El primer medio de transporte utilizado por los jugadores del Athletic
en sus desplazamientos. Diciembre 1934 (Foto Amado)
Se intuye que el entonces flamante autobús de la fotografía, hoy entrañable reliquia, debía rugir por la carretera como los leones que llevaba dentro. El vehículo de la marca REO (empresa norteamericana de automoción fundada por Ransom Eli Olds) no era un dechado de comodidades, pero en aquel 1934 el modelo reinaba sobre el asfalto dodeándose con los también robustos Ford, Chevrolet o Dodge. Este REO de la imagen fue el primer autobús oficial del Athletic Club de Bilbao y en sus espartanos asientos se apretujaban Blasco, Cilaurren, Muguerza, Lafuente, Castellanos, Iraragorri, Bata, Echevarria, Chirri II, Garizurieta, Gorostiza... A buen seguro que en algún desplazamiento, Patricio Caicedo, el entrenador del equipo, aprovecharía las horas de viaje para contarles su época de lateral izquierdo del Espanyol y el follón que se armó por una entrada suya sobre Samitier en el 'derbi de la calderilla', llamado así por la cantidad de monedas que cayeron al campo tras su acción.
Qué cosas le escucharía el presidente del club, José María Olabarria, a Patricio dentro del autocar, o qué vería sobre el campo que, poco tiempo después de tomarse esta instantánea tomó la insolita decisión de destituirle... y ocupar él mismo el banquillo.
Y eso que aquella Liga española del 34 no tuvo color. O más bien tuvo el color rojiblanco de la zamarra bilbaína, uniforme al que se llegó por casualidad puesto que el directivo encargado de comprar uniformes en un viaje a Inglaterra, dejó el asunto para el último día antes de embarcarse de vuelta a Bilbao en Southampton. En la tienda no disponían de camisetas azules y blancas ni pantalones negros, que lucía el Blackburn Rovers y que había adoptado el Athletic. El directivo tuvo que adquirir uniformes del equipo local, el Southampton FC, que vestía de rojiblanco... y desde entonces.
Apilados en bolsas, sobre la baca superior del viejo REO, y compartiendo espacio con dos ruedas de repuesto, irían los uniformes rojiblancos, junto con los balones de tiento y vejiga interior y las pesadas botas de cuero endurecido, larguísimos cordones y suela de clavo. El Athletic disputó ese año 34 un total de 18 partidos, siendo el desplazamiento más largo el viaje a Sevilla, para enfrentarse al Betis.
Entre el traqueteo provocado por un firme poco estable, la rudeza de las amortiguaciones y el ruido del motor, los rojiblancos debían llegar a los estadios un tanto atolondrados, puesto que en sus desplazamientos cedieron las cinco derrotas y los dos empates que cosecharon esa temporada. En San Mamés contaron todos sus encuentros por victorias. Unos guarismos que a los rojiblancos les sirvieron para proclamarse campeones de Liga. Igual que por la carretera el autobús corría todo lo que daba de sí (el código de circulación aprobado en septiembre del 34 no establecía límites de velocidad para coches y autobuses), los futbolistas hacían lo propio sobre el césped: corrían y goleaban sin límite alguno. El Athletic fue el equipo más anotador en esa campaña 1933-34, con 61 dianas. Iraragorri, el chato de Galdakao, solía ser de los más felices dentro del viejo REO en los viajes de vuelta a casa: casi siempre marcaba. Acabó siendo el máximo goleador del equipo ese año con 17 goles. Igual de contento viajaba Gregorio Blasco, un portero de Acero como el equipo de sus primeros pasos, que finalizó la temporada como Zamora.
Como puede observarse en la imagen, tomada por Amado un plomizo día de 1934, el autocar apuntaba ligeras formas aerodinámicas... aunque su frontal era robusto y contundente, como la denominada 'primera delantera historica' del Athletic, Lafuente, Iraragorri, Bata, Chirri y Gorostiza, que domingo a domingo subían al antiguo REO al mismo tiempo que ascendían al olimpo rojiblanco. El omnibús ("carruaje destinado al transporte de personas en número superior a nueve", según el Código de la época) no tiene nada que ver con el moderno vehículo, con el más puntero equipamiento, que ahora transporta en cada partido a los bilbaínos. Tampoco tienen comparación los 4044 socios que ese año tenía la entidad con los aproximadamente 40000 de la actualidad. Eran otros tiempos y otro fútbol. En el Athletic aún no se estilaba sacar la gabarra para pasear los títulos, por lo que aquel campeonato de Liga, el tercero de su historia, se paseó a bordo del entrañable REO. En el improbable caso de haberlo sabido, el viejo Ransom E. Olds se sentiría orgulloso en su mansión de Michigan. Quiso el destino, con sus habituales caprichos, que ese mismo año en que el Athletic estrenaba su primer autobús oficial, naciese a 16 kilómetros de Bilbao, en Miravalles, un niño llamado José María Maguregui que con el tiempo sería leyenda rojiblanca y acabaría dejando para la historia -curiosamente- la 'táctica del autobús'. Este 'catenaccio' a la bilbaína consistía en destinar prácticamente a los diez jugadores en tareas defensivas. Es decir, aparcar el REO delante de la portería para que al rival le fuera imposible marcar.
Helenio Herrera también asoció este vehiculo a los anales del fútbol al afirmar que ganarían un partido sin bajarse del autobús. Pero esa es otra historia.