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sábado, 22 de julio de 2023

La huella del primer gran portero del Athletic

Artículo publicado por Aitor Martínez en el diario Deia el 15/07/2023

Goyo Blasco, actual presidente de la peña México Athletic, desgrana la figura de su aitite, Gregorio Blasco, mito del conjunto rojiblanco, con el que ganó la primera liga de su historia
Goyo Blasco, presidente de la peña México Athletic. (Foto: Aitor Martínez)

La historia del Athletic, con el máximo de los respetos hacia los cientos de futbolistas que han defendido sus intereses en los 125 años de vida de la entidad, se podría escribir perfectamente a través de sus porteros. La figura de José Ángel Iribar, el Txopo, es la más venerada; pero antes y después de él hubo lugar para otros genios de la portería, ilustres rojiblancos que dejaron su sello en el club. Unai Simón está llamado a coger el testigo de Andoni Zubizarreta, el ya citado Iribar, Carmelo Cedrún, Raimundo Lezama o Gregorio Blasco, protagonista de estas líneas, que fue el primer gran portero del Athletic.

Nacido en Mundaka en junio de 1909, debutó como león en octubre de 1927 en un encuentro del Campeonato Regional ante el Barakaldo. A aquel primer choque le siguieron otros 202 para completar una marca personal de 203 partidos en once temporadas. La Guerra Civil le llevó al exilio en México, donde continuó con una carrera de leyenda. Ganó cuatro ligas con el Athletic, entre ellas la primera en la historia de la entidad bilbaina, cuatro Copas y fue el portero menos goleado en liga en tres ocasiones, lo que le hizo conquistar tres trofeos Zamoras, repartidos con carácter retroactivo por el diario Marca, que comenzó a repartir dicho título en 1959.

Su huella se mantiene imborrable en Ciudad de México, donde pasó sus últimos años de vida, hasta que falleció en 1983 tras una larga enfermedad. En el país azteca se convirtió en un ídolo del Club España, con el que conquistó también varios títulos y donde ejerció de entrenador de las categorías inferiores. También jugó en el Atlante y tuvo un breve paso por Argentina, donde jugó en el River Plate. “Lo que más me impresiona de mi aitite –sostiene Goyo Blasco, su nieto y presidente de la peña México Athletic, en cuya sede, ubicada en la Euskal Etxea recibe a DEIA–, aparte de los gran futbolista que era, es que todo el mundo le quería. No tenía un solo enemigo. Era muy querido en Bilbao y aquí en México. Era serio, muy educado. Toda la gente que en estos años me ha hablado de él, porque le conocieron, lo ha hecho con buenas palabras”.

La pasión que Blasco sentía por el Athletic se la trasladó primero a su hijo y entre los dos, a Goyo, el nieto. “Fue como por ósmosis. Cuando nací, en el hospital decoraron la habitación con muñecos rojiblancos. No tengo muchos recuerdos de mi aitite, porque murió cuando yo era un niño, pero sí recuerdo ir a su casa a visitarle. Mi aita sí me habló mucho de él. Decía que era reservado. Le llamaban El Monje cuando jugaba con la selección de Euzkadi. Sus compañeros se iban de fiesta y él no, se quedaba a descansar”.

Gregorio Blasco despeja de puños. (Foto: Familia Blasco)

Tras recoger fondos para el Gobierno vasco con el combinado de Euzkadi, que realizó una gira por Europa y acabó en México una vez las tropas franquistas conquistaron Hegoalde, Gregorio Blasco no regresó a casa más que de manera puntual. Hizo vida en el país norteamericano, pero en una de sus visitas a Bizkaia, en 1956, coincidió con el Athletic campeón. “Mi aita me contó que fue a San Mamés por primera vez en mayo de aquel año. Y claro, como todo el mundo conocía a aitite, le metieron en el vestuario y después le hicieron hueco en el Ayuntamiento de Bilbao en los festejos del doblete. Recuerdo que aita se quedaba asombrado porque aunque había dejado su tierra hacía 20 años, la gente le paraba por la calle, le reconocía”.

El despeje de puños

Sin cámaras de vídeo que inmortalizaran los encuentros de la época y apenas un puñado de fotografías que han sobrevivido al paso del tiempo, bien resguardadas por la familia Blasco, para quienes no le vieron jugar en vivo y en directo, resulta difícil imaginar en qué aspectos destacaba Blasco. Por ello, su nieto, que ha absorbido todo lo que le contó su aita, sostiene que sobresalía en las salidas por alto: “Sin duda, era muy característico el poder que tenía para salir por alto. Y eso que era bajito, apenas medía 1,75 metros. Su despeje de puños debía de ser impresionante. Cuentan que llegaba hasta el centro del campo desde su área y claro, la gente se quedaba impresionada”.

Quienes le conocieron en México no solo se quedaron impresionados con esa virtud de la que hacía gala, también con sus vestimentas, muy características y nada habituales por tierras aztecas. “Fue el primer portero en jugar con guantes en las ligas mexicanas y argentinas, que cuando aquello nadie usaba. Además, jugaba con un suéter de portero como de cuello de tortuga y la gente mexicana se quedaba impresionada porque el clima aquí no es el mismo que en Bilbao”.

Reconocimiento

Pocos días después de la muerte de Gregorio Blasco, San Mamés le rindió un caluroso homenaje, una forma de poner en valor todo lo que hizo por el Athletic en su etapa en el club. Claro que el más especial tuvo lugar hace apenas unos meses, en enero, cuando en su Mundaka natal inauguraron una calle con su nombre. Su nieto aceptó de buen gusto la invitación trasladada por la alcaldesa y viajó a Bizkaia para estar presente en un día tan señalado.

Todo surgió en un trayecto en metro antes de un partido entre el Athletic y el Sevilla en 2014. “Yo estaba con mi aita –fallecido hace poco más de un año– y se nos acercó una persona. Le preguntó si era Blasco y se presentó como Kepa Larruzea, que ahora es el presidente de la peña que lleva el nombre de mi aitite en Mundaka. Le informó que quería montar una peña y claro, le ayudamos con el logo y, por supuesto, nos hicimos socios de la misma”, relata Goyo Blasco. Entonces, además de la peña, Larruzea impulsó el cambio de nombre de una de las calles de la localidad costera. “Hizo un trabajo tremendo y logró que a la calle junto al polideportivo se le pusiera el nombre de mi aitite. Fui en 2019 a Mundaka, me reuní con la alcaldesa y me dio la carta en la que explicaban el cambio del nombre. Era algo que no esperábamos y supuso una alegría inmensa para toda la familia”, concluye.

Es la huella de Gregorio Blasco, que conduce hasta Ciudad de México, donde se tuvo que exiliar. El recuerdo del primer gran portero del Athletic, un club que si puede presumir de algo es de los muchos y muy buenos guardametas que han defendido su portería en los 125 años de existencia de la entidad.