Los periodistas Jon Agiriano y Miguel González San Martín han reunido bajo el titulo 'Los Inolvidables' un conjunto de entrevistas a jugadores historicos del Athletic Club
«Me siento un privilegiado»
«No hay cosa que me gustaría más que trabajar por y para el Athletic», dice el legendario defensa de Alonsotegi.
5 de junio de 2011
JON AGIRIANO MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN
Con la imagen de Andoni Goikoetxea cualquier dibujante con un poco de oficio podría ir trazando variaciones que concluyeran en un león. Está en plena forma. Nunca ha dejado de cuidarse. Ni mira la carta del restaurante, pide una ensalada verde y una carne. Lo mismo que hay actores de quienes se dice que ocupan toda la pantalla, hay futbolistas que se agigantan sobre el césped. Visto de cerca y de paisano, Goiko es grande y fuerte, pero no se diría que es tan grande y tan fuerte como parecía visto desde las gradas de San Mamés. Es también fuerte de carácter, se advierte en la defensa numantina de toda su carrera, sin excepciones ni fisuras. Por lo demás, su leyenda de hombre duro contrasta con el tono melodioso de su voz, con su afán por ser amable, con su buena educación, con la contención para decir sólo lo conveniente, lo que seguramente considera que se espera de él. Se pone en guardia cuando inevitablemente hablamos de la lesión de Maradona. Sin perder el tono cordial, se le escapan leves chispazos de la mirada, tensa un poco la mandíbula. Nunca dejará de dolerle que se le recuerde más por esa acción desgraciada que por haber sido uno de los mejores centrales de Europa en su época.
- Hablemos de sus inicios en el fútbol recordando una anécdota. Un compañero suyo nos dijo que el entrenador del Arbuyo les explicaba la táctica del siguiente modo: «Aurrera, novillos, gora Euskadi y a por ellos». Eso tiene que marcar.
- No, no, ja, ja. Eso es una leyenda de vestuario. Se cuenta también de otros equipos.
- Es usted de Alonsotegi.
- Sí, de un rincón al que llamaban Londres, donde mi madre vive todavía. Ella era de Barakaldo y mi padre, de Villarreal de Álava, que ahora se llama Legutiano, y vino de crío a Alonsotegi.
- Empezaría a jugar en el colegio, como todos los niños.
- Sí. Bueno, la verdad es que jugábamos en todos los sitios. En el colegio de Sodupe, por las calles de Alonsotegi, en el campo del Arbuyo... Recuerdo aquel balón de Chocolates Chobil que siempre tenía algún huevo y al que había que cuidar con grasa y badana.
- ¿Destacó pronto?
- Sí. Hay una parte del fútbol que es innata. A mí nadie me ha enseñado a rematar de cabeza ni a golpear con la zurda. Todavía hoy gano las apuestas de puntería que hago con mis jugadores, ja, ja. Luego mejoras el físico, mejoras en la táctica, pero lo fundamental lo tienes.
- Usted y su hermano estuvieron a punto de fichar por el Madrid.
- Sí. Jugábamos en el Arbuyo. Mi hermano era delantero centro y yo, interior izquierdo. Fuimos a hacer una prueba al Madrid y a mí me quisieron fichar desde el primer momento. Pero salió un reportaje en 'Hierro' diciendo que el Madrid nos quería fichar y entonces vino el Athletic. José Luis Garay habló cinco minutos con mis padres y cerramos el trato. Los primeros entrenamientos los hicimos en Etxebarri y luego en San Mamés, pero no en el campo, sino en las gradas.
- ¿En las gradas?
- Sí. Haciendo carreras por la tribuna, subidas y bajadas por las escaleras.
- Pero usted ya había jugado antes en San Mamés.
- Sí, con el Arbuyo, en una final de infantiles. Fue inolvidable. Para nosotros el premio, más que el trofeo, era jugar en San Mamés.
- A poco de llegar al Athletic empezó a retrasar su posición. Pasó de interior izquierdo a defensa.
- Fue una decisión de Gonzalo Beitia, que era un excelente entrenador de formación.
- Sarabia dijo lo mismo.
- Es que era verdad. Gonzalo me bajó a central zurdo. Y en esa posición fui internacional en todas las categorías.
- ¿Quiénes eran entonces sus ídolos?
- 'El Chopo', Uriarte, Koldo Aguirre, Antón Arieta, Txetxu Rojo... Verlos me imponía mucho respeto. Después fueron compañeros y amigos con los que compartí muchas cosas.
- Otro de sus ídolos fue Beckenbauer. Una vez confesó que le había impactado mucho su imagen jugando con el brazo en cabestrillo las semifinales contra Italia, en el Mundial de México.
- ¡Claro que me impactó! Un jugador tan elegante y a la vez capaz de seguir jugando en esas condiciones... Le pegaba al balón con los exteriores. Casi ni lo miraba porque llevaba la cabeza siempre alta, al tanto de lo que pasaba en el campo. Daba los pases como con indiferencia, pero sabiendo siempre dónde estaba cada uno. Fuera del Athletic, mis ídolos fueron Beckenbauer y Cruyff.
- De aquel juvenil del Athletic en el que usted jugó, ¿quiénes más llegaron al primer equipo?
- Sarabia y Juan Carlos Vidal.
- ¿Era usted ya tan fuerte entonces?
- Pues sí. Con quince años ya medía uno ochenta.
- Eso le ayudaría a tener confianza en sí mismo, sobre todo al ir al choque.
- Yo siempre he tenido confianza, con choque y sin choque. Miedo no he tenido nunca. Siempre me ha gustado el golpeo de cabeza. Si vas con miedo es cuando te puedes hacer daño. Uriarte no era tan fuerte y entraba extraordinariamente de cabeza. No tenía miedo y la golpeaba con los ojos. Al balón hay que rematarlo con los ojos.
Debut de lateral
- ¿Cómo fue su debut?
- Zubiaga era el lateral izquierdo titular y se lesionó entre semana. Iriondo me llamó y me dijo: '¿Usted ha jugado alguna vez de lateral?'. Nos trataba de usted aunque tuviéramos dieciocho años. Y yo qué iba a decir, que sí, que alguna vez. Lo que quería era jugar. Debuté en Atocha, en un partido de Copa. Perdimos tres uno. Me tocó cubrir a Idigoras, que era un bicho: corría, chutaba, era todo pundonor, iba bien de cabeza, la daba aunque fuera con la coronilla. En el partido de vuelta ganamos dos cero, pero entonces no había lo del valor doble de los goles en caso de empate. Hubo prórroga y penaltis. Así metí mi primer gol con el Athletic, de penalti.
- Se pondría nervioso.
- Pues no, al fútbol hay que jugar con nervio, no nervioso. Buena prueba de ello es que lo tiré por la derecha del portero. No fue un trallazo seco y duro, sino a engañar. Ahora lo desaconsejo. Si el portero te coge el lado, te la para seguro. Insisto en lo de la confianza. Yo tuve la suerte de que seguí jugando. Empecé con Astrain y Madariaga, a veces con Guisasola, que habitualmente jugaba en el centro del campo, luego con Alexanko...
- Pero no lo tuvo fácil para hacerse con el puesto. En su segunda temporada no fue titular.
- Tuve una lesión de pubis. Recuerdo que pasé media temporada en el balneario de Arnedillo.
- En la Prensa se llegó a decir que no iba a renovar.
- Pero no era verdad. Hablé con Koldo y me dijo que era cierto lo de Amorrortu, que luego hizo estupendas temporadas en el Zaragoza, pero no lo mío. Hay quien piensa que Alexanko es anterior a mí, y tampoco es verdad. A Alexanko le mandan cedido al Alavés y entonces, como yo estoy lesionado, el Athletic lo recupera. Luego hice también pareja con él.
- Y cuando Alexanko se va, aparece Liceranzu&hellip
- Liceranzu sabía muy bien lo que tenía que hacer. Era muy fuerte, daba estopa pero la daba bien, dominaba perfectamente el juego aéreo porque tenía sentido de la anticipación y no se complicaba la vida para nada más. A veces la gente se complica mucho la vida. Él sabía cuál era su fuerte, el golpeo de cabeza y la anticipación. Cuando tenía el balón en el pie lo entregaba a un compañero o la pegaba para arriba. Imponía mucho respeto cuando iba al remate en las faltas y en los córners. Triunfó en el Athletic.
La sorpresa de Clemente
- Al igual que Dani, usted tuvo la suerte de jugar en el Athletic de la final de la UEFA y en el último Athletic campeón, dos equipazos.
- Sí. Es verdad. Yo me siento un privilegiado. Viví unos años fantásticos.
- No pudo jugar la final de Copa contra el Betis porque estaba en la mili, pero sí la final de la UEFA, en concreto el partido de ida en Turín. ¿Qué recuerda?
- Me tocó cubrir al 'Torito' Bonisegna, en el Comunale. Aquella Juve era más de media selección italiana: Zoff, Tardelli, Bettega, Bonisegna&hellip Pensábamos que el uno a cero en contra era un buen resultado, porque luego tenían que venir aquí y en San Mamés habíamos goleado al Milan y al Upjest Dozsa, pero no tuvimos suerte. Y el árbitro tampoco ayudó que se diga.
- ¿Cómo recuerda la llegada de Clemente?
- La recuerdo como si fuese hoy. Iñaki Sáez estaba de entrenador. Nos despedimos al acabar la temporada, nos llevamos los ejercicios que nos había puesto Manolo Delgado y estando de vacaciones nos enteramos por la Prensa de que Clemente cogía el equipo.
- Un inciso. Hablaba de los ejercicios que les había puesto Manolo Delgado. Seguro que usted los hacía a rajatabla, que ha sido usted muy cumplidor.
- Sí. Es verdad. Siempre fui muy disciplinado, de carácter, en la comida, en los ejercicios, en el descanso, en el alcohol&hellip Todavía lo sigo siendo, aunque cada vez cuesta más.
- ¿Conocía a Javier Clemente?
- Claro. ¿Quién no conocía a Clemente, su clase, su lesión, su pierna nunca curada del todo? Yo jugué en su homenaje ante el Borussia. Cuando llega al Athletic es un hombre asequible, con las ideas muy claras, y lo que trata es de reforzar la confianza de la plantilla. Él asumía las críticas, era valiente&hellipY la verdad es que había un gran equipo. Se juntaron las dos cosas. Con su manera de ser, su temperamento y su forma de ver el fútbol conseguimos vivir unas temporadas históricas.
- La pena es que aquello duró menos de lo que, probablemente, podía haber durado.
- Se acaba con el asunto Sarabia, con quien tuve y tengo una estupenda relación, por otra parte. Recuerdo perfectamente la noche de autos, después de que Clemente dijera 'Sarabia o yo'. Estuvimos en las oficinas del Athletic, toda la plantilla con la junta directiva reunida&hellip
- Bueno, pero antes Clemente había reunido en su casa a todos menos a uno.
- Se lo dijimos, aquí falta uno. Yo llamé a Manolo por teléfono. Le dije: 'Estamos aquí reunidos con el único objetivo de que no cesen a Javi Clemente'. Y Manolo me dio las gracias por llamar. Entramos a la junta y estuvimos un rato largo. El portavoz era Dani. Nos fuimos ya muy tarde, y a la mañana siguiente, Clemente estaba destituido. Ése fue el final de la primera etapa de Clemente.
- Son inolvidables sus pases a Dani de cuarenta metros. Desde entonces no se ha visto a otro central del Athletic hacerlos.
- Es que no es lo mismo un pase que un despeje.
- Y tanto. Lo malo es que algunos todavía los confunden.
- Yo a Dani le conocía muy bien, y él a mí. A veces le enviaba pases al pecho, pero otros iban adelantados, o cortos, según conviniera. También es verdad que él se las arreglaba como fuera para sacar partido de ellos. Si le llegaban mal, sacaba una falta, si le llegaban bien, amortiguaba el balón. Siempre le daba salida. Eran pases en diagonal de los que siempre sacábamos algo.
- Usted solía tirar también las faltas.
- Varios la pegábamos bien. Por cierto, casi todos zurdos: Urtubi, Argote, De la Fuente&hellip
- Sarabia.
- Sarabia era otra cosa, era inteligente, lo mismo le daba de cabeza que con el pie. Ha sido de los futbolistas con el fútbol más bonito que he visto. Su calidad no la tenía absolutamente nadie. Debutamos juntos en la selección.
- Hablemos de la selección. ¿Por qué no fue al Mundial de España 82?
- Porque Santamaría contaba con Tendillo, Alexanko y Migueli. Es justo después del Mundial cuando Miguel Muñoz nos llama a Maceda y a mí para formar la pareja de centrales. Debuté contra Holanda en Sevilla, en el 83. Ganamos uno a cero.
Final en el Atlético
- Su primera gran experiencia fue el Europeo de Francia 84.
- La clasificación ya fue histórica, con los doce goles a Malta, y la verdad es que jugamos muy bien. Hicimos un gran torneo y pudimos ganar la final. Yo me la perdí por una lesión de rodilla.
- ¿Qué recuerda del Mundial de México 86?
- Un gran Mundial. Fue una pena el gol de Míchel a Brasil que el árbitro no vio. Contra Dinamarca jugamos un partidazo. Yo metí el tercer gol, de penalti. La pena es que, después de eliminar a una gran selección, luego nos eliminó Bélgica, que era bastante menos. Aquel partido tampoco lo jugué, por tarjetas.
- Terminó su carrera en el Atlético de Madrid.
- Sí. Después de 13 temporadas surgió esa oportunidad, al Athletic le convenía el trueque por Uralde y se hizo.
- ¿Cómo fue su relación con Jesús Gil?
- Sólo tengo buenas palabras de él. Me trataron muy bien. En mi partido de homenaje, en San Mamés, cuya recaudación doné a los niños de Unbe, el Atlético vino sin cobrar nada, ni los gastos.
- Por cierto, en el Atlético tuvo de entrenador a Menotti. Tuvo que ser curioso después de todo el lío cuando era entrenador del Barça.
- Pues tuvimos una gran relación. Era un teórico del fútbol, sabía mucho y hablaba muy bien, pero siempre terminaba diciendo: 'Ché, sólo la victoria nos reconforta'.
«Sin lo de Maradona hubiera sido más feliz»
- Hablemos de Maradona. Internet, que tantas virtudes tiene, proporciona también síntesis pintorescas de la historia. Usted, con toda su brillante carrera, es en la Red, sobre todo, el jugador que lesionó a Maradona.
- Pues sí. Hace unos años, el periódico 'The Times' me declaró el jugador más duro de la historia del fútbol. ¿Por cierto, qué tal periódico es 'The Times'?
- La verdad es que muy bueno.
- Pues de fútbol no sabe gran cosa.
-¿No fue una entrada dura y a destiempo?
- Fue un lance del juego, lo que sucedió sencillamente es que llegué tarde. En el fútbol a veces pasan esas cosas. A ver si creéis que mi nariz rota es de nacimiento, y la ceja, o los cinco dientes que me saltaron en una entrada...
- Y luego en la final de Copa, cuando se arma aquella pelea, usted va corriendo desde muy lejos y no hace falta ser adivino para saber adónde va. Menos mal que Migueli se cruza y usted se resbala.
- Hombre, Maradona le había dado un cabezazo al 'Chato', un rodillazo a Sola en la mandíbula...
- Pero usted tal vez fuera el menos indicado para ir al rescate.
- Hombre, que sí, debería haber contado hasta tres, pero afortunadamente no pasó nada.
- Volvamos a la jugada histórica de la lesión. ¿Cómo la vivió en aquel momento?
- En el campo me quedé preocupado. Al acabar el partido le pregunté a Víctor Muñoz y me dijo que no había sido nada, pero por la noche llegó Javi Clemente y nos contó que se lo habían llevado al hospital. Me quedé helado.
- Pero no imaginaría la repercusión mundial que iba a tener.
- Para nada. Fue tremendo. Me tuve que marchar una semana de casa porque el teléfono sonaba a todas horas y era, por ejemplo, Radio Rivadavia. Recibí cartas terribles. Lo pasé muy mal.
- Y siendo un desgraciado incidente que marcó su vida, ¿cómo puede entenderse que conserve las botas de aquel día embutidas en metacrilato?
- Esas botas representan dos partidos, el de la lesión de Maradona y el del Lech Poznan. La cara y la cruz. La cruz porque había lesionado a un mito, la cara porque las llevé también cuando, tras meter un gol al Lech Poznan, San Mamés me ovacionó como nunca y yo me eché a llorar. Circulaba ya el rumor de que me iban a poner una sanción ejemplar, tras una campaña brutal. Para mí es un partido muy tenso. Meto el primer gol y allí estallo por toda aquella carga emocional. Ganamos cuatro a cero, los compañeros me sacan a hombros y el público se vuelca conmigo. Nunca pensé que pudiera haber sanción, y menos tan grande. Dieciocho partidos que luego se quedaron en siete.
- Un psicólogo tal vez le aconsejara tirar esas botas al mar. En una carrera espléndida, como la suya, eso fue seguramente lo que más le hizo sufrir y menos debería recordar.
- En lo que estamos de acuerdo es que sin lo de Maradona hubiera sido más feliz. De todos modos, Maradona siguió jugando, se fue al Nápoles, luego ganó el campeonato del mundo con Argentina, volvió a España con el Sevilla... Le fui a saludar cuando vino a Bilbao, charlamos durante media hora.
- ¿Qué opinión tiene del Maradona futbolista?
- El mejor de la década de los ochenta.
- Eso no suena muy generoso.
- El fútbol hay que verlo por épocas. Di Stéfano en los cincuenta, Pelé y Beckenbauer en los sesenta, Cruyff en los setenta, Maradona en los ochenta...El fútbol hay que verlo en cada momento.
El sueño de un viejo león
- ¿Siempre quiso ser entrenador?
- Sí. Siendo jugador ya empecé a sacar los carnés.
- Tuvo la suerte de comenzar en la selección.
- Sí, como responsable de todas las categorías inferiores, cuando Javi Clemente era seleccionador nacional. Estuve cuatro años y fue una experiencia extraordinaria. Conseguí títulos, como el campeonato de Europa con la Sub'18, el subcampeonato con la Sub'21, fuimos cuartos del mundo Sub'17, con Raúl, Morientes, Joseba Etxeberria... En Catar fue donde explotó Joseba. Recuerdo que me preguntaron por él en el Athletic y, naturalmente, aconsejé su fichaje, con cláusula o sin cláusula.
- Estuvo en el Mundial de Estados Unidos y en el Europeo de Inglaterra como segundo de Clemente.
- En ambas competiciones tuvimos mala suerte. Yo creo que el equipo jugó muy bien y no mereció perder en aquellos cuartos de final ante Italia. Y tampoco contra Inglaterra en los penaltis. Ahora bien, la España que mejor ha jugado nunca es la de ahora. Es una selección fantástica.
- Su relación con Clemente se deterioró a raíz de que él se presentara para dirigir la final del Europeo Sub'21 en Barcelona. Aquella era su selección, pero él impuso sus galones.
- Sí. Hombre, él era el máximo responsable, pero tal vez no fue necesario que viniera...
- No demostró mucha confianza en usted, la verdad.
- Hombre, está claro que yo necesitaba un título más que él, y que todo el trabajo anterior con la Sub'21 lo había hecho yo. Pero bueno, de todo se aprende en esta vida. Luego he estado en muchos equipos, ascendiendo al Salamanca a Primera, en el Compostela, en el Numancia, al que mantuve el segundo año consecutivo en Primera por primera vez en su historia, en el Rayo, en el Racing, en el Hércules, en el Ceuta... Una vida dilatada también como entrenador.
- Pero usted tal vez tenía la expectativa de suceder a Clemente.
- De hecho a mí me sustituye Iñaki Sáez, que es quien luego sustituye a Clemente. Pero yo después de lo de Barcelona llamé a Ángel Villar y le dije que me iba.
- ¿Se arrepiente de aquella decisión?
- No, no, yo no me arrepiento. Se equivoca sólo quien toma decisiones, pero no creo que deba arrepentirme.
- Encaja usted bien.
- Me han pasado muchas cosas. Ni cuando ganas debes sacar la cabeza ni cuando pierdes el mundo se te tiene que caer encima. De todos modos, quiero decir que yo, en el cómputo general, a Javier Clemente le estoy agradecido.
- ¿Qué ilusión le queda por realizar?
- No hay cosa que me gustaría más que trabajar por y para el Athetic, de cualquier cosa. Si puedo, si alguien cree en mí, estaría encantado.
- Es raro que nadie de su equipo campeón haya sido entrenador del Athletic.
- Algunos han estado, aunque no de entrenadores, pero bueno, ya digo, yo para el Athletic trabajaría de lo que fuera.