Artículo publicado por Arkaitz Aramendia en el diario Deia el 22/15/2015
Envite copero de 1967 entre Córdoba y Athletic, donde hubo más que palabras
Corría el 18 de junio de 1967 cuando el Athletic, dirigido por Piru Gainza desde el banquillo, rindió su particular visita al Córdoba para dar forma al envite de ida de las semifinales de una Copa cuyo título terminó en manos del Valencia. El conjunto cordobés, debilitado por los traspasos y las lesiones, afrontó el choque ante los leones bajo el poderoso aliento de su afición, que abarrotó El Arcángel con el objetivo de llevar en volandas a sus jugadores. El partido, sin embargo, se resolvió con un polémico 0-1 favorable a los rojiblancos, gracias al solitario gol de Zorriketa en el minuto 25. Seis días después, el Athletic selló su pase a la final mediante un inapelable 2-0 en San Mamés, pero lo sucedido en la ida nunca pasará al olvido para hombres como José Ángel Iribar, Iñaki Sáez y José Mari Argoitia.
Los tres fueron de la partida en aquel encuentro, que tocó a su fin con una imborrable y sonada anécdota. “Ha pasado mucho tiempo, pero recuerdo que ganamos 0-1 y que al final del partido se apagaron las luces en el estadio y saltaron muchos aficionados al campo”, explica Iribar, que quita hierro a lo ocurrido, a pesar de los tensos momentos que se vivieron sobre el terreno de juego de El Arcángel una vez finalizado el partido. A falta de cinco minutos para la conclusión del duelo, un gol mal anulado al jugador local Simonet encolerizó a los seguidores cordobeses, que volcaron su ira sobre el colegiado Félix Birigay, bilbaino de nacimiento, pero perteneciente al colegio valenciano de árbitros.
“Cuando pitó el final, alguien apagó las luces del estadio. Nunca nos había pasado algo así. Saltó mucha gente al campo para ir contra el árbitro, pero nosotros nos metimos rápido en el vestuario y la cosa no pasó a mayores”, remarca también Sáez, que recuerda cómo Marcel Domingo, entonces técnico del Córdoba, “tenía unas ganas especiales de ganarnos, pero no lo consiguió. Durante el partido hubo un gran ambiente y nosotros jugamos bien”.
“En ningún momento pasamos miedo. El árbitro estuvo en su sitio y tampoco pasó nada con él, a pesar de no haber luz y de que los aficionados que saltaron al césped corrían de un lado para otro”, añade Iribar, mientras que Argoitia, consciente también de todo lo sucedido en aquella cita, destaca la labor arbitral de Birigay.
Arena al ‘txopo’
“Era un buen colegiado y buena persona, pero aquella fue una noche complicada para él. A nosotros, dentro de lo que cabe, nos respetaron y no hubo grandes problemas”, subraya el veterano exjugador de Galdakao, que también recuerda que “algunos jugadores del Córdoba aprovechaban los lanzamientos de córner a favor para coger arena del terreno de juego y lanzársela al Txopo para dificultarle las salidas por alto”.
La trascendencia de aquella semifinal, la primera y última en la historia del Córdoba, se vio reflejada sobre el verde y también en los titulares de prensa posteriores al encuentro. Uno de ellos rezaba: “El Atlético ganó el partido... y la guerra”. Una hora y media después de concluir el choque, el autobús del Athletic abandonó el estadio escoltado por la policía. “Aquí hay un culpable”, le dijo tranquilamente Piru Gainza al presidente del Córdoba tras el envite, inolvidable para blanquiverdes y rojiblancos.
“Lo importante es que ganamos”, resalta Sáez, de acuerdo con Iribar y Argoitia al apuntar que lo sucedido en la recordada noche del 18 de junio de 1967 forma parte de una historia reducida a una sonada anécdota con triunfo de por medio.