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sábado, 26 de marzo de 2016

El día que Villar explotó ante Cruyff

Artículo publicado por César Vargas Cámara en www.kaisermagazine.com el 06/11/2014

Hay jugadores que se convierten en ídolos para su hinchada y en enemigos acérrimos para las contrincantes. Ya sea por sus aires de prepotencia, por sus declaraciones incendiarias durante la semana o, simplemente, por esa lógica del fútbol que muchas veces es una obviedad imposible de explicar, una parte de los futbolistas son amados y odiados al mismo tiempo. Cruyff formaba parte de ellos. El holandés no solo era conocido por su impoluta calidad y su clase celestial, sino que se labró una fama paralela debido a sus aspavientos sobre el césped y a su lengua sin pudor.


Foto: Diario As

Corría el 24 de marzo de 1974. El FC Barcelona, que había despegado en la tabla gracias a la llegada de ese espigado mediapunta de origen holandés, visitaba San Mamés. Con Cruyff sobre el campo, los catalanes nunca habían perdido. Como se puede intuir, los blaugranas eran líderes, habiéndole pasado por encima, entre otros, al Real Madrid. El 0-5 en el Bernabéu era la mejor carta de presentación de aquel equipo que acabaría campeón de Liga catorce años después. El de Bilbao no sería un partido más. Con sus habituales tira y afloja con la defensa y sus exagerados aspavientos a los colegiados, Johan había conseguido, una vez más, desquiciar tanto al público como a los jugadores rivales. En un terreno de juego de Primera División, el futbolista se siente protegido. A nadie se le pasaría por la cabeza, en Regional, calentar a los aficionados del otro equipo. Peligraría la integridad física del provocador. Pero en la máxima categoría la seguridad es absoluta. Sin embargo, había un jugador rojiblanco que no podría contenerse ante lo que él consideraba un cúmulo de faltas de respeto continuadas. Era Ángel María Villar.

Lo de Villar con Johan Cruyff empezó con una fuerte entrada del barcelonista sobre el actual presidente de la Federación.
Lo de Villar con Cruyff empezó con una fuerte entrada del barcelonista sobre el actual presidente de la Federación. Los ánimos estaban muy caldeados. El internacional holandés, sabedor de esto, siguió con ese juego que tanto le gustaba y, en una falta favorable a los locales, volvió a provocar al mediocentro bilbaíno. Seguramente no contaba con que Villar se tomase la justicia por su mano. Consciente de lo que aquel gesto acarrearía, el jugador del Athletic endosó un puñetazo a Cruyff, que cayó dolido al césped. Inmediatamente después, y ante la perplejidad del público de San Mamés, que posteriormente lo vería como un héroe por lo que consideró una hazaña, el rojiblanco enfiló el camino de los vestuarios. Ni siquiera se giró para ver el color de la tarjeta que Soto Montesinos, colegiado del encuentro, le mostró. Sabía que no solo se quedaría en roja. Un castigo vendría detrás. Villar ni siquiera durmió durante los días siguientes en su domicilio. No quería que la prensa lo encontrara. Los cuatro partidos de sanción y las cien mil pesetas de multa que le impuso el club fueron el precio que tuvo que pagar por cumplir el perverso sueño de muchos aficionados españoles: el de haberse desahogado con uno de los jugadores más odiados por todos, pero el más querido en Barcelona. Así era Cruyff, quien aceptó las disculpas de su agresor, aplicando así una de las máximas en el mundo del fútbol: lo que pasa en el campo, se queda en el campo. Así sucedió.