Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 14/04/2018
Posiblemente, el pasado lunes frente al Villarreal el Athletic jugó su mejor partido de la temporada. Si fue fruto de la casualidad o la causalidad será algo que iremos viendo en las próximas jornadas. Con gran ritmo de juego, una presión alta mucho mejor estructurada y organizada y siendo valientes -dando pasos hacia adelante incluso con el marcador a favor- podemos decir que el Athletic se empezó a reconocer y a gustarse a sí mismo.
Este nivel de intensidad necesita frescura en varios jugadores, en especial en las línias más adelantadas, que son las que marcan la altura y el momento de la presión. Luego, además de esta presión alta, es necesaria una importante condición física porque al hacho del robo hay que añadirle la posterior acción ofensiva. Es evidente que para poder realizar todas estas características necesitas jugadores que las puedan aportar al desarrollo del juego.
Al Athletic nunca le han asustado los cambios generacionales. Otra cosa es que la asimilación de conceptos, adaptarse a la categoría e ir asumiendo cada vez más responsabilidades les lleva más tiempo a unos que a otros. En Villarreal todos estuvieron muy bien. El equipo en general rayó a una gran altura, pero el paso hacia adelante que dieron Iñigo Córdoba y Williams con su desparpajo, movilidad, velocidad, asumiendo retos y metiendo una gran intensidad en sus acciones, tanto en la presión defensiva como en sus acciones en ataque, es fundamental para que el Athletic pueda seguir creciendo a través de esta forma de jugar.
Al Athletic le ha costado mucho poder realizar todo esto a lo largo de esta temporada. Quizá porque no haya encontrado los jugadores adecuados, quizá porque no ha sido valiente a la hora de hacer un pequeño cambio generacional. Puede que tampoco estos jugadores estuviesen preparados para asumir ese rol, o que el equipo no se ha encontrado en condiciones de poder hacerlo. Quién sabe. Múltiples explicaciones, ninguna respuesta.
Lo que está claro es que el lunes en Villarreal el Athletic se encontró, se divirtió y se gustó a si mismo. La tierra de nadie en la que se encontraba hizo virar la nave rojiblanca. Jugar en Primera implica convivir con la clasificación. Ahora que ésta parece no ser una carga, da la sensación que sale lo mejor de cada uno y del equipo. Esperemos que no sea de manera aislada.
Lo del lunes fue un paso hacia adelante, y no solo en lo que al resultado se refiere. Sirvió para ver la mejor versión de algunos jugadores, pero sobre todo la del equipo. Esperemos que para esta nueva camada de futbolistas jugar en el Athletic, además de ser un privilegio, suponga un reto. Un reto hecho de protagonismo responsabilidad y liderazgo. Este club necesita la frescura e innovación de la juventud y el reposo y tradición de los más veteranos para seguir agrandando una historia que empezó hace ha 120 años. Hoy frente al Dépor hay que seguir gustándose y dando paso hacia adelante.