Artículo publicado por Santiago Segurola en el diario As el 22/09/2018
Se cumplen 50 años del debut de Javier Clemente en el Athletic. Fue el 22 de septiembre de 1968 ante el Elche en San Mamés.
Nunca le ha resultado ajeno el foco mediático a Javier Clemente. Tampoco en el día de su debut como titular en el Athletic, del que hoy se cumplen 50 años. Medio siglo como personaje del fútbol, apenas 47 partidos de Liga, una carrera truncada por la lesión que sufrió el 23 de noviembre de 1969 en la Creu Alta. No le apartó del fútbol inmediatamente, pero nunca volvió a brillar como en aquel año mágico –de septiembre de 1968 a noviembre del 69–, donde se generó un pequeño mito que la lesión se encargó de agrandar: el de un probable gran jugador con la carrera destruida en plena juventud.
No había suficiente plantilla en el Athletic aquel 22 de septiembre de 1968. Cuatro días antes había disputado un partido durísimo contra el Liverpool en la primera eliminatoria de la Copa de Ferias, después convertida en Copa de la UEFA. Uriarte, Pichichi de la temporada anterior con 22 goles, no acababa de recuperarse de una lesión muscular. Antón Arieta, el joven y más que prometedor delantero centro, tampoco estaba en buenas condiciones. Peor aún, Chechu Rojo, exquisito y controvertido extremo izquierda, se había lesionado en el encuentro con el Liverpool. No salió tras el descanso. Su puesto lo ocupó Javier Clemente, un chaval de 18 años, apenas conocido por la hinchada bilbaína.
Clemente, natural de Barakaldo, se había labrado cierta fama en los juveniles del Athletic, que durante cinco años (1963-1967) había ganado la Copa con varias hornadas inolvidables: Uriarte, Arieta II, Rojo, Estéfano, Igartua y Lavín, entre otros. Clemente jugó con el juvenil la temporada 67-68, la primera sin éxito después de la saga triunfal. Vivía enfrente de la puerta de entrada al colegio de los Hermanos de La Salle, centro de aire inglés donde estudiaban los hijos de los miles de trabajadores de Altos Hornos de Vizcaya.
Buen estudiante, Clemente destacaba en los partidos que se disputaban en el amplio campo de cemento del colegio. Le fichó el Barakaldo juvenil y no tardó en pasar al juvenil del Athletic. Era pequeño (1,69 metros), liviano, laborioso y zurdo. Tenía clase y recorrido, a pesar de su ligereza y juventud. Quizá ningún factor era más relevante que su febril carácter competitivo, pero de todo eso no se sabía nada en las vísperas del partido frente al Elche en San Mamés.
Era la segunda jornada de Liga, precedida por dos buenos resultados, las victorias sobre el Zaragoza en La Romareda y el Liverpool de Bill Shankly. Sin embargo, el periodismo disparaba con bala contra el equipo. En lo que ahora se puede interpretar como una bilbainada, San Mamés despidió con silbidos al equipo después de derrotar a un Liverpool que incluía a media docena de jugadores históricos: Hunt, Callaghan, Lawler, Saint John, Yeats y Thompson.
Clemente jugó la segunda parte y no dejó nada reseñable. El partido contra el Elche se disputó en domingo y se transmitió por televisión. Un gran día para un debut como titular. Clemente, interior por naturaleza, ocupó la posición de Rojo como extremo izquierdo. Se trataba de un curioso Athletic: Uriarte, Rojo y Clemente eran interiores zurdos, aunque de características diferentes. Por difícil que pareciera reunirles en el equipo, el talento se impuso. En muy poco tiempo, Clemente se adueñaría del número 10, con un Uriarte a su derecha y Chechu Rojo a la izquierda.
El primer partido como titular de Clemente no dejó nada especial. El empate a un gol fue inmerecido. El Elche jugó mejor. El foco se dirigió a Igartua, el otro debutante. Medio centro compacto y enérgico, temible en el remate de media distancia, Igartua, también de 18 años, llamó la atención de la crítica. Unos días después del partido ingresó en el equipo que iba a disputar los Juegos Olímpicos de México. Clemente regresó a la suplencia, dentro de la peligrosa espiral del equipo.
Tras la sexta jornada, el Athletic era penúltimo. La directiva decretó la destitución de Piru Gainza. Le sustituyó Rafa Iriondo, de 49 años, extremo derecho en la legendaria delantera de la posguerra. Nunca había dirigido un equipo de Primera División. La directiva aclaró en la nota oficial que se trataba de un cargo provisional, “a la espera de la contratación de un entrenador de reconocido prestigio”. Nadie sospechaba que el Athletic estaba a punto de recorrer una temporada histórica.
El 1 de diciembre de 1968, el Athletic afrontó el derbi con la Real Sociedad en situación crítica. A los pésimos resultados se añadían las bajas de Iribar, Sáez, Aranguren, Koldo Aguirre y Uriarte. Rafa Iriondo volvió a tirar de Igartua y Clemente. De nuevo se transmitió el partido por Televisión Española. Ganó el Athletic (3-1) y la hinchada respiró. El nuevo ídolo era Igartua, que poco después marcó un golazo en el 4-4 con el Atlético de Madrid en el Manzanares. Sin embargo, las piezas comenzaban a encajar poco a poco. Estaba a un punto de configurarse una mítica y breve delantera del Athletic: Argoitia, Uriarte, Arieta, Clemente y Rojo.
No se alinearon juntos los cinco hasta el 5 de enero de 1969, frente al Zaragoza, en la jornada 15 del campeonato. Significó la eclosión de Javier Clemente Lázaro, el rubio de Barakaldo. Venció (3-0) el Athletic, con una actuación sensacional de Clemente, autor del tercer gol, su primer tanto en la Liga. Aquel equipo, que había desesperado a la hinchada, comenzó a mejorar sus prestaciones. La jovencísima delantera (Uriarte, 23 años; Arieta, 22; Rojo, 21; Clemente, 18) tenía algo del carácter de los años 60: rebelde, talentosa, impredecible, imparable en sus mejores días.
El Athletic mejoró algo sus posiciones en la Liga –terminó en 12ª posición– pero logró su primer gran éxito desde 1958, fecha del último titulo del equipo en la Copa. Once años después, dirigido por Rafa Iriondo, que sería relevado por el inglés Ronnie Allen después de la final, el Athletic derrotó al Elche por un gol a cero. El tanto lo marcó Antón Arieta. La gran aventura prosiguió la temporada siguiente. El Athletic acabaría segundo en la Liga, a un punto del Atlético de Madrid, con Arieta, Uriarte y Rojo como titulares de la Selección española que derrotó en febrero de 1970 a Alemania, en Sevilla.
Clemente no pudo disfrutar de aquellos días extraordinarios. Se le partió la tibia y el peroné en una dura entrada de Marañón en la encharcada Creu Alta. Aunque regresó tres meses después y disputó el resto de los partidos de la Liga 69-70, Clemente no recuperó el nivel que le había convertido en ídolo de la hinchada. El dolor en la pierna era evidente como la debilidad del hueso. Jugó 12 partidos en la temporada 70-71, marcó el gol de la victoria del Athletic en el Bernabéu 1-2 y disputó su último partido el 24 de enero de 1971, contra el Zaragoza. Se retiró en el minuto 35. Comenzó un calvario de operaciones y de intentos por regresar como jugador. No lo consiguió.
Doce años después, con sólo 33 años, Javier Clemente dirigiría al Athletic a su primer título de campeón de Liga desde 1956. Esta vez como entrenador, aunque ésa es otra historia.