Dos leyendas del Athletic y la Real Sociedad rememoran la decisión de sacar la bandera vasca en el derbi disputado en Atocha en diciembre de 1976 y repasan la evolución del fútbol desde sus épocas de jugadores a la actualidad antes del encuentro de este sábado
Articulo publicado en el diario El País por E. RODRIGÁLVAREZ - Bilbao - 22/04/2011
Aún, a sus 68 años, se le ilumina la sonrisa cuando señala una pared en un soportal del malecón de la playa de Zarautz, bajo una plaza que otea el mar. "Aquí estaban los vestuarios donde nos cambiábamos para jugar al fútbol en la playa", dice José Ángel Iribar, que en ese arenal estrenó su colección de paradas. Arriba, una plaza bancada "antes estaba llena de tamarindos y las porterías se establecían entre dos árboles". Ahí nació su leyenda. La de Roberto López Ufarte, siguiente generación, pero en la Real Sociedad, también surgió en los torneos de la playa de La Concha, en San Sebastián, aunque había nacido en Fez (Marruecos). Ambos se citan en la playa en un día soleado, casi extraño. Han pasado casi 35 años de cuando Athletic y Real Sociedad sacaron la ikurriña en el derbi disputado en Atocha, portada por Iribar y Kortabarria, que acabó siendo legalizada el 17 de enero de 1977.
López Ufarte. La pena ha sido no haberle metido nunca un gol a Iribar en los cinco años en los que hemos coincidido.
Iribar. Yo creo que no ha sido así.
L. U. En esa época yo era más asistente que goleador. Y no recuerdo haberle metido nunca un gol. Es más, el día de la ikurriña famosa, que ganamos 5-0 y que Satrústegi marcó un gol de cabeza desde fuera del área tampoco marqué.
I. Pero creo que diste tres asistencias como mínimo. Este era el pequeño diablo. Yo insisto en que me has hecho algún gol. Pero bueno, si tú lo dices...
L. U. No, creo que me acordaría aunque tengo una memoria fatal. Creo que me acordaría porque en nuestra época para nosotros Iribar era el portero de todos los tiempos, y por eso pensabas que si marcabas un gol a Iribar igual pasabas a la historia solo por eso, pero yo no he pasado a la historia por eso. Ni siquiera le marqué de penalti, y eso que los tiradores oficiales éramos Kortabarria y yo. También es verdad que eran mis inicios.
I. Porque tú llegaste en...
L. U. En 1975, con la muerte de Franco.
I. Para entonces yo ya llevaba 13 años.
L. U. ¿Tú cuantos años has estado en el Athletic de jugador?
I. Dieciocho, incluyendo la primera temporada que estaba Carmelo de portero, en que jugué muy poco hasta que cogí el puesto, y la última en la que, por lesión, jugué solo la primera vuelta. Lumbalgias, ciáticas, eso me retiró a mí.
L. U. Yo estuve 12 años en la Real, pero en total han sido 25 años entre jugador y técnico.
I. Cuando empezasteis vosotros yo sí notaba que venía otra generación en la Real Sociedad por la forma de jugar.
L. U. Nos juntamos una generación de nivel. Yo era el más joven. Los veteranos nos enseñaban los valores de la Real Sociedad. Ahí se gestó el equipo campeón.
I. Nosotros también estábamos ahí, reforzando el equipo con gente que venía de otros clubes, Lasa, Zabalza, Churruca. Y entonces comenzó todo.
L. U. Y eso que nosotros cuando mejor jugamos fue cuando perdimos la Liga en Sevilla.
P. Pero antes sucedió el acto histórico de la salida de la ikurriña en Atocha, el 5 de diciembre de 1976.
I. Nosotros nos enteramos cuando llegamos al campo, una hora y cuarto antes o una hora y media. Nos lo propusieron los jugadores de la Real. Kortabarria vino al vestuario y nos dijeron: "Oye, queremos hablar con vosotros. Hay esta posibilidad, ¿qué os parece? Es un momento muy bueno".
L. U. El llevarlo en sigilo fue el éxito de la operación.
I. Ellos ya lo tenían hablado y madurado.
L. U. No creas. La mayoría no sabíamos los detalles de la operación. Sabíamos que iba a pasar algo, que íbamos a hacer algo.
I. Yo lo que dije a Inaxio es que tenía que ser una decisión consensuada, es decir, que todo el mundo estuviera de acuerdo. Nosotros, los capitanes, nos pusimos de acuerdo, pero yo dije: "Oye, hay que ver lo que dicen los que se han quedado en el vestuario". Y pedimos un poco de tiempo para eso.
L. U. Todo el mundo aceptó de buen grado. No hay que olvidar que en esos tiempos éramos todos jugadores de cantera. El Athletic lo sigue siendo. No había ningún extranjero. Yo me había criado en el País Vasco. Era de casa también.
I. Eso nos unió mucho al tomar la decisión.
L. U. Además, estaba claro que lo teníamos que hacer entre nosotros, no uno de nosotros jugando contra el Valencia o el Madrid.
I. Nosotros fuera del campo teníamos muy buena relación entre todos. Los partidos eran a cara de perro, pero luego, fuera del terreno de juego, manteníamos buenas relaciones de grupo y personales.
L. U. Y fue así durante mucho tiempo. Yo recuerdo haber tenido cenas y comidas con los jugadores del Athletic y luego en el campo tener unas batallas tremendas, con Urkiaga sin ir más lejos.
I. Ahora es diferente. La Real tiene su forma de funcionar. La mitad del equipo no es de la cantera.
L. U. Ahora todo está más profesionalizado, cada cual defiende los suyo y te olvidas ya de esos valores.
I. Si alguno en el vestuario hubiera dicho que no, por la razón que fuera, no hubiéramos sacado la ikurriña. La condición era que fuera asumido absolutamente por todos. Si hay uno que no está de acuerdo pues no se hace, dijimos entonces.
L. U. En la Real fue igual. Pero también debe ser verdad que ahí se inició eso que me suele decir Dani, de que cada vez que hay un festejo, en este caso la ikurriña, siempre gana la Real. Este fue el inicio de ese maleficio. Está claro que la ikurriña estaba a punto de legalizarse, pero el nuestro era un pasito que había que dar tarde o temprano.
I. Yo creo que fue un paso importante que ayudó mucho a la legalización final de la ikurriña. Primero fue permitida, y luego legalizada. En cualquier caso, en aquel momento de la decisión pensábamos: "¿Y que puede pasar aquí?".
L. U. Pero parecía imposible que nos pudieran hacer algo a dos equipos de fútbol de cierto renombre y que éramos correctos en el campo.
I. Fue un paso importante incuso para los que estaban en la labor de aceptar esa legalización. De decidirla. Fue como el impulso final.
L. U. Si, porque se vio que no pasaba nada. Los grises no han disparado...
I. Lo cierto es que para mí ha sido el derbi que ha dejado mejor recuerdo en mi memoria futbolística. Y eso que perdimos 5-0.
L. U. Para mí también. Si tengo que elegir uno de los derbis vascos, me quedo con ese por todo lo que significó, por el ambiente... Y por el resultado, ¡ja, ja, ja!
Pero el fútbol siguió, por poco tiempo, para José Ángel Iribar, acosado por los dolores de espalda, y por más para López Ufarte, que llegó a ser campeón con la Real dos años consecutivos y luego, en el Betis y en el Atlético, antes de reintegrarse al cuerpo técnico de la Real [ahora es director deportivo del Real Unión].
L. U. El futbolista ahora es más profesional, quizás porque hay más tele, más audiencia. No obstante, creo que ahora los jugadores son mejores, pero les faltan a lo mejor valores importantes en el fútbol. Yo recuerdo que acababa el domingo un partido y el lunes estaba ya pensando, quizás por mi condición de jugador pequeño, aparentemente frágil, cómo me las ingeniaba para sacar las habichuelas. Así que el lunes ya pensaba: a ver quién me toca, el Carrete de turno, Urkiaga... Ahora se pone todo en bandeja. Toma vídeos... y a veces no ven ni el vídeo.
I. Antes éramos mejores en eso, en que teníamos más iniciativa para hacer las cosas. Ahora el jugador se acomoda más a que le digan lo que hay que hacer. Pero cada uno es diferente. También es cierto que ahora se trabaja mucho más tácticamente, cosa que antes no se hacía tanto. Antes, el equipo casi se autoorganizaba, no mirábamos tanto al banquillo para saber si lo estabas haciendo bien o mal.
L. U. Ahora los marcajes en zona son más difíciles de superar, porque superas a uno y ya tienes a otro encima, y a otro. Antes te quitabas a uno de en medio y casi casi llegabas hasta la portería, exagerando un poco.
I. Bueno, eso lo hacías tú, no creas que lo hacían todos.
L. U. Tampoco a ti te metía goles cualquiera. Y ese saque con la mano era muy precursor.
Y la conversación sigue y sigue, mientras Iribar muestra la casa de su niñez en Zarautz a 20 metros de la playa y el pequeño diablo sortea los coches para llegar a Irún.