(Artículo publicado por José Luis Artetxe en el diario DEIA el 23/02/2012)
San Mamés pierde a un hijo
Muere a los 80 años Natxo Biritxinaga, que fue masajista del Athletic durante cuatro décadas, nació y creció en 'La Catedral' y residió en la vivienda de la tribuna norte, a un tabique de distancia de la caseta
Bilbao. Cuando de alguien se puede afirmar que se hizo querer por todo el mundo, poco más hay que añadir. En Natxo Biritxiñaga (1932-2012) resultaba imposible discernir o separar su condición de persona de la de personaje, ambos conceptos eran sinónimos y referidos a él se conjugaban en su acepción más cálida y humana. Nació y vivió muchos años en el propio San Mamés, en una vivienda que estaba situada en la tribuna norte, en la calle Felipe Serrate, cerca de donde se ubican las actuales taquillas del campo, lo que unido a la profesión de su padre, Perico, hizo que su vida y la del Athletic fueran en realidad una misma cosa. Ni siquiera sería correcto hablar de historias paralelas: Biritxi y el club vivieron una misma vida.
Heredó de Perico sentimiento y vocación. Estaba predestinado. Por si fuera poco sus primos Guillermo y Jesús Perdiguero también dedicaron su existencia a servir al Athletic. Natxo se inició en labores de masajista desde que era un chaval, aprendió el oficio en casa y durante décadas ejerció, primero al lado de Perico y luego con Guillermo, Willy, tras cuya jubilación pasó a ser el primer masajista. En los datos oficiales ofrecidos por el club se lee que perteneció a la disciplina rojiblanca por espacio de 42 temporadas, desde 1955 a 1998, pero habría que añadir unas cuantas más, las de su niñez y adolescencia, cuando su domicilio y la caseta del primer equipo estaban separadas por un tabique.
Esa singular familiaridad suya respecto al club y cuanto representaba fue la que Biritxi cultivó siempre con las decenas y decenas de futbolistas, técnicos y personal de la institución que conoció durante su dilatada carrera. Combinaba la sabiduría de sus manos con la perspicacia en el trato. Su camilla no era únicamente el lugar donde sanaba y aliviaba físicamente, allí desplegaba sus dotes de psicólogo, escuchaba, atendía, aconsejaba, no en vano era un perfecto conocedor de todos los entresijos de la caseta del Athletic.
Su propio himno
De modo que su valía profesional trascendía a su cometido de masajista y adquirió una indudable trascendencia en la creación de un ambiente idóneo para el trabajo diario. Se convirtió en un especialista en rebajar la tensión, en descargar de presión al futbolista, a la plantilla, para la que actuaba como una especie de confesor. Su remedio infalible, su fórmula mágica, era la alegría que emanaba, contagiosa, vital en muchos trances que afrontó con el equipo. Este aspecto es quizás el que más resaltan cuantos pasaron por sus manos y disfrutaron de su compañía en autobuses, aviones y hoteles.
Biritxi, que acostumbraba a combinar en su indumentaria el chándal con los zapatos de calle, compuso su propio himno del Athletic, le puso la música y la letra. Lo entonaba cuando consideraba que era necesario. Él empezaba y los jugadores le seguían a coro, minutos antes de salir al campo para disputar los compromisos más trascendentales. "No tengo para olvidar el día que el alemán -Jupp Heynckes- entró en la caseta. Se quería morir cuando nos pilló a todos cantando con Biritxi su canción. Al principio pensó que era una chirigota, pero al vernos tan serios cantando se dio cuenta de que aquello tenía un valor muy grande para nosotros", relata Rafa Alkorta.
Dani tampoco lo ha olvidado: "Era un artista. Con él sí que nos hemos reído. Esa imagen de Biritxi subido en una caja de botellas de agua cantando lo de 'Adelante campeones…' y nosotros con él, que llevaba un pañuelo amarrado en la cabeza. Se la inventó, ni siquiera rimaba bien, pero era la leche… 'Nadie puede detener a este equipo campeón…' (y sigue tarareando)".
Y añade: "Lo malo es que decimos que era un fenómeno ahora que se ha ido, en vez de haberle reconocido todo lo que nos dio en vida. Es una pena. Fue un hombre del Athletic. Desde luego a mí me trató como si fuera un padre y luego, cuando fui capitán, compartí con él muchos secretos que hay en un vestuario".
En parecidos términos se manifiesta Ángel Iribar: "Siempre estaba de buen humor. Era un buen psicólogo porque sabía cómo descargar los excesos de responsabilidad que a menudo sufren los jugadores". Pero el Txopo quiere resaltar sus aptitudes profesionales, empezando por su disponibilidad laboral y personal: "No tenía horario, estaba siempre para quien le necesitase, cualquier hora y eso tiene un valor incalculable".
Abunda en ello Ángel Mari Gorostidi, que fuera el médico del último equipo campeón: "Natxo mamó lo de ser masajista. Su padre lo fue del club durante décadas y también fue el masajista que salió al exilio con la selección de Euskadi durante los años de la Guerra Civil. Natxo funcionaba como entonces funcionaban los masajistas: sabía la de dios sin tener ningún título. Sabía a la perfección dónde y cómo tocar. Estaba tremendamente capacitado. A mí personalmente me sirvió de mucha ayuda".
Tampoco Gorostidi puede omitir esa otra faceta que subrayan los exjugadores: "Su relación con el equipo era estupenda. Qué sentido del humor tenía. Era capaz de disfrazarse el mismo día de una final de Copa para romper con ese ambiente cargado que se da en los instantes previos a jugar el partido, para ablandar esos nervios que les hacían polvo a los jugadores. Y lo conseguía".
Gran amigo de Piru Gainza, con quien pasó horas incontables, Biritxi ofreció al club servicios extra, como acoger en su propia casa a Pedro Lavín, delantero natural de Ondarroa en la década de los 60, que se convirtió durante años en uno más de su familia. Iribar cuenta este asunto y rememora cómo se accedía directamente al domicilio desde las antiguas casetas de San Mamés.
San Mamés, su casa
José Antonio Narváez aporta más detalles al respecto: "Desde su casa se pasaba al cuarto de calderas. Luego ya se hizo una obra y se aisló. La habitación donde se guardaba el material, las botas y todo lo demás, daba a una de las paredes de su domicilio". Narváez, en su calidad de utillero ("y muchas más cosas porque en aquellos tiempos hacíamos de todo y nos ayudábamos entre todos"), cargo que dejó al jubilarse hace un año, es quizás una de las personas que con más conocimiento de causa puede hablar de Biritxi.
"Cuando entré en el 63, yo tenía solo 17 años, Natxo trabajaba con Guillermo Perdiguero, que era mi tío. Vamos, que no éramos familia, pero como si lo fuéramos a todos los efectos. Era amigo de todos y todos eran amigos de él. Tenía que era muy animado. ¿Qué puedo contar ahora de él? Hemos pasado tanto juntos... Todavía me acuerdo los morados con que llegaba a casa porque cuando volábamos con el equipo y el avión se movía me agarraba de los brazos y no me soltaba, con la fuerza que tenía en las manos. Hasta llegamos a dormir juntos en algunos desplazamientos porque había problemas en los hoteles. Ahora se viaja como señoritos, pero entonces era muy distinto".
Padre y hermano
Prosigue un afectado Narváez: "Me enseñó muchísimo, igual que mi tío. Yo también daba masajes. Entonces se hacía a base de tacto, lo que valía era la práctica, ahora es todo mucho más sofisticado, pero te voy a decir que los jugadores estaban igual de cuidados que ahora. ¿Cuánto dura un tirón? Tres semanas te dicen ahora, pues con Biritxi eran 21 días".
Veteranos de la década de los 50 y primeros 60, como Manolo Etura y José Luis Artetxe guardan idéntico recuerdo que el resto de los consultados: "Buena persona y muy efectivo en su trabajo, aprendió el oficio de su padre, Perico". Etura apunta algún detalle más: "Era de nuestra edad y era como un hermano para todos, pero también hacía un poco como de padre. Compañero y amigo, siempre que le pedías un favor te lo hacía. Todo lo que te puedo decir es bueno. Lo único que no te puedo decir es cómo jugaba porque no salía al campo con nosotros, pero era una persona fiel, podía saber todo, pero no decía nunca nada y nunca le veías enfadado".
El Athletic está de luto, el pasado martes a media tarde se fue alguien que dejó huella en un buen puñado de generaciones rojiblancas. Biritxi, un fenómeno. 'Adelante campeones…'