbamos a entrenamientos con la selección española. Sí, es verdad que llamaban equipos por teléfono a casa. Igual yo estaba haciendo la tarea y me decía mi madre «Mikel, llaman del Madrid, que quieren hablar contigo» o «llaman del Villarreal» y yo le decía «no quiero, ama». Porque yo solo quería ir al Athletic; si no, estaba contento en la Chan.
De no haber llamado el Athletic, ¿hubieras aceptado alguna de esas ofertas?
No creo. De no haber ido al Athletic, hubiera ido a Osasuna. Tengo dos hermanos y mucha familia de Osasuna, pero esa no era mi opción.
¿Y por qué te hiciste del Athletic?
Pues no lo sé, la verdad. En el pueblo había mucha gente de Osasuna, pero, cuando era pequeño, había muchos de la Real también. Porque yo he crecido con Osasuna más en Segunda que en Primera. Imagino que, al entrar en la Chan y jugar torneos en Lezama, al haber en el club gente del Athletic también, me terminé haciendo de ese club.
¿Cómo fue pasar de tu casa de Villaba a la residencia del Athletic en Derio?
Pues mejor de lo que pensaba. Ya tenía 16 años y aunque tenía miedo, ya eres bastante mayor y puedes pensar en algo más que el fútbol. No hubiera sido lo mismo de haber venido con doce años.
Además, en la residencia estábamos todos los jugadores que he comentado antes, que habíamos crecido juntos. Y había también una parte de la residencia que no era del Athletic, con estudiantes universitarios. Eso te permitía un contacto con gente diferente, más mayor, de fuera del fútbol. Al final, fueron dos años bastante agradables.
Entiendo que, en el Athletic, toda la dinámica es encaminada a ser profesionales del fútbol.
Sí, sí. Yo paso de entrenar en la Chan dos días a la semana, a entrenar cuatro días, de lunes a jueves y si el partido era el domingo, el sábado también. Prácticamente, te dedicas a estudiar y a jugar. Te despiertas, vas al instituto, a la resi a comer, luego a Lezama y después estás un rato en un aula de estudio, que teníamos un par de profesores que nos ayudaban… Tu tiempo lo dedicas a eso.
En 2007 jugaste el europeo sub-19 con la selección española. ¿Puede ser?
Bai. Eso fue al final de mi segundo año en Lezama. Que además lo ganamos.
¿Qué significó para ti?
Fue un poco contradictorio, porque había firmado por el Liverpool y cuanto más lejos llegáramos en el europeo, tenía menos días para estar en casa antes de irme a Inglaterra.
¿Cómo llega a verte el Liverpool?
Porque el mismo ojeador que me había querido llevar al Madrid pasó a trabajar después para el Liverpool. Contactaron conmigo a finales de enero y no acepté hasta finales de mayo o junio. Pasó mucho tiempo porque yo le comenté la situación al Athletic y en todo momento se me dejó muy claro que no me veían como un proyecto de jugador de Primera División. Al final acabé aceptando la oferta del Liverpool.
¿Cómo te sentó aquella respuesta por parte del Athletic?
Yo siempre he dicho que no me fui por dinero. De hecho, al final, el Athletic me pagaba más. Y tampoco me fui porque no me subieran al Bilbao Athletic, porque, al final, me quisieron subir. Pero hay cosas que se dicen antes que no se pueden borrar y tampoco comprar. Queriendo ser jugador del Athletic, llegue a entender que el camino más fácil podía ser jugar primero en el Liverpool.
¿Te fuiste al Liverpool con la idea de volver al Athletic?
Me fui porque en el Liverpool confiaron más en mí y sabía que, si me hacía futbolista allí, podía tener la opción de jugar en el Athletic.
¿Qué es lo que te ofreció Rafa Benítez para convencerte?
Rafa me transmitió mucha confianza. Desde que llegué al Liverpool jugaba siempre con el equipo reserva y entrenaba muchos días con el primer equipo. Aunque no llegué a debutar oficialmente, en siete meses pasé, de jugar contra el Antiguoko, a estar en Stamford Bridge a punto de enfrentarme a Drogba y Anelka.
En mi primer año ganamos la liga de reservas, que creo que el Liverpool no la había ganado nunca. Jugamos la final en Anfield contra el Aston Villa de Agbonlahor. Jugamos también contra el Manchester United de Piqué y los gemelos brasileños. ¿Cómo se llamaban?… Ese partido, nosotros jugamos con Xabi Alonso, que venía de una lesión, Daniel Agger, Harry Kewell… En esa liga había partidos con un nivel prácticamente de Primera.
El segundo año no ganamos la liga, pero también fue bien. En el primer equipo había cinco centrales y apenas tuvieron lesiones. Además, yo no podía ir convocado.
¿Por qué no podías ir convocado?
Compañeros que apenas jugaban en el equipo de reservas iban convocados en Champions porque había que cubrir un cupo de jugadores ingleses y cuando el Liverpool ya estaba clasificado en la fase de grupos jugaron algún partido. En mi tercer año pasaba a estar considerado como canterano, como inglés, pero terminé yéndome sin haber debutado con el primer equipo.
Te fuiste del Liverpool justo cuando mejoraba tu situación y tenías más posibilidades de jugar con el primer equipo.
Sí. Yo siempre le voy a agradecer a Rafa que fuera honesto conmigo y me dejara ir donde él no quería que fuera, porque lo último que quería era que viniera al Athletic. Pero, en el primer equipo, como centrales estaban Carragher, Agger, Skrtel y Hyypiä. Claro, yo sabía que no iba a tener opción de jugar.
Desde que llegué a Inglaterra, Roberto Martínez intentó llevarme al Swansea y ese año, Rafa quería que me fuera con él cedido al Wigan. Pero al final terminó aceptando que viniera al Athletic, porque era la opción que yo quería.
Tengo la sensación de que el Athletic es un equipo del que no es fácil salir. En tu caso, te fuiste y no te pusieron problemas para volver.
No, pero cuando salí justo hubo elecciones. Yo me fui al Liverpool y llegó a mi casa de Atarrabia una carta de Macua, como nuevo presidente del Athletic, diciendo que le dolía cómo se había dado la situación y que esperaba que, en el futuro, nuestros caminos pudieran volver a juntarse. Imagino que sería una formalidad, no creo Macua me conociera, pero igual sería consciente de que había pasado algo conmigo.
Yo siempre defiendo que el Athletic como club ni te trata mal, ni te hace difíciles las cosas, ni sales mal. Hay personas responsables en cada área que lo hacen bien o mal, siempre con la mejor intención y son las que tienen la responsabilidad en ese momento.
¿Cómo fue tu llegada al primer equipo del Athletic?
El primer día fue muy raro, porque, aunque con varios compañeros ya había coincidido, al venir de fuera, me sentía un poco extranjero. Pero el del Athletic es un vestuario muy normal y no hubo ningún problema.
¿Ese miedo que pudieras tener desapareció rápido?
Sí, sin ningún problema. Antes, estando en Liverpool, jugó allí el Madrid y en Radio Marca nos hicieron una entrevista a varios jóvenes. Nos preguntaron por nuestros ídolos y yo dije que el mío era Carlos Gurpegui. Me preguntaron cómo podía ser mi ídolo, cuando estaba sancionado por el tema del doping. Pero yo, cuando empiezo a ver fútbol, he visto a Carlos partirse la nariz, he visto a Carlos jugar de central, de pivote, de delantero si hace falta… todo dejándose la vida.
Además, era navarro, como yo. Más allá de lo que pudiera haber pasado, que ellos sabrán, en el campo era todo alma, todo entrega. Además de tener calidad. Para mí era un espejo en el que mirarme y cuando llegué al Athletic, me agradeció mucho esas palabras. Cuando eres una persona agradecida con tu entorno, con la gente de casa, es más fácil venir de fuera e integrarse.
Aquella era una plantilla mezcla de veteranos y jóvenes.
El primer viaje que hago con el Athletic es a Tromso (Noruega). Me toca en la habitación con Armando, que me decía que podía ser mi padre. Porque yo tenía entonces 20 años y él igual tenía 40 ya. Estaban también Aitor (Ocio), Pablo (Orbáiz), Gurpe, Fran (Yeste), el Gallo (Etxeberria)… Más que veterana, era gente con un peso muy grande en el fútbol.
¿Qué importancia tenía Etxeberria en esa plantilla?
Bueno, bueno, era un verdadero capitán. A mí me costó entrar en el equipo y al principio, muchos partidos nos quedábamos los dos fuera de la convocatoria. Ahí compartíamos muchos momentos y me solía decir «Sanjo, el transfer no ha llegado todavía». Me vacilaba mucho, pero luego también me decía que estuviese tranquilo, que no me veía mal, que tenía que tener paciencia.
Caparros consiguió levantar un poco a aquel Athletic.
Él llega justo después del bienio negro, que se coquetea con bajar a Segunda. Coge el equipo en un momento muy bajo y el segundo año juega la final de Copa y lo mete en Europa. El año que llego yo, entramos de nuevo en Europa. En tres años, pasar de casi bajar, a entrar dos veces en Europa, fue un logro muy importante.
Ahí te empiezan a llamar a la sub-21 y llegaste a ser campeón de la Eurocopa.
Sí, volvimos a ser campeones. Con Javi Martínez, entró Muniain siendo más joven, estaba Azpilikueta, Bojan, Álvaro Domínguez, Botía, Thiago, De Gea… Además, teníamos el premio de clasificarnos para los Juegos Olímpicos.
¿Llegaste a ir a los Juegos?
Me quedé fuera por varicela. Con 23 años. Me dio mucha pena y a la vez, poca. Porque eran en Londres y, después de haber pasado dos años en Liverpool, pensaba ¿no pueden ser en Río de Janeiro? Además, sabía que iba a estar convocado, porque habían preparado unas filminas personalizadas con frases y demás y había una con mi nombre. Fui a Las Rozas y a los tres o cuatro días me tuve que volver con varicela. ¡Y menos mal que el resto de la selección ya la habían pasado, porque, si no, imagina el cristo que se podía haber armado!
El verano anterior llega al Athletic todo un personaje como Marcelo Bielsa. ¿Cómo es el impacto de los primeros entrenamientos con él?
Nos concentramos en La Oliva y él llegó unos días más tarde que el resto del cuerpo técnico. Hasta entonces corríamos por la mañana y por la tarde también. Ya cuando llega Marcelo empezamos a hacer un poco más de balón, pero había mucho entrenamiento físico. Uno de los primeros ejercicios era por parejas y saltar de cabeza a por un balón. Yo, Amorebieta, Llorente y demás decíamos «joder, al final nos vamos a matar aquí por un balón».
Hace poco le escuché decir a Ander Herrera que, para aguantar el ritmo de Bielsa, te tiene que gustar mucho el fútbol.
Hay que ser muy joven. Además, Marcelo es lo que busca. Por la forma que tiene de entrenar, de exigir, gente más mayor, con otras preocupaciones, te puede crear problemas. En el Athletic, nos quedamos un equipo en el que prácticamente nadie tenía hijos, salvo Aitor Ocio y Gurpe, pero se rompió la rodilla y apenas participó. Éramos un grupo bastante joven y creo que esa fue una de las claves. Porque a los jóvenes se nos puede exigir, porque consideras que no tienen otras ocupaciones o preocupaciones.
Otro de los efectos que genera Bielsa es que convence al futbolista y se suele decir que te crees capaz de ir a la guerra con él.
Sí, nos convenció por la forma de jugar y por la forma de darte confianza. No te dejaba dar un pelotazo sin sentido, pero no te recriminaba fallar. Hacíamos unos entrenamientos muy duros, pero nos dio fórmulas para jugar, salir de presión… Luego jugábamos casi de memoria. De tanto repetir los ejercicios, cuando tenía el balón uno, sabíamos cómo se tenía que mover el otro y el otro…
Es verdad que, cuando se nos acabó la gasolina el primer año, se nos acabó de pleno. Los últimos nueve partidos de la temporada no metimos gol y jugamos dos finales que ni siquiera pudimos competir.
Con Marcelo cambió tu rol dentro del equipo.
Sobre todo pasé de jugar casi todos los partidos, a jugar menos. Seguía jugando de central, pero empezó a contar más con Itu (Iturraspe), que en verano parecía que iba a salir cedido. También contó más con De Marcos, Javi Martínez pasó a jugar de central también… Al final jugué mucho, pero porque, ese año, creo que jugamos 60 partidos.
Quería detenerme un poco en el partido de Old Trafford, que creo que, a nivel europeo, os dio otra dimensión.
Después de eliminar al Lokomotiv ya celebramos diciendo «nos vamos a Old Trafford», porque sabíamos que nos tocaba ir y para nosotros era la leche. Tenemos un vídeo, que recordamos todos, que estamos haciendo el tonto en el campo.
La mañana del partido estuvimos entrenando y creo que hasta Ferguson se quedó alucinado de vernos. Luego, ya en el partido, no es que les diéramos un baile, pero nosotros, si controlábamos el juego, éramos muy dominantes. Y ese día, a pesar de empezar perdiendo, dominamos mucho. Tuvimos muchas ocasiones y acabamos ganando 2-3 porque al final nos pitaron un penalti en contra.
Es verdad que era un Manchester United que había caído de la Champions y en la Premier se dejaba llevar, pero la sensación para nosotros era que nos daba igual a quién nos pusieran delante, que el partido hubiera sido el mismo.
Yo recuerdo decirle a mi novia, a mis amigos, que había estado en Old Trafford dos veces y las dos había ganado. Porque estuve una como aficionado del Liverpool y ganamos 0-4 y como jugador gané también.
¿Crees que el problema de aquella temporada fue el desgaste físico? ¿No hubo un cansancio mental?
El cansancio mental lo notas más el segundo año. El primero empezamos muy mal, los primeros seis partidos de liga no ganamos ni uno. Hasta que ganamos en Anoeta y a partir de ahí nos va bien hasta abril. Ganamos en Old Trafford, le ganamos al Schalke… En Europa éramos sensación y nos lo estábamos ganando en el campo y por la forma de jugar. También era una manera diferente, nadie nos conocía y hasta que nos estudiaron más a fondo, que pasó ya el segundo año, éramos imprevisibles.
El primer año todo eso no nos pasó factura mentalmente porque ganas y llegas a final de Copa y de UEFA y estás en una espiral constante de emociones positivas. Pero yo, agradeciéndole a Bielsa todo lo que hizo, reconozco que, para mí, es más un entrenador de competiciones cortas que largas. De Eurocopas, Mundiales, Copas Américas… Porque dos años con él pueden parecer siete en el fútbol.
Luego se filtraron audios, se habló de millonarios prematuros, que no queremos entrenar… Y yo jamás le he dicho a nadie que no quiero entrenar. De hecho, juego a fútbol y entreno y en verano me voy a entrenar por mi cuenta para llegar bien. Pero el nivel de exigencia que te pide Marcelo a todos los niveles, no se puede mantener en el tiempo.
¿Cómo recibisteis los jugadores esa charla de Marcelo y cómo os sentó que se filtrara el audio?
A mí siempre que se filtran cosas me sienta fatal, básicamente. Porque, cuando se filtra, se hace de manera interesada y seguramente, se filtran partes que benefician a quien lo ha hecho. No sé cómo pasó. Se ha dicho que pudo ser algún jugador, también que pudo ser el propio Marcelo. No lo sé. Lo que está claro es que, ese tipo de cosas, no benefician a nadie.
Recuerdo que, cuando ocurrió todo el tema del covid, los capitanes fuimos a hablar con el club y se le dijo que, como se filtrara algo al Correo, se acababa la negociación. No se puede funcionar de esa manera.
En ese momento veníamos de haber perdido las finales de Copa y de UEFA, de no meter un gol en no sé cuántos partidos, de perder el último partido de liga 3-0 contra el Levante… al final nos pasaron todos por encima. Y en ese contexto, parece que todo está mal y se dicen muchas cosas.
Bueno, el único que habló fue Marcelo y dijo cosas. Millonarios prematuros. Siempre le digo a la gente que yo no tengo la culpa de que me paguen por jugar al fútbol, ni de que me paguen lo que me pagan. Para empezar, porque a mí me gusta el fútbol y si no jugara en Primera, jugaría con mis amigos en el campo de Villaba o en el de la Chan. Y segundo, prematuros. Pues si tengo veinte años, ¿también es mi culpa?
Después se han utilizado muchas veces esas palabras para echarnos en cara muchas cosas y siempre me ha parecido lamentable que se filtrara y lamentable que se nos atacara con eso. Recuerdo que Marcelo también nos decía «ustedes tienen mucho dinero y ¿para qué les sirve? Si están todo el día entrenando. Solo les sirve para comprar carros». Eso a la gente no se lo ha dicho nadie. Que estamos todo el día entrenando y solo tenemos tiempo para comprar coches.
Una cosa que me llama la atención de ti es que, cuando eres futbolista profesional, cualquier director de comunicación te va a recomendar que no critiques a la afición y tú lo has hecho y además, a la afición del Athletic.
La afición del Athletic, además de ser la mejor que conozco, es la más leal, la que más te acompaña fuera. Pero no por eso no se pueden criticar cosas que puedan pasar, porque considero que no hay que callarse. Mi crítica, prácticamente, fue que no nos pitaran en un partido.
Veníamos de quedar fuera de la Europa League con el Apoel de Nicosia, a los tres días jugamos en San Mamés contra el Granada y aquello parecía un teatro. Yo metí el tercer gol y cuando ahora veo las imágenes en You Tube con mi hijo, porque veo que hay gente que se levanta a celebrar, si no te diría que no se celebró prácticamente. Fue una sensación de indiferencia que me chocó mucho.
Si nos ha eliminado el Apoel, cuando salimos a calentar, nos pitas y me parece bien. Cuando acabe el partido, nos pitas y me parece perfecto. Pero esa indiferencia mientras se juega un partido de liga, no me gustó y ¿qué quieres? Lo digo y tampoco me parece que esté mal. Tampoco considero que atacara a la afición. ¡Si lo que quería era que nos pitaran! ¡Demuestra que te ha jodido que nos eche el Apoel, como me ha jodido a mí!
Porque para mí fue peor que clavarme un cuchillo. Fue muy duro. El que, como aficionado, piense que una eliminación le duele más que a mí, que se dé una vueltica por la cabeza, porque le aseguro que no es así.
Volviendo a Bielsa, ¿qué pasó en su segunda temporada? ¿Fue la fatiga que comentabas antes?
Se juntó todo. El Bayern fichó a Javi Martínez, vino Adu (Aduriz) y Llorente dejó de jugar. Empezamos la liga mejor que el año anterior, pero pasamos las primeras eliminatorias de Europa League sufriendo, la fase de grupos nos fue mal, en Copa nos eliminó a doble partido el Eibar, que entonces estaba en Segunda B… Veníamos de haber puesto la ilusión muy arriba y fue todo muy plano, no llegamos a despertar ilusión. Y también había fatiga mental.
Marcelo es muy intenso y cuesta mucho mantenerse en esa exigencia. Entrenas lo que te pide, corres lo que te pide, pero a veces decías «no tengo ni que pensar, solo tengo que correr». Como equipo, creo que se nos hizo un poco largo.
¿Cómo recibisteis en la plantilla las salidas tan conflictivas de Llorente y Javi Martínez?
El caso de Fernando fue bastante raro, porque, personalmente, pienso que, si a alguien se le tenía que haber hecho el mayor contrato del Athletic, era a Fernando Llorente. Más allá de que ese fuera el problema para renovar o no, que no lo sé. Pero, un jugador que mete 25 goles casi año tras año… Yo creo que se tenía que haber tirado la casa por la ventana para intentar que se quedara.
Pero la relación se rompió, se filtraron cosas y pasó todo un año. Lo ha comentado él hace poco, que le dijo Bielsa que el delantero del equipo iba a ser Adu (Aduriz) y él no iba a jugar. Luego había partidos que parecía que mirábamos más para atrás que para adelante y teníamos a Fernando Llorente en el banquillo. Y no es que no tenga que jugar Adu, pero que jueguen los dos.
¿Ese tipo de situaciones puede desestabilizar a una plantilla?
Siempre que surgen problemas, desestabiliza. No al nivel de entrenar o jugar mal por eso. Pero cuando todo es más armónico y nada se sale del tiesto, se funciona mejor. Igual que en la vida.
Soy de la opinión de que todo es más fácil hablando y comunicando. Como el caso de Iñigo (Martínez). Si en su momento el club e Iñigo lo hubieran comunicado, no se habría generado tanta polémica. En ese sentido, Aymeric lo hizo muy bien. Renovaba casi cada año y siempre decía abiertamente que, cuando considerara que se tenía que ir, se lo comunicaría al club e intentaría dejar una buena cantidad de dinero. Siempre fue muy claro.
Javi se marchó de un día para otro, Ander Herrera también se marchó casi de un día para otro… Y es verdad que la política de Urrutia, de cláusula o nada, tampoco ayudó a negociar salidas. Y yo considero que, si eres claro, la afición del Athletic te lo reconoce.
Tengo la sensación de que esos casos fueron una especie de pérdida de la inocencia para lo que es el Athletic. Como que se vivía en una burbuja, creyendo que el deseo de todos los jugadores era jugar siempre en el Athletic y puede que sea cierto en algunos casos, pero en otros no.
Yo creo que había esa sensación y dolió el caso de Llorente, igual que el de Amorebieta o el de Kepa, jugadores que han estado toda la vida en el Athletic. Yo soy amigo de Javi (Martínez) o de Ander (Herrera), hemos ganado cosas importantes juntos, pero creo que son jugadores por los que se pagó un traspaso y que luego se cobró otro traspaso cuando se marcharon.
Eso es más normal en el fútbol. Pero, si tienes un jugador desde los once años, lo formas, lo educas, se lo das todo y él te lo da a ti; si llega un momento en que decide que no va a renovar y se va a ir, entiendo que eso a la gente le desencante un poco. ¿Qué aficionado del Athletic no veía a Kepa como el futuro Iribar?
Ya no como un portero para diez años, sino como emblema para representar al club. Cito a Kepa, a Fernando o a Amorebieta porque son jugadores que entraron con once años. Pero siempre digo que esto es fútbol, que cuando el club no te quiere renovar, te pega la patada y eso es igual de cruel.
Después de Bielsa viene Valverde y creo que destensó un poco el ambiente y os vino muy bien.
Ernesto es la tranquilidad, la cordura, la sensatez. Es casi más un gestor de personas que un entrenador. Es alguien que tiene contentos a los que juegan y a los que no, que mira que es complicado. Porque, si no juegas, te presta atención, te exige, te ayuda, te mejora, te obliga a estar preparado.
De hecho, con Valverde tampoco fuiste titular indiscutible.
No, sobre todo el primer año. Aunque sí estaba en la rueda y jugaba muchos minutos. Pero su forma de llevar el día a día, de llevar los entrenamientos, es muy exigente, pero, a la vez, hay mucho fútbol, muchos partidillos. Éramos un equipo muy intenso, que presionaba mucho y muy arriba. Incluso en el Camp Nou.
Pero eso es un poco Bielsa, ¿no?
Sí, pero diferente. Porque con Ernesto tenías más capacidad para decidir. No era todo tan mecánico. No había ejercicios que repitieras treinta veces, todas las semanas, en el mismo orden. Era diferente. Nos valíamos de cosas que habíamos aprendido con Marcelo, sobre todo mecanismos a la hora de jugar, pero más focalizados en el balón, como le interesaba a Ernesto.
A veces presionábamos en un lado del campo y dejábamos el otro lado libre. Con Bielsa, ya podía estar el balón en el córner contrario, que el extremo tenía que estar presionando al lateral pegado a la línea. Y nos costó adaptarnos, porque pasar de una manera muy definida de jugar a otra manera más libre, cuesta y se tarda un tiempo. Pero los resultados fueron bien y ese año terminamos entrando en Champions.
Ya en el segundo año de Valverde volvéis a jugar la final de Copa después de eliminar en semis al Espanyol en Cornellá.
En la ida habíamos empatado a uno, pero habíamos merecido perder por tres o cuatro goles. Luego nos tocaba jugar contra el Torino en Europa League, el domingo en Ipurua y luego en Cornellá. Tres competiciones diferentes y los tres partidos fundamentales.
Entre nosotros comentábamos, de perder uno, cuál preferíamos. Yo pensaba que mejor perder contra el Torino. Luego llegó, nos ganó y nos eliminó. Fuimos a Ipurua y ganamos 0-1. Y fuimos a Cornellá, que ninguno habíamos ganado allí. No sé si Mikel Rico, con el Granada, había ganado. Fuimos y ganamos 0-2 haciendo un gran partido.
En la final de Copa hay una jugada, un golazo impresionante.
De un tal Messi, ¿no?
Es que Messi se ensañó un poco con el Athletic. Porque, al Sevilla le ha marcado más goles, pero a vosotros os ha metido unos golazos…
Yo le digo a mucha gente que no he ganado ni en el Camp Nou, ni en el Bernabéu y he visto ganar a equipos que eran peores que nosotros. Pero tengo la sensación de que el Madrid y el Barcelona nos tomaban muy en serio. Éramos un equipo que, o nos salían al cien por cien o sufrían mucho. Creo que, muchas veces, sacábamos la mejor versión de los mejores jugadores y el gol de Messi en esa final es una de esas ocasiones. Nos ha metido goles increíbles, pero también porque le hemos exigido a ese nivel.
El día de la final, Balenciaga le hacía marcaje al hombre y hasta el gol, diría que Messi prácticamente no había tocado el balón. Luego he visto el partido repetido y es como que Balenciaga le iba cargando el Super Saiyan de Son Goku (personaje de los dibujos animados Bola de Dragón). Cada vez que le quitaba el balón o le hacía falta, le cargaba la batería. Hasta que cogió el balón y explotó.
Mikel Rico le soltó una patada increíble para tirarlo al suelo y se cayó él. Porque Messi tiene un punto de gravedad muy bajo y además de ser muy fuerte, no es nada fácil tirarlo, porque, al final, está muy cerquita del suelo. Mikel nos contó que, según se cayó al suelo, supo que iba a ser gol.
¿Qué sensación te da enfrentarte a un jugador como Messi?
Ya sabes que no le puedes dar ni medio centímetro. Es tan superior que, como tenga un milímetro, lo va a aprovechar. A mis amigos les suelo decir que Messi, jugando en Primera División, es como yo cuando jugaba en el pueblo, que no me quitaban el balón y me iba de todos. Pero claro, él lo hace al máximo nivel.
Era la tercera final que os ganaba el Barcelona, ¿no estabais un poco hartos ya?
A mí me da mucha pena que hayamos sido capaces de coincidir una generación tan buena en el Athletic, en un fútbol que cada vez hay más dinero de la televisión, con más jeques y nuestro mercado siendo el que es. Me da mucha pena que hayamos conseguido tanto y tan poco a la vez. Porque se han jugado cinco finales de Copa y no se ha ganado ninguna. Se ha jugado una final de Europa League y no se ha ganado. Se han jugado cinco Supercopas y se han ganado dos.
La sensación es que hemos peleado por tanto y nos hemos quedado prácticamente en nada. Que hemos sido una generación muy buena, pero hemos jugado contra una generación mejor todavía y siempre la misma. Muchas veces mi hijo me pregunta quién es mejor, Messi o Cristiano y le digo «en todo caso Messi». ¿Tú sabes la de Copas que me ha jodido este tío?
Aquella fue también la final de la polémica alrededor del himno.
Seguramente, de haberse jugado en otro sitio, habría habido más gente neutral, pero solo había gente del Barça o del Athletic. Y aquí somos como somos y pensamos como pensamos. Tenemos una cultura diferente, un idioma diferente. Y si alguien está en contra de la corona, la final de Copa es un buen momento para hacerlo ver. En Cataluña también estaban en pleno procés y siempre se ha dicho que no se debe mezclar política y deporte, pero la verdad es que se mezcla en todo y en el fútbol también.
¿Qué valor le das a la Supercopa que le ganasteis al Barcelona?
Terrible. Es un título al que el Madrid o el Barcelona solo le daban importancia si ganaban el sextete o el triplete. El Athletic le ha dado valor siempre. Al fin y al cabo estamos hablando de un título y hay que pelearlo.
Precisamente la Supercopa que ganamos, veníamos de jugar la previa de Europa League en Bakú y el Barcelona venía de ganar 5-4 al Sevilla en la Supercopa de Europa, jugando prórroga. Era agosto, a las diez de la noche y con un calor horrible. Los primeros once minutos del partido no vimos el balón.
Esto pasaba con el Barcelona y puedo entender que haya gente que se pueda molestar, pero éramos conscientes de que, si a un partido las opciones de ganar eran pocas, a doble partido ya eran muy pequeñas. Y mira al final cómo se dio que ganamos 4-0.
Además, abriste el marcador con un golazo. ¿Crees que ese gol cambió el reconocimiento que tenías en el Athletic?
Creo que algo cambia. También porque terminamos ganando el título. Y en esa época estaba yendo a la selección. Creo que influyó todo. Aunque no me gusta que se me recuerde solo por ese gol, entiendo que sí es un momento que marca mucho.
No es un gol cualquiera, para empezar es desde mediocampo y en una final. Lo que recuerdo es que no hice nada que no hiciera cada día, cada vez que salía al entrenamiento. Veía un balón y chutaba a puerta. Aunque en un partido no lo hubiera intentado nunca, en entrenamientos lo había hecho muchas veces.
Después de ganar 4-0 en San Mamés, ¿cómo afrontasteis el partido de vuelta?
La eliminatoria estaba 50-50. Hasta ese momento, en el Camp Nou yo había perdido 6-0, 5-1, 4-0… La mayoría de los resultados que había tenido les valían a ellos. Además, teníamos la presión de cómo va a entender la afición del Athletic haber ganado 4-0 y perder la Supercopa.
No me imagino a Valverde planteando un partido para defender el resultado.
Salimos a marcar gol. Sabíamos que íbamos a sufrir y que nos podían meter tres o cuatro goles y la diferencia era que nosotros marcáramos también, porque entonces ya tenían que meter seis. Que al PSG ya se los metieron (risas).
Teníamos una presión enorme. Recuerdo que, después de ganar 4-0, en el vestuario no había euforia o era una euforia muy contenida. Que juegas la vuelta a los tres días y puedes perder 5-0. Porque, en el minuto 3, Piqué remató al larguero. Llegamos al descanso 1-0 abajo y en la segunda parte empató Adu. Ahí ya nos relajamos mucho más y creo que ellos también.
Esos fueron los años en los que entraste en la selección absoluta.
Había estado yendo a la sub-19 y a la sub-21, pero no esperaba ir a la absoluta, porque eran campeones del mundo, básicamente. La primera llamada me llega en un momento en que, en el Athletic, era más suplente que titular.
Cuando Del Bosque dio la lista recuerdo que estaba en el parque con mis sobrinas y la gente me empezó a felicitar. No entendía nada. De hecho, como había parón de selecciones, tenía previsto irme de vacaciones a Lisboa y todavía no conozco esa ciudad.
¿Qué recuerdo tienes de la Eurocopa 2016?
Igual que lo que decía de los Juegos Olímpicos, fue una pena que fuera en Francia y en plena alerta terrorista además, porque lo de Bataclan había pasado poco tiempo antes. De hecho, poco antes de la Eurocopa se suspendió por ese tema un partido en Bélgica en el que iba a debutar De Marcos.
A la selección había ido la primera vez como central y luego ya fui como pivote, porque, en ese tiempo, en el Athletic Ernesto probó con Beñat y conmigo en el medio y a partir de ahí, jugamos los dos prácticamente todo.
En marzo nos convocaron a Adu y a mí para un partido contra Italia, que jugamos los dos de titulares. Luego ya nos llamaron a otra convocatoria de 25 jugadores y cuando Del Bosque dio los nombres de los descartes y no escuché el mío, pues me hizo mucha ilusión. Al final, cuando juegas a fútbol, la Eurocopa y el Mundial es lo máximo a lo que puedes aspirar como torneo.
También jugaste con la Euskal Selekzioa, ¿qué significa para ti?
Cuando llegué a Primera División era un objetivo que quería cumplir. La pena es no jugar en competiciones oficiales. Me acuerdo especialmente de un viaje a Estonia y otro a Panamá. Entiendo que, como era final de temporada, hay gente que no quiso ir, pero yo creo que, con la Euskal Selekzioa, hay que dar un plus por parte de todos que, por comodidad, muchas veces no se da.
Hay que hacer esfuerzos por pelear que nuestros hijos puedan jugar en competiciones oficiales defendiendo nuestra cultura.
¿Crees que desde fuera no se entiende bien el sentimiento de querer tener una selección propia sin que eso suponga un problema político?
Entiendo que al que vive en Madrid, en Andalucía o en Extremadura le cuentan lo que le cuentan, ve lo que ve, sabe lo que sabe y entiende lo que quiere. Como lo podemos hacer aquí. Yo nunca entenderé que haya gente a la que le moleste que aquí tengamos una cultura que no es la misma. No es ni mejor ni peor. Es nuestra cultura, nuestro idioma y nuestra manera de vivir.
No entiendo por qué eso no puede ir unido a tener una selección propia de fútbol o de baloncesto. Con la total libertad de que, si un jugador de aquí quiere jugar con España, pueda hacerlo y si quiere representar a la Euskal Selekzioa pueda hacerlo también. Creo que no debería de haber ningún problema.
Mucho que se tiran ahora en política la bandera a la cabeza, porque soy más español si pongo la bandera, pero tiene que haber voluntad para que, el que quiera jugar con su selección, lo haga y no sea restrictivo. Que España no va a dejar de ser una selección potente. Las canteras españolas son suficientemente fuertes como para que no sea un daño irreparable.
Nosotros tenemos nuestras limitaciones en cuanto a población, pero ahí está Uruguay, ahí está Croacia, ahí está Gales. Aquí se hacen las cosas bien y hay jugadores que están yendo continuamente a la selección española. El Athletic y la Real jugando muchos años en Europa, quedando arriba en la liga. Años con cinco equipos vascos entre veinte de La Liga. Hay mimbres de sobra para que se pueda competir por entrar en Eurocopas y Mundiales y es una pena que se nos prive de eso.
El año de la Eurocopa hicisteis otra buena temporada en Europa con el Athletic y os eliminó el Sevilla en cuartos por penaltis.
Esto es algo que puede enfadar a mucha gente, pero creo que, esa vez, junto con la final de la Real, es cuando más cerca pudimos estar de ganar otro título. Porque, cuando jugamos la final de Europa League, llegamos fundidos y contra un Atlético al que acababa de llegar Simeone y estaba creciendo mucho.
Además, en esa final Falcao jugó un partidazo.
Falcao que estaba sin pagar (risas). El Atlético lo fichó, pero lo habrá pagado cuando lo haya pagado. Cosas de estas que pasan en el fútbol. Como Jorge Molina, que el Betis lo fichó del Elche, metió goles, el Elche baja y el Betis sube, pero pagar ya para otro día (risas).
Nosotros, las finales las hemos jugado contra el mejor Barça, pero también contra el mejor Atlético. Y esa eliminatoria contra el Sevilla nos pilló en un momento en el que ya no teníamos 22 años como en la final de la Europa League, teníamos 26, 27, 28… Éramos un grupo muy compacto, que jugábamos muy bien a nuestro juego.
Ese año eliminamos a un Marsella muy fuerte, eliminamos al Valencia con una genialidad de Rulo (Raúl García) y de Adu y luego queríamos que nos tocara el Liverpool, el Dortmund… cualquiera menos el Sevilla. Porque cuando te toca en Europa contra los de tu liga siempre es peor. Te conoces mucho, te minimizas un montón. Te tienes muy controlado, muy estudiado.
Perder en San Mamés fue un mazazo, porque no lo merecimos. Pero fuimos a Sevilla pensando que íbamos a remontar y lo conseguimos. Y si llega a marcar Susa el mano a mano que tuvo en la prórroga, que la pica increíblemente bien, bota y se va fuera… En esa prórroga éramos muy superiores, pero no conseguimos meter gol y en los penaltis pasó lo que pasó. Pero tengo la sensación de que, ese año, podíamos haber ganado la Europa League.
Una vez que Valverde se va al Barça, esa generación no volvió a alcanzar el mismo nivel. ¿Qué crees que falló ahí?
Seguramente ya nos tocaba un cambio o no nos tocaba vivir tanto la parte buena del fútbol. Vino el Cuco como entrenador y las cosas no fueron del todo bien. Entiendo que, cuando ha estado cuatro años un entrenador y hay cosas tan fijas, al venir uno nuevo, como es obvio, hay cosas que quiere cambiar y poner su sello. Pero las cosas no salieron ni como el Cuco quería, ni como el Cuco se merecía.
Creo que llegó un momento en el que Aduriz se va haciendo mayor y el Athletic necesitaba un recambio como el comer. Iñaki Williams empezó a jugar de nueve, pero no es un delantero de 15-20 goles por temporada, que era lo que necesitabais.
En realidad Adu tuvo más problemas al año siguiente, con Berizzo y Garitano. Se junta un año de cambios, porque llegó un entrenador nuevo. Los cambios no surtían el efecto que queríamos y ninguno dimos el mismo nivel que veníamos dando. Y los años siguientes, a medida que Adu jugaba menos, teníamos menos goles. Iñaki es un grandísimo jugador, es vital para el Athletic, pero claro, no son los goles que nos daba, primero Fernando y luego Adu.
Esa última temporada tú empiezas a jugar menos.
Menos no, que al empezar la temporada me quedaban 15 partidos para llegar a los 400 y no llegué. Mi último partido con el Athletic fue la vuelta de semifinales de Copa en Granada.
¿Por qué dejaste de jugar?
Fue una decisión deportiva. Creo que, tanto del entrenador, como del club. Se nos comunicó a principio de temporada a Beñat y a mí que nos quedaba un año de contrato, que había que ver, que teníamos una edad… Salimos de la reunión y le dije a Beñat «joder, tú tienes 32, pero yo tengo 30, ¡cómo que tenemos una edad!» Pero creo que el club apostaba ya por Vesga y Unai López. Además, estaba Dani, empezó a jugar Oihan… Poco a poco empezamos a desaparecer.
Yo entiendo toda esa situación, pero vuelvo a lo de antes, lo que no entiendo es que las cosas no se comuniquen. Porque nos dices que tenemos una edad, que ya iremos hablando… Pero yo llevo aquí once años, he dado todo por el club, también el club me lo ha dado todo, pero tengo una familia con hijos, el club sabe que tengo a mi sobrina en acogida y que, si me tengo que ir a jugar fuera, necesito tiempo para hacer papeles o simplemente para saber si me puedo ir.
Porque no tenemos su tutela, tenemos su guarda y, por ejemplo, si yo decido ir a jugar a China, la Diputación de Bizkaia me puede decir «esta niña no va». Considero que nos merecíamos saber nuestro futuro antes del 1 de julio. Luego llega el covid, la liga se alarga hasta el 19 de julio y yo estoy sin saber si voy a seguir. O sabiendo que no voy a seguir, porque, después del covid, con cinco cambios por partido, Beñat y yo no jugamos ni un minuto.
Después de ganarle al Granada, os clasificáis para otra final de Copa. ¿Qué significaba para vosotros enfrentaros a la Real?
Sobre todo, tener la posibilidad de jugar una final de tú a tú. Aunque, en ese momento, creo que la Real transmitía mejores sensaciones que nosotros. Luego ya vino el covid, las negociaciones para la rebaja de los salarios, se habla de la vuelta a la competición y se habló de la posibilidad de jugar la final al principio de esa vuelta. Y yo creo que, si antes la Real estaba mejor que nosotros, a la vuelta del confinamiento estaba peor.
Pero, para el Athletic, para los jugadores, ¿qué significaba jugar una final de Copa contra la Real? Porque para la Real era muy importante.
Es importante para todos. Más allá de lo que podía haber significado de haberse disputado con público, que es una pena que no se haya vivido. Era una mezcla de emociones. Estar en la final, que es contra la Real, que no se puede perder. La sensación de que vas a poder disputarla de tú a tú, que no es el mejor Barça, ni el mejor Atlético. Esa sensación de que estamos en una final y en esta sí que puede pasar de todo.
Creo que en la afición del Athletic se ha dado un cambio respecto a la Real. Los más viejos siempre lo han visto como un rival inferior y el partido importante ha sido contra el Madrid, pero las nuevas generaciones creo que ya viven el derbi como un partido importante, como un rival al mismo nivel.
A ver, es un derbi y durante la semana los periódicos son más contundentes, tanto si se gana, como si se pierde. Se magnifica todo. Pero sí que, en el vestuario, igual es porque yo soy navarro y mi derbi es contra Osasuna, pero conseguíamos abstraernos de lo que significa un derbi, de que el partido no tenga repercusión más allá de si se gana o se pierde.
Una vez que sales del Athletic, ¿cómo tomas la decisión de ir a Birmingham?
Era un sitio que me encajaba por competitividad de la liga, porque era consciente de que los mejores años de mi fútbol ya se los había dado al Athletic. Me tocaba disfrutar, pero quería competir y el Championship (2ª división inglesa) es una liga con mucho poder adquisitivo, aunque con el covid y la entrada del Brexit aumentaron las restricciones. Pero fui porque me gustaba el sitio, porque Aitor (Karanka) era el entrenador y además, para mis hijos, les iba a dar el inglés para toda la vida.
¿Tuviste ofertas de ligas árabes?
Sí, tuve.
¿Te motivaba ese tipo de propuestas en las que hubieras ganado más que en el Athletic?
Hubiera ganado mucho más, de largo. De hecho, había gente que me decía que me acompañaban y si hacía falta, pasaban la escoba por el desierto. Casi todas las ofertas que tuve fueron extranjeras. China, Emiratos Árabes, Qatar, Rusia… Sitios que con el covid no habían perdido poder adquisitivo. Era mucho dinero, pero no era algo que entrara en mis planes. Prefería ir a algún sitio que me aportara algo más.
¿Cómo fue la experiencia de Birmingham?
Bien y mal a la vez. Fuimos con muchas ganas. En un momento, en noviembre o diciembre, hablaba con Maitane, estábamos bien y le decía que podíamos quedarnos allí unos años. Encontramos un pueblito, Sollihull, que estaba muy bien. Una casa que no la conseguían alquilar porque no tenía moqueta, que los ingleses con la moqueta son tremendos. Pero el 4 de enero Boris Johnson salió a decir que cerraban los colegios por el covid y ahí se nos empezó a hacer muy difícil.
Yo iba a entrenar o iba a jugar partidos, pero Maitane y los críos se tuvieron que quedar en casa. En febrero tuvimos ocho partidos y se empezó a hacer insostenible. La cría mayor tenía un montón de tareas de homeschooling y se le estaba haciendo muy difícil. Llegó un momento en el que lo estaba pasando muy mal y tomamos la decisión de que no se podía seguir así. Al terminar la temporada nos volvimos.
Además, echaron a Aitor y vino Lee Bowyer. Desde el primer momento fue muy claro conmigo. Me dijo que era el mejor jugador del equipo, pero que iba a poner a los ingleses. Quería jugar con ese estilo, al patadón y tratar de salvar la temporada. También me dijo que quería que siguiera, pero le dije que no, que ya habíamos tomado la decisión de volvernos.
Da la sensación de que eres un futbolista que se sale un poco de los tópicos. Que la dinámica del fútbol profesional te puede llevar a aislarte y no sé si de manera consciente o no, pero has salido de eso.
Tengo una vida muy normal. Lo bueno de haber sido futbolista y de haber hecho dinero es que tengo más libertad para determinadas decisiones. Pero nos vinimos a vivir a Berango porque nos encajaba este pueblo y desde el primer día tenía claro que no quería estar encerrado en casa, necesitaba salir.
Al principio, Maitane trabajaba los fines de semana en Pamplona. Yo estaba solo en casa y pensaba «voy a ir a tomar un café al frontón», pero no quería ir cuando estaba lleno de gente. Quería esperar a que se fueran a casa a comer, pero los sábados aquí se come muy tarde y decidí ir y ya está. Son dos días que tienes que pasarlos, que la gente se acerca y luego ya te ven como uno más, eres Mikel para todo el mundo.
¿Has tenido que provocar tú mismo el salir de esa burbuja?
Decidí que no iba a vivir en esa burbuja. Crecí en Atarrabia, que es un pueblo pequeño y estaba siempre en la calle. Berango es un pueblo parecido, un pueblo pequeño con un núcleo muy concentrado y yo quiero salir a la calle y que me hable la gente y si quieren, que me hablen de fútbol. Pero que me llamen Mikel y que mis hijos salgan a la calle y tengan su red de amigos en el pueblo. Los primeros años de vida de mis hijos me he pasado las tardes en el parque. De hecho, he pasado más horas de parque que la mayoría de aitas (risas).
¿Qué opciones te planteaste después de volver de Birmingham?
Lo habíamos pasado tan mal, que tenía claro que no íbamos a volver a salir. Ahí surgió la opción del Amorebieta y la acepté encantado. Me apetecía mucho el reto.
¿Jugar en el Amorebieta era volver a un fútbol más romántico?
Sí. Hay mucha gente que no lo entiende, pero intentar mantener al Amore en Segunda División era algo que a mí me llenaba un montón. Un equipo con chavales jóvenes, muchos sin experiencia en el fútbol profesional. Intentarlo solo con jugadores de aquí además. La pena fue no poder jugar en Urritxe, pero bueno… Era un proyecto de la ostia.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Fue bien. Una pena no poder lograr mantenernos. Yo digo que tuvimos a todos en contra. Peleamos contra todo y contra todos.
¿A todos los equipos te refieres?
No, a todos los estamentos. No hemos bajado por los árbitros, ni mucho menos. Hemos bajado porque en Zaragoza nos empataron en el 96, no le ganamos al Alcorcón en casa, en su casa nos empataron en el 95 también. Hemos perdido puntos inexplicables y hemos bajado porque deportivamente ha sido así.
Pero peleamos contra decisiones de penaltis en contra, que llamaban del VAR y no eran, expulsiones que no eran, llamaban del VAR y seguían siendo expulsión, penaltis clamorosos que no se nos pitaron y ni siquiera llamaban del VAR…
¿Hay mucha presión desde los clubes hacia La Liga?
No lo sé. Yo creo que cuando nos arbitraban a nosotros, sabían que, si se equivocaban, no tenía repercusión. En determinadas situaciones, no dudaban si pitar o no, porque sabían que contra nosotros daba igual. Situaciones que, en nuestra área, no les costaba pitar.
¿En Primera División también tenías esa sensación?
No, en el Amore lo noté de una manera salvaje. En Primera había días que, sobre todo contra el Madrid, Barcelona y Atlético, si tenían que pitar algo rápido, sin pensar, te lo pitaban en contra y contra otros equipos te costaba menos que te favoreciera una decisión. Pero creo que es todo por cuestión mediática, por repercusión. O quiero pensar que es así. El fútbol va a cien por hora y hay decisiones que, dependiendo de la camiseta, cuesta menos tomar.
En el Amore, para mitad de temporada empiezas a sentir que se acaba la gasolina.
Justo antes de navidades empiezo a notar que se me duerme el brazo. Al volver de entrenar notaba que se me dormían el dedo pequeño y el de al lado. Pero luego llegaba a casa y se me pasaba. Luego empecé a tener un dolor constante, parecido a una tortícolis. Podía girar el cuello a los lados, pero no podía mirar muy arriba. También noté que, al saltar, era como si me tiraran para abajo.
Le dije al doctor y me dijo que no era normal. Me hicieron una resonancia y el médico me dijo «tienes tres hernias en el cuello. Mi opinión es que tienes que dejar el fútbol. Si no te conociese, mañana dejabas el fútbol». El médico tenía los resultados desde un martes y hasta el viernes que vino al entrenamiento, no fue capaz de decírmelo por teléfono.
¿Tú intuías que podía ser algo tan serio?
No. Sabía que podía haber algo, pero no pensaba que podía ser tan jodido. Pedí cita con un especialista y mientras tanto seguí jugando. Hasta que fui a la cita y el especialista me dijo «mañana ya no entrenas y vas a parar dos meses» Yo le decía «¿Cómo que no? Que el jueves jugamos contra el Almería» y me decía «tú mañana no entrenas y no vas a entrenar durante dos meses».
Me fui a casa muy cabreado y al día siguiente fui a entrenar. Llegó el doctor, que había hablado con el especialista y le dijo al míster que no podía entrenar.
¿Pero había algún riesgo si entrenabas?
Yo no era consciente, pero el especialista me decía «no hay un riesgo vital, pero tienes dos hernias cerca de la médula y en cualquier choque o caída, te puede pasar algo». Al final, paramos dos meses y es verdad que el dolor desapareció. Hicimos una resonancia y no había mejorado nada, pero la sintomatología se había ido. El doctor me dijo que empezara a entrenar poco a poco, pero que a nadie se le ocurriera chocarme. Y así acabé la liga.
Yo quería jugar, porque, sin admitirlo, sabía que no tenía más recorrido, que esa era mi despedida. Luego me costó tomar la decisión y hacerla pública. Pedí la opinión a muchos médicos, pero ya sabía que se había acabado el fútbol. Me hubiera gustado seguir jugando, pero asumí que el cuerpo me estaba diciendo otra cosa.
¿Ahora cómo estás de las hernias?
El riesgo sigue estando, pero el trabajo con Folker, un chico de Algorta al que va mucha gente y tiene el cielo ganado solo por aguantarme, me está ayudando. El verano que me retiré fue horrible, pero ahora llevo tres o cuatro meses mejor.
Para terminar, ¿qué valoración haces de tu trayectoria?
Estoy muy contento, muy orgulloso de lo que he conseguido jugando al fútbol. De que un crío que jugaba en la plaza con un montón de chavales de su pueblo haya jugado casi 400 partidos con el Athletic. Haya jugado en la selección, haya estado en una Eurocopa, haya sido campeón de Europa sub-21, haya jugado en la Euskal Selekzioa, haya jugado en otro país… Si me lo dicen con diez años, lo hubiera firmado con sangre.