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lunes, 4 de diciembre de 2023

Pañuelos por un gol

Fuente: Leyendas del deporte vizcaíno. (1995) Autor: Jon Rivas Albizu

Si algún jugador simboliza los valores del Athletic a lo largo de su historia ese es Agustin Gainza. Durante toda su vida trabajó sólo en dos empresas. La primera fue La Basconia. Allí tuvo que emplearse cuando era un adolescente porque en su casa había otros cuatro hermanos a los que dar de comer y su padre estaba en la carcel, como muchos otros ciudadanos, a consecuencia de la recién finalizada Guerra Civil. El tren de laminación de bandas, en el que cobraba 8,50 pesetas, fue su primer "tajo". El segundo, el Athletic.

En el club rojiblanco, Gainza estuvo veinte años como jugador, más tarde como entrenador y finalmente como ojeador y asesor de los diversos técnicos que pasaron por Lezama hasta que se jubilo, no sin antes disfrutar desde el banquillo, como colaborador de Javier Clemente, de los últimos éxitos del Athletic en los comienzos de la década de los ochenta. Toda una vida dedicada al fútbol y al club bilbaino. Y eso que a Agustín, en sus tiempos jóvenes en su Basauri natal, el fútbol no le atraía en exceso. Cuando se le preguntaba decia que prefería jugar a otras cosas. La trompa, por ejemplo. Siempre presumio de que cuando niño no habia nadie que pudiera rivalizar con él en el manejo de la peonza. Pero se formó un equipo de chavales, que se presentaba a un torneo donde el Athletic iba a elegir a algunas jóvenes promesas allí acudió Gainza, que para entonces era ya Piru, desde sus tiempos de portero, por comparación con otro guardameta de su pueblo que recibía el mismo apodo. Afortunadamente Agustín Gainza se aburría cuando jugaba en la puerta y prefirió irse más adelante. Miles de aficionados se vieron beneficiados por el gesto del basauritarra.

Fichar por el Athletic le supuso un respiro. El club de San Mamés le proporcionó un trabajo más descansado que el de La Basconia, como aprendiz de tornero, y le completó el sueldo para que pudiera dedicar más tiempo al fútbol. Lo aprovechó. Sobre todo después de que el Athletic traspasara por 60.000 pesetas al ocupante de la banda izquierda, Guillermo Gorostiza, al Valencia. Desde ese momento y hasta su retirada en 1959, Piru Gainza fue titular indiscutible con el número 11 a la espalda. Y batió todos los récords con el Athletic bilbaino. Jugó nueve finales de Copa, de las que ganó siete; obtuvo dos campeonatos de Liga y jugó en 33 oportunidades en la selección. Desde que acudió por vez primera a la convocatoria del equipo español sólo una vez, en once años, dejó de vestir la camiseta roja. Fue en un partido ante Bélgica, horas después del fallecimiento de su madre.

De igual forma, Piru Gainza es el jugador que más goles ha conseguido en un partido. Nada menos que ocho le marcó al Celta de Vigo y, como siempre se encarga de recordar, cuatro los hizo con la derecha, su pierna mala. Porque Piru era zurdo total, de esos zurdos astutos y hábiles que hacen perder la compostura a cualquier defensa, y capaces de marcar goles como el que le hizo al Tarragona en San Mamés. Nunca se ha visto en el campo bilbaino una pañolada tan grande para celebrar un gol.

Fue el primero de mayo de 1949. Los aficionados que presenciaban el partido desde la tribuna de Misericordia fueron los más afortunados. Ellos lo vieron de cerca. Unos metros más alla de la línea que delimita ambos campos, y pegado a la tribuna principal, Piru recibió el balón. Como solía ser normal comenzó a correr la banda. Le salió al paso un contrario, al que dribló. Luego, otro que se quedó atrás después de otro regate, y otro. Apenas quedaba sitio y Piru se fue hacia la línea de fondo. Entró al área. Sus compañeros esperaban el pase hacia atrás, la opción más lógica, pero el ángulo se fue cerrando y el balón no salía de sus botas. Llegó hasta el palo. El portero del Tarragona le corta el paso. Amagó hacia fuera, para allí se fue el guardameta y Gainza, sin otra opción, se agarró al poste y entró con la pelota entre los pies. Gol y pañuelos. Una de las grandes tardes de Piru Gainza. Como la de Dublín, pese a la derrota de la selección española. Aquél día recibió el sobrenombre de Gamo. Uno más a sumar a los de "brujo", o "genio", que también figuran en su maravilloso historial deportivo.
Piru Gainza acaba de marcar el famoso gol de los pañuelos
a la Gimnástica de Tarragona (Foto: Claudio)

El fútbol, según Agustín Gainza, lo fue todo para él, pero recíprocamente, Agustín Gainza lo dio todo por el fútbol. Un amor correspondido. Si Gainza no hubiera existido, aquella mítica delantera que se nombraba de corrido "Iriondo-Venancio-Zarra-Panizo-Gainza", nunca hubiera alcanzado la fama que llegó a alcanzar.

Ya veterano, Gainza tuvo un enfrentamiento con el entrenador brasileño Martín de Francisco y colgó las botas. Por poco tiempo ya que unos meses más tarde sacó el título de entrenador y regresó a los campos. Con él como técnico, el Athletic jugó dos finales de Copa. Después, un montón de años más en Lezama, aconsejando y buscando nuevos valores. Siempre en el Athletic. Su segunda empresa, la definitiva. Su casa.

Agustín Gainza Vicandi
Nació en Basauri el 28 de mayo de 1922. Como futbolista comenzó en varios equipos de su pueblo, el San Fausto y el Porrón, antes de ingresar en el Athletic en la temporada 1938-39. Debutó vestido de rojiblanco con el equipo denominado Bilbao en San Mamés el 8 de mayo de 1938. Sus primeros meses los pasó como suplente de Gorostiza, pero el traspaso de "Bala Roja" al Valencia le abrió el camino de la banda izquierda de San Mamés. Como jugador del Athletic ganó dos Ligas (1942-43 y 1955-56) y siete campeonatos de Copa (1943, 1944, 1945, 1950, 1955, 1956 y 1958). Debutó con la selección española el 11 de marzo de 1945 en Lisboa. España y Portugal empataron a dos goles. Era seleccionador Jacinto Quincoces. Participó en el Mundial de Brasil en 1950 e intervino durante su carrera en 33 partidos internacionales. Tiene el récord de goles en un partido (ocho al Celta en cuartos de final de Copa en 1947) y se retiró del fútbol en la temporada 1958-59. Como entrenador dirigió al Arenas y al Athletic. Desde el banquillo rojiblanco presenció dos finales de Copa. Después pasó a incorporarse al cuerpo técnico del Athletic hasta su jubilación. Piru falleció el 6 de enero de 1995, a los 72 años de edad, en su domicilio de Basauri víctima de un infarto de miocardio.