Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 09/04/2018
El Athletic afronta la trigésimo primera jornada libre del temor al descenso y con el deseo de llegar a Europa apenas visible y alcanzable. Deportivamente parece no jugarse ya nada y ese riesgo, más evidente en aquellos grupos que ven el resultado final como único combustible a su motor, deambula en el inconsciente colectivo de una afición alejada emocionadamente de un equipo al que le ha sido imposible definirse a lo largo de la temporada.
Bien harían los jugadores en centrarse en el presente si quieren -si eso es posible- asegurarse un futuro en el Athletic. Son varios integrantes de la primera plantilla quienes deberían de ir cogiendo posiciones de cara al curso que viene.
Mucho se ha hablado de la situación de Ziganda en los últimos tiempos. Lo cierto es que, acertada o equivocada la apuesta por el mister navarro, se hizo a sabiendas de su labor con el filial rojiblanco, o al menos de los resultados obtenidos. Seis temporadas que incluyeron disparidad de resultados, pero con algunas de las mejores camadas de Lezama. Varios play-off, alguna clasificación más discreta, un ascenso a Segunda División y un posterior descenso. Del trabajo realizado, poco o nada sabremos, más allá de la foto final. Información reservada, a veces por confidencial, a veces por inexistente.
Llegados a este punto, muchos acusan a Ziganda de ser el culpable de la situación. Responsable, si. Eso va en el sueldo y en los resultados obtenidos y él, mejor que nadie, lo sabe. Lo de culpable dejémoslo para otros escenarios u otras épocas. No podemos obviar que ha habido a lo largo de esta temporada lesiones muy significativas, cuyo origen podemos establecerlo en la fatalidad, casualidad o causalidad, según la óptica del observador. Pero también es cierto que muchos jugadores han rendido por debajo de su nivel y de lo que se esperaba de ellos. De nuevo será la óptica del observador quien pondrá el foco de ese bajo rendimiento en uno u otro lugar. Me temo que la descripción de cualquier elemento habla más de quien lo describe que del elemento descrito.
Veremos pues qué lectura hace de todo esto el club. O más bien quienes lo dirigen, que son a fin de cuentas quienes tomarán las decisiones oportunas, y en quienes recaerán las consecuencias directas de las mismas. Los que decidieron poner a Ziganda son los mismos, con algún año más, que ficharon a Bielsa o a Valverde en su momento. En los próximos meses veremos si siguen dando continuidad al proyecto Ziganda o lo dan por agotado.
Independientemente de si sigue o no, los fichajes ya cerrados de Capa y Ganea parecen avistar un giro en la búsqueda de soluciones a los problemas de primer equipo. Tras varios años sin reforzar la primera plantilla con algún fichaje externo, parece que toca mirar el mercado en lugar de a la cantera.
De llegar algún fichaje más también puede suponer que alguno tenga que salir. Quedan ocho partidos, donde siga o no el actual entrenador -o si al final deciden cambiar del cuerpo técnico- lo normal es que analicen la plantilla, el transcurso de la temporada y rendimiento ofrecido por cada jugador, por lo que parece que todos deben mostrarse e ir cogiendo posiciones. El Athletic deambula en tierra de nadie en la clasificación y no hay mucho en juego en este final de temporada, o ¿quizá si?