Uno de los jugadores más elegantes en la historia rojiblanca
Jesús Garay Vecino vino a este mundo el 10 de septiembre de 1930, en el bilbaíno barrio de Begoña. Daría sus primeras patadas a un balón en La Campa del Muerto (o Campa Basarrate) en el no menos bilbaíno barrio de Santutxu.
Después, lo hizo más en serio en los equipos colegiales del Patronato y del Berriotxoa, en el puesto de extremo izquierdo.
Tras su primera campaña como federado, a los 16 años, su vida deportiva dió un vuelco que él mismo recordó a principios de los 90: -Me fichó el Begoña por dos temporadas, pero en la segunda me llamó ya el Athletic por mediación de los directivos Eguiluz y Darío Zavala. Me dieron mil pesetas (7€) de ficha y otras 250 (1,83€) de sueldo al mes. Era la campaña 1948-49.
Pero la entrada en el Club de los "leones" era todavía un sueño demasiado grande para aquel chaval zurdo que ya apuntaba muy buenas maneras. El Athletic estaba entonces plagado de figuras, con todos los puestos bien cubiertos. Según recordó nuestro protagonista: - Me cedieron al Erandio para la temporada 49-50. Jugué de medio. Estabamos allí Laskibar, Ojinaga, Garate II... Pero antes de terminar me reclamó también Josechu Iraragorri.
La diosa fortuna se alió con el joven begoñés, pues el Athletic se encontraba acuciado por una mala racha de lesiones. Poco después - recordaba Garay con cierto grado de nostalgia -, 1950-51, empiezo a entrar en las alineaciones como titular con Nando. Después de Iraragorri vino Antonio Barrios. Habiamos ganado la Copa del 50 al Valladolid, aquel 4-1 de Zarra, pero yo no jugué esa Final. Sí, Barrios empezó a renovar el equipo, no tenía más remedio.
Su presentación ante la parroquia de San Mamés se produjo el 8 de octubre de 1950, frente al Celta de Vigo, con veinte años recién cumplidos. Fue un día inolvidable para todos los seguidores rojiblancos, en un partido con ¡trece goles!, pues el Athletic ganó 9-4. Era el inicio de una magnifica carrera futbolistica para Jesús Garay, con diez temporadas completas como "león". En ese tiempo, lograría dentro de la Liga un total de siete tantos.
Garay se había presentado en el Athletic como un comodín de lujo. Sus inicios fueron en la posición de medio volante, pero actuó en varios puestos más ante su extraordinaria versatilidad y sentido de juego. Así, llegaría a jugar en prácticamente todos los puestos con la lógica excepción del de guardameta.
Mientras servía como suplente circunstancial a compañeros veteranos ya consagrados, Jesús Garay encontró por fin su habitat natural sobre el césped, en el centro de la defensa; de esa forma pudo desplegar lo mejor de sus virtudes balompédicas.
Destacó muy pronto por su exquisita elegancia, lejos del fútbol aguerrido que hasta entonces había transmitido fuertes emociones en el estadio de San Mamés. Por ello se ganaría enseguida la condición de insustituible en el inconsciente de las gradas.
Era un defensa central capaz de asombrar por la técnica y la limpieza con que luchaba en cada esférico. En ocasiones, hasta daba la falsa impresión de que deseaba ofrecer ventaja al contrario, para acto seguido arrebatarle con pasmosa facilidad el balón en una excelente exhibición de facultades.
En las filas de los "leones" Garay ganó tres títulos de Copa participando en el juego como titular indiscutible: 1955, 1956 y 1958. También se apuntó la Liga de 1956.
Empezó junto a veteranos tan valiosos como Iriondo, Zarra, Panizo, Venancio, Gainza, etc, pero el Athletic se estaba renovando sin prisas cara a la nueva década con gente como Carmelo, Arieta, Orue, Artetxe y otros.
Jesús Garay rememoraba al gran equipo de los años 50 con estas palabras: -Éramos buenos compañeros, pero sobre todo amigos. La verdad es que en este aspecto habíamos cogido la onda de los anteriores jugadores del equipo. Ahora las cosas se han disparado y ahí están las deudas de los clubes.
Dejó una huella imborrable en todos los equipos por donde pasó, tanto de excelente jugador como de hombre de bien. Fue, todos los aseguran, un auténtico caballero, dentro y fuera de los terrenos de juego. Siempre guardó un excelente recuerdo de sus entrenadores cuando vestía los colores del Athletic:
-Iraragorri fue más un padre que un entrenador para mí. Te decía "esto se hace así" y lo hacía. De Antonio Barrios aprendí una cosa importante, una disciplina de profesional. Daucik lo tengo por un hombre conocedor de las cosas pequeñas del fútbol, que son importantes. Conocía la psicología del jugador de tal modo que te convencía. Con Daucik fuimos un gran equipo muy compensando en todas las líneas, durante unos años.
Le dejaría un magnífico sabor de boca la Final de Copa ganada en 1958 frente al potente R. Madrid, de la mano ya de Baltasar Albéniz como técnico, que había sustituido al llegado de Checoslovaquia. Así, Garay formó parte de un conjunto que practicaba un inolvidable fútbol ofensivo. Como él mismo señalaría un día: -Nosotros nos preparábamos para ganar, siempre para ganar.
(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)