Artículo publicado por Jon Rivas en el diario El País el 29/03/2020
A finales de 1974 hubo un brote de gripe en Bilbao con más de 400 muertos, pero se jugó en San Mamés
El 29 de diciembre de 1974, el Athletic recibió en San Mamés al Real Madrid. Era la jornada decimocuarta de la Liga. Los vascos, con 11 puntos, estaban a sólo uno de la zona de descenso a Segunda. Su victoria en La Condomina frente al Real Murcia (2-4), les había dado un respiro momentáneo. El equipo madridista llegaba a La Catedral como líder, con cuatro puntos de ventaja sobre el Espanyol, que era segundo.
Días antes del partido, un periódico local publicaba una información en la sección Regional, con un recuadro en la primera página, en la que se titulaba: “La gripe y las alergias al marisco, los dos males de las navidades bilbaínas”. En el texto, se aseguraba que, “aunque no han podido facilitarnos datos concretos, parece ser que en estos días han sido hospitalizados o se han visto obligadas a guardar cama en sus casas, un buen número de bilbaínos de todas las edades, afectados de gripe y enfermedades bronquíticas”, y se apuntillaba: “Sin embargo, el mal es, al parecer, pasajero y se opina que al menos una gran parte puede estar plenamente recuperada para dar la despedida al año”.
Ese día, la Gaceta del Norte publicaba un número inusual de notas necrológicas, lo mismo que el otro diario matutino de Bilbao, El Correo, pero no se explicaba ninguna conexión entre ambas evidencias.
El partido del Athletic contra el líder llenó San Mamés. Casi 45.000 personas se agolparon en la Catedral. En la General de pie, la zona más barata del campo, no cabía un alfiler. El humo de los cigarrillos y los puros habanos se elevaba al cielo cuando saltaron los equipos al campo. En la alineación del Athletic faltaba Iribar, lesionado, y jugó como portero Víctor Marro. Aún así, ganó el Athletic con un gol de Carlos, que acabaría la temporada como Pichichi de la Liga, y rompió la imbatibilidad madridista. La victoria dio un respiro al equipo que dirigía Rafa Iriondo.
Dos días más tarde, otra vez en La Gaceta del Norte, se desvelaba un dato escalofriante: en las dos últimas semanas habían fallecido en Bilbao 420 personas a causa de la gripe, a una media de 30 por día. En una información relegada a las páginas locales, y firmada por Juan José Benítez, quien después se haría escritor superventas con su saga Caballo de Troya, se explicaba: “La verdad es que la cosa resulta pero que muy seria. Nadie, ni los más viejos, recuerdan algo igual. En las dos últimas semanas de diciembre han fallecido en Bilbao más de 420 personas. En la agencia funeraria de la Casa de Misericordia están como locos”.
“No hay tiempo ni para ir a comer”, relataba su gerente. “Una cosa mala, oiga, ni en la gripe de 1952-53 hubo tanto trabajo. En aquellos tiempos, cuentan las crónicas, el promedio alcanzó la escalofriante cifra de 18 cadáveres por día, pero en estas dos semanas, el promedio se ha disparado: ¡30 fallecimientos al día!”
Las autoridades en silencio, las medidas de prevención, inexistentes. San Mamés de bote en bote a pesar de los datos, que no facilitaba ningún alto cargo sanitario, sino el gerente de una funeraria: “Este desastre tendrá alguna justificación”, preguntaba el periodista, y el funerario respondía: “Pues sí, parece que un elevado número de fallecimientos tiene origen en la gripe. Afecta a personas mayores. El promedio señala a mayores de 50 años”.
La noche del 24 al 25, Nochebuena en teoría, fue la que contó más muertos en Bilbao, y el periodista apuntaba: “Ni los servicios de urgencia, ni los centros hospitalarios dan abasto. Y lo malo es que esto sigue…”
Nadie tomó ninguna medida. Ni en Bilbao ni en el resto de España, donde también se dispararon los fallecimientos durante esos días. Los periódicos no informaron apenas de la grave situación. Eran otros tiempos.