Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 22//10/2017
Entre las muchas definiciones que podemos encontrar de la palabra humildad nos vamos a quedar con esta: "Actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoces sus fracasos y debilidades y actúa sin orgullo".
Es posible que todos los que pertenecemos a la familia del Athletic, después del último partido en Suecia el pasado jueves frente al Östersunds FK, cambiando la palabra persona por equipo o club, podamos vernos reflejados en esta definición.
Sin duda, el Östersunds FK dejó una serie de señales y riqueza en movimientos que sería bueno tener en cuenta:
Iniciativa y verticalidad: Siempre hacia adelante, buscando la portería rival.
Juego en profundidad y rupturas al espacio: tratando en todo momento de superar lineas en cada una de sus acciones y buscar las zonas más dañinas para el rival. Las incorporaciones de los jugadores de segunda fila también hablan del compromiso de todos para con el gol.
Intensidad y ritmo alto de balón: El toque de balón, la ejecución técnica no es simplemente una mecánica, sino que muestra una intención de querer llevar el peso del juego. Como decía el arquitecto Louis Sullivan; "La forma sigue a la función".
Valentía en los duelos y finalización: Una confianza extrema a la hora de afrontar la responsabilidad individual, la que me corresponde y de la que soy propietario dentro del juego colectivo.
No debió ser fácil para los jugadores -a todos nos ha pasado en algún momento- estar sobre el campo cuando ves que las cosas no están saliendo como esperabas. Más allá de lo táctico y de los sistemas, la diferencia entre ambos equipos fue que durante muchos minutos el Östersunds FK dio la sensación de vivir el juego desde una constante 'oportunidad', mientras que el Athletic parecía hacerlo desde una constante 'amenaza'. Con lo que hacían, los suecos vibraban y nosotros languidecíamos. Unos vivían, otros sobrevivíamos.
Vivido -o sufrido, según se mire- lo del jueves, hoy toca enfrentarse al Leganés, un equipo que puede tener ciertas similitudes con el Östersunds FK. Ambos llevan poco tiempo en la élite. Para los suecos es la cuarta temporada en primera división, para el Leganés es la segunda en Primera. Reconocen sus debilidades, compiten cada partido con mucha humildad y son conscientes de la dificultad que tiene cada partido. Saben a lo que juegan y como tienen que jugar. los dos, a pesar de su corta historia, parece que están pasando por un mejor momento que el Athletic en cuanto a modelo de juego. Otra cosa será cómo acabe la temporada. La historia pesa, y en eso el Athletic les saca mucha ventaja.
Estas características que están llevando a estos equipos a hacerlo tan bien, pese a su corta trayectoria en la élite, son las que siempre hay ayudado al Athletic en su larga historia. Y como tal, es bueno no olvidarse de ellas, e incluso recuperarlas si hace falta. No pasa nada por admitir sus méritos y alabarlos, al revés, es bueno reconocerlos. Y es bueno, porque quizás para poder superar a estos equipos uno tenga que empezar por igualar estas características y, después de igualarlas, con tus mejores cualidades y tu historia, termines por superarles. Salir al campo sin presumir de tus logros -que por historia son muchos mas que los del rival- para ganar desde algunos principios básicos del juego.
Y esto nos debe servir para todos, porque el Athletic somos todos los que le queremos. En sus más de 100 años de historia hemos pasado por momentos muy buenos, buenos, regulares y malos. Siempre los hemos afrontado desde la humildad, siendo un club único, diferente y pasional, muy pasional. Y en la dificultad es donde esa humildad nos ha dado las mayores recompensas. Todas estas situaciones con las que nos hacen ser y vivir el Athletic de una manera tan especial. Todos juntos, con humildad, somos más fuertes.