Artículo publicado por Pako Ruiz en el diario Deia el 09/10/2017
Se cumplen 25 años del debut de Maradona en el Sevilla, en el viejo San Mamés, con victoria del Athletic gracias a un gol de Ziganda
Aquella tarde fría y lluviosa de inicio de otoño, el viejo San Mamés proyectaba un aroma de fútbol en mayúsculas. No se trataba de un partido definitivo, ni estaba nada importante en juego más allá de los dos puntos. No en vano, transcurría solo la quinta jornada de liga. Aquel 4 de octubre de 1992, sin embargo, ofrecía un matiz histórico. Diego Armando Maradona, que todavía lucía la etiqueta de mejor jugador del mundo, regresaba a un campo de fútbol después de pagar con una larga sanción su doping por cocaína cuando era jugador del Nápoles. Lo hacía en las filas del Sevilla, presidido por José Luis Cuevas y que había desembolsado 750 millones de las antiguas pesetas tras cerrar un proceso negociador que se había alargado durante más de dos meses. El Pelusa compareció en La Catedral casi una década después del affaire por la entrada que sufrió por parte de Andoni Goikoetxea como jugador del Barça y después del bochornoso espectáculo que ofreció el argentino y sus compañeros en la final de Copa de 1984 que perdió el conjunto azulgrana ante el rojiblanco. La expectación fue enorme. Y el encuentro, también.
Se cumplen 25 años de aquel momento, subrayado en la historia y en las memorias escritas de Maradona, que generó una impactante cobertura mediática con su presencia en Bilbao. José Ángel Ziganda probablemente no olvida aquel duelo. Kuko puede decir que esa tarde eclipsó al Pelusa, hecho que se lo recuerdan un cuarto de siglo después, cuando se reencuentra con el Sevilla ya en el nuevo San Mamés, aunque en esta ocasión lo hace como entrenador del Athletic. Ese 4 de octubre de 1992, el conjunto rojiblanco superó al sevillista pese a Maradona y al golpe que supuso encajar el 0-1 a una zancada de expirar el primer acto. A vuelta de vestuarios, el equipo entonces dirigido por Jupp Heynckes, que inicia hasta finales de este curso su cuarta etapa al frente del Bayern de Múnich, se conjuró y dio la vuelta al marcador ya sin Maradona, que fue sustituido a los 71 minutos un tanto contrariado por la decisión de Carlos Bilardo. Luke, que compareció en el segundo acto, firmó el 1-1 a los 79 minutos y diez después Ziganda ponía la guinda con el tanto del triunfo de los leones.
Maradona saltó al césped, además, con el brazalete de capitán del Sevilla pese a ser su primer partido con la escuadra hispalense. Lo hizo con un llamativo sobrepeso a sus 32 años de edad, como él mismo había avisado a su llegada a Sevilla: “Estoy para jugar 45 minutos”. El retrato escapaba del que le hizo incomparable en la década de los ochenta del siglo XX. Con todo, su zurda y su calidad, aunque fuera en pequeñísimas dosis, mantenían su porte y hacían temer a sus rivales. “Para mí se convirtió en una experiencia fascinante”, rememora Juanjo Valencia, que en ese partido defendía la meta del Athletic. Se trataba de la tercera comparecencia, la segunda en San Mamés, del portero donostiarra, entonces un recién llegado a la élite con 21 años.
Valencia, que paradójicamente jugó en el Sevilla (1999-2000) una campaña tras dejar el Athletic con un legado de 195 encuentros como león, fue víctima de la clase de Maradona. El Pelusa armó su zurda en un golpe de castigo al borde del área rojiblanca. La puso donde casi siempre y Valencia se esforzó para evitar que ese balón entrara, pero su rechace cayó en la persona de Marcos, que hizo el 0-1. “No hacía falta estudiar sus lanzamientos en los días previos, los conocía todo el mundo. Solo esperabas que no tuviera su mejor día. Recuerdo que sí impresionaba tenerle delante, porque yo también era un crío y me enfrentaba al mejor jugador entonces de la historia”, describe el exportero, hoy en día alejado del mundo del fútbol a la espera de que le surja una oportunidad, como la que le dio, por ejemplo, Ziganda en su etapa al frente del Xerez.
Valencia dice que sabían que debían tomar precauciones con el astro argentino, con el fin de evitar faltas cerca del área propia, al mismo tiempo que apunta que Heynckes no aplicó un plan antiMaradona, porque “no era partícipe de esos planteamientos”, aunque sí hubo una especie de marcaje cercano por parte de Óscar Tabuenka e incluso de Andoni Lakabeg. El donostiarra, que después de jugar en el Sevilla lo hizo en el Sporting, en el Nástic y en el Racing, se queda con toda la burbuja que rodeó al encuentro. “Fue todo novedoso para mí por lo que se movió y por la expectación que levantó. Yo acababa de debutar y fue un partido diferente, que daba la vuelta al mundo. Lo bueno de todo fue que la victoria se quedó en casa”, concluye Valencia, que espera que el Athletic vuelva a vencer el sábado al Sevilla, en un encuentro que espera “duro”, pero en el que confía que los de Ziganda, al que cree un “gran entrenador”, saquen “una buena versión” para sumar tres puntos muy necesarios.