Artículo publicado por Alfredo Varona en el diario Publico el 10/06/13
La mítica centrocampista del Athletic estudió Medicina y trabaja en el hospital de Cruces de Barakaldo. Su realidad no se parece a la del fútbol masculino: “Hay días en los que voy a entrenar tras haber dormido dos horas”
"Yo crecí en Basauri y desde que tengo conciencia me recuerdo con un balón entre los pies". La declaración no es de un hombre, sino de una mujer, Arrate Orueta, que hoy tiene 28 años. Juega en el Athletic que se ha quedado a dos puntos de ganar la Superliga femenina. Pero al fondo queda una temporada de lo más orgullosa para todas estas chicas. En el partido decisivo frente al Barça lograron reunir a más de 30.000 espectadores en San Mamés. Pero ni siquiera eso no es motivo para que Arrate Orueta, una estupenda mediocampista que supera los 200 partidos con el Athletic, pueda vivir del fútbol. "No, es totalmente imposible", confirma. "Nosotras no generamos los ingresos del fútbol masculino. No sé si merecemos más, pero es lo que tenemos y no hay que darle más vueltas".
Al analizar las diferencias entre hombres y mujeres, Arrate se pone en su propia piel: "Si se acaba el fútbol masculino, el mundo se derrumba. No se puede ni imaginar. Sería un golpe para la humanidad. Sinceramente, yo misma en verano, cuando no hay Liga, echo de menos ir a ver al Athletic a San Mamés. Sin embargo, si mañana se acaba la Liga femenina, no pasaría nada, casi nadie se va a enterar".
Por eso Arrate siempre tuvo claro que, por mucho que le gustase el fútbol, ella nunca podría ser como ninguno de los ídolos a los que iba a ver en su infancia en San Mamés de la mano de su padre y su hermano, cuatro años mayor: "Jamás olvidaré esos días, porque no había días más bonitos que esos. Íbamos con el bocadillo. Éramos socios del Athletic y me acuerdo del año de Luis Fernández, cuando invadimos el césped para celebrar la clasificación a la Champions. Mi padre nos decía ‘hijos, esto no se puede hacer, pero por una vez no pasa nada', porque él fue el primero que lo hizo". De aquello, Arrate se quedó con un trozo de hierba como recuerdo que pegó en el álbum al lado de una fotografía de Julen Guerrero: "Aún lo conservo y ha pasado tanto tiempo que el césped ya está amarillo".
Sin embargo, ni siquiera en esos momentos tan emotivos Arrate veía el fútbol como un horizonte de futuro para ella. "Lo aprendí en la ikastola [escuela en euskera] cuando las chicas sólo contábamos con un equipo de fútbol sala para jugar, nada más. A diferencia de los chicos, no teníamos más para elegir", recuerda. El paso del tiempo agudizó esas diferencias: "Cuando me federé, tampoco había categorías para nosotras. Con 14 años, llegué a jugar frente a mujeres de 28. Si lo trasladas al mundo de los chicos, esto ni se plantea". El caso es que desde el Sondika, Arrate fichó por el Athletic, donde tampoco se separó de esa realidad. "No voy a decir lo que gano en público, pero, vamos, ni por asomo puedo ganarme la vida. Aun así, no me enfada, porque siempre tuve claro que las mujeres sólo tenemos para cubrir gastos jugando al fútbol. Por eso cuando terminé el Instituto no dudé que yo tenía que estudiar. No podía exponerme a no tener nada para el futuro".
"Cinco o seis guardias de 24 horas"
Licenciada en Medicina, Arrate realiza hoy en el hospital de Cruces de Bilbao la especialidad de Rehabilitación. Pero, por encima de todo, es una mujer muy directa: "Si hubiese podido vivir del fútbol, no hubiese estudiado, porque a poca gente le gusta estudiar. Sinceramente, yo lo hice porque tengo que comer". Completó sus seis años en la Facultad de Medicina. "Es una carrera dura, pero no tanto si coges el hábito de estudiar", cuenta. Su vocación tampoco era esa. "Mi primera idea siempre fue Fisioterapia, pero como no la había en Vizcaya y no me apetecía moverme de casa, elegí Medicina".
Hoy, dentro de lo que cabe, se considera una afortunada. "Tengo trabajo, aunque lo cierto es que, si no fuese por las guardias, sería mileurista en el hospital. Hago cinco o seis guardias al mes de 24 horas. Hay días en los que voy a entrenar después de haber dormido dos horas. Sinceramente, a veces no tengo la cabeza en su sitio. Porque ya no sólo es eso, sino que en mi trabajo paso mucho tiempo de pie. Y eso luego se nota en las piernas".
Arrate no se imagina a Cristiano Ronaldo o al mismo Fernando Llorente en una situación como la suya. "Pero supongo que, si lo necesitasen, se acostumbrarían, a todo se acostumbra uno, depende de la necesidad", concede. Por eso Arrate no se tortura con esas enormes diferencias. "Yo conduzco un Opel Corsa y a partir de este año voy a empezar a pagar mi hipoteca en una zona normal de Bilbao y soy tan feliz. No todo es el dinero en esta vida", dice.
A partir de ahí, ella no se siente una extraña ciudadana por dedicarse a jugar al fútbol de más alto nivel. "Ser mujer y ser futbolista es de lo más sencillo. Al menos, yo nunca he tenido problema y en el vestuario del Athletic la mayoría de nosotras somos muy felices. Nos gusta estar aquí. Todas somos de la tierra y defendemos un sentimiento", cuenta. Eso sí, la realidad no se cansa de poner precio a sus esfuerzos: "La que no estudia, tiene que trabajar y esto se hace muy duro un día tras otro. Yo misma tengo 28 años y no sé el tiempo que podré aguantar".