Artículo publicado por Unai Larrea en el diario Deia el 04/12/2010
"A Kepa con afecto y simpatía de su amigo Iribar". Kepa es Junkera e Iribar es, quién si no, el 'Chopo'. La fotografía en que descansa la dedicatoria, perfilada por un grueso rotulador negro sobre el uniforme rojiblanco de un muchacho que posa frágil y orgulloso en las faldas del Pagasarri, es el tesoro mejor guardado por el trikitilari. Junkera, hoy en el cénit de su creación musical como Iribar en aquellos 70, pisa el césped de San Mamés con la devoción con que un peregrino camina por tierra santa. Adora el Athletic e idolatra a Iribar, con el que dialogó el jueves en un encuentro auspiciado por DEIA. El derbi de Anoeta era el destino, y para alcanzarlo ambos exploraron diversos caminos, pero ninguno secundario.
Kepa Junkera nace en Bilbao el 10 de abril de 1965. Al día siguiente, el Athletic pierde en el Santiago Bernabéu por 1-0, gol de Puskas de penalti... a Iribar.
JOSÉ ÁNGEL IRIBAR: ¡Qué raro que al Madrid le pitaran un penalti a favor! Algunas cosas no han cambiado (ríe). No lo recuerdo bien. Me acuerdo mejor de mi debut aquí, en San Mamés, también contra el Madrid, también con un penalti, también chutado por Puskas. No había sido penalti y el público estaba enfadadísimo. "Chútalo fuera. Como lo metas, se monta una escandalera y no salimos vivos", le dije.
KEPA JUNKERA: ¿Y lo tiró fuera?
J. Á. I.: ¿Fuera? ¡Qué va!
K. J.: Cuando empecé a tocar, me resultaba increíble que un compañero no recordara un concierto o una ciudad. Yo lo memorizaba todo. ¡Todo era tan especial! Ahora me pasa como a ti con los partidos, que has tocado en tantos sitios que no te acuerdas de un montón de cosas.
J. Á. I.: Y eso que tú eres un chaval. Por eso me gustan estos encuentros: te ayudan a rescatar pedazos de memoria que están ahí pero no salen a la luz si no los estimulas. Por eso me gusta juntarme con los veteranos y recordar viejos tiempos. De alguna manera, me rejuvenece.
K. J.: Da la sensación de que las amistades que se forjan en el mundo del fútbol duran para siempre, ¿no? El Athletic siempre me ha transmitido camaradería y buen ambiente.
J. Á. I.: Siempre ha sido así. Hoy en día, que viajo con el equipo, coincido con rivales de aquella época y ves que todos tienen un gran respeto por el Athletic por eso, porque siempre ha sido un club ejemplar.
K. J.: El Athletic, en Bilbao y en Bizkaia, es algo más. En las casas, el Athletic es una parte más de la conversación. Mi madre, de la que heredé la pasión por la música, venía siempre a San Mamés. ¡Siempre! Cuando empecé a viajar con la música, cuando llamaba le preguntaba antes por el resultado del Athletic que por mis hermanos. Guardo como un tesoro una foto que me firmaste cuando yo tendría diez años, pero el verdadero tesoro lo descubrí cuando tuve la oportunidad de conocerte más de cerca, como persona. Admiro tu generosidad, tu sencillez y tu carisma, el ánimo que transmites a los jóvenes. Siempre me has transmitido energía. Estoy orgulloso de que el Athletic y Euskadi tengan un embajador que represente tan bien nuestra idiosincrasia.
J. Á. I.: ¿Y qué digo yo ahora? La admiración es mutua. Recuerdo el día que te conocí, eras un crío. Solía ir a las chocolatadas de los chavales, porque algunos amigos y conocidos me pedían que fuera, y me gustaba. Recuerdo aquel cumpleaños.
K. J.: En casa de mis primos, en Deusto. Cuando nos dijeron que iba a venir Iribar no nos lo podíamos creer.
J. Á. I.: He disfrutado viéndote crecer como músico y persona. Te admiro porque tu música tiene la virtud de alegrarme la vida, de ponerme en movimiento. Me da un impulso que seguramente necesito más que tú.
K. J.: No sólo mi música. Al posar para las fotos me has dicho que pisar San Mamés te rejuvenece.
J. Á. I.: Y con esta lluvia, más todavía. La lluvia le confiere al fútbol un toque épico. A mí siempre me gustó, y eso que siempre es más difícil jugar con lluvia, especialmente para los porteros. Pero tiene algo.
¿A qué suena San Mamés vacío?
K. J.: San Mamés nunca está vacío. Al contrario. Las sensaciones que experimentas aquí son tan personales, la imaginación vuela tan libre... Cuando sientes tan tuyo un santuario, nunca está vacío. San Mamés suena a energía, con ritmo y fuerza.
J. Á. I.: San Mamés es una coral, una coral bien empastada. Es emocionante ver cómo reacciona al unísono ante las distintos lances del juego, cómo se unen público y jugador, jugador y público. San Mamés suena a sinfonía coral.
¿Quién ejerce de director?
J. Á. I.: Es el Athletic, su filosofía. La filosofía dirige ese concierto.
Pero en San Mamés ya no se canta. Se grita, pero no se canta.
K. J.: Lo de cantar se perdió bastante cuando se cambiaron los fondos de pie por asientos tras las porterías. Estamos en un momento de cambio. Aún recuerdo cómo rugía el Stadio Comunale de Turín en un partido del Athletic de la UEFA. Perdimos 5-1 y dimitió Kendall. Aquí casi le damos la vuelta. ¡Cómo rugía! Pero que todo un estadio cante no es sencillo. Como no trabajes en una zona concreta, con 300 personas…
J. Á. I.: En ese sentido, tú hiciste un gran trabajo. Hablaste con todos nosotros, ex jugadores y demás, para sacar un disco de canciones.
Pero se canta más en la calle o en el bar que en San Mamés.
J. Á. I.: Aún hace falta tiempo para que esas canciones cuajen.
K. J.: Pero es cierto. Yo recuerdo en Salamanca las que liábamos con la triki por las calles y los bares. Pero llegabas al campo y, no sé, te colocabas en otro plano.
¿A qué suena un derbi como el del domingo en Anoeta?
J. Á. I.: El derbi suena bien. Somos un pueblo muy pequeño y nos conocemos mucha gente. Un derbi es una vuelta a las raíces del fútbol, cuando se jugaban un montón de derbis. Cuando eres jugador, ese ambiente especial te cala hasta los huesos porque todos tus amigos y todos en tu pueblo están pendientes del partido. La discusión y la apuesta siempre han gustado a los vascos. Y esa dinámica de rivalidad sana es buena.
K. J.: Para mí, un derbi es los jugadores de la Real y del Athletic con la ikurriña. Ésa es mi imagen.
J. Á. I.: Que se repetirá este domingo, la misma fecha, 5 de diciembre, que aquel derbi de 1976.
K. J.: Atocha era una maravilla. Y aquel equipo de la Real que yo conocí, y sufrí, era espectacular. En Gipuzkoa también hay muchísima energía en torno a la Real.
J. Á. I.: Sí, muchísima. Yo percibo un ambiente especial para este derbi: desde la gente joven que no lo conoce por estos años sin derbi hasta aquellos que descubrieron algo nuevo en la final de Valencia. Este derbi tiene algo. Y lo puedo decir por experiencia, por el número de peticiones de entradas que he recibido.
K. J.: Estuve en el 5-0 de Anoeta. Jugaba Kodro en la Real, ¿no?
J. Á. I.: Sí, nos hizo tres.
K. J.: No guardo un buen recuerdo de aquel derbi. Y no lo digo por el resultado, sino por lo enrarecido que estaba el ambiente. No salí muy a gusto del campo, y sin embargo los prolegómenos en la Parte Vieja fueron una maravilla. Al final, esto es un partido de fútbol, nada más. Los equipos vascos no podemos permitirnos perder los papeles.
J. Á. I.: En 1976 sacamos la ikurriña cuando estaba ilegalizada porque los jugadores de uno y otro equipo pensábamos que podíamos aportar algo a nuestra sociedad.
Le metieron a usted cinco aquel día.
J. Á. I.: Sí, pero eso es anecdótico. Fue un partido muy abierto, de muchas ocasiones. Perdimos 5-0, pero Arconada tuvo una gran tarde. Además, casi todos estábamos pensando más en el día después que en el partido, en lo que nos podía pasar por lo que habíamos hecho. Pero en Bilbao también se recuerda mucho el derbi que nos dio la última Liga en 1984.
K. J.: ¡Aquello fue impresionante! El ambiente, los goles de Rocky Liceranzu… Yo lo viví en el campo.
J. Á. I.: Aquello fue una gran hazaña del fútbol vasco. ¡Cuatro títulos de Liga consecutivos! De Guinness.
K. J.: También estuvimos en la final de 1984, contra el Barcelona. Estábamos medio perdidos por Madrid, pero fue doblar una calle y, de repente, toparnos con miles y miles de hinchas y banderas del Athletic. Y lo del campo era impresionante. Se respiraba allí, en el Bernabéu, un sentimiento de pertenencia que iba mucho más allá de ganar o de perder aquel partido. Encima ganamos, y fíjate qué equipo tenía ya el Barcelona: Maradona, Schuster…
J. Á. I.: El Barcelona siempre ha tenido grandes equipos. Nosotros, cuando jugamos la final de la UEFA (1977), también eliminamos al Barcelona de Cruyff, Neeskens y compañía, y al Milan. El Athletic siempre ha tenido un gen ganador, y lo debe conservar.
¿Ganará el Athletic en Anoeta?
J. Á. I.: Llegamos los dos equipos en un momento bueno, en mitad de la tabla, holgados, mirando hacia arriba, sin nada altisonante que distorsione el ambiente… El partido lo tiene todo para que sea una fiesta del fútbol vasco. En un derbi, tan importante como el partido es el antes y, sobre todo, el después. Ese ambiente festivo y de hermandad se tiene que recuperar. Discutiendo si hace falta, sanamente, pero también cantando.
K. J.: En un derbi se trata de que la gente lo pase bien: ir a Donostia, dar una vuelta por lo Viejo, comer, cantar, intercambiar bromas… y que gane el mejor. Y ojalá sea el Athletic.
J. Á. I.: Yo veo bien al equipo, me da buena espina. Lleva unos años en construcción, pero lo veo ya a punto de cuajar y de romper en equipo importante. Si queremos aspirar a Europa, incluso a títulos, tenemos que retener a nuestros jugadores más importantes, y para eso el club tiene que tener músculo económico. Entre todos, tenemos que convencer a esos jugadores de que en ninguna parte van a estar mejor que aquí.
K. J.: Para un equipo tan joven es fundamental arrancar bien la temporada. Eso ahuyenta los fantasmas que hace no demasiado veíamos a menudo… Ya no. Hoy ves a Muniain y dices: "¡Esto es el Athletic!". Su desparpajo, su competitividad, su amor por los colores… El día que perdamos eso, nuestra personalidad, dejaremos de ser el Athletic. Yo lo traslado a la música: aquí no seremos grandes genios como puede haber en Alemania o Estados Unidos, pero tenemos nuestros talentos y nuestros instrumentos: la txalaparta, la alboka, la triki… Y tenemos una forma muy personal de sentir el ritmo, tenemos nuestro espacio en el mundo. Y ese espacio lo tiene el Athletic. Ese sentir lo transmite Muniain, tan talentoso, pero también Toquero, que conecta gracias a su trabajo, a su esfuerzo, a su entrega… El Athletic es esa mezcla de talento y fuerza, de calidad e identificación.
De Muniain asombra su visión de las cosas a su edad. "40.000 contra once, que yo sepa, no es inferioridad", dijo el día que el Athletic derrotó con nueve al Almería.
J. Á. I.: Es una frase redonda, la frase del año. ¡Eso es el Athletic! Resume todo lo que hemos hablado: lo potente y sinfónico que suena San Mamés. Nuestro público es exigente, no anima sin más, pero sabe cuándo el equipo lo necesita. Y cuando ve esa necesidad, se vuelca y es único.
K. J.: Muniain es muy directo, muy vertical. Va siempre a por su objetivo. Lo identificaría con nuestra pandereta: mantiene el ritmo y, a su vez, se le oye desde muy lejos. Me gustaría poder verle en directo en Anoeta, pero tengo el derbi cultural de la Azoka, que también es muy importante y, al igual que el fútbol, mueve mucha gente y muchas ilusiones.
J. Á. I.: Yo también me apunto a ese derbi cultural. Daré una vuelta.
K. J.: Un año estuvimos firmando los discos de "Athletic Bihotzez".
J. Á. I.: Cómo no me iba a acordar si aún me duele la muñeca de tanta firma que echamos (ríe).
A Kepa no se lo digas: ha firmado uno por uno los discos que DEIA va a poner a la venta los sábados 4 (hoy), 11 y 18 de diciembre.
K. J.: Pero en esta profesión hay pocas cosas más gratificantes que el contacto con la gente: charlar, cantar, firmar unos discos... Para mí, eso es un privilegio. No entiendo al artista o al futbolista que evita a la gente.
J. Á. I.: A mí me halaga la ilusión con que mucha gente se acerca a darte la mano o a pedirte un autógrafo.
K. J.: Mira ese chaval de Guatemala con el que nos hemos fotografiado en el campo. Viene a visitar San Mamés y se topa con una leyenda como Iribar y con un músico. ¿Cómo le voy a negar una foto? Los artistas vascos debemos ganarnos los amigos uno a uno, no somos stars. Y este hombre, de vuelta en Guatemala, dirá que se ha sacado una foto con el mítico Iribar y con un músico vasco llamado Kepa Junkera, y alguno de sus amigos quizá busque mi nombre en internet, y tal vez escuche una canción, y tal vez compre mi disco por internet, y tal vez lo aconseje a sus amigos… Nunca se sabe en qué puede transformarse un sencillo gesto.